MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!
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martes, 15 de julio de 2025

MORTADELO Y FILEMÓN. Rapto tremendo

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Estamos a 15 de julio, día que todo español de bien, amante de los tebeos, debería aprovechar para leer uno como homenaje al gran Francisco Ibáñez. ¡Que nunca desluzca su calva! 

Hoy hace ya un par de años que se quitó de en medio (¡Qué tipo! ¡Es capaz hasta de morirse con tal de no trabajar!), pero, por suerte, nos dejó un montón de páginas pintarrajeadas con las que entretenernos. De entre ellas, hemos escogido esta historieta para reseñar hoy. Es una de esas que hacía de vez en cuando, en las que aparecía él mismo como personaje.

El Superintendente llama a su presencia a Mortadelo y Filemón para encargarles un caso de la mayor relevancia. Una gran personalidad ha sido raptada y su trabajo será encontrar a los secuestradores y rescatar a su víctima sana y salva. La personalidad en cuestión es el famoso dibujante de tebeos Francisco Ibáñez, raptado en plena calle por un par de maleantes cuando se dirigía a su editorial para hacer ver que trabajaba. Afortunadamente, cuentan con un testigo presencial que vio todo lo ocurrido sin perder detalle, y que supondrá una inestimable ayuda en la ardua labor de los agentes.

Gracias a las precisas indicaciones del testigo y con la ayuda de un perro policía, comienzan la investigación. El primer problema es que las habilidades del perro están a la altura de las suyas propias, y este los lleva a seguir una serie de rastros equivocados, con nefastas consecuencias.

La siguiente pista los introduce en el abyecto ambiente de un antro que no tiene nada que envidiar al Tarasco de Desperado en cuanto a sordidez se refiere. Mortadelo y Filemón entran a indagar tratando de hacerse pasar por un par de tipos duros. Como era de esperar, terminan apalizados, desplumados y huyendo para salvar sus pellejos, y todo resulta ser otra pista falsa.

Sus sospechas se enfocan a continuación en una academia de música, donde entrarán haciéndose pasar por estudiantes de solfeo para ver qué se encuentran entre clase y clase. Sé que es un chiste fácil, pero podemos decir que dan la nota. De hecho, un arma secreta que llevaban con ellos por si se encontraban allí con los secuestradores (y que nadie les ha enseñado a manejar correctamente) termina disparando un obús dentro de la propia academia y volándola por los aires. ¡Eso es percusión!

Para acelerar el proceso, el Súper les ordena llevarse al testigo ocular con ellos a recorrer la ciudad, ya que este afirma haber visto otra vez a los secuestradores y saber hacia dónde se dirigían. El problema (aparte de que el testigo es quien es) es que toca ir en su coche y es él quien conduce. 

Es un capítulo entero en el que Rompetechos maneja su utilitario a toda velocidad, confundiendo el interior de un cine con una autopista, la entrada a la línea del metro con un paso de tráfico subterráneo, a un autobús con un seiscientos, y la cabeza de un señor chino que estaba de pie junto a la carretera con la luz ámbar de un semáforo... Sí, sí, ya sé… políticamente incorrecto y todo eso… como si a Ibáñez o a sus lectores les importara un higo la corrección política. 

Ya como última opción, el Super los envía a la propia oficina de Ediciones B, donde Mortadelo y Filemón interrogan a una serie de personajes que parodian a los compañeros de oficina de Ibáñez. Al no ser personajes públicos cuya apariencia, frases o actos podamos comparar con la versión que nos da Ibáñez de ellos, como ocurre cuando caricaturiza a políticos o famosos, es una parte del tebeo que resulta más personal y menos para un público en general. Pero, conociendo a Ibáñez como lo conocemos (a través de su obra), no dudo de que el retrato que hace de ellos es bastante acertado. 

Tras dar un repaso a lo más selecto de la plantilla de Ediciones B, los agentes abandonan el edificio sin nada nuevo a lo que agarrarse, pero la casualidad quiere que una antigua pista que habían pasado por alto se revele ante sus ojos por sí sola.

Entran a investigar a una fábrica de conservas, donde encuentran, por fin, al dichoso Ibáñez envasado en una gran lata de bonito en escabeche. Al parecer, fue raptado por error (sus secuestradores lo confundieron con alguien importante) y, al darse cuenta de su equivocación y no sabiendo qué hacer con él, lo enlataron para enviarlo como rancho para el ejército. ¡Vale que la comida que reciben los soldados no es precisamente de la mejor calidad, pero querer alimentarlos a base de pintamonas en conserva es sabotaje!

