EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Atasco-star fue una más de la miríada de series que aparecíeron en revistas como Mortadelo o Pulgarcito, herederas de la mítica TBO que dio nombre a este tipo de publicaciones. Estas revistas de historietas o tebeos solían tener una o dos series titulares que eran fijas, y otras menos populares que iban cambiando y más o menos se usaban como relleno. Una de esas series secundarias fue Atasco-star, creada por José Alfonso López Tufet y Rafael Vaquer Palmer bajo el seudónimo Frankfurt3, que nos narraba las vivencias de un par de camioneros espaciales.
Uno de los motivos por los que en nuestro pequeño planeta nos gustan tanto los comics antiguos, es porque muchos de ellos los leímos en su momento, siendo críos, pero precisamente por eso no supimos entenderlos. Cuando eres pequeño no haces segundas lecturas ni ves entre líneas. Releyendo este me he encontrado con una de esas cosas que no supe ver en su momento. Hace referencia a un suceso de la época sobre el que los autores quisieron dejarnos su opinión, pero al no ser articulistas de un periódico ni tener su propio programa de televisión, lo hicieron mediante la única ventana al público que tenían en ese momento, sus comics. Esta historia es de 1981, dato vital para entenderla, por lo que explicaré al final.
M20, la nave espacial con forma de cafetera de los transportistas Mariano y Evaristo, se aproxima al planeta Cibernia. Este planeta es el mayor productor de robots de la galaxia, y también en el que hay más robots viviendo como ciudadanos. Llevan un cargamento de bidones de aceite industrial para lubricar a los robots, que lo ingieren para repartirlo por su interior.
Antes de aterrizar, su pequeño robot Federico se queja de que está falto de aceite. Evaristo busca la aceitera para lubricarlo, pero como se les ha acabado toma un poco de los bidones que tienen listos para entregar. Una vez la entrega se ha realizado y el aceite ya se está distribuyendo a la población de robots, Federico empieza a funcionar mal y Evaristo comprueba que es por el aceite. No es aceite apto para robots, sino aceite de oliva naturál para consumo humano.
Rápidamente acuden a denunciar el suceso al Director General del planeta, pero este es un absoluto incompetente que no les presta atención y solo está pendiente de sus hobbys. Al ver que no les hacen caso, tratan de frenar ellos mismos la distribución del aceite, pero este ya ha llegado a los robots y estos están cayendo por todas partes, provocando el caos.
La historia, de solo seis páginas, termina con Mariano y Federico huyendo del planeta perseguidos por robots furiosos y enloquecidos. Ya en órbita Federico ve un noticiero en el que el Director General habla del problema dando excusas, evidenciando que aún no se ha enterado de que va la cosa, y solo habla por decir algo de cara al público.
Pues bien, esta historia hace referencia al asunto del aceite de colza desnaturalizado. A principios de 1981, en España, un par de empresas se dedicaron a distribuir aceite de oliva adulterado con grandes cantidades de aceite de colza industrial para maquinaria. Lo distribuyeron de forma masiva, principalmente por áreas rurales, a bajo coste y en envases sin etiquetar o etiquetado falsamente como aceite de oliva puro. Su consumo provocó dolores musculares agudos, coagulación de la sangre, endurecimiento de los órganos internos, fallo renal, y al final fallo orgánico general. Entre tres mil y cinco mil personas (según las distintas fuentes) murieron y otras veinticinco mil quedaron con graves secuelas de por vida.
Claro que era otra época. Los culpables fueron castigados, los medios oficiales dieron máxima difusión a lo que estaba ocurriendo y el propio gobierno se responsabilizó por su lenta reacción. Casos como el de la colza siguen ocurriendo a día de hoy, como las frutas y verduras importadas de Marruecos regadas con aguas fecales que provocan hepatitis, por ejemplo. Pero en la época en la que estamos viviendo, a este tipo de cosas ya no se les da la difusión que se les daba antes. La política actual es no informar al pueblo de los peligros para no preocuparlo, en lugar de informarlo para que esté prevenido.
Parece un chiste ¿verdad? Quizá lo de las frutas y vegetales contaminados con hepatitis acabe siendo recordado en viñetas, tal como el asunto este de la colza terminó reflejado en viñetas hace cuarenta años para que lo podamos recordar ahora. Porque una de las cosas que diferencia a periódicos y comics, es que la gente suele tirar los periódicos cuando los lee. Pero los comics son conservados, y releídos de tanto en tanto.
La grasa tenía un precio. 1981. José Alfonso López Tufet & Rafael Vaquer Palmer. Publicado en 1982 en Bruguelandia nº 7.
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