MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

sábado, 23 de noviembre de 2024

LECTURAS CON EL GATÍN: Cuentos de aventuras (1)

 

                                           Comunicado del Supervisor General.

Cambiamos de libro y empezamos (con el permiso del gatín, que ya se ha acomodado en su lugar de lectura habitual) con los relatos de Jack London recopilados bajo el título genérico pero adecuado de Cuentos de Aventuras.

Uno de ellos, Capeando el tifón en la costa japonesa tiene la particularidad de ser lo primero que le publicaron. Jack London contaba entonces con diecisiete años, acababa de desembarcar de una goleta y había entrado a trabajar trece horas diarias en una fábrica textil por cuarenta dólares al mes. Su madre le animó a participar en un concurso de relatos de aventuras que ofrecía un premio de 25 dólares al ganador. El joven Jack, al que no se le ocurría nada en particular en lo que basar su relato, se limitó a describir algo que había vivido como grumete en la goleta. Y aquello que para él se había convertido en mera rutina, al acomodado jurado le pareció una aventura tan extraordinaria que le concedió el primer premio, dando inicio a su carrera literaria. 

Valor holandés. Gus y Hazard son dos muchachos que se han propuesto escalar el Half Dome, una escarpada formación rocosa cuyo peligroso ascenso ya hizo renunciar a muchos alpinistas. Un par de individuos logró clavar una serie de apoyaderos de metal a lo largo de los primeros trescientos metros antes de abandonar la empresa. Años después un indomable escocés logró ir más allá de los apoyaderos, coronar la cima, y tender desde la cumbre una cuerda para ayudarse en el descenso, que escaladores posteriores emplearon también para subir. Un invierno especialmente duro una tormenta de nieve se llevó la vieja cuerda y dobló o arrancó muchos de los apoyaderos. Nadie ha logrado coronar la cima de nuevo desde entonces, y Gus y Hazard están dispuestos a ser los primeros en volver a lograrlo. Para asegurarse el triunfo, llevan con ellos una botella de lo que ellos llaman “valor holandés”, que no es otra cosa que whisky de alto gradaje.  

Cuando llegan a los pies del temible Half Dome, los muchachos ven con consternación que alguien se le ha adelantado y ha plantado una bandera en la cima. Ese alguien parece estar todavía allá arriba, puesto que comienza a hacerles señales de destellos con un espejito en código morse. Ninguno de los dos sabe interpretar el código morse, pero suponen que el escalador tiene alguna clase de problema que le impide bajar, que quizá se ha lesionado o congelado. Sin amilanarse, deciden trepar a la cima no ya por el vano orgullo de hacerlo, sino por ayudar a quien se encuentre allí.

Antes de iniciar el ascenso se plantean darle un tiento a la botella de valor holandés, pero como si de una poción milagrosa se tratare, deciden reservarlo para cuando realmente lo necesiten. Durante el ascenso, que se nos describe en detalle y es mucho más duro de lo que los muchachos pensaban, la botella sale a relucir de nuevo. Tras pensarlo un poco la vuelven a guardar sin probarla, porque podría hacerles falta más adelante. Finalmente llegan a la cima y encuentran al escalador que les ha precedido. No está herido, pero cuando tomó su rollo de cuerda para fijarlo en la cumbre e iniciar al descenso, lo dejó caer por error. Sin cuerda para bajar no se decidía a hacerlo, y ha pasado la noche al borde mismo de la congelación hasta que al amanecer creyó ver a alguien al pie del Half Dome y le hizo señales con el espejo de mano.

Hazard le ofrece la botella para que entre en calor. El hombre, más experimentado que ellos, prefiere no beber para tener todos sus sentidos alerta durante el descenso, y los muchachos le imitan. Cuando los tres logran bajar sanos y salvos al nivel del suelo, Hazard saca otra vez la botella del bolsillo y la tira, dándose cuenta que en ningún momento la necesitaron y no fue más que lastre. Y esta me parece una enseñanza muy bonita para toda esa gente que a pesar de emborracharse de vez en cuando y tener tendencia a beber más de lo conveniente, han alcanzado metas como tener un trabajo fijo o formar una familia estable. Porque si han podido lograr todo eso bebiendo, qué no serán capaces de lograr cuando dejen de hacerlo.

Capeando el tifón en la costa japonesa. Este es un cuento breve pero intenso, contado en primera persona. Empleando un lenguaje directo y usando terminología marinera con soltura, como alguien que sabe de lo que habla en lugar de emplear palabras sacadas de un diccionario, el autor nos narra el paso de la goleta Sophie Sutherland por un tifón. Si consultáis una biografía de Jack London, veréis que la Sophie Sutherland fue una goleta real, precisamente en la que el autor trabajó hasta poco antes de escribir este relato.

La goleta, con un cargamento de pieles, está alejándose de una tormenta que se cierne sobre ella. La actividad de los marineros, a la vez rutinaria y desafiante se sucede con los turnos de guardia relevándose a sus horas, mientras la aguja del barómetro muestra como la presión atmosférica desciende peligrosamente. El narrador termina su turno de guardia a las nueve de la noche y baja a descansar unas horas al sollado que comparte con varios otros marineros. Entre ellos hay uno al que apodan Albañil, que yace postrado en su litera enfermo de tuberculosis.

