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miércoles, 20 de noviembre de 2024

FANTASÍA S.A. El maniquí del desván

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!     

                                                                                         

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

“A varios millones de años-luz de esta galaxia, cuatro planetas giran alrededor de una estrella llamada Nukkra. En Vredia viven los cuerpos, en Gush viven las fuerzas, en Clessis viven las mentes, y en Ifning vivía yo, gobernando sobre los cuatro. Pero los habitantes de los otros tres planetas me echaron del trono, poniendo en mi lugar a las máquinas”.

Estas tres frases, pronunciadas por una misteriosa dama alienígena exiliada en la Tierra, bastaron para que me enamorara de esta historia tan pronto como la leí. Fantasía S.A. se publicó en 1975 en la revista Tío Vivo, a razón de entre dos y cuatro páginas por ejemplar. Más adelante se recopiló en otras revistas como Bruguelandia, en cuyo nº 7 aparecen juntas las treinta páginas de la primera historia, El maniquí del desván. 

Los autores de esta obra fueron Andreu Martín i Farrero como guionista y Edmundo Fernández Ripoll (más conocido por el seudónimo de Edmond) a los lápices. Andreu hizo guiones para Dossier Negro y fue el guionista habitual de Sir Tim O´Theo. Las obras más conocidas de Edmond (en las que él mismo fue guionista) son Jan Europa y Doctor Impossible.

La que nos ocupa comienza con Wilbur Polder, guionista de una editorial llamada Fantasía S.A contándonos a trompicones una extraña historia sobre una emperatriz alienígena, un ejército de robots, y conquistas interplanetarias. Tras soltarnos algunos datos en crudo, se decide a empezar desde el principio… con él durmiendo en la oficina, en horas de trabajo. Sus compañeros de oficina le tienen tirria salvo Tina, una secretaria que está enamorada de él. Su jefe, el señor E. T. Morpins es un individuo irascible y gritón al estilo de J. J. Jamison.

En una ocasión, conduciendo hacia una fiesta de disfraces, ve a un lado de la carretera a dos hombres atacando a una mujer. Los tres tienen un aspecto bastante extraño, por lo que supone que también van de camino a la fiesta. Wilbur se lanza sobre los tipos y descubre que los golpes de estos son sorprendentemente contundentes. 

De hecho, los dos tipos son robots pero él no llega a darse cuenta. El primer golpe que le dan lo deja atontado y no ve como la chica recupera un pequeño objeto del suelo y dispara con él un rayo que desintegra a sus atacantes.

La mujer misteriosa, llamada Damaris, lleva Wilbur hasta un claro del bosque en el que una columna de luz brota del propio suelo. Al entrar en la columna se teleportan a lo que parece ser una caverna subterránea acondicionada de forma minimalista como vivienda, en la que se han instalado grandes ordenadores y paneles de mandos futuristas llenos de pantallas, botones y lucecitas. Allí Damaris cuenta a Wilbur la extraña historia que ya nos resumieron en la primera viñeta. 

Ella fue la gobernante de un lejano planeta llamado Ifning, habitado por los antropos, humanoides llegados en un remoto pasado desde la propia Tierra por medios que no llega a especificar. Los otros planetas del sistema solar eran: Vredis, un inmenso pantano habitado por pulpos, cocodrilos, serpientes y monstruos locos que combaten continuamente entre ellos devorándose unos a otros. Gush, el planeta del terremoto eterno, donde las fuerzas de la naturaleza tienen conciencia propia y huracanes, tifones, avalanchas y todo tipo de desastres geológicos y climáticos luchan entre ellos tal como la hacen los monstruos de Vredis. Y Clessis, habitados por espíritus, mentes, y sombras enloquecedoras que recorren sin cesar un mundo sin vida. Un día, fuerzas conscientes de esos tres planetas se aliaron para deponer del trono a Damaris, desatando un apocalipsis de monstruos, desastres naturales y locura sobre Ifning. Mataron a toda la población salvo a Damaris, que logró escapar, y sustituyeron a los humanoides orgánicos por robots. Damaris huyó a la Tierra, el planeta natal de los antropos.  