En su huida, los secuestradores terminan cayendo en sendas latas y siendo procesados y enviados a Ghana… cuya población probablemente no le haga ascos a nada de lo que encuentre dentro de la lata con tal de que sea mínimamente comestible. Ibáñez es devuelto a la editorial, donde todos sus compañeros lo reciben con los brazos abiertos (o con los puños cerrados, vaya usted a saber). 

Y curiosamente, todo termina bien para los agentes. Que menos que perdonarles la persecución final, después de haberle rescatado de este ejercicio de metareferencia.

Podéis repasar los tebeos de Ibáñez ya reseñados pulsando aquí.  

Rapto tremendo. 2004. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado por Ediciones B / Grupo Z. 

viernes, 21 de marzo de 2025

MORTADELO Y FILEMON. El coche eléctrico

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Estamos a 21 de marzo, gente. ¡Feliz San Filemón! Personalmente el único Filemón que conozco es el agente de la TIA, así que dedicamos otra entrada a este cómic, que nunca está de más. He pillado el que tenía más a mano y ha resultado ser el de El coche eléctrico.

Ibáñez solía fijarse en las noticias del momento, en lo que estuviera pasando y lo que fuera relevante cada año para hacer sus tebeos a partir de ello. Se inspiraba en la realidad de su entorno, en su día a día, y este comic debió surgir a raíz de la proliferación de los coches eléctricos. 

Inicialmente estos vehículos se anunciaron como una alternativa más ecológica a los coches de gasolina o diésel, pero por lo que se está diciendo ahora, la fabricación y el desmantelamiento de una sola batería de un coche eléctrico puede llegar a contaminar tanto como toda la vida útil de un coche de gasolina o diésel. Me parece una iniciativa interesante que se trate de hacer vehículos que no funcionen con combustible fósil, pero si lo que se obtiene es peor que lo que ya había, realmente es una senda a abandonar.

Pese a todo, los intereses creados en torno a los coches eléctricos mueven mucho dinero y por ello han sido extensamente promocionados, sacando a relucir sus ventajas y ocultando en lo posible sus (al parecer) demasiados inconvenientes. Quizá algún día los coches eléctricos sí sean una mejor inversión tanto económica como ecológica que los coches diésel o gasolina, pero todavía no se ha llegado a eso. Ibáñez naturalmente no podía quedarse sin sacarle punta al tema y dedicó una de sus historietas a los coches eléctricos.

La cosa va de que el Bacterio decide tomar cartas en el asunto y arreglar todos los desperfectos de los coches eléctricos para convertirlos en algo realmente funcional. Toda la trama de la historia serán los diversos “avances” que Bacterio prepara para modificar el diseño básico de los coches eléctricos y que naturalmente Mortadelo y Filemón se encargarán de probar, muy a su pesar. 

La primera de esas pruebas es un compuesto que al disolverse en el agua produce una gran carga eléctrica, como alternativa a la batería. Este líquido es ingerido por error por Mortadelo, que comienza a transmitir descargas eléctricas de alto voltaje a todo aquel con el que entra en contacto, con los resultados esperables.

A continuación los agentes deben probar un prototipo de coche eléctrico que es... literalmente un coche eléctrico como los “autos de choque” de las ferias. Este vehículo suple la falta de potencia de su motor eléctrico con una serie de gadgets mecánicos: un muelle que le hace salir disparado para el arranque inicial, un garfio delantero con el que engancharse al coche que vaya delante (para ir a remolque de este) y un freno de emergencia que lanza otro garfio hacia atrás para engancharlo en algo. Puede que haya algo más pero no llegan a probarlo porque se estrellan antes.

El tercer intento es una variación del primero, otro líquido que al ser echado en el depósito genera una enorme cantidad de electricidad para no tener que depender de la batería. En esta ocasión el líquido es robado y Mortadelo y Filemón deben encargarse de recuperarlo. Para ello se les entrega un detector que localiza grandes fuentes de electricidad y veremos los intentos qué hacen de encontrar dicha fuente eléctrica dando lugar a la clásica serie de accidentes y malentendidos. Al final resulta que el producto no había sido robado sino que una mujer de la limpieza lo había cogido confundiéndola con un frasco de detergente. ¡Es importante etiquetar bien los envases!

El siguiente intento es un coche convencional al que se le han incorporado una variante de los gadgets que se ensayaron para el auto de choque y al que se le llena el depósito con el liquido productor de electricidad. Esto da como resultado una especie de monstruo mecánico incontrolable que empieza a actuar por cuenta propia, y el departamento de policía de la ciudad es en esta ocasión el principal perjudicado.

Para continuar con las investigaciones sobre las mejoras del coche eléctrico se precisa financiación. La TIA acepta el patrocinio de un mangante magnate árabe que dice estar interesado en el asunto. En realidad, en lo que está interesado es en sabotearlo ya que su riqueza depende de la venta de petróleo. Una vez en las instalaciones de la TIA el supuesto inversor se dedica a tratar de destruir todos los modelos que se le presentan. Pero por experiencia sabemos que manejar explosivos cerca de Mortadelo y Filemón no suele acabar bien para nadie.

El siguiente promotor sí tiene un genuino interés en los coches eléctricos, y le encargan a Mortadelo y Filemón el darle un paseo en uno de ellos para mostrarle las excelencias de este.  Es una variante de las historias típicas en las que deben escoltar algún personaje importante al que acaba pasándole de todo. Esta vez los problemas derivan del reducido tamaño del coche y el excesivo tamaño del pasajero.

El último intento de financiación viene del propio Papa de Roma, que envía un nuncio para echarle un vistazo al vehículo en cuestión. A resultas de este paseíllo el nuncio recibe golpes en la cabeza, le aplastan los pies, y se acerca demasiado para su propio bien al trasero de un elefante con cólicos diarreicos. Y esta es otra de las cosas que hacían de Ibáñez uno de los grandes. Independientemente de cuál fueran sus creencias personales era capaz en un mismo comic de hacer humor tanto a costa de un terrorista musulmán como de un alto cargo de la iglesia católica, sin importarle lo más mínimo el qué dirán.  

Finalmente la mezcla electrogénica del bacterio revela tener un grave fallo: a las tres horas de haber puesto el coche en marcha, el motor explota haciendo que el vehículo vuele en pedazos junto con sus ocupantes. Esto nos deja con un final bastante clásico en el que un grupo de personajes envueltos en vendas como momias persiguen al Bacterio mientras todos gritan y se insultan. 

No es de lo mejor de Ibáñez pero mantiene el tipo bastante bien. Encuentro interesante que los diversos intentos de mejorar el coche eléctrico sigan una progresión: primero pruebas con la fuente eléctrica, luego mecánicas, combinación de ambas, y por último financiación. En otras historietas similares de Ibáñez los episodios dedicados a probar diferentes inventos muestran situaciones desconectadas una de otra, pero aquí sí hay una evolución natural de la investigación. 

El formato en el que tenemos este comic es en lo que antiguamente se llamaban “almanaques”: un tomo en el que además de dos o tres historias sobre los personajes se incluían páginas de material extra, como bocetos, curiosidades, reportajes, encuestas, etcétera. La otra historia que viene en este mismo número es Pánico en el zoo, que ya reseñamos en otra ocasión como número suelto.

¡Aparece una palabra salvaje! Nos topamos con la palabra "nuncio" mientras leíamos el tebeo. Aunque por el contexto se deducía que era algún tipo de cargo eclesiástico, buscamos el significado por curiosidad. Un nuncio es un representante diplomático de la Santa Sede (pero no del Estado de la Ciudad del Vaticano) con rango de embajador. Su misión principal es representar al Papa ante los estados y las iglesias locales, normalmente con el rango de arzobispo y reside en la nunciatura apostólica, que funciona de manera similar a una embajada. ¡Palabra salvaje capturada!

Podéis repasar otro tebeo de Ibáñez pulsando aquí.  

El coche eléctrico. 2013. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado en 2014 por Ediciones B / Grupo Z. 

sábado, 15 de marzo de 2025

MORTADELO Y FILEMÓN. Esos kilitos malditos

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Aprovechamos el cumpleaños del extinto Ibáñez (89 añitos nos habría cumplido hoy, ese pintamonas ¡Que nunca desluzca su calva!) para reseñar otro de sus tebeos. 

La aventura comienza con una apertura típica de Ibáñez: presentarnos el problema a través de la historia e incluso la prehistoria con escenas de la evolución de la gordura y sus consecuencias en la Edad de Piedra, la Edad Media, el Renacimiento, y llegando al fin al mundo moderno. Juntando todas las páginas dedicadas a repasar a su peculiar manera la historia del humanidad podríamos elaborar un libro de texto bastante más acertado que algunos de los que se emplean actualmente en las escuelas para educar a los niños pequeños.

La misión que los agentes deben afrontar en esta ocasión es algo vasto, de dimensiones considerables, un problema de peso que abarca un amplio… bueno creo que ya sabes por donde van los tiros. El Súper y otra serie de personajes importantes de la ciudad han engordado de forma espantosa en poco tiempo pese a sus esfuerzos (o eso dicen ellos) por adelgazar a base de dietas y ejercicio. El Súper sospecha que alguien pueda estar engordándolos de forma artificial mediante algún complicado sistema y envía a Mortadelo y Filemón a investigar al respecto. Les entrega una lista de las personas afectadas y los envía a ver qué encuentran.

Como es habitual en los tebeos de Mortadelo y Filemón, hay una especie de división por capítulos en las que cada uno de ellos está dedicado a mostrarnos como “protegen” a una de las personas de la lista. Los acompañán en su día a día para tratar de averiguar si pudiera ser algún tipo de fuerza externa la que los está engordando contra su voluntad. Las consecuencias de esta protección son las habituales: caídas por escaleras, accidentes de tráfico, golpetazos de todo tipo, humillación pública, incendios y explosiones… Sólo que esta vez la torpeza de los agentes no es la única culpable. 

Una parte importante de lo que les ocurre a ellos y sus “protegidos” es consecuencia simplemente del tonelaje de las personalidades a las que acompañan. Ibáñez no se cortó ni un pelo (que muchos no le quedaban ya cuando hizo esto) en mostrarnos cómo los gordos son simplemente menos ágiles, más torpes, y más incapaces de hacer sus tareas cotidianas. Todo ello son cosas que es políticamente incorrecto decir a día de hoy por muy ciertas que sean.

Entiendo que algunas personas con mucho sobrepeso y poca fuerza de voluntad puedan sentirse ofendidas porque se hagan chistes a costa de los gordos o se los ridiculice, pero el ridículo es un gran aliciente. Ya que no por salud, es posible que se replanteen su problema solo por el hecho de no sentirse ridículos. Yo mismo he estado veinte kilos por encima de mi peso ideal durante demasiados años, y hace relativamente poco que me los estoy quitando de encima. Y sí, el sentirme ridículo cuando me veo en esas situaciones en las que el sobrepeso me dificulta el hacer algo que antes no me costaba ningún esfuerzo, me anima más a deshacerme de los kilos que me sobran que las posibles consecuencias para mi salud. 

Es por eso que no veo absolutamente nada de malo que se ridiculice a los gordos, o a los drogadictos, o a los llorones que se quejan por todo pero no mueven un dedo para solucionar nada. Y aun siendo categorías muy diferentes, todos ellos tienen algo en común; una actitud que por su propio bien y el de los demás les conviene abandonar. Eso de que hoy en día no se pueda hacer humor a costa de nada por si ofende es un error precisamente por el hecho de que mucha gente necesita ser ofendida para reaccionar, ya que por sí mismos no lo harán.

Hacia el final de la aventura la cosa se acelera y en lugar de un gordito por capítulo (aunque en este caso no hay una verdadera división por capítulos como tal) los agentes visitan a varios de ellos uno tras otro. Todos ellos en algún momento comentan que están engordando pese a beber ingentes cantidades de Agua Canija, un producto que se anuncia como adelgazante. Filemón, el menos zoquete del elenco de la TIA, llega a la conclusión que el Agua Canija podría tener algo que ver en el asunto ya que es el único factor común a todos los casos. Raudos y veloces se dirigen a la planta embotelladora que está protegida por un fiero bulldog. Esto desata una batalla de inteligencias entre los agentes y el perro con resultados que creo ya os podéis imaginar.

Tras varios intentos logran deshacerse del chucho e infiltrarse en las oficinas de la embotelladora. Allí descubren que, efectivamente, un malvado doctor loco ha adulterado las botellas de agua con un producto químico que hace engordar desmesuradamente a quien lo bebe. 

Y bueno, actualmente se estila mucho que los youtubers e influencers con sobrepeso achaquen este a todos los factores posibles excepto a sí mismos: a la sociedad, a la industria de la moda, a las empresas alimentarias... todos son culpables de que ellos estén gordos excepto ellos mismos. Así que los gordos que se ofendieron porque anteriormente este comic ha hecho burla a costa de ellos, ahora deberían alegrarse de que les den la razón: tienen sobrepeso porque hay un malvado complot orquestado por un científico loco, única y exclusivamente para que ellos engorden🙄

El caso es que al ser descubierto el científico loco trata de huir y termina cayendo a un depósito donde guardaba toda el Agua Canija ya adulterada. La consecuencia de esto es que engorda tanto que lo atan a una cadena y lo utilizan como bola de demolición para una grúa. Tras esto solo queda repartir el antídoto (que el propio científico había preparado para vendérselo luego a los gordos) entre los afectados. 

Como una historia de Mortadelo y Filemón no está completa sin una persecución final, el antídoto que sobra es destruido pero olvidan proporcionárselo antes a Ofelia, que también había sido afectada. Eso sí, la persecución es en esta ocasión mucho menos frenética que de costumbre. Debido a que Ofelia ya tenía un notable sobrepeso antes de probar el Agua Canija, termina convertida en una especie de Jabba el Hutt que necesita ser transportada por un camión de carga, que pese a todo apenas puede moverse.

Volviendo al tema de antes, entiendo que este tipo de cómics puedan resultar ofensivos para los gordos, pero solo para aquellos que sean lo bastante hipócritas como para achacarle la culpa de su estado únicamente a causas externas que nada tienen que ver con ellos. Es cierto que hay un reducido número de casos en que la obesidad está asociada a problemas de tiroides o algún otro trastorno médico. Pero esos casos son una ínfima minoría, no la casi totalidad de ellos como últimamente se está tratando de vender a la gente. A día de hoy, con los avances médicos, las dietas específicas, las máquinas de ejercicio que te permiten hacerlo sin moverte de casa, etc., quién está gordo es por falta de fuerza de voluntad, no por falta de medios para dejar de estarlo.

Una anotación adicional: todo el texto anterior lo escribí dictándoselo de palabra al ordenador mientras pedaleaba en la bicicleta estática. Luego tuve que retocarlo a mano, claro, pero lo que quiero decir es que ejercicio siempre se puede encontrar un momentito para hacerlo. Cuando meto un vaso de café en el microondas, por ejemplo, en lugar de quedarme de pie junto al micro mientras el vaso da vueltas me pongo a hacer sentadillas, que es uno de los ejercicios más completos que hay. Hago solo cinco cada vez, vale, pero a un par de cafés por día eso son setenta sentadillas a la semana o doscientas ochenta al mes. Sigue sin ser mucho pero todo contribuye al total. Y a esto se suma lo de pedalear mientras dicto al ordenador, o mientras leo el siguiente libro o cómic que después voy a dictar al ordenador, o mientras veo una película. Y se suma también a los trayectos a pie a aquellos lugares a los que puedo llegar quemando calorías en lugar de octanos, y pequeños detalles similares como subir por las escaleras en lugar de por el ascensor.

Hablando de esto con alguien (con sobrepeso) me dijo que él no podía adelgazar porque para hacer dieta y ejercicio hace falta mucho dinero. Que adelgazar era caro. Pero eso es otra excusa más. Yo no soy rico precisamente y llevo un año y medio perdiendo peso de forma lenta pero continua. No tengo un entrenador personal, ni voy al gimnasio, ni compro complementos dietéticos. Mi bicicleta estática me costó setenta y tres euros, y los saqué del dinero que ahorraba por el simple hecho de gastar menos en comida. ¡Resulta que comprar menos cantidad de comida sale más barato que comprar más, quien lo iba a decir!

Al final he alargado mucho más de lo que pretendía este comentario personal, pero ya que el tema del cómic es la gordura, he querido aprovechar para dar también mi opinión al respecto. Y reafirmo lo que dije antes: a algunos les parecerá que está mal, pero yo opino que sí hay que reírse de los gordos (entre los cuales por el momento me incluyo) porque quizá por vergüenza terminen poniéndose las pilas y haciendo aquello que no son capaces de hacer por su propia voluntad o por su propia salud. Y a los que piensan que no deben burlarse de sus familiares o amigos gordos porque con ello les hacen daño, que reflexionen si no les están haciendo más daño aún viendo cómo están pasados de peso (con todas las consecuencias negativas que tiene eso para su salud) y no haciendo nada que les anime a adelgazar.

Bueno gente, la báscula me indica que aún me sobran unos quince de esos kilitos malditos. Voy a por otro cómic o libro y seguiré pedaleando un rato hasta que tenga que ponerme con otra cosa. 

Podéis darle un vistazo a otro tebeo de Ibáñez pulsando aquí.  

Esos kilitos malditos. 1997. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado en 1999 por Ediciones B / Grupo Z. 

domingo, 4 de agosto de 2024

MORTADELO Y FILEMÓN. Seúl-88

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Me perdonaréis que últimamente esté más centrado en comics que en libros, pero es que el imperante calor que está haciendo en nuestro planeta nos está quitando incluso las ganas de leer. Los comics nos resultan más apetecibles en este momento que los libros, así que probablemente tendremos una temporada alta de comics hasta que pase el verano.

Desde Gatolandia-72, el primer tebeo de Mortadelo y Filemón dedicado a unos Juegos Olímpicos, el gran Ibáñez nos ofreció cada cuatro años su peculiar visión de este acontecimiento deportivo. Ya no está con nosotros para seguir haciéndolo, así que en El Planeta del Espacio hemos tomado la decisión de comentar sus tebeos de las Olimpiadas y Mundiales de futbol que tenemos para hacerlos coincidir con los siguientes eventos de este tipo que toquen. En los actuales Juegos Olímpicos casi no haría falta, porque ya están siendo un chiste y una colección de disparates por sí mismos sin necesidad ninguna de hacer humor a costa de ellos. Pero eso solo hace que lamentemos aún más la pérdida de ese genio de la historieta, por la punta que habría sido capaz de sacarle a todo lo que estamos viendo en el París 2024.

El que reseñaremos hoy se corresponde a las olimpiadas de 1988 celebradas en Seúl (Corea del sur). Éstas tuvieron una especial relevancia en la historia de los Juegos Olímpicos porque fueron las primeras que se celebraron tras el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, y la asistencia fue masiva comparada con eventos anteriores. Pero nada de esto tiene que ver con la historia que nos cuenta el tebeo, así que no vamos a profundizar más en eso.

Mortadelo y Filemón son enviados a las Olimpiadas infiltrados entre los deportistas españoles. En esta ocasión su cometido no será detener a posibles terroristas o saboteadores, sino conseguir muestras genéticas de los deportistas de élite, los ganadores de sus respectivas categorías. El profesor Bacterio está desarrollando su propia versión del super soldado y necesita esas muestras para terminar de ajustar su prototipo, Margarito, que si bien tiene un aspecto muy fuerte y varonil, resulta ser todo fachada. 

Para convertirlo en el Hércules que él pretendía crear necesita concretamente un cabello del campeón de gimnasia, un diente del de boxeo, un moco del de los cinco mil metros lisos, unas pestañas del de tiro con pistola, y unas gotas de sangre del de los cien metros lisos.

Tras un viaje a Seúl algo accidentado debido a las habituales limitaciones presupuestarias de la TIA, nuestros agentes comienzan a reunir las muestras requeridas con la sutileza que les caracteriza mientras se adaptan con gozo y alegría a las particularidades de la nueva cultura en la que se ven inmersos.

El cumplimiento de su misión deja a varios de los deportistas (y a los propios agentes, claro) gravemente lesionados, para no perder la costumbre. Y por un motivo u otro todas las muestras que logran reunir terminan siendo de animales, con lo que el super soldado del profesor Bacterio pasa por una serie de mutaciones a cada cual mas aberrante. En fin… una misión más de Mortadelo y Filemón que termina con los resultados esperables.

Y una mención especial para Hodori, el tigre siberiano que fue la mascota del mundial y también tuvo su pequeño papel en la aventura, dejando un recuerdo inolvidable en nuestros esforzados agentes… sobre todo en Filemón.

El tebeo se complementa con dos historias cortas. En la primera de ellas, titulada La Padrina, Mortadelo, Filemón y el Superintendente tratan de detener a una hábil ladrona pero terminan siendo desvalijados ellos mismos en el proceso. Finalmente logran capturarla, pero el dinero que recuperan queda reducido a cenizas. 

La segunda es Cohete 2000, en la que los agentes deben custodiar un avanzado prototipo de coche diseñado por el ingeniero Gasolini. Este teme que alguna compañía rival pretenda sabotearlo, y efectivamente alguien trata de hacerlo en varias ocasiones mientras Mortadelo y Filemón lo trasladan a lugar seguro. El Super logra detener al saboteador antes de que este lleve a cabo su abyecto plan, que resulta no ser otro que el propio Gasolini. Este le admite haberse arruinado apostando al juego de la Oca, y para recuperarse económicamente había suscrito una póliza de seguros millonaria por su prototipo solo con la intención de destruirlo.

Estas dos historias son casos poco habituales en los que el Super toma parte y además terminan relativamente bien, con misiones que pueden darse por cumplidas exitosamente a pesar de todos los palos que los protagonistas se llevan en el proceso. 

Podéis darle un vistazo a otro tebeo de Ibáñez pulsando aquí.  

Seúl-88. 1987. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Ediciones B / Grupo Z. 

sábado, 8 de junio de 2024

MORTADELO Y FILEMÓN. Marrullería en la alcaldía

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Mañana son las elecciones al parlamento europeo. Y que poquísima publicidad se les ha hecho comparado con las generales ¿verdad? Como si no quisieran que nos enteráramos 🤔 

Por suerte en El Planeta del Espacio nos mantenemos puntualmente informados de todo lo importante gracias a publicaciones como esta que vamos a reseñar aprovechando la actual coyuntura.

Marrullería en la alcaldía es una aventura larga de Mortadelo y Filemón, hecha por ese pintamonas de Ibáñez, que no se cortaba ni un pelo (que tampoco tenía muchos) a la hora de criticar nada que mereciera ser criticado. En esta ocasión los agentes de la TIA son enviados a un pueblecito llamado Valdeporretas, donde el alcalde se ha embolsado el dinero de los fondos públicos que ha recibido. Se le acusa de malversación, cohecho, choriceo, prevaricación, blanqueo, mangancia, falsedad y trapicheo (entre otras cosas) pero no hay pruebas para inculparle. La misión de Mortadelo y Filemón es reunir esas pruebas.

Tras un tranquilo viaje por la bucólica campiña en el que tienen ocasión de observar de cerca la fauna local, llegan hasta Valdeporretas. 

Allí descubren que el pueblo está dividido en dos corrientes ideológicas, los votantes del PSOE PSAO y los del PP PEPO. El PSAO es el Partido Suprimidor de Arciprestes y Obispos, cuyos votantes se limitan a arremeter contra el cura del pueblo haciéndole todas las perrerías posibles. Por su parte el PEPO es el Partido Empeñao en Poner Orden, y con tal de hacerlo saca votos hasta de debajo de las piedras. El actual alcalde de Valdeporretas es del PEPO (el PP gobernaba en España cuando Ibáñez hizo este tebeo, allá por el 2011) pero se nos dice que ambos partidos se limitan a alternarse uno al otro sin que nadie cambie nada a mejor. Ambos se enriquecen todo lo que pueden durante el mandato que les toca y luego pasan el relevo al otro partido para que este haga lo mismo durante el siguiente mandato.

Mortadelo y Filemón pasean por el pueblo comprobando como los fondos recibidos para modernizarlo han sido desperdiciados en estupideces o simplemente se han esfumado. Y claro, Ibáñez era humorista y cuenta todo esto con humor, pero son el mismo tipo de noticias que lees en los periódicos, y allí ya no tienen gracia.

 

Además, tienen la ocasión de asistir a un mitin de cada partido y ven que el candidato a ambos es el mismo y hace las mismas promesas a cada grupo. La gente del pueblo es consciente de esto, y lo justifica diciendo que, ya que nada va a cambiar con uno o con otro, así se ahorran de pagarle el sueldo a dos candidatos.

Los sutiles y variados intentos de Mortadelo y Filemón de infiltrarse en el ayuntamiento del PEPO/PSAO a recabar pruebas son detectados, así que cambian su plan de acción y se dedican a seguir al alcalde y sus lacayos grabando sus trapicheos a escondidas. Naturalmente, ninguna de estas pruebas llegará a buen puerto y todo terminará más o menos como de costumbre, con Mortadelo (esta vez en solitario) escondiéndose en el Polo Norte, dándole la tabarra a un esquimal mientras los fondos públicos siguen dilapidándose y desapareciendo a manos de políticos corruptos. Nada que no veamos frecuentemente a nuestro alrededor, en realidad.       

Podéis echarle un vistazo a otro tebeo de Ibáñez  pulsando aquí.  

Marrullería en la alcaldía. 2011. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Ediciones B / Grupo Z. 

domingo, 12 de mayo de 2024

MORTADELO Y FILEMÓN. Dinosaurios

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

En 1993, coincidiendo con el estreno de Jurassic Park y la ola de dinomanía que esta desató, Ibáñez aprovechó para sacar el tebeo Dinosaurios. Es claramente un producto oportunista, para aprovechar el tirón de la película, pero es también lo que todo el mundo estaba haciendo. Ibáñez siempre se movió al compás de la actualidad: hacía historias de los Juegos Olímpicos o los Mundiales de fútbol que tocaran cada año, hacía referencia a los gobernantes del momento de cada país, y daba su peculiar visión de la polémica de moda. Hacer un tebeo sobre dinosaurios en un momento en el que todo el mundo estaba hablando de dinosaurios, era lo que se esperaba de él.

No es un tebeo especialmente bueno (comparado siempre con el altísimo listón que solían tener sus obras) pero cumple su función de entretener y sacarnos alguna que otra sonrisa a duras penas contenida. Como acostumbramos a hacer con las obras de gran y añorado Ibáñez (¡Que nunca desluzca su calva!) la reseña será breve, porque su humor era visual. No es algo que se pueda explicar, simplemente hay que verlo.

Así como los ajedrecistas tienen jugadas de apertura estudiadas, Ibáñez comienza poniéndonos en materia con varias de sus aperturas clásicas: primero, un par de páginas de antecedentes históricos, en los que hace un repaso del tema a tratar desde la prehistoria a la actualidad, pasando por distintas épocas. Luego vemos como Mortadelo y Filemón reciben una citación al cuartel general de la TIA por medio de uno de los ineficaces y a menudo dañinos mensajes secretos a los que el Superintendente nos tiene acostumbrados. También tienen que lidiar con una de las infinitas y controvertidas entradas secretas al edificio… innovar está bien, pero mientras una fórmula funcione, no es necesario cambiarla.

Una vez ante el Super, este les explica que uno de los inventos del Bacterio (¡cuarta jugada de apertura ibañezca!) ha reactivado unos huevos de dinosaurio petrificados que se conservaban en un museo. Además, los dinosaurios que salen de ellos alcanzan la edad adulta instantes después de salir del cascarón. Los huevos han sido robados por la banda del Rabadillo, que ahora exige grandes cantidades de dinero a cambio de no diseminarlos por la ciudad. ¡Eso es dinoterrorismo! La misión de Mortadelo y Filemón será detener a esos dinosaurios en cuanto aparezcan… empezando por uno que anda suelto por la sede de la TIA.

Los siguientes capítulos están dedicados a neutralizar a un dinosaurio concreto en cada uno. En algunos casos contarán con la dificultad adicional inestimable ayuda de uno de los inventos del Bacterio para cumplir con su misión. El último dino con el que deben lidiar es con un tiranosaurio, y en una viñeta en la que están huyendo de él Filemón exclama “¡Ya sé! ¡En la película decían que esos bestiajos solo atacan cuando ven movimiento, así que quedémonos quietos”. Es una referencia tan obvia a Jurassic Park que ni tan solo es necesario que nombren el título de la película para saber a cuál se refiere, porque en 1993 “la película” era Jurassic Park. A la vez, es la forma de Ibáñez de admitir sin vergüenza ninguna que hizo este comic únicamente porque ese año la gente solo estaba comprando cosas que tuvieran algo que ver con dinosaurios. 

Esta es una de esas raras ocasiones en que una aventura de Mortadelo y Filemón termina bien, sin que provoquen ninguna catástrofe, sin acabar en prisión u hospitalizados, sin que alguien les persiga con intenciones asesinas… pero mostrándonos a un montón de monstruos al acecho, como sugiriendo una continuación que el tebeo no tuvo pero todos sabíamos que “la película” si iba a tener antes o después.

Podéis ver reseñado otro tebeo de Ibáñez pulsando aquí.  

Dinosaurios. 1993. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Ediciones B / Grupo Z.