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sábado, 26 de octubre de 2024

GIGANTE

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Bien, vamos a ver. Se está acabando octubre y ya hemos dado un buen repaso a historias de terror y monstruos de todo tipo. ¿Qué podríamos reseñar hoy? ¿Algo de un monstruo gigante destruyendo una ciudad? ¿Un parásito espacial? ¿Un robot de combate descontrolado? ¿Un científico loco nazi? ¿Un asesinato motivado por infidelidad conyugal? ¿Agentes del FBI avasallando al personal? ¿Zombis tambaleantes? ¿Todo lo anterior a la vez, decís? Muy bien, entonces reseñaremos el comic Gigante, el nº 36 de la colección Made in Hell. Originalmente se publicó en dos partes. La edición española recopila los dos comics en un solo tomo.

Nos encontramos en el año 2013 (lo cual era ocho años en el futuro cuando se publicó el comic). El astronauta Maggert abandona la estación espacial JFK para hacer un vuelo en solitario de regreso a la Tierra en un trasbordador. No tiene muy claro que pasará con su matrimonio a su regreso a casa porque justo antes de partir hacia la estación su esposa le confesó que lo estaba engañando con otro. Hasta cierto punto también Maggert la había engañado a ella, porque a pesar de haber prometido respetarla y cuidarla y todas esas cosas que se prometen en las bodas (en las cristianas, al menos) luego la había descuidado durante largas temporadas, dedicando más tiempo a emborracharse que a ella. El caso es que ya ha dejado la bebida, ya está volviendo a casa, y está dispuesto a hacer lo posible por recobrar el afecto de su esposa.

De camino a la Tierra su trasbordador es invadido por un extraño parásito espacial, una gran masa de gusanos que se abren paso a través del casco de la nave y del traje sellado de Maggert, invadiendo su cuerpo, devorando y sustituyendo las funciones de su cerebro y gran parte de sus órganos. 

Poco después el trasbordador explota, pero no queda claro si es debido a los daños que los parásitos espaciales provocaron al invadir la nave o porque esta haya sido destruida de forma remota por la NASA o el ejército para evitar que trascienda lo ocurrido. El caso es que los restos de la nave se precipitan contra la Tierra y la mayoría de ellos se calcinan con la reentrada. Pero entre los restos que sobreviven está lo que queda de Maggert, que está infestado hasta tal punto que ya es más parásito que humano. Es esto lo que le salva, porque los gusanos se multiplican continuamente, lo que provoca un efecto similar a la regeneración. Algunos fragmentos metálicos y el cuerpo de Maggert terminan por hundirse en el mar, a unos 240 kilómetros de la costa de California.    

En el légamo abisal, la cosa que antes fue Maggert empieza a alimentarse de la fauna marina. Devora un banco entero de tiburones, y a los buzos que el gobierno envía a buscar los restos del trasbordador. Y a medida que come, crece. De hecho crece tanto que cuando se sube al barco de guerra de donde vinieron los buzos termina por hundirlo con su mero peso. Y los intentos del gobierno de mantener la crisis en secreto se desmoronan cuando un helicóptero de una cadena de noticias empieza a transmitir en directo imágenes del monstruo.

En el momento en que la criatura llega hasta la costa ya tiene la altura de un rascacielos, y ataca el puerto lanzando contra él uno de los barcos de guerra que levanta con las manos como quien lanza un ladrillo.

Entre la gente que huye por las calles hay dos niños, los hermanos Héctor y Corey. El general Gorgos, al mando de las operaciones de contención del monstruo y evacuación de las zonas afectadas, se los encuentra deambulando por ahí y los sube a su tanqueta blindada para ponerlos a salvo. Los intentos del ejército de acabar con el monstruo mientras este derrumba edificios se revelan inútiles, por lo que Gorgos pone rumbo al Área 51, donde se está experimentando con diversas armas avanzadas.

Por su parte, el FBI tiene otra cosa en mente. Envían dos intimidantes agentes a casa de Mónica, la esposa de Maggert, para animarla a hablar con el monstruo en el que se ha convertido su esposo. Mónica está en ese momento en compañía de Paul, el amante con el que le estaba poniendo los cuernos a su marido. Cuando los agentes convencen a Mónica para que los acompañe, Paul va con ellos también. Y la cosa parece funcionar, al principio. Mientras que los helicópteros del ejército hacen pasadas de ametrallamiento sobre el monstruo sin suponerle nada más que una ligera molestia, la voz de Mónica, ampliada por un megáfono, lo calma.