A las doce de la noche la tormenta le gana la carrera al fin a la goleta y la engulle. Suena la campana general interrumpiendo los turnos de descanso, y todo el mundo se pone en pie. Lo que sigue es la descripción de la lucha entre los hombres que gobiernan la goleta como buenamente pueden y la tormenta, que ya se ha convertido en un tifón. Se nos describe tanto las maniobras que lleva a cabo el barco para evitar lo peor del embate de las olas, agigantadas por el temporal hasta parecer montañas, como la reacción de los hombres antes los mil trucos del mar y el viento, siempre cambiantes y traicioneros. Es un combate que se prolonga durante horas, hasta cerca de las diez de la mañana, cuando lo peor del temporal pasa y las maniobras vuelven a enfocarse en gobernar en barco en lugar de impedir que se hunda.

Durante la tormenta, el marinero al que llamaban Albañil muere en su litera. Nadie es consciente de ello hasta que las cosas se calman, y entonces se procede a arrojarlo al mar sin mucha ceremonia, mientras la tripulación regresa a su rutina.

La pérdida del cazador furtivo: La Mary Thomas es un barco dedicado a la caza de focas en el mar de Bering. Para evitar la sobrexplotación, cada año una serie de hábitats de focas quedan prohibidos y en otros se autoriza la caza, de forma rotativa similar al barbecho de cultivos. La tripulación del Mary Thomas ha estado cazando focas en las zonas permitidas hasta completar su cupo, pero cuando se disponía ya a volver a su puerto una calma total cae sobre ellos, privándolos de viento durante una semana. Las corrientes arrastran al velero hasta el interior de las aguas prohibidas, dejando a la tripulación expuesta a las patrulla de guardacostas rusos.

Uno de los vapores de los guardacostas avista al Mary Thomas, y envía un bote con un guardiamarina y una escolta de cuatro soldados armados a bordo. Pese a las explicaciones del capitán, el guardiamarina se muestra inflexible. Están en aguas vetadas y por tanto ha de entender que todas las pieles de foca en la bodega han sido obtenidas en la zona. El castigo para estos casos es siempre el mismo. Tanto el barco como el cargamento quedan confiscados en nombre del Zar y la tripulación al completo es deportada a Siberia para trabajar de por vida en la minas de sal o azogue (mercurio). Con la cercana amenaza de la cañonera rusa, los marineros no pueden ni soñar con oponerse al reducido grupo de soldados a bordo del Mary Thomas. Estos afirman a la proa del velero un largo cabo de remolque tendido desde el vapor, y el guardiamarina escoge a uno de los marineros para ser interrogado en más profundidad.

El marinero escogido es Bub, un mozalbete al que envían en el bote al vapor ruso. Le han designado a él para hablar en nombre de todo el velero por ser el más joven y de apariencia más inocentona. Bub responde sinceramente a todas las preguntas que le hacen, en las que se mezclan promesas, halagos y amenazas. Cuando le dejan marchas Bub sale a cubierta. Ya es noche cerrada y los pocos soldados de guardia en el exterior no le prestan atención. Bub ve las luces de posición del Mary Thomas siguiendo la estela del vapor, y decide tratar de salvar a sus compañeros. Deslizándose sin ser visto hasta el amarre del remolque, comienza a desgastar el cabo. Los cabos de los barcos se componen de filásticas; una serie de cuerdas finas trenzadas formando otras mas gruesa, que a su vez se trenzan formando otras. de este modo, si un cabo se daña o desgasta le tensión podrá partir las filásticas dañadas, pero no afectará a las otras. esto hace que los cabos se vayan partiendo por etapas salvo si están sometidos a una tensión descomunal o se cortan expresamente.  Lo que hace Bub, mas que cortar el cabo del remolque, es ir raspando las filásticas una tras otra hasta que las que quedan no aguantan la tensión y se parten. Tan pronto como el Mary Thomas queda a la deriva se escucha un tumulto a bordo del velero, un solo disparo, y las luces de posición son apagadas, volviendo al barco invisible en medio de la absoluta oscuridad de la noche.

El vapor da la vuelta y trata de localizar sin éxito al velero. Mientras lo remolcaban la calma había cedido paso a un viento constante, dándole al Mary Thomas la propulsión para huir de la que antes carecía. Esto deja al capitán del guardacostas ruso en una posición difícil. El castigo que recibirá por parte de sus superiores si admite que permitió que un zagalillo le robó la presa que si achaca la rotura del cabo de remolque al desgaste y las inclemencias del tiempo. Bub, ignorando esto, está convencido de que lo llevarán a las minas de Siberia. Pero algunos días después el barco ruso se cruza con uno norteamericano y les transfieren a Bub para que se hagan cargo de él. Tras otro par de trasbordos, Bub acaba de nuevo en el Mary Thomas, convertido en un héroe. Por su parte, los tripulantes del Mary Thomas dejan en una aldea de pescadores al guardiamarina y los cuatro soldados sin hacerles daño, que bastantes problemas tendrán dando explicaciones a sus superiores cuando logren volver con ellos.

¡Que decir de Jack London! Un magnifico narrador que basaba la mayor parte de lo que escribía en vivencias propias o en las de gente que había conocido. Sus relatos son un verdadero regalo para la mente. Leeremos alguno más en breve, si el gatín nos lo permite. 

También podéis echar un vistazo al otro libro que hemos estado comentamos por partes, aprovechando los ratito de compañía que le hacemos al gato, pulsando aquí 

Cuentos de aventuras. 1972 (fecha de la recopilación). Jack London (texto) Fernando Alcázar (portada) Libro Joven de Bolsillo nº 37, Editorial Doncel.

CALENDARIO DE ADVIENTO DE JURASSIC PARK

 EL GRAN BAZAR

Presentado por… Luctus.

Bienvenidos, amigos coleccionistas.

El domingo de la semana que viene ya entramos en diciembre, y comenzaremos con este calendario de adviento temático de Jurassic Park. Es una edición especial que sacaron en 2023 para conmemorar el trigésimo aniversario de la primera película. 

