LEE ESTO, POR FAVOR

PROMENADE DE ACCESO RÁPIDO

7 comentarios

sábado, 12 de octubre de 2024

ZAGOR (nº 188 y 189) El reino de las tinieblas & El horrible contagio

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Estamos a doce de octubre, Dia de la hispanidad. Lamentablemente hoy no tenemos nada adecuado a mano para reseñar en estas fechas, como sí hemos hecho en años anteriores. En lugar de eso veremos otro de nuestros queridos comics italianos que además cumple con la intención que teníamos este año de dedicar todo el mes de octubre al terror en sus diferentes formas. 

Se trata de Zagor, una curiosa historia iniciada en 1961 que introducía elementos como científicos locos, tecnología anacrónica, alienígenas, espectros y zombis, todo ello dentro del marco general del Salvaje Oeste americano. Casi con toda seguridad sirvió de inspiración a la serie The Wild Wild West (Jim West, en España y Espías con espuelas en Hispanoamérica) de 1965 que a su vez dio lugar a la película Wild Wild West de 1999 (que dicho sea de paso, considero genial).

El protagonista es Patrick Wilding, un europeo al que los nativos americanos creen la encarnación de un espíritu benigno. Ellos lo llaman Za-gor-te-nay (El espíritu que empuña el hacha) debido a que lucha empleando un tomahawk de piedra que le entregó un chaman. Lo acompañaba Chico Felipe Cayetano López Martínez y Gonzalez (Cico, para abreviar), un mexicano que hace el papel de ayudante gracioso y torpón, pero leal y buen amigo hasta la médula. Un momento... ¿Mexicano? Eh, pues parece que después de todo la hispanidad sí va a tener una pequeña representación 😁🌵. 

Las aventuras de este par generalmente tienen lugar en las inmediaciones de una región ficticia llamada Darkwood (Bosque oscuro), especialmente propensa, por lo que se ve, a atraer a todo lo sobrenatural.

No tenemos muchos números de Zagor, por un motivo. Al contrario que otros que ya hemos comentado como Dylan Dog o Legs Weaver, cuyas historias tienen una misma extensión y son autoconclusivas, las de Zagor no. Cada tomo puede presentar el inicio de una nueva trama pero no su conclusión, o la conclusión de una historia iniciada en el anterior y el comienzo de una nueva trama, o ser uno de los tomos intermedios de una historia larga. 

Y no veo mal que se dediquen más páginas a las historias que los autores crean que se les puede sacar más miga, y que no se trate de alargar artificialmente otras que no dan para más. Me parece lo ideal para una colección que tienes la oportunidad de comprar regularmente. Pero si adquirirla depende de cuando se te presente la oportunidad de viajar al país donde se vende, el que no sean historias autoconclusivas es una desventaja. Cuando empezamos a coleccionar comics italianos eso de comprar cosas por internet a gente de otros países (o de tu propio país, de hecho) no era algo habitual, por lo que dependías casi exclusivamente de aquello a lo que pudieras echar mano en persona.

Los que vamos a comentar hoy son El reino de las tinieblas y la primera mitad de El horrendo contagio, en los que, respectivamente, se continúa y se concluye una historia iniciada en el numero anterior, El retorno del vampiro, que no tenemos. Cada tomo comenzaba con un brevísimo resumen de lo acontecido en el número anterior, así que más o menos podemos presentar la historia completa.

El reino de las tinieblas (nº 188): por lo que nos cuentan en el resumen, el brujo zíngaro Molnar ha devuelto a la vida mediante magia al malvado barón Bela Lugosi Rakosi, un vampiro. Este no pierde el tiempo y empieza a transformar el lugar en su coto de caza privado. Zagor y Cico unen sus fuerzas al doctor Metrevelic para tratar de acabar con el vampiro. Cico, que al parecer es especialmente sensitivo para estas cosas, sostiene un péndulo sobre un mapa de la región, tratando de localizar el escondrijo del vampiro, y este se queda fijo señalando a un pueblecito cercano llamado Bergville, donde casualmente, vive la hija del doctor Metrevelic, Aline. Bergville está relativamente cerca (en cuanto a kilómetros de distancia se refiere) de donde se encuentran los personajes, pero el camino no es directo sino que serpentea por peligrosos y abruptos pasos de montaña. A pesar de su cercanía, Zagor calcula que tardarán cuatro días a caballo en llegar a Bergville.

