Comunicado del Supervisor General.
Hoy estuvimos otro ratito sirviéndole de colchón al gatín en cuarentena, que dedicamos a leer algunos relatos más del libro mAULLIDOs.
Contra todo pronóstico, y pese a lo que el título parecía sugerir, seguimos sin encontrar ningún gato entre sus páginas 🤔
Los relatos que leímos en esta ocasión fueron los siguientes.
Los zapatos de charol: Ana está acurrucada en su cama, temblando de miedo por algo que hay en el dormitorio con ella. Se trata de una muñeca con rostro de porcelana y zapatitos de charol, que se balancea lentamente en la mecedora en la que está sentada. Tras atormentar a la niña durante un rato con el movimiento de la mecedora, la muñeca se incorpora y se acerca a ella pasito a pasito, como al parecer hace cada noche. Se queda junto a la cama de Ana, susurrándole, tocándola con sus fríos dedos, impidiéndole dormir, volviéndola loca poco a poco.
Esta vez la muñeca le coloca algo en la mano, un cuchillo, y la incita a suicidarse. Tras negarse primero, dudar después y resignarse al final, Ana toma el cuchillo y hunde la punta en su antebrazo hasta hacerse sangre. La muñeca sonríe y se inclina hacia Ana para ver mejor como se mata. Entonces la niña la agarra y comienza a apuñalarla con saña, hasta despanzurrarla. Al día siguiente, la madre y un médico entran en el dormitorio de la niña y la encuentran sentada en la mecedora, sonriendo y sosteniendo los restos de la muñeca.
Al contrario que las anteriores, que me parecieron muy cortas, esta se me ha hecho larga. Dedica página tras página a describir como la muñeca se acerca a la cama e incordia a la niña. Son páginas muy bien escritas, lo admito, muy atmosféricas, muy tenebrosas, pero demasiadas, y en las que vuelve una y otra vez a lo mismo. Es una escena demasiado larga que, precisamente por alargarla tanto, pierde parte del impacto inicial que produce la detallada descripción del avance de la muñeca.
Ese es el final. No sabemos por que estaba viva la muñeca, por que quería matar a la niña, ni porque la niña termina ocupando su lugar. La presencia de un médico acompañando a la madre puede obedecer a que Ana estuviera débil desde varios días atrás porque la muñeca no le dejaba dormir por las noches, o… porque es esquizofrénica y todo lo que se nos ha narrado solo ha ocurrido en su cabeza. Quizá Ana tenía alucinaciones paranoicas, oía hablar y veía moverse a una muñeca del todo normal e inerte, y ella misma tomó el cuchillo de algún cajón de la casa sin ser consciente de ello.
Se nos dice, como de pasada, como para que lo pasemos por alto si estamos leyendo demasiado rápido o con poca atención, que la niña no estaba “en la cama sin deshacer, sino sentada en la antigua mecedora”. Lo de “la cama sin deshacer” es lo que a mi entender nos confirma que Ana está loca, porque a lo largo del relato se ha incidido mucho en como retorcía las sábanas aterrorizada, y se trataba de ocultar bajo la colcha. Y si a pesar de ello, la madre y el doctor encuentran “la cama sin deshacer”, eso es porque Ana ha pasado toda la noche sentada en la mecedora, sumida en su propia alucinación, jugando a dos barajas tanto en el papel de la muñeca viviente como de la niña asustada.
Cabo atado: Benito es un labriego que ha descubierto que su esposa lo engaña con un muchacho, mucho más joven que él. Toma la decisión de matarla, pero la idea de ser descubierto y encerrado en prisión le aterra, y no por él sino por lo que puedan pensar sus dos hijos. Para quedar libre de toda sospecha, contrata a un asesino profesional para que acabe tanto con su mujer como con el pimpollo que esta se ha buscado como amante.