¿Treinta y un años ya desde que fui a ver el estreno en los cines?… cielos, yo también me siento un poco jurásico ahora.

Los calendario de adviento son la versión moderna de la tradición alemana del adventkalender, que consistía en colocar plantadas sobre una tabla de madera o una repisa de la casa una vela por cada día de adviento, la etapa anterior a la Navidad. Se encendía una vela cada noche y se la dejaba derretirse sobre la tabla o repisa, de modo que la última se prendiera en la Nochebuena. Era una forma de, por así decirlo, iluminar el camino hacia la Navidad. 

Los calendario de adviento actuales siguen teniendo forma de tabla, pero de cartón en lugar de madera. Y en lugar de encender una vela cada noche, lo que se hace es abrir un compartimento numerado que contiene algún pequeño regalo (por lo general, una chocolatina).

Este calendario de adviento de Jurassic Park (fabricado por Mattel) lo que trae son diecinueve figuritas de dinos, una de humano, y diez tramos de verja entre los que se incluye el icónico portón del parque alumbrado con antorchas. Son treinta piezas en total pero están repartidas en veinticuatro compartimentos, así que habrá algunos en los que vengan dos piezas (quizá los tramos de verja o los dinos más pequeños).

Este diciembre vamos a llevar a cabo el pequeño ritual del calendario de adviento abriendo el compartimento que corresponda a cada día del mes, del 1 al 24. Además de la habitual entrada diaria, publicaremos una entrada extra en cuanto anochezca (momento en el que tradicionalmente se encendían las velas del adventkalender) para mostraros la o las figuritas que hayamos obtenido.

Jurassic Park 30th Anniversary Advent Calendar. 2023. Mattel.

viernes, 22 de noviembre de 2024

LECTURAS CON EL GATÍN: mAULLIDOs (4)

 

                                           Comunicado del Supervisor General.

Aprovechamos que el gatín estaba especialmente somnoliento tras su ágape para terminar con los últimos once relatos de este libro. Parecen muchos teniendo en cuenta que anteriormente hemos estado leyendo tres o cuatro al día, pero esto se debe a que hacia al final se han acumulado la mayoría de los más cortos, de un par de páginas como mucho. Los identificaréis rápidamente porque esos los he resumido en uno o dos párrafos cada uno.

Demasiado tiempo esperando: una historia clásica de la que el autor nos cuenta su propia versión. Un hombre llamado Rodrigo despierta en el dormitorio de su casa. Está algo confuso al principio, puesto que ha pasado algo más de dos años hospitalizado debido a un grave accidente de tráfico en el que quedó en coma. Tras salir del coma y un periodo de observación y recuperación, se despierta al fin en su propia casa.

Todavía algo confuso por el cambio de situación sale del dormitorio y entra al salón… donde se encuentra a un completo desconocido fumando en su sofá. No es el único, porque hay otro extraño deambulando por su casa. Con la única excepción de su dormitorio, su casa es un estercolero. Está llena de basura por todos lados, de platos sucios apilados con restos de comida que se han convertido en hervideros de larvas y moscas. Es una autentica pocilga, cual guarida de okupas, y eso es lo que en principio parecen ser los desconocidos que se han instalado en su hogar.

Estos, sin embargo, le hablan con familiaridad, como si fueran viejos conocidos. Sus respuestas cuando Rodrigo les exige explicaciones son evasivas, dando rodeos sin cesar, hasta que tras mucho hacerse de rogar se deciden a hablar. 

En realidad Rodrigo no ha llegado a salir del coma. Está empezando a hacerlo ahora, pero aún le queda camino por recorrer. Los dos desconocidos, que son representaciones que su mente ha creado para tratar de hacerle entender esto, le dicen que ya va siendo hora de despertar porque su mujer, Rosa, sigue esperando por él. 

Creo que el hecho de que solo su dormitorio esté limpio mientras el resto de la casa sea una pocilga es también un reflejo de esto. Ha “recuperado” una habitación de su casa, digamos que una porción de su mente, e irá recuperando el resto a medida que su conciencia vaya atravesando las densas capas del coma hasta despertar. Es, como decía al principio un historia muy clásica. Seguro que conocéis otras similares, sobre alguien que se ve involucrado en situaciones extrañas que lo llevan a descubrir que está muerto o en coma, porque es algo que no va a aceptar de forma consciente y debe ir primero sospechándolo y luego descubriéndolo por sí mismo.

Cuatro escalones: un hombre cuyo nombre no llegamos a saber está reparando un escalón de su casa. Mientras está en ello, el escalón abre un par de ojos y se lo queda mirando. El hombre se asusta y cae rodando por la corta escalera, rompiendo un juguete que su hija se había dejado por ahí. Cuando vuelve a mirar, los ojos ya no están.  

Testigo: Jorge lleva un par de días en otra ciudad. Solo sabemos de él que está ahí para testificar contra alguien. La única persona con la que ha llegado a cruzar más que un par de palabras es Jeremías, el tipo de la puerta de al lado de la pensión en la que está durmiendo.

Jorge sale a dar una vuelta, aunque parece aterrado por la idea de que le maten para evitar que testifique. En la calle se encuentra con Jeremías y se van juntos a comer a algún sitio. Cuando se meten en un callejón camino a una pizzería, Jeremías saca una pistola y le vuela la cabeza a Jorge. Otra historia que no me cuenta nada.

Despídete: Lorena se encuentra picoteando algo en una cafetería, y mientras lo hace fantasea con que un par de chicos jóvenes y guapos le sonríen y la miran de arriba abajo. Cuando vuelve a la realidad vemos que está sola en la cafetería y tiene ante sí una tostada a medio comer, un café ya frio, y una foto de cuando ella era pequeña en la que aparece junto a su padre.

