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sábado, 20 de octubre de 2018

LLUVIA DIABÓLICA & LLUVIA ROJA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS 
¡ALERTA DE EXPOILERZ!

Una entrada doble para comentar dos bolsilibros de nuestro amigo Joseph Berna. Lluvia diabólica (1979) y Lluvia roja (1982) tratan ambos sobre un mismo tema: una misteriosa nube de tormenta de composición y comportamiento anómalo, que aparece repentinamente descargando una gran tromba de agua en una zona muy concreta.

En ambos casos, todos los animales afectados por la lluvia experimentan idénticos resultados: crecimiento acelerado hasta unas tres veces su tamaño normal, y furia asesina. En Lluvia roja, los afectados también quedan cubiertos de escamas rojas y sufren mutaciones adicionales, como la aparición de garras en lugar de manos. 

Todos los seres alterados por la lluvia en ambos libros tienen un comportamiento extremadamente violento, dirigido contra los no afectados si los hay en las inmediaciones o entre ellos mismos si no hay gente/animales no agigantados cerca. Y todos se vuelven carnívoros si no lo eran ya. Muy similar a la película El Alimento de los Dioses, que se estrenó en 1976 (aunque la novela en la que se basa es del 1904).

Hubiera sido interesante que ambas historias estuvieran relacionadas, pero no es así. Lo que hizo Berna fue simplemente vender dos veces la misma historia básica, a ver si colaba: lluvia que agiganta animales vs hombres que se los cargan con fusiles mientras sus chicas aúllan histéricas escondidas tras ellos. 

Lluvia diabólica tiene lugar en la Tierra. Los protagonistas son una típica pareja berniana compuesta por Peggy, una rubia despampanante, y Sheldon, un moreno papanatas. Ella es pintora y él policía. La primera aborda al segundo por la calle gritando que en la carretera se ha cruzado con un conejo gigante, y le hace acompañarla al lugar de los hechos para que lo vea por si mismo. Allá que se dirigen en el coche patrulla, encontrándose no solo con conejos gigantes de más de un metro de largo, sino también con furiosos pavos del tamaño de avestruces, y gallinas titánicas que les atacan con gallinácea furia. Sheldon acaba con los que puede con un fusil de balas explosivas que llevaba consigo, y que al parecer es el arma reglamentaria de la policía en este bolsilibro, ya que todos los que salen después van equipados igual.

Estos animales provenían de una granja que había sido rociada poco antes por una nube misteriosa. Todos los animales agigantados y locos son los que resultaron alcanzados por la lluvia. El suceso se repite en la propia ciudad (San Diego, California), con la nube descargando su lluvia sobre el zoo, agigantando a gorilas, leones, tigres y otros seres más peligrosos que pollos y pavos. El resultado es una avalancha de monstruos que a duras penas pueden ser contenidos por la policía, y que provocan una matanza entre los agentes mientras estos los diezman a tiros.  

La forma en que el origen de la nube misteriosa es descubierto es bastante… curiosa. Peggy recibe en su casa la visita de Kenyon, un pretendiente. Ella no está interesada porque se ha enamorado de Sheldon después de verle disparar contra todos esos pollos y pavos gigantes. Como Kenyon trabaja como ayudante de un científico, cuando Peggy habla con Sheldon le dice que seguramente el patrón de Kenyon es el culpable de todo. ¿Cómo llega a esa conclusión? Pues quizá porque es la única persona que conoce que tenga relación con un científico, y claramente lo de la nube es cosa del típico científico loco. Seguro que eso tiene sentido en la cabecita de Peggy… y de Berna, porque efectivamente, el patrón de Kenyon es el creador de la nube. Es el único científico loco que sale en el bolsilibro, así que tiene que ser él.

Sheldon busca la dirección del científico loco en la guía telefónica y se presenta en su casa para detenerlo, pero este se bebe una muestra de su agua mutante. El científico loco se agiganta y monstruiza él mismo y ataca a Sheldon. Este lo abate a tiros (aquí eche de menos un arma medieval colgando de la pared, la verdad) y luego se marcha a casarse con Peggy.

Lluvia roja, en cambio, no tiene lugar en la Tierra sino en Dergo, un planeta… idéntico a la Tierra. Tenemos como protagonistas a dos parejas esta vez. La granja de una de ellas es rociada por una extraña nube de tormenta, que lo deja todo empapado de lluvia roja. Poco después la otra pareja se reúne con la primera para cenar, y es cuando empiezan a aparecer los animales agigantados e hiper violentos: conejos, hormigas y mosquitos en este caso. Los dos hombres se ponen a disparar contra ellos con escopetas mientras sus novias gritan histéricas a sus espaldas, que en algo ayudará eso.

Finalmente se marchan a la granja de la otra pareja, la que estaba de visita, para alejarse de la zona que resultó alcanzada por la lluvia. Esto es solo un descanso temporal, porque la primera pareja, que también había resultado alcanzada por la lluvia, empieza a mutar. Los otros escapan a una tercera granja donde hay una tercera pareja, donde se enfrentarán a una tercera oleada de monstruos… buf!... pero no os preocupéis. Pasadas unas pocas horas más, el efecto de la lluvia desaparece y los animales mutantes que quedaban (y la pareja mutante también) recuperan su tamaño, aspecto y carácter habitual. La lluvia en esta ocasión era un fenómeno natural así que nos ahorramos el ir en busca de un doctor loco, que probablemente estaría en una cuarta granja cercana.

Hay algunos cambios, sí, pero el argumento base es el mismo. Es cierto que el texto de una historia no aprovecha ni una línea del de la otra, pero tienen más similitudes que diferencias. En el segundo libro, además, el tamaño de letra es más grande, porque el volumen de los bolsilibros estaba estandarizado a 96 páginas. Se ve que el texto que entregó Berna no llegaba para llenar tantas y se aumentó el tamaño de las letras para que abultaran más.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Lluvia diabólica. 1979. Joseph Berna [José Luis Bernabéu]. La conquista del espacio nº463. Editorial Bruguera S.A.

Lluvia roja. 1982. Joseph Berna [José Luis Bernabéu]. Héroes del espacio nº136. Ediciones Ceres S.A. 

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