EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, alucinantes lectores.
El noveno número de Alucine (el 492 según la publicación alemana original) incluyó cinco historias que vamos a repasar a continuación.
Coleccionista de almas (dibujos de Andagar). Esta historia tiene lugar, por lo que se nos dice, “hace 90 años”. Teniendo en cuenta que fue publicada en 1983 eso la sitúa en el año 1893. La joven Jenny Mácketh ha comenzado a trabajar en el despacho de un abogado como secretaria y archivera. Mientras trastea con los papeles y documentos se da cuenta que todo son certificados de defunción de gente que han muerto ese mismo día. No le da mayor importancia, pero su jefe le indica que esa misma noche va a celebrar una pequeña fiesta con sus clientes, y la invita a participar.
Jenny acude porque no quiere quedar mal en su primer día de trabajo. La fiesta tiene un ambiente cordial y profesional, y todo va bien hasta que un invitado se le presenta con uno de los nombres que aparecían en los certificados de defunción. Inquieta por esto se aleja de la sala donde está teniendo lugar la reunión, y entonces oye que un reloj de carrillón toca las doce campanadas de la medianoche.
Antiguamente la medianoche era la hora de las brujas y los fantasmas, en la que era peligroso estar levantado. Se decía que era el momento en que el velo entre el mundo de los vivos y el de los muertos era más delgado, permitiendo que los espíritus se manifestaran con mayor facilidad. Las doce era una hora también relacionada con rituales mágicos, aquella en la que la magia benigna era más debil (la hora en la que la carroza de la Cenicienta volvía a ser una calabaza, por ejemplo) y la magia maligna más fuerte. Actualmente la hora que se asocia con rituales mágicos o apariciones sobrenaturales son las tres de la madrugada, debido a que el ritmo de vida moderno ha cambiado mucho nuestra percepción de la noche. Cuando no había luz eléctrica en las calles, la gente solía acostarse más temprano, refugiándose en la relativa seguridad de sus casas tan pronto como el sol se ocultaba. La medianoche era realmente un momento de profundo silencio, oscuridad y recogimiento a la vez físico y espiritual. Ahora, con una tecnología que nos garantiza el entretenimiento las veinticuatro horas y con jornadas laborales extendidas es común que muchas personas sigan despiertas a las doce, lo que ha reducido mucho su impacto como hora misteriosa. En cambio, las tres de la madrugada sigue siendo un momento de la noche en el que la mayoría de la gente ya se ha acostado o todavía no se ha levantado, lo que contribuye a la sensación de soledad y vulnerabilidad. Se podría decir que “las tres son las nuevas doce”.
El caso es que tras sonar las doce campanadas Jenny decide regresar a la sala donde está teniendo lugar la fiesta, pero la encuentra vacía. Segundos atrás había tanta gente que no han tenido tiempo material de abandonarla y tampoco ha oído la puerta del despacho cerrarse ni barullo de gente abandonando el edificio, lo cual la deja bastante desconcertada. A la mañana siguiente regresa a la oficina y continúa trabajando con los documentos recientes, que son otro lote de certificados de defunción. La situación se repite esa misma noche, con su jefe dando otra fiesta en la que todos los invitados son aquellas mismas personas cuyos certificados de defunción ella ha estado archivando y clasificando a lo largo del día. Lo que más altera a Jenny es que la reunión tiene un ambiente formal, incluso festivo, nada siniestro. No parece haber nada malo en el hecho de que todas esas personas estén allí. Aun así la situación resulta tan espeluznante para Jenny que decide abandonar la oficina.
En ese momento descubre un documento más sobre una mesa, y al leerlo ve que es su propio certificado de defunción. Su jefe aparece arrancándose la cara, que resulta ser una máscara, mostrando bajo esta el cráneo pelado de esqueleto. Con palabras sencillas y amables le explica a Jenny que, al igual que ella es una secretaria y administrativa, él es también un secretario de La Muerte. Concretamente, es el jefe de sección de Nueva York. Cada medianoche reúne en su oficina a las personas que han muerto desde la medianoche anterior y los organiza para llevarlos al Más Allá. Su certificado de defunción está ahí porque ella también ha muerto de un infarto en su apartamento, solo que todavía no es consciente de ello.
Cuando tocan las doce de la noche, una puerta de luz se abre ante los invitados y todos ellos, convertidos en espíritus, la atraviesan. No hay nada siniestro en ello, es simplemente un paso más, un trámite más que llevar a cabo. Jenny se une a la columna de personas que viajan al Más Allá y todo esto se nos muestra una vez más como un trámite. La existencia, que no ya la vida, prosigue en otro lugar.
Flor maligna (dibujos de Escolano). La segunda historia tiene lugar en Ámsterdam, en el siglo XVII. Los tulipanes negros son una rareza y se subastan públicamente a cambio de cantidades de dinero absurdamente altas.