Se nos da a entender (o eso entendí yo, al menos) que su padre está muriendo y ella iba de camino a despedirse de él, pero entró en la cafetería solo para hacer tiempo, sin decidirse a verle en sus últimos momentos. Digo de esta lo mismo que de la anterior, y os recuerdo que este libro se anuncia en la contraportada como de relatos sobrenaturales.

Lectura obligada: otro relato brevísimo en el que nos describe como una mujer graba a punta de bisturí la palabra “violador” por todo el cuerpo de un hombre al que tiene encerrado en su sótano, y al que también ha castrado.

No se nos aclara si el hombre es culpable o no de aquello de lo que ella lo acusa, pero la mujer parece creer sinceramente que lo es.

Aniversario: una pareja está celebrando su aniversario de boda. Tras brindar, la mujer le dice al hombre que puso veneno en su vino, y a continuación el hombre le dice que cambió las copas, y la que estaba envenenada se la ha bebido ella.

Cáscara: Rodolfo es un anciano científico que ha dedicado más de treinta años de su vida a lograr un solo propósito; la inmortalidad. Los últimos cinco los ha centrado en una investigación muy específica que por fin parece haber dado sus frutos. 

En su laboratorio cuenta con tres chimpancés con los que se le ha dado permiso para experimentar. A uno de ellos le implantan en una mano tejido TCR (Transmisor de Conciencia Reversible), que es en lo que se base el experimento de Rodolfo. En teoría, cuando el chimpancé toque siquiera a otro ser vivo con el tejido TCR, transmitirá su mente, conciencia, personalidad y recuerdos al cerebro del otro, borrando y sustituyendo por completo a los originales. Sin embargo, pocas horas antes de que lleven a cabo la prueba final de juntar a este chimpancé con otro para ver que ocurre, el chimpancé con el TCR implantado parece volverse loco y se arranca su propio antebrazo en un aparente intento de deshacerse del implante. El chimpancé se destroza a sí mismo en el proceso hasta tal punto que el personal de seguridad lo mata de un tiro.  

Al día siguiente, Ana, la esposa de Rodolfo, llega a visitarlo al laboratorio. Este le muestra el prototipo de TCR que está en desarrollo para uso humano, para que una persona pueda prolongar indefinidamente su vida ocupando el cuerpo de otra (¿de verdad nadie del equipo ve ninguna clase de traba moral o legal en esto?) mediante el simple toque. Se trata de un guante de malla que se coloca cubriendo la mano y replica la función del implante TCR. Mientras le muestra el artefacto y le explica su uso, alguien de su equipo lo requiere en otro lugar y Rodolfo se marcha, dejando a su mujer sola en su laboratorio privado, con el guante-prototipo a su alcance.

Ana, intrigada por la posibilidad de recuperar la juventud (no su juventud, pero sí la juventud de alguien, al menos) se coloca el guante solo por ver como le queda. Viéndola sola en el laboratorio, otro investigador le propone acompañarla a donde se encuentra su marido, que en ese momento está en la jaula de los chimpancés, socializando con ellos.

Ana es conducida a la jaula donde se sienta junto a Rodolfo y los dos chimpancés que quedan. Estos empiezan a examinarla con curiosidad y finalmente se deciden a abrazarla. Y naturalmente, Ana abraza a uno de ellos sin recordar que lleva el guante puesto, o quizá sin saber que era un prototipo ya terminado y funcional. Su conciencia es transferida al mono mientras su propio cerebro queda vacío, convirtiendo su cuerpo en un cascarón viviente. Rodolfo cubre con su cuerpo el de Ana, por instinto, pese que a que cuando ve el guante en su mano comprende que ahora la mente de Ana está en el cuerpo de uno de los chimpancés. El chimpancé receptor se ha desmayado por el borrado de su cerebro y la grabación forzada de recuerdos y personalidad de Ana. El otro simio, sin saber que está pasando pero notando que algo va terriblemente mal, reacciona saltando por la jaula y golpeando suelo y barrotes mientras grita enfurecido.

El guardia de seguridad, atento siempre a reaccionar ante cualquier arranque violento por parte de los simios, empuña su fusil y cose a tiros a los dos chimpancés, creyendo estar protegiendo a los humanos. En realidad, está matando los cuerpos de los dos primates pero solo la mente de uno, ya que la mente de Ana, transferida por completo, ocupa el cuerpo del otro.

Un tanto previsible (desde el momento en que Ana va hacia la jaula de los simios con el guante puesto ya sabemos lo que va a pasar) pero bastante bien. Hay algunas cosas que pueden parecer fallos al principio, como que el guardia que vigila a los simios emplee munición real en lugar de dardos narcóticos. O que Rodolfo tenga acceso a un guante TCR ya funcional y se lo pueda entregar a alguien ajeno al proyecto, sin implementar ningún protocolo de seguridad. Pero son de esas convenciones que hay que aceptar para que la historia funcione.   

Compañía: Asier, el camarero de un bar, ve entrar en el local a una joven que empieza a beber sin medida, hecha un manojo de nervios. Entre lloros, ésta le cuenta que ha sorprendido a su novio engañándola con otra y que lo único que quiere es emborracharse, cuanto más rápido mejor.

Asier, en lugar de comportarse como un profesional y negarse a servirle a alguien en ese estado, la anima a seguir bebiendo al tiempo que la toma de la mano y se pone cariñoso con ella. Esta es otra de esas escenas, como la que ya vimos en La recuperación, en la que el autor presenta como loable la actitud de un personaje que a mi me resulta cuanto menos oportunista.  