Entre tanto, en el pueblo, los hombres organizan una batida por los alrededores para buscar la pequeña Maida, una niña que ha desaparecido. Ha sido una de las victimas del vampiro, cuya presencia todavía ignoran. Tras buscarla infructuosamente durante un par de días todos vuelven entristecidos a sus quehaceres diarios. Entonces Maida regresa por su propio pie a casa, pero ya no es ella. El barón la ha transformado en una pequeña vampira para extender el vampirismo por todo el pueblo y la ha enviado como una trampa de la que nadie sospecharía. 

Maida se alimenta de su madre, y esta a su vez del padre. Solo Josif, el hermanito de Maida, se salva porque nota desde el principio que lo que ha llegado a casa ya no es su hermana y se asegura de llevar un crucifijo al cuello en todo momento. Porque como decía Stephen King “Cuando somos pequeños sabemos que la magia es real y que los monstruos existen, pero cuando crecemos se nos olvida”.

Mientras Zagor y su grupo viajan por el inhóspito paraje, el vampirismo va extendiéndose por el pueblo. Los que aún no se han contagiado no se deciden a actuar, debatiendo sobre si se trata de una enfermedad desconocida o alguna clase de maldición. Finalmente parecen concluir que se trata de vampiros y comienzan a tomar medidas, pero ya es tarde. Cuando esto ocurre ya hay más vampiros que humanos en el pueblo, y el barón se pasea impunemente por las calles a la vista de todos en plena noche, rodeado de sus siervos. Uno de ellos apuñala a Albert, el marido de Aline, la hija del profesor, de la que el barón se ha encaprichado. Este bebe la sangre de la joven y se la lleva a su guarida para convertirla en una vampira verdadera, no en una mera vampira sirviente como al resto.

Albert sobrevive al ataque, y puesto que no ha sido mordido continúa siendo humano. Muy debilitado y dándose cuenta que él solo no puede hacer nada por el pueblo, huye a caballo con la intención de buscar ayuda en el exterior. Zagor, Cico y el profesor se lo encuentran desangrado y delirando a medio camino hacia Bergville y tras confirmar que el vampiro se encuentra en ese lugar gracias a las pocas palabras que Albert logra pronunciar, lo dejan al cuidado del médico de otro pueblecito cercano. Por su parte, Molnar el zíngaro (que es el único sirviente vivo del barón) tiene sus propios planes. A espaldas de éste pero valiéndose del control que le ha otorgado sobre los vampiros menores, Molnar está saqueando las magras riquezas del pueblo, haciendo que todos entreguen el dinero y objetos de oro y plata que tienen, la mayoría de los cuales son reliquias familiares. Esconde su botín en el único lugar en el que el barón no lo buscará: la iglesia. Su plan es estacar él mismo al barón cuando lo tenga todo, mientras este permanezca aletargado durante las horas diurnas.

Cuando finalmente los tres viajeros llegan al pueblo, son rodeados por una multitud de sirvientes vampíricos. Se encuentran en un estado intermedio entre seres humanos y vampiros verdaderos: vulnerables al daño convencional pero incapaces de sentir dolor. Como no quiere disparar contra ellos porque ese estado aún es reversible si se acaba con el vampiro maestro, Zagor trata de rechazarlos a patadas y golpes con su tomahawk, pero son demasiados y no tienen mas remedio que huir de ellos. 

Corriendo a la desesperada llegan junto a la iglesia y se dan cuenta que los sirvientes vampíricos no se atreven a acercarse a ella. Naturalmente se encierran en su interior, comprendiendo que posiblemente se trate del único lugar seguro del pueblo. Buscando comida por la iglesia, pues las emociones le abren el apetito, Cico encuentra el botín que Molnar escondió allí.

En esas estamos cuando cae la noche y el barón se despierta en la cueva que emplea como escondrijo diurno, cerca de la cual hay otra cueva en la que retiene a Aline hasta que su transformación en vampira verdadera se complete. El barón sale de su ataúd y vuela convertido en murciélago hasta Bergville, donde Molnar le pone al corriente de la situación.

El horrendo contagio (nº 189): el barón conmina a gritos a Zagor y los demás a que abandonen la iglesia y le sirvan como vampiros menores, puesto que su única alternativa es morir de hambre encerrados allí. Éste le responde conminándole a él a que libere de su control a todos sus sirvientes vampíricos y abandone la región para siempre. Aprovecha para sembrar cizalla entre el barón y Molnar diciéndole que ya han encontrado el botín que ocultaban en la iglesia. Es un palo a ciegas porque Zagor solo puede suponer que fue Molnar quien lo escondió allí sin decir nada al barón, pero logra su propósito. El barón empieza a recelar del zíngaro y regresa a su cueva, dejándole al cargo de capturar a los intrusos. Sin embargo, ya está planeando deshacerse de él.