Tras solicitarle ayuda a Wilbur para recuperar Ifning y darle un beso de agradecimiento (que no falte) Damaris lo teleporta de nuevo junto al coche que abandonó en la carretera. Mareado por el efecto del teleportador, Wilbur llega a pensar que todo lo ocurrido ha sido una alucinación y empieza a olvidarse de ello. Pero Damaris no se olvida de él. Y Las Máquinas tampoco, que ya lo han fichado como enemigo a eliminar.

Al día siguiente Wilbur le cuenta a Tina el extraño sueño que tuvo. Debido a ello, cuando recibe en su oficina una llamada telefónica en la que la voz de una mujer le cita en una cantera abandonada para que le ayude a destruir una base de Las Máquinas, Wilbur piensa que se trata de Tina llevando a cabo otro intento de ligárselo. Wilbur decide seguirle el juego y acudir a la cita. Como está convencido de que es una broma de Tina, acude desarmado y desprevenido. 

Mientras la espera frente a la entrada de la cantera, ve como un individuo se acerca a él. A pesar de estar burdamente disfrazado con un abrigo, Wilbur reconoce en el individuo a uno de los tipos que atacaban a Damaris la noche anterior. No se trata de uno de ellos, que fueron destruidos, pero todos los robots son idénticos.

Wilbur salta a su coche y se larga, mientras el robot hecha a correr tras él en plan Terminator. Mientras tanto, Damaris aprovecha que Las Máquinas están pendientes de Wilbur para infiltrarse en la cantera, destruir con su micro-desintegrador al resto de robots y volatilizar toda la instalación.

Otro día pasa en el que Wilbur, al volver del trabajo, se encuentra al robot que persiguió su coche dentro de su propia casa. A pesar de la enorme fuerza del robot, Wilbur logra hacerle saltar la cabeza con un atizador de la chimenea. Todavía está asimilando el hecho de que todo lo relacionado con Damaris pueda ser cierto cuando se presenta un nuevo peligro… una visita de su estirada tía Mónica y su revoltosa primita Quitina. Esconde cuerpo y cabeza del robot en el desván y corre a abrirles la puerta. Mientras Mónica le sermonea sobre su aspecto, el desorden de su casa, que ya va siendo hora de casarse, que debería buscarse otro trabajo, etc., Quitina recorre las habitaciones abriendo cajones y buscando juguetes o lápices de colores con los que entretenerse.

Quitina sube al desván y ve el cuerpo del robot, confundiéndolo con un maniquí. Inmediatamente localiza la cabeza en una mesita cercana y, subiéndose a una silla, la coloca en su lugar por ver cómo le queda. La energía interna del robot suelda la cabeza, y el conjunto se reactiva. Quitina, creyendo ahora que se trata de algún tipo de juguete mecánico, se queda encantada junto a él viendo cómo se mueve espasmódicamente.

Damaris, que estaba observando la escena desde los paneles de control de su caverna, contacta telepáticamente con Wilbur para advertirle de lo que está ocurriendo. Este corre escaleras arriba dejando a tía Mónica con la palabra en la boca y se enfrenta de nuevo al robot, que está vampirizando a Quitina. Esta es una capacidad que tienen los robots de recargar sus baterías mediante el tacto, drenando la energía eléctrica presente en los seres vivos.

Damaris se decide al fin a teleportarse al desván para ayudar a Wilbur y vaporiza al robot con su micro-desintegrador. Luego se disculpa por haber tardado tanto en acudir. Damaris era emperatriz de su mundo, está acostumbrada a ser servida y protegida, más que a intervenir ella en ayuda de los demás, pero ya ha asumido que la situación ha cambiado y también ella debe hacerlo. 

Tan pronto como Mónica y Quitina se van, Damaris se hecha en brazos de Wilbur para demostrarle hasta donde está dispuesta a llevar su incipiente alianza.   

Y básicamente esta es la primera historia de Fantasía S.A. No he podido averiguar cuantas llegaron a publicarse y solo tengo otras dos