El bedel: un día cualquiera, sin nada de particular, el anónimo y anciano bedel de un colegio que curiosamente está situado frente al mar, empieza a barrer el porche y los escalones del edificio. Guiado al parecer por la demencia senil, continúa barriendo la carretera que separa al colegio de la playa. Luego barre la playa y se adentra en el mar tratando de barrer el agua, hasta ahogarse.

Trufo Tres sigue jugando: y por fin, ya en el penúltimo relato, encontramos uno en el que aparece un gato. Trufo Tres es un cachorro de gato recién adoptado, cuyos dueños acaban de comprar una casa. El narrador, cuyo nombre no llegamos a saber, está montando muebles e instalando aparatos mientras su mujer está fuera trabajando. Mientras el hombre va de un lado a otro de la casa trasteando con herramientas y el gatito juega a su alrededor, va dándose cuenta de detalles extraños. Un objeto que no es suyo ni le suena que pueda ser de su mujer, una selección de alimentos en la nevera que no se corresponde con la habitual, algunos de sus libros preferidos embutidos en cajas con la inscripción “para donar”, etc.

A pesar de todo, el hombre sigue a lo suyo, y el gatito hace lo mismo, jugando a su alrededor y más molestando que otra cosa. Finalmente llega el momento en que su mujer regresa a la casa, pero no lo hace sola. Su madre (y suegra del hombre) está con ella. En cuanto entran en la casa su mujer deja caer al suelo las bolsas de la compra que llevaba en las manos, rompiendo las botellas y esparciendo los comestibles del interior, y se hecha a llorar. Su madre se abraza a ella tratando de consolarla.

El hombre va hacia ambas, perplejo, tratando de entender lo que ocurre porque además ninguna de las dos parece ser capaz de verlo u oírlo. Al intentar unirse al abrazo, el hombre pasa a través de ellas, y luego ve impotente como las mujeres se marchan de la casa cerrando la puerta tras ellas. Solo Trufo parece ser capaz de verle y oírle, y el hombre comprende entonces que es un fantasma. En algún momento reciente que no recuerda debió morir, y su mente todavía no había asimilado este hecho. 

Es otra variante de la historia clásica de “está muerto/en coma pero aún no se ha dado cuenta” que ya vimos en Demasiado tiempo esperando.  

Kletba Praha: una pareja de recién casados, Akame y Shen, están (presumiblemente de luna de miel) en Praga, contemplando el famoso reloj de Nuestra Señora de Tyn. Este es un reloj de torre dotado de una serie de autómatas que en determinadas horas se mueven siguiendo una secuencia.

Akame y Shem aguardan a las nueve en punto de la tarde, junto con mucha otra gente en la calle que espera a que se produzca el desfile de los autómatas. Suenan las campanadas, una fila de apóstoles mecánicos surge de un lado del reloj y vuelve a entrar por el otro mientras un esqueleto que representa La Muerte agita la cabeza y tira de una cadena con la que parece abrir y cerrar las portillas por las que los apóstoles y otras figuras asoman para hacer su movimiento.

Las nueve campanadas suenan y la gente comienza a dispersarse… pero la figura de La Muerte no se detiene. Vuelve a tirar de la cadena provocando un nuevo paseo del resto de figuras. Akame es la primera en darse cuenta y presiente lo que esto significa, quedando en shock, paralizada de pie en medio de la calle, y Shem tiene que sujetarla para que no caiga al suelo.

A medida que más personas se dan cuenta de lo que está ocurriendo comienza cundir el pánico. Por los retazos de conversaciones que Shem logra entender a su alrededor, parece haber algún tipo de leyenda sobre el fin del mundo y la muerte de la humanidad relacionada con ese suceso. El esqueleto sigue abriendo y cerrando las portillas una y otra vez y los apóstoles y figuras no dejan de desfilar por el reloj.

Aterrada, Akame se abraza a Shen pero sus brazos se cierran solo en torno a las ropas de éste, que caen al suelo sin ningún cuerpo en su interior que las sostenga. Shen a desaparecido, y lo mismo ocurre con todos los hombres que había en ese momento en la calle. Y es de suponer que con todos los del mundo, dejando a las mujeres solas, condenadas al caos y la extinción.

Bueno, esto ha sido todo. No es para nada lo que esperaba, la verdad. Hay algunos de los relatos que se me han hecho entretenidos o interesantes, pero son más los que no. Hay un solo relato en el que aparece un gato cuya relevancia es mínima (lo cual me parece una tomadura de pelo en un libro titulado precisamente "Maullidos" y cuya portada es la boca de un gato) y menos de la mitad tienen algo de sobrenatural, cuando se supone que todos lo eran en mayor o menor medida.

El próximo libro de historias cortas que tenemos reservado para las horas de hacerle compañía al gatito pocho en su larga cuarentena es Cuentos de aventuras, de Jack London. Hasta que lo empecemos, podéis reprasar todos los relatos de mAULLIDOs desde los primeros pulsando aquí  

mAULLIDOs. 2023. Salvador Lacárcel Frutos (texto). Ian Linsday y Pexels (portada). Malbec Ediciones.

NUEVAS AVENTURAS DEL GUERRERO DEL ANTIFAZ (nº 9 y 10) La muerte del impostor

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!     

                                                                                         

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 


Saludos, nobles caballeros y damas.

Hoy solo comentaremos un par de números porque la amenaza principal, que eran Nasika y Máscara de Hierro han cedido su lugar al impostor, y nos bastarán estos dos comics para despacharlo.