Empezamos en plena subasta de un tulipán negro de la variedad Divina van Harlem. Este es finalmente adquirido por el joven Pieter, un cultivador de tulipanes que logra hacerse con él tras desembolsar una gran suma. Tan pronto como se aleja de la plaza de subastas es abordado por un noble llamado Jensen. Es otro cultivador que pretendía hacerse con el tulipán negro pero debido a un accidente en el camino ha llegado tarde y no ha podido pujar. Jensen le ofrece a comprarle el tulipán por una cantidad de mayor de la que ha pagado él, pero este se niega.
Pieter vuelve a su casita de campo junto con su esposa y empieza a hacer planes para optimizar el cultivo del tulipán negro. Jensen no ha renunciado a este y aprovecha un momento en que la esposa de Pieter se aleja de la casa a hacer unos recados para entrar y robar el ejemplar de la rara flor.
Jensen mata a Pieter y rebusca por toda la casa la maceta del tulipán, huyendo a continuación con él. Esa misma noche, en el hostal en el que se aloja, Jense se echa a dormir dejando el tulipán en la mesilla de noche junto a él para tenerlo cerca.
Para su desgracia se produce una extraña mutación en el tulipán. El tallo de este comienza a crecer y su flor se transforma en el rostro del hombre que ha asesinado. Sale huyendo del hostal sin tener muy claro si lo que está ocurriendo es real o una pesadilla provocada por los remordimientos. La respuesta le llega inmediatamente; en su loco deambular a ciegas en medio de la noche y por un paraje desconocido, ha llegado a internarse en los campos de tulipanes de colores que Pieter tenía plantados cerca de su casita. Estos comienzan a extenderse como enredaderas, inmovilizándolo, cerrándose en torno a su cuello cual dogales de hierro. Finalmente lo estrangulán, vengando así al hombre que con tanto amor y dedicación los plantó y cultivó.
Venganza diabólica (dibujos de Torrente): saltamos ahora a Ampuro (Sicilia) donde un tribunal está juzgando a un hombre acusado de licantropía. En lugar de defenderse, este lo que hace es confirmar las acusaciones convirtiéndose en hombre lobo en medio del juicio, abriéndose paso entre los guardias y saltando por la ventana.
Algunos días después, Franco y María (el juez que llevaba el caso y su esposa) pasean por la costa y ven una extraña y enorme roca que parece tallada en forma de cabeza de lobo. Es algo demasiado grotesco para ser la obra de un hombre cuerdo y demasiado preciso para haber sido esculpido de forma casual por los elementos. Intrigados, se adentran en la cueva y entonces la boca del lobo que era la entrada se cierra a sus espaldas.
El hombre lobo se presenta ante ellos y le dice a Franco que, así como él intentó juzgarlo a él, ahora será él quien lo someta a juicio. El licántropo toma a María como rehén para obligarle a pasar su prueba, que consiste en cruzar una puerta de entre tres idénticas, sin ninguna pista de lo que le aguarda tras cada una de ellas. Le dice que una le llevará a la libertad, y que tras las otras dos le aguarda la muerte.
Mientras Franco duda sobre qué puerta abrir, otros tres hombres lobo se acercan el por la espalda para azuzarle y que tome una decisión precipitada. Al ver que los monstruos prácticamente se le echan encima, Franco empuja una de las puertas y está a punto de caer al abismo que hay tras esta. Hostigado por los gruñidos de los hombres lobo se acerca a otra puerta y al tocar el pomo nota que está muy caliente, hasta el punto que casi se quema la mano. Suponiendo que tras la puerta hay un auténtico muro de fuego finge forcejear con esta, como si estuviera atascada, permitiendo que los hambrientos hombres lobo se acerquen a él cada vez más. Cuando ya nota el aliento de estos en la nuca abre la puerta de golpe echándose un lado y, tal como él había supuesto, una ola de fuego brota de la puerta engullendo a los monstruos y acabando con ellos.
Finalmente solo queda una puerta y al abrir esta halla la salida, junto a la cual le espera María. Ambos salen de la roca con forma de cabeza de lobo y echan a correr, pero el hombre lobo aparece de nuevo manifestando que todo ha sido un engaño y que aunque haya encontrado la puerta correcta no va a permitir que se marchen. En ese momento algo parecido a una lengua de fuego brota de la mandíbula de piedra y atrapa al hombre lobo, arrastrándolo a lo más profundo de la cueva. Sea cual sea el poder al que servía el hombre lobo parece ser más noble que este. E irritado por el hecho de que su servidor haya roto una promesa después de haber sido derrotado en su propio juego, ha acabado con él, permitiendo marcharse a los humanos.
La máscara embrujada (dibujos de Marco). La siguiente historia tiene lugar en África. Un guerrero llamado a Amin se vale de su superior fuerza física para robar a un par de cazadores la piel de león que han obtenido. Al parecer no es la primera vez que hace esto. La gente de su tribu ya está harta de él y comienzan a perseguirle arrojándole flechas y lanzas, obligándole a refugiarse en una cueva. Al adentrarse en ella, descubre en los muros una serie de máscaras rituales que le llenan de pavor. Las máscaras asustan aún más a sus perseguidores, que no se atreven a entrar tras él a buscarle para darle muerte.
Amin está a salvo por el momento pero no puede salir de la cueva, porque sus perseguidores montan guardia fuera de esta esperando a que el hambre o la sed le obliguen a abandonarla. Entonces se presenta ante Amín un anciano llamado Siringo, el sacerdote de los Sin rostro. Se ofrece a librarle de sus perseguidores tallando para él una máscara mágica que hará que nadie le reconozca. En lugar de ser una máscara monstruosa como las que hay en las paredes, la máscara que Siringo talla para Amín es la de un rostro bello, también de un hombre africano pero diferente al suyo. Ni tan solo necesita ponérsela, basta con que la lleve encima. Amín se cuelga esta máscara de su taparrabos y sale andando tranquilamente de la cueva, pues ahora su rostro es el que muestra la máscara.
En cuanto sale de la cueva sus perseguidores lo interrogan, sin reconocerlo. Él afirma que estaba en la cueva descansando y que el hombre al que ellos perseguían entró e intentó robarle, con lo que se vio obligado a matarlo. Sus perseguidores aceptan esta explicación como buena y lo invitan a pasar la noche en su poblado. Amin aprovecha la confianza que le han tomado para, llegada la noche, robar más pieles, pero es descubierto y rodeado. Puesto que no lleva armas encima y el rostro que luce ahora también es el rostro de un ladrón para los miembros de la tribu, la máscara que le dio el anciano de nada le sirve ya. Amin la agarra y la lanza con fuerza contra uno de los guerreros como si fuera una piedra, simplemente para abrirse paso entre ellos. Pero la máscara cae en una hoguera que había encendida en medio del poblado, e inmediatamente el propio rostro de Amin comienza arder. Segundos después todo él arde hasta consumirse.
La maldición del juez (dibujos sin acreditar). Henry acaba de heredar la residencia y propiedades de su tío John Adams, que fue en vida un juez. Mientras hace un inventario de su biblioteca encuentra un compartimiento secreto el cual solamente contiene un libro más. Es un diario en el que su tío al que todos tenían por honrado confiesa haber condenado a la horca a una persona aun sabiendo que era inocente, solo porque alguien interesado en que muriera le ofreció dinero.
Esa misma noche Henry tiene pesadillas en las que el ahorcado le reclama que, puesto que ahora conoce la verdad, su deber es revelársela a las autoridades. En cuanto se despierta está decidido hacer esto, pero entonces se le presenta el fantasma de su tío John, que le prohíbe hacer pública la verdad para no manchar su buen nombre. Henry se ve así atrapado entre dos presencias que le atormentan, la del ahorcado que reclama justicia y la de su tío que le exige que guarde silencio. Esta situación se alarga durante varios días con uno y otro fantasma alternándose para atormentarlo. Finalmente Henry se harta de ambos y abandona la casa.
Al pasar junto a una comisaría toma finalmente la decisión de denunciar el caso. Cuando ya está junto a la puerta del edificio ve un mendigo pidiendo limosna y se acerca para darle las monedas que lleva en el bolsillo. En ese momento el mendigo, que tenía su rostro oculto por el ala de un viejo sombrero, levanta la cabeza y Henry ve que es el mismo rostro de su tío. Al acercarse a él para darle la limosna se ha situado justo debajo de un andamio que estaba siendo utilizado para pintar la fachada del edificio. Parte del andamio se desprende, cayendo sobre Henry y matándolo.
Un cuadro de texto a un lado de la última viñeta nos indica que ni asesinando a su sobrino pudo el fantasma del juez mantener su buen nombre, ya que un posterior propietario de la casa encontró también el diario y él sí logró sacar a la luz la información que se guardaba en él. Esto último parece ser un añadido que no estaba previsto en la historia original. La última viñeta nos muestra como el andamio se precipita sobre Henry, y el que se añada a un lado esta explicación apresurada, en plan “pero tranquilos porque todo terminó bien” queda demasiado forzado. Probablemente esto fue algo que añadieron los editores para dar un mejor final a la historia sin necesidad de redibujar viñetas.
Puedes ver los otros números comentados de este comic pulsando aquí.
Gespenter Geschichten nº 9. 1984. Varios autores. Bastei-Verlag. Publicado en 1984 por Editorial Bruguera S.A.