A fin de crearse una coartada, va a beber al bar del pueblo y finge estar demasiado borracho para volver a casa, quedándose a dormir allí en la misma noche en que el asesino va a actuar. No contento con esto ronca de forma exagerada para asegurarse que el dueño del bar lo oye desde la otra habitación. Sin embargo en algún punto se queda dormido de verdad y sueña que es él quien está matando a su mujer y al chaval. Es un sueño vívido en el que siente el retroceso de la escopeta cuando dispara contra el joven, y el calor del cuello de ella entre sus manos cuando la estrangula hasta matarla.
Cuando se reúne con el asesino para pagarle, este insiste en que ha sido él, Benito, quien los ha matado, o eso creerá la policía a pesar de su coartada. El asesino ha falsificado pruebas que le incriminan. La escopeta fue comprada a su nombre con un permiso de armas falso también a su nombre, y de algún modo tiene sus huellas al igual que el cuello de su mujer. Benito protesta y exige saber como ha logrado todo eso, pero el asesino simplemente le mete los cañones de la escopeta en la boca. Le ordena que apriete él mismo el gatillo para volarse la cabeza y que parezca un suicidio, o matará a sus hijos. Benito accede a suicidarse para protegerlos, presiona el gatillo, y su cabeza estalla.
El asesino se limita entonces a tomar su dinero y marcharse. La idea de un asesino profesional tan metódico que, una vez cumplido el encargo mate también a quien le contrató, para cubrirse las espaldas, me parece genial. Pero aún así hay algo que no me termina de gustar. Nos explican que el asesino es un psíquico empático, y que por ello aunque fue él quien estrangulaba a la mujer de Benito, fue Benito quien la mató y son las huellas de Benito las que aparecen en su cuello. Aquí es precisamente el elemento sobrenatural el que parece metido con calzador y no termina de encajar.
Pulchra leonina: este va a ser muy rápido de explicar, ya que casi todo el texto es la descripción de los personajes, el entorno y su forma de comportarse, y yo me voy a ceñir a la historia que nos cuenta. Un matrimonio y su hijo pequeño están de visita en la catedral de León. Se acercan a una guía que está explicando a un grupo de turistas la historia del topo maligno.
Este era supuestamente una especie de diablillo que se dedicaba a visitar las obras de la catedral por las noches para ir rompiendo cosas y retrasando el trabajo. En realidad el suelo era inadecuado y era eso lo que provocaba daños en los cimientos y muros, pero para la población de la época era más cómoda la idea de un culpable físico que podía ser descubierto y cazado antes o después.
En un momento de descuido el niño se pierde de vista y los padres empiezan a buscarlo frenéticamente entre la multitud. Cuando el marido lo ve el suelo empieza a temblar, el techo a quebrarse, y toda la catedral amenaza con derrumbarse precisamente en ese momento. El hombre corre cubriendo con su propio cuerpo a su hijo, con el techo ya crujiendo y el polvo cayendo sobre él… pero el derrumbe no se produce. Cuando se incorpora, su hijo le dice que no se preocupe, porque el topo malo le ha hablado y le ha dicho que no planea derrumbar la catedral ahora, sino durante la noche.
Pues… vale… esta me ha dejado bastante frío, la verdad.
Algo más de abrigo: este directamente me lo voy a saltar, porque una nota al inicio nos indica que no es un relato completo, sino una reescritura del final de la novela Casa Tomada, de Julio Cortázar. Solo tiene un par de páginas de extensión y es eso, un final reescrito de una novela que no he leído y de la que no se nada sobre los personajes que se nombran. Si más adelante leo Casa Tomada leeré también este para comprobar si el final propuesto por el autor de estos relatos es más adecuado que el de Cortázar.
Esta vez he tenido tiempo de leer más páginas en total, pero en general la experiencia ha sido peor. Las historias de este libro se me están haciendo cada vez más cuesta arriba de terminar. Me sabe mal decirlo porque lo empecé con muchas ganas, pero es la verdad. Respecto a mi teoría de que los animales blancos tenían algún significado particular en el conjunto del libro... puedo descartarla ya, puesto que no aparece ningún animal blanco en estos otro relatos.
Leemos y comentamos cuatro relatos más de este libro aquí.
mAULLIDOs. 2023. Salvador Lacárcel Frutos (texto). Ian Linsday y Pexels (portada). Malbec Ediciones.
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