La jugada del impostor (nº 9). Nasika ha muerto, Máscara de Hierro se ha hundido en el mar, y sus piratas samuráis y los piratas musulmanes de Ben Jaffiar se están matando mutuamente. El Guerrero y Li Chin, atrapados en medio de ambos bandos, se refugian en la sentina a la espera de que las cosas se calmen. Cuando el combate cesa solo han sobrevivido dos de los samuráis y un marinero de la tripulación asiática, y entre el Guerrero y su nueva amiga acaban con ellos. Pero son los únicos que quedan a bordo y el barco está destrozado, por lo que sus perspectivas no son muy halagüeñas.

Dos días después, el barco del capitán Garcilaso llega a costas españolas. Don Luis y Fernando llevan al impostor hasta el castillo de Roca, creyendo aún que se trata del verdadero Guerrero. Durante esos dos días el impostar ha tenido la oportunidad de ir empapándose de la suficiente información, por sus conversaciones con los otros dos, para desenvolverse con cierta soltura en el entorno del castillo que nunca ha visto. Los amigos, soldados y sirvientes del Guerrero encuentran extraña su actitud altanera, pero lo achacan a la matanza que provocaron los samuráis en el condado y a su cautiverio en la isla. Esto, unido a que Ana María sigue amnésica por el trauma sufrido, provoca una situación tensa y desagradable muy diferente a lo que todos esperaban.

Además, durante la ausencia del Guerrero, ha sido el escudero Ramiro quien más se ha volcado en cuidar a Ana María. Y esta, que no guarda recuerdos de su marido, le ha tomado a Ramiro un intimo afecto. Cuando quien para ella es un completo desconocido se presenta inesperadamente reclamando el castillo como suyo y a ella como su esposa, el instinto lleva a Ana María a refugiarse en Ramiro. Esto es visto como inadecuado por toda la corte, y enfada especialmente al impostor, que creyendo estar representando el papel que corresponde a un noble actúa de forma cada vez menos acorde a como lo haría el Guerrero.

Ante esta situación es poco lo que los demás pueden hacer. La costumbre de la época es dejar que los matrimonios arreglen sus problemas solos. Don Luis y Fernando regresan a sus respectivos hogares y los soldados y sirvientes miran hacia otro lado cuando el impostor que ellos creen su señor comienza a maltratar a Ana María y su hijo.

Ante los incómodos avances del impostor, que le reclama a Ana María sus derechos conyugales, esta opta por encerrarse en su dormitorio. Esto enfurece aún más al impostor, que derriba la puerta y echa de la habitación al pequeño Adolfo de una patada. 

El niño corre a avisar a Ramiro, ya que este es la única persona en la que su madre parece tener confianza. Al enterarse de lo ocurrido, Ramiro corre a los aposentos de Ana María y encuentra al impostor rasgándole la ropa para tomarla por la fuerza. Cuando intenta detenerlo este desenvaina la espada dispuesto a matarlo, y Ramiro no tiene más opción que derribarlo a golpes.

El fin de un malvado (nº 10). El impostor prosigue su lucha con Ramiro mientras Adolfo corre por el castillo alertando a todos con los que se encuentra. Un grupo de soldados acude para interrumpir la pelea y reducen a Ramiro. A pesar que el escudero portaba una daga al cinto, en ningún momento la ha empuñado contra sus supuesto señor, y probablemente es eso lo que le salva de ser ejecutado en el acto. Ana María insiste en que ella siente que ese Guerrero no es su marido, pero nadie la toma en serio debido a su amnesia. Mientras Ramiro es encadenado en una mazmorra, el impostor se encierra con Ana María en su dormitorio, y corremos un tupido velo sobre lo que ocurre a continuación.

Al día siguiente Nicasio y el físico (médico), dos de los sirvientes más veteranos del castillo, deciden sacar de la mazmorra a Ramiro. Están preocupados por la salud de Ana María. El impostor le impide a ella salir de sus aposentos a la vez que niega todo el mundo, incluido a su hijo, la posibilidad de verla. 

Arto de la situación y cada vez más convencido que el supuesto Guerrero del Antifaz no es quien dice ser, Ramiro va a su encuentro, esta vez espada en mano y sin importarle lo que pueda ocurrirle a él a continuación. Aunque como escudero tiene entrenamiento con armas, Ramiro no es tan experimentado con estas como el impostor. Ramiro da un mal golpe que impacta en el suelo y su espada se parte. Sin amilanarse, sigue peleando a manos limpias hasta que logra atenazar el cuello del impostor con su brazo. Unos músculos que se tensan, unas vertebras que crujen, y el cuello del impostor se rompe.

Con el impostor muerto, Ana María y su hijo están a salvo por el momento, así que volvemos con el autentico Guerrero. En teoría han pasado cuatro días desde lo último que supimos de ellos, pero en estos comics el paso del tiempo siempre es algo confuso y adaptable. Lo que se nos muestra parece conectar directamente con la último que vimos de ellos, puesto que de entre los restos flotantes de los barcos que se fueron a pique en el combate entre piratas aparecen dos esclavos chinos que nadan hacia el barco en el que están el Guerrero y Li Chin. 

Uno de ellos es el antiguo criado de ella, y el otro un amigo del primero, por lo que ambos se ponen a su servicio. A bordo del propio barco se deja ver entonces un pirata musulmán que sobrevivió a la batalla y, dada la situación, le promete lealtad al Guerrero. Entre los cinco logran gobernar precariamente la nave, lo suficiente para ponerla rumbo a cualquier punto al que puedan llegar de la costa española.

Desgraciadamente, eso no va a ocurrir. Otro barco de piratas musulmanes se cruza con ellos, y notando la escasa tripulación con la que cuentan, los abordan. Los dos sirvientes chinos son asesinados, del musulmán no se vuelve a saber nada (quizá vuelve a cambiar de bando y se une a los otros piratas) y el Guerrero y Li Chin son capturados. Estos nuevos piratas son los de Garfio Chamul, que pretende vender a ambos como esclavos al sultán Bayaceto. Quedaos con ese nombre porque será importante más adelante.

El Guerrero es encadenado en la bodega junto a un cargamento de esclavos, y Garfio Chamul mantiene a Li Chin en la relativa comodidad de su camarote, como criada y cocinera. Parece que el regreso del Guerrero a su hogar va a aplazarse de nuevo, pero confío en que pronto… un momento… ¿Qué es eso que flota agarrado a un madero?

¡El jefe de los samuráis sigue vivo! Es duro, el tiparraco. Tiene suerte de que en este comic el peso de las armaduras sea tan abstracto como el paso del tiempo. 

Y hablando de tiempo, puesto que el del impostor ya se ha terminado y la amenaza principal vuelve a trasladarse a otro adversario, dejamos la historia por aquí, de momento. Hasta que volvamos a ella podéis repasarla desde el inicio pulsando aquí o repasar El Aguilucho (otra obra del mismo autor) pulsando aquí.

Nuevas aventuras del Guerrero del Antifaz. 1978. Manuel Gago (guion y dibujo). Publicado por Editorial Valenciana S.A.

jueves, 21 de noviembre de 2024

LECTURAS CON EL GATÍN: mAULLIDOs (3)

 

                                           Comunicado del Supervisor General.

Continuamos con los relatos de mAULLIDOs, que nos están resultando bastante irregulares. El primero y más largo de este lote es exactamente lo que esperaba encontrar en este libro: un relato de terror sobrenatural (literalmente, la contraportada nos indica que todos los relatos tienen el tinte visceral de lo sobrenatural”) pero el resto se apartan bastante de esto. 

Mientras el gatín dormitaba y comía (hoy le tocaban barritas) tuvimos tiempo de leer los siguientes relatos. 

Dos hermanas: Malena y Alba son dos hermanas que están compartiendo casa temporalmente. El marido de Malena murió en un accidente de tráfico tres meses atrás, y tanto ella como su hijo Bruno aun están tratando de asimilarlo. Alba y sus tres hijas (ella está divorciada) están viviendo con ellos una temporada para no dejarlos solos.

Malena se deshace en lágrimas cada dos por tres. Bruno está llevando el duelo de otro modo. El niño llora poco, habla menos, y se limita a aislarse en su cuarto siempre que se lo permiten. Además, las hijas de Alba se mantienen apartadas de Bruno. Aunque Alba les ha dejado claro que están allí por ellos, y que deben pasar más tiempo con Bruno e intentar involucrarlo en sus juegos y actividades, las niñas tienden a ignorarlo.

Un día, mientras las niñas juegan en la piscina del porche, una de ellas se resbala y se lesiona un pie. Alba se lleva rápidamente a su hija al hospital mientras Malena se queda en casa al cargo del resto de críos, y aquí se nos da la primera pista de que hay algo turbio en todo el asunto. Bruno corre a su habitación y allí le susurra a algo o alguien “¿Lo he hecho bien?”.

Cuando Alba regresa con su hija ya atendida, Malena se decide a confesarle algo que la reconcome y que está haciendo el duelo aún más difícil. Poco antes del accidente que mató a su marido, Bruno encontró un juguete tirado por ahí del que desde entonces apenas se ha separado. Se trata de Bender, una figura de acción de una especie de superhéroe sin rostro. Bruno afirma que Bender está vivo, que le habla, y que se alimenta del dolor ajeno. Al principio Bruno se pellizcaba a sí mismo para provocarse un poco de dolor. Luego pasó a aplastar insectos, porque Bender le exigía cada vez más alimento. Justo antes del accidente, Bruno dibujó con tiza en el suelo de su cuarto una serie de calles, para jugar en ellas con sus cochecitos. Malena se fijó más tarde que en los márgenes de las calles había escrito a tiza los nombres de las tiendas y las señales de tráfico, y estas se corresponden exactamente con las de la calle en la que tuvo lugar el accidente de coche en el que murió su marido, una calle en la que Bruno nunca había estado.

Malena cree que el accidente de su marido lo provocó Bender, y que lo ocurrido a la hija de Alba también es cosa suya. Le ha quitado Bender a Bruno y ahora lo tiene guardado en un túper, sin saber muy bien que hacer con él. Tras unas cuantas cervezas y una tensa conversación en la que Alba se esfuerza en creer a Malena, las hermanas acuerdan destruir al muñeco. Lo sacan de la casa y lo colocan sobre la parrilla de la barbacoa, donde lo hacen arder hasta que se derrite por completo.

En ese momento hoyen gritar a las niñas dentro de la casa y vuelven a toda prisa. Las hijas de Alba están dispersas por el pasillo, llorando y tapándose la cara por algo que han visto. De la habitación de Bruno brota una densa humareda. Mientras Alba atiende a sus hijas, Malena se precipita en la habitación de Bruno. Sobre la cama, lo que queda del chico es poco más que una masa carbonizada y derretida. Y antes que Malena sea capaz de procesarlo, una mano se posa en su hombro desde atrás. Malena se vuelve para encontrarse con una Alba que ya no es su hermana, con ojos brillantes y una pérfida y maligna sonrisa ensanchándose por momentos.