Molnar ve al pequeño Josif rondando el pueblo, consumido por el hambre y el agotamiento, y lo captura con facilidad. En un intento de reconciliarse con su señor encierra al niño en la misma cueva que Aline, a modo de tributo. Pero el barón ya se ha hartado de él. Cuando Molnar regresa al pueblo los sirvientes vampíricos, mentalmente controlados de forma directa por el barón, caen sobre él, lo linchan, y lo arrojan por un barranco. 

Sin embargo Molnar tiene el pellejo duro y sobrevive a la ordalía. Con el cuerpo ensangrentado y roto pero manteniéndose en pie por puro odio, vuelve arrastrando los pies hasta las cuevas. El control mental que el barón aun tiene sobre él es demasiado como para ser capaz de estacarlo aunque lo sorprenda dormido en su ataúd, ahora que este no lo considera de fiar, así que en lugar de eso decide liberar a Aline y Josif. Estos aguardan encerrados en una cueva cuya entrada está cubierta por una roca. Con sus mermadas fuerzas Molnar no logra moverla lo suficiente para que salga Aline, pero sí para que el pequeño Josif se escurra por ella y escape. Cuando el barón va en busca de Aline para completar su transformación en vampira verdadera, se encuentra junto a la cueva al moribundo Molnar y lo remata él mismo quebrándole la columna.

En el pueblo, los siervos vampiro también han recibido mentalmente órdenes respecto a los intrusos, y están lanzando antorchas contra la iglesia para incendiarla y obligarlos a salir, o morir calcinados. Zagor y los demás se lo están pensando cuando aparece el Séptimo de Caballería… o casi. Un grupo de hombres a caballo reclutados por Albert, ya restablecido de su herida, llega abriéndose paso entre los siervos vampíricos. Zagor, Cico y el profesor aprovechan para salir, montar en unos caballos extra que los hombres han traído con ellos, y huir todos juntos del pueblo. 

Albert y sus hombres tienen un campamento cercano al pueblo, donde unos y otros se ponen al tanto de lo que cada otro sabe. Lo más importante, el escondrijo exacto del vampiro, es algo que siguen ignorando. Lo único que pueden hacer es registrar los alrededores del pueblo por si lo encuentran de pura casualidad. Afortunadamente a quien encuentran es a Josif, que viene precisamente de la cueva del vampiro y guía al grupo hacia ella.

Zagor, más ágil y fuerte que el resto, trepa directamente por la pared de roca hasta la entrada elevada de la cueva, mientras los demás suben por la estrecha y sinuosa cornisa que lleva hasta ella. Entra a la cueva a tiempo de impedir que le barón mate a Aline y la transforme en vampira verdadera. Pero con las prisas del momento no ha tenido la precaución de llevar consigo una estaca, y no dispone de armas con las que acabar con él. Lo que hace es golpearlo para ir empujándolo hacia la entrada de la cueva y terminar arrojándolo por el barranco, con la esperanza de que la caída lo destruya. 

Con lo que no contaba (los conocimientos que tienen aquí los personajes sobre los vampiros no son muchos, y eso es un detalle que me gusta) es con que se pudiera transformar en murciélago. El barón cambia de forma y remonta el vuelo mientras se burla de Zagor… con lo que no presta atención a Albert, que ya ha llegado a la cueva por el estrecho sendero. Este empuña una estaca de más de un metro de largo, y la arroja como una jabalina contra el murciélago, atravesándolo de parte a parte. La criatura cae a plomo mientras regresa a su forma humanoide y se hunde en un caudaloso rio.

Esto termina con el control que el barón tenía sobre los ciudadanos de Bergville, que vuelven a ser humanos. Albert y Aline se reúnen, el pequeño Josif regresa a casa con sus padres y hermana, los primeros vecinos en vampirizarse se disculpan con aquellos a los que mordieron, y todo termina bien… pero lo último que vemos del barón Bela Rakosi fue como se hundía en la corriente del rio. No lo vemos convertirse en polvo, ni estallar ni nada de eso, solo caer con una estaca clavada en el pecho a un rio cuya corriente lo aleja rápidamente del lugar, por lo que su destrucción puede que no sea definitiva. 

Ya sabéis que de estos bichos no se puede uno fiar.  

Il regno delle tenebre & Lórrendo contagio. 1986. A. Castelli (guion) G.Ferri (ilustrador). Reimpresión de 1996. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario