EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
El tema de humanos transformándose en monstruos es habitual en la literatura de terror. Algo más raro es lo contrario, el del monstruo que se redime demostrando ser más humano que muchos verdaderos humanos. La historia que nos ocupa no se encuadra en ninguna de esas categorías: trata sobre un monstruo convirtiéndose en otro tipo de monstruo diferente, más peligroso en general pero a la vez menos culpable de sus actos.
Mike y George son dos despojos que dedican su vida a drogarse con todo lo que pillan. Consumen y mezclan sin parar cualquier cosa que caiga en sus manos. Se financian este vicio robando a la gente, y cuando no tienen bastante con esto también mendigan. Pero esto es algo que Mike odia especialmente porque de todas sus actividades, es la que más se parece a trabajar.
Una noche, dándose cuenta que por más porros que fume estos ya no le hacen efecto, y sin dinero para comprar nada más fuerte, Mike decide atracar una farmacia. Le corta el cuello a la dependienta y la emprende a golpes con las estanterías y anaqueles buscando cualquier sedante que le provoque un efecto similar a la heroína. Frustrado por no encontrar nada adecuado desvalija la caja registradora y sale huyendo de la farmacia. Una semana después ya se ha gastado todo el dinero en drogas, que naturalmente no ha compartido con su amigo del alma George. Ha estado toda la semana encerrado en un cuchitril aprovechando cada momento de lucidez para alimentarse royendo unos mendrugos de pan y volver a drogarse. Finalmente la falta de material lo ha obligado a salir de nuevo a las calles. Se acerca a una iglesia con la intención de lloriquearle al cura a ver si le saca algún dinero por las buenas, y en caso contrario, robar el dinero de las cajas de donativos. El cura, en cambio, se las apaña para convencerlo de que le acompañe a ver a un amigo suyo, un médico que podría desintoxicarlo.
Mike es dejado por el cura en manos del doctor Chris Dyers, que le da un fármaco para calmarlo, se asegura de que coma algo, y lo aloja en una habitación individual de su clínica. Cuando los efectos del calmante empiezan a desaparecer se presenta el doctor Brown. Este otro médico (aparte de ser el padre de Diane, la novia de Chris) está desarrollando su propio sistema experimental de desintoxicación. El procedimiento por el que aboga Brown no es progresivo si no de choque, un tratamiento de pocas semanas en lugar de uno de varios meses. Aprovechando que sabe que Mike está volviendo a sentir los efectos del síndrome de abstinencia y es muy influenciable, lo convence para que lo acompañe a escondidas fuera de la clínica.
Al día siguiente el celador y la enfermera de guardia informan a Chris que el paciente ha desaparecido sin dejar rastro. El doctor se entera justo a continuación que Mike ha sido identificado como el autor del asesinato en la farmacia. Esto le induce a pensar que Mike simplemente se ha marchado de la clínica por su propio pie tras reponer fuerzas comiendo y durmiendo bien una noche. Todos suponen que al haber sido fichado en la clínica cuando ingresó y se le hizo el informe correspondiente, Mike habrá huido para que la policía no vaya a buscarle allí. El caso es que como todas estas explicaciones parecen cuadrar, nadie le busca más.
Mike, por su parte, está en ese momento amarrado a una camilla en un sucio sótano. Brown lo está tratando con inyecciones de una sustancia de su invención llamada Neurocycline y alimentándolo con una dieta estricta. A lo largo de dos semanas Mike va ganando peso aunque permanece casi todo el tiempo inconsciente. A medida que el tratamiento avanza Mike no solo sigue incrementando su masa muscular sino que todo su cuerpo va a cubriéndose de una espesa capa de pelaje. También su rostro empieza a deformarse y tiene continuas pesadillas en las que se ve a sí mismo como Kroozgaar, un cavernícola antropófago de unos comics que leyó de niño.
Mientras tanto Chris ya está sospechando que el doctor Brown ha tenido algo que ver con la desaparición de Mike. Sus ausencias de la clínica son cada vez mayores y estas comenzaron cuando Mike desapareció. Su comportamiento es cada vez más extraño e incluso se ha llevado de su despacho las notas y archivos sobre su investigación, como si la hubiese trasladado a otro lugar. Por una conversación entre Chris y Diane nos enteramos además que Brown ya estaba dando muestras de demencia senil, equivocándose a menudo al preparar fórmulas y realizar diagnósticos. Se nos da a entender por tanto que la fórmula que Brown está inyectando en Mike pudiera tener algún error que este hubiese pasado por alto.
Diane intenta ponerse en contacto con su padre pero este no contesta al teléfono de su casa. Recordando que tiene una segunda casa rural un tanto ruinosa por la que no pasaba nunca, Diane y Chris van a buscarle allí. Este resulta ser el lugar donde Brown está experimentando con Mike. La casa en las afueras es en realidad un palacete abandonado que pasó del lujo a la decadencia y ahora es un laberinto de salas vacías y escalinatas. En una de las salas encuentran latas de comida amontonadas y equipo de laboratorio en buen estado. También encuentran tirado en un pasillo el cadáver destrozado de Brown, y oyen el fuerte estrépito que produce una ventana al reventar. Aún no lo saben, pero el monstruo en el que finalmente se ha transformado Mike ha roto las cadenas que le mantenían amarrado a la camilla y ha acabado con su creador.
Al día siguiente Cris va a denunciar el caso a la comisaría. Esta es una parte bastante prescindible de la historia porque Chris y el comisario se limitan a contarse uno al otro cosas que ya sabemos. La única información relevante que se nos da es que además de destrozar a golpes a Brown, Mike le arrancó la cabeza y devoró su cerebro. También que en las últimas notas de trabajo de Brown este indicaba que el peso de Mike, típico pingajo yonki de 45 kg, había aumentado hasta los 110 kg.
Entretanto, tras huir del palacete, Mike ha vuelto por instinto a terreno conocido… la iglesia en la que pretendía robar tras hacerlo en la farmacia. Esta vez le rompe un brazo a uno de los curas, mata a otro y se come su pierna, y hace un destrozo general en el lugar. A continuación regresa a la clínica de desintoxicación donde irrumpe tras matar al guardia de seguridad y se dedica a perseguir desnudo a médicos y enfermeras. Corriendo por un pasillo su cabeza choca con una lámpara colgante y al arrancarla del techo preso de la furia recibe una fuerte descarga eléctrica que lo pone en fuga. Por fin Chris ha podido verlo claramente, y ha reconocido a Mike pese a que ahora es una especie de piesgrandes rabioso y antropófago.
Se organiza un gran despliegue policial para buscar y cercar al monstruo. Tras un par de intentos infructuosos de atraparlo un grupo de policías anónimos lo acribilla mientras trata de huir trepando por una torre eléctrica. Las balas siegan algunos de los cables y el monstruo queda repentinamente envuelto en un fuerte destello azulado cayendo al suelo con el denso pelaje en llamas. Al día siguiente el comisario comenta a Chris que un examen de las huellas dactilares del monstruo ha confirmado que el enorme y musculado ser fue, menos de un mes atrás, el canijo Mike. Ninguno de los dos puede explicar totalmente lo ocurrido y simplemente lo dejan estar. Chris se marcha para reunirse con Diane. Y no se menciona que estos dos planeen casarse, lo cual es muy inusual.
En estas historias generalmente era el protagonista el que siempre se las apañaba para acabar con el monstruo de un modo u otro. En este caso el protagonista colabora con la policía con sus declaraciones y aportando ideas, pero quienes matan al monstruo son unos agentes armados anónimos. Es un final bastante más anticlimático de lo normal, pero reconozcamos que mucho más lógico y realista
La historia no ha estado mal. Las descripciones de Mike y George drogándose son realmente repugnantes (ya está bien de romantizar mierdas como la delincuencia juvenil y la drogadicción) y los ataques del monstruo están bastante bien llevados porque actúa a lo loco, como un animal salvaje que se comporta de modo agresivo pero también huye ante cualquier imprevisto.
La pareja protagonista… pues como que no tiene mucho protagonismo. Estamos hablando de médicos, después de todo. Que yo no digo que llegado el momento un médico no pueda agarrar un palo y abrirle la cabeza a alguien que lo merezca, o coger un revólver y meterle media docena de balas en el pecho a un criminal… pero en estos bolsilibros el eliminar a la amenaza siempre quedaba en manos del protagonista, ya fuese este médico, periodista, escritor, abogado, pintor o cualquier profesión que no implique de por si entrenamiento de combate o manejo habitual de armas. Naturalmente que llegado el momento todos podemos (y debemos) entrar en esa dinámica de defendernos con lo que tengamos a mano, pero que por una vez sea la policía la que se encargue de acabar con el criminal es (curiosamente) algo original pese a que por la lógica debería ser lo normal.
También encuentro curioso que el título haga referencia al monstruo de cómic en el que Mike creía estar convirtiéndose. Entiendo que su transformación física en una especie de hombre de las cavernas enloquecido es un efecto de la sustancia que le inyecta el Dr. Brown, y que Mike crea estar convirtiéndose en un personaje de comic se debe al destrozo previo que han hecho en su cabeza las drogas comunes que lleva años consumiendo. Pero es que incluso los protagonistas llegan a referirse a Mike como Kroozgaar cuando ven las similitudes entre este y el monstruo de los cómics.
El engendro de Kroozgaar. 1983. Kelltom McIntire [José León Domínguez] (texto) Antonio Bernal (portada). Selección Terror nº 544. Editorial Bruguera S.A.
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