No tengo claro este final, pero el resto de la historia me ha gustado mucho. Está excelentemente narrada y logra implicarte mucho con los personajes. Aparentemente Bruno es destruido junto con Bender por el vínculo que había creado con este, hasta ahí llego. Pero a la aparente posesión de Alba por el espíritu de Bender, si es eso de lo que se trata, ya no le veo tanto sentido. Malena llega a preguntarle si tocó al muñeco antes de que lo quemaran, pero fue ella quien se lo quitó a Bruno y lo embutió en el túper, por lo que ella misma debió tocarlo mucho más. En cualquier caso, una historia bastante inquietante y con un final cruel y sin concesiones.

Desalmado: la que sigue es una historia muy breve y muy sencilla. Una madre está lidiando con sus dos hijos pequeños tras divorciarse o separarse del padre de estos. De los dos hijos, el mayor tiene alguna clase de tara mental y ha atrapado a su hermanito con la intención de cortarle en cuello con un cuchillo. Lo que persigue con este asesinato es perder su propia alma, porque al parecer la sensación de tener un alma dentro del cuerpo le resulta insoportable.

Tras hablar un poco con él, la mujer consigue que el hijo mayor suelte el cuchillo y a su hermanito. El chico se larga a encerrarse en su habitación mientras la mujer se queda consolando al asustado pequeño, que parece más preocupado por la salud de su hermano, que quería matarlo, que por la suya propia.

Agotado: otro cuento muy breve, de apenas un par de páginas. Volvemos a una pareja divorciada, solo que esta vez seguimos la historia del marido, que tiene la custodia del hijo. A la hora de dormir el pequeño le pide a su padre que mire si hay algún monstruo debajo de la cama y el hombre lo hace.

Al agacharse y mirar bajo la cama de su hijo, se ve a sí mismo agazapado bajo esta, sosteniendo un cuchillo y sonriendo como un demente. Y no esperéis una explicación, porque el relato tampoco la da.

La recuperación: este relato nos habla de Tomás, que está en la piscina olímpica de un gimnasio tratando de recuperar del todo la movilidad que perdió tras un accidente de coche. Por su horario de trabajo no puede acudir más que a la última hora antes de cerrar, cuando ya no hay casi nadie. De hecho, además de él solo hay un chaval que se muestra muy amigable y se presenta como Rigoberto.

Puesto que están solos, el chaval le propone situarse en pistas paralelas y hacer una carrera, cincuenta metros de ida y otros cincuenta de vuelta. Tomás acepta y ambos se lanzan al agua y nadan furiosamente, siendo Rigoberto el que termina imponiéndose. Ofuscado por la derrota, Tomás acepta otra carrera justo a continuación para obtener una revancha, y la pierde igualmente.

Entonces salen de la piscina y Rigoberto le revela que él era el conductor del coche que se estrelló contra el suyo y le provocó las lesiones de las que se está recuperando. Le dice que iba terriblemente borracho esa noche. Y como se sentía culpable por lo ocurrido, se había enterado de donde estaba Tomás haciendo terapia y había acudido a comprobar cómo se encontraba y a animarle en su recuperación. Rigoberto se despide entonces y se marcha la mar de satisfecho, al parecer creyendo que se ha portado como una especie de héroe o santo por lo que acaba de hacer. Y el problema que tengo con este relato no es que el personaje lo crea, sino que el propio autor parece creerlo y tratar de pintarte a Rigoberto como un buen tipo por haber hecho eso.

Si Tomás no conocía de nada a Rigoberto, ni identificó su rostro ni le sonaba su nombre (que tampoco es un nombre muy común) es porque nunca antes se habían visto. De esto deducimos que nunca hubo un juicio por el accidente. Por tanto, tras embestir al vehículo de Tomás con el suyo propio, conduciendo borracho como una cuba, Rigoberto debió huir del lugar del siniestro. Luego, cuando se le pasó la cogorza, estuvo haciendo seguimiento del estado de Tomás para provocar ese encuentro, pero en ningún momento confesó lo ocurrido a las autoridades porque en ese caso Tomás lo conocería.

Que nos intenten presentar como noble y bueno a un tipejo que conduce borracho, provoca un accidente y se da a la fuga, solo porque luego se interesa por el estado de la persona que ha sufrido las consecuencias de sus actos, es absurdo. Si de verdad hubiese estado preocupado, si de verdad le hubiese carcomido la conciencia, se hubiese entregado a las autoridades para recibir la sanción y castigo correspondiente. Pero esconderse todo el tiempo y solo aparecer al final en plan “mira, como te he animado para que nades y te recuperes antes, estamos en paz” me parece una cobardía aún mayor que no hacer nada, porque lo hace solo por calmar su propia conciencia sin sufrir ninguna consecuencia legal. Es más, la frase con la que Rigoberto se despide de Tomás “Y ahora, si no te importa, seguiré con mi vida”, como decidiendo unilateralmente que ya está todo resuelto entre ambos y ya no tiene ninguna responsabilidad hacia su víctima, es la gran burla final.  

Hasta aquí llegué hoy. Por el volumen de páginas que quedan, diría que el próximo día terminaremos con este libro si al gatín le da por acomodarse a dormir. De momento puedo decir que la cantidad de relatos que me han gustado con los que no lo han hecho está muy equilibrada. Me gusta sobre todo la forma que el autor tiene de describir las situaciones y los personajes. Y no me gustan los finales sin sentido como el de Agotado, o que se limite a describir situaciones de la vida cotidiana sin el anunciado tinte sobrenatural”, como en Desalmado o El caballo blanco del cole. Pero claro, eso ya va con los gustos de cada lector y el estilo de cada autor.

Podéis darle un vistazo al último lote de relatos de este libro pulsando aquí  

mAULLIDOs. 2023. Salvador Lacárcel Frutos (texto). Ian Linsday y Pexels (portada). Malbec Ediciones.