El gigantesco monstruo detiene su destrucción indiscriminada y toma en la palma de su mano a Mónica para acercarla a su rostro y verla mejor. Incluso parece alegrarse al reconocerla, demostrando que aún queda algo del hombre en el monstruo. Sin embargo Mónica comete el error de nombrar a Paul, lo que trae un nuevo recuerdo al agusanado cerebro de Maggert: la infidelidad de su esposa. Le arranca la cabeza a Mónica golpeándola con un dedo, aplasta a Paul de un pisotón, y continúa desatando su rabia contra la ciudad.

Los agentes del FBI ven con asombro como el cadáver reventado de Paul se levanta a trompicones y hecha a andar con las tripas fuera y los huesos rotos. De hecho, no es el único que lo hace. Varios cadáveres aplastados más deambulan por la calle y todos parecen cubiertos de un líquido brillante, como babas. Es una sustancia que recubre la superficie del monstruo y que actúa como un poderoso anticuerpo, favoreciendo su curación. Aquellos que mueren estando en contacto con la piel del monstruo, como todos a los que ha aplastado al andar sobre ellos, quedan impregnados de la sustancia. El anticuerpo está “curando” el hecho de que hayan muerto, reactivando al menos parcialmente los organismos, convertidos en una especie de zombis.

Por su parte, el general Gorgos y los chavales han llegado al Área 51. Allí son recibidos por herr doktor Hans Fenstermacher, uno de los científicos nazis que los aliados capturaron al fin de la Segunda Guerra Mundial. Herr doktor tenía diecinueve años al término de la guerra y ya era una de las mentes más brillantes del mundo. Ahora es un anciano postrado en una silla de ruedas, pero su mente está más activa que nunca. Herr doktor les muestra uno de los inventos que estuvo desarrollando para el 3er Reich pero que no llegó a tener oportunidad de terminar a tiempo de cambiar el curso de la guerra. Se trata del Super Attack Bot, un robot de combate de no menos de cuarenta metros de altura armado con misiles y rayos láser, y la capacidad de volar. Su aspecto es muy anticuado pero su tecnología muy avanzada. El general Gorgos autoriza el uso del robot, y herr doktor prepara su lanzamiento.

De vuelta en la ciudad, el monstruo ya es tan grande que cada vez que se llena la boca de humanos traga docenas de ellos. El robot cae sobre él y ambos titanes, el de carne y el de hierro, entablan una terrible lucha. 

A pesar de la enorme fuerza del monstruo-Maggert, pronto queda claro que el robot es superior. Su armamento avanzado provoca daños al monstruo más rápido de lo que este es capaz de regenerarlos. Finalmente el robot vence y los ciudadanos que contemplaban el combate lo aclaman… hasta que, una vez cumplida su misión actual, se activa su verdadera misión principal: conquistar el mundo. El robot empieza a disparar sus armas contra las mismas personas que unos segundos antes lo aclamaban. El general Gorgos, que había vuelto a la ciudad para supervisar en directo la operación, no puede hacer más que tratar de salvar a la gente que hay a su alrrededor.

Mientras, en el Área 51. Herr doktor se felicita por el desempeño de su creación. Él ha seguido siendo fiel en secreto al 3er Reich, y ahora que le han permitido activar a su obra maestra ya no parece haber forma de detenerla… excepto quizá con una pala. Los dos chavales que Gorgos llevó al laboratorio de herr doktor se quedaron allí porque el general no quería ponerlos en peligro llevándolos de nuevo a la ciudad. Los chicos pillan una pala que encuentran por ahí entre los trastos y herramientas de herr doktor y le abren la cabeza con ella. A continuación clavan la pala en el ordenador que controla de forma remota al robot, lo que hace que este empiece a vacilar y funcionar mal. 

El monstruo-Maggert, que no estaba muerto del todo, aprovecha esto para abalanzarse sobre el robot y derribarlo. Ambos caen pesadamente al suelo convertidos en un revoltijo de carne y metal, quedando aparentemente destruidos de forma definitiva. Y la misma gente que aclamó al robot cuando este derribó al monstruo, aclama ahora al monstruo por haber derribado al robot.  

Y así termina Gigante. Quedan algunos cabos sueltos, como lo que pasa al final con los zombis de baba ¿crean una plaga de zombis o son contenidos? O los propios parásitos espaciales ¿De donde salieron? ¿Hay más? ¿Todos, absolutamente todos los que formaban el cuerpo gigante de Maggert están muertos? Son cosas que quedan para siempre en el aire porque al parecer esto se concibió como una historia autoconclusiva, sin intención de darle continuidad.

Giant Monster. 2005. Steve Niles (guion) Nat Jones (dibujos). Publicado en 2006 por Norma Editorial.

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