EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Estamos a 15 de julio, día que todo español de bien, amante de los tebeos, debería aprovechar para leer uno como homenaje al gran Francisco Ibáñez. ¡Que nunca desluzca su calva!
Hoy hace ya un par de años que se quitó de en medio (¡Qué tipo! ¡Es capaz hasta de morirse con tal de no trabajar!), pero, por suerte, nos dejó un montón de páginas pintarrajeadas con las que entretenernos. De entre ellas, hemos escogido esta historieta para reseñar hoy. Es una de esas que hacía de vez en cuando, en las que aparecía él mismo como personaje.
El Superintendente llama a su presencia a Mortadelo y Filemón para encargarles un caso de la mayor relevancia. Una gran personalidad ha sido raptada y su trabajo será encontrar a los secuestradores y rescatar a su víctima sana y salva. La personalidad en cuestión es el famoso dibujante de tebeos Francisco Ibáñez, raptado en plena calle por un par de maleantes cuando se dirigía a su editorial para hacer ver que trabajaba. Afortunadamente, cuentan con un testigo presencial que vio todo lo ocurrido sin perder detalle, y que supondrá una inestimable ayuda en la ardua labor de los agentes.
Gracias a las precisas indicaciones del testigo y con la ayuda de un perro policía, comienzan la investigación. El primer problema es que las habilidades del perro están a la altura de las suyas propias, y este los lleva a seguir una serie de rastros equivocados, con nefastas consecuencias.
La siguiente pista los introduce en el abyecto ambiente de un antro que no tiene nada que envidiar al Tarasco de Desperado en cuanto a sordidez se refiere. Mortadelo y Filemón entran a indagar tratando de hacerse pasar por un par de tipos duros. Como era de esperar, terminan apalizados, desplumados y huyendo para salvar sus pellejos, y todo resulta ser otra pista falsa.
Sus sospechas se enfocan a continuación en una academia de música, donde entrarán haciéndose pasar por estudiantes de solfeo para ver qué se encuentran entre clase y clase. Sé que es un chiste fácil, pero podemos decir que dan la nota. De hecho, un arma secreta que llevaban con ellos por si se encontraban allí con los secuestradores (y que nadie les ha enseñado a manejar correctamente) termina disparando un obús dentro de la propia academia y volándola por los aires. ¡Eso es percusión!
Para acelerar el proceso, el Súper les ordena llevarse al testigo ocular con ellos a recorrer la ciudad, ya que este afirma haber visto otra vez a los secuestradores y saber hacia dónde se dirigían. El problema (aparte de que el testigo es quien es) es que toca ir en su coche y es él quien conduce.
Es un capítulo entero en el que Rompetechos maneja su utilitario a toda velocidad, confundiendo el interior de un cine con una autopista, la entrada a la línea del metro con un paso de tráfico subterráneo, a un autobús con un seiscientos, y la cabeza de un señor chino que estaba de pie junto a la carretera con la luz ámbar de un semáforo... Sí, sí, ya sé… políticamente incorrecto y todo eso… como si a Ibáñez o a sus lectores les importara un higo la corrección política.
Ya como última opción, el Super los envía a la propia oficina de Ediciones B, donde Mortadelo y Filemón interrogan a una serie de personajes que parodian a los compañeros de oficina de Ibáñez. Al no ser personajes públicos cuya apariencia, frases o actos podamos comparar con la versión que nos da Ibáñez de ellos, como ocurre cuando caricaturiza a políticos o famosos, es una parte del tebeo que resulta más personal y menos para un público en general. Pero, conociendo a Ibáñez como lo conocemos (a través de su obra), no dudo de que el retrato que hace de ellos es bastante acertado.
Tras dar un repaso a lo más selecto de la plantilla de Ediciones B, los agentes abandonan el edificio sin nada nuevo a lo que agarrarse, pero la casualidad quiere que una antigua pista que habían pasado por alto se revele ante sus ojos por sí sola.
Entran a investigar a una fábrica de conservas, donde encuentran, por fin, al dichoso Ibáñez envasado en una gran lata de bonito en escabeche. Al parecer, fue raptado por error (sus secuestradores lo confundieron con alguien importante) y, al darse cuenta de su equivocación y no sabiendo qué hacer con él, lo enlataron para enviarlo como rancho para el ejército. ¡Vale que la comida que reciben los soldados no es precisamente de la mejor calidad, pero querer alimentarlos a base de pintamonas en conserva es sabotaje!
En su huida, los secuestradores terminan cayendo en sendas latas y siendo procesados y enviados a Ghana… cuya población probablemente no le haga ascos a nada de lo que encuentre dentro de la lata con tal de que sea mínimamente comestible. Ibáñez es devuelto a la editorial, donde todos sus compañeros lo reciben con los brazos abiertos (o con los puños cerrados, vaya usted a saber).
Y curiosamente, todo termina bien para los agentes. Que menos que perdonarles la persecución final, después de haberle rescatado de este ejercicio de metareferencia.
Podéis repasar los tebeos de Ibáñez ya reseñados pulsando aquí.
Rapto tremendo. 2004. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado por Ediciones B / Grupo Z.
Grandísimo Ibáñez como siempre, este debe ser de los pocos cómics de él que no he leído. Y una buena mezcla el meter a Rompetechos con Mortadelo y Filemón, cosa que no hacía habitualmente.
ResponderEliminarNo era muy habitual pero a veces otros personajes de Ibáñez hacían pequeñas apariciones en Mortadelo y Filemón. Recuerdo algunos cameos de Pepe Gotera y Otilio, o Chicha, Tato y Clodoveo. Hay también un título, el de "Testigo de cargo" en el que deben hacer de guardaespaldas del Botones Sacarino y comparten protagonismo a lo largo de todo el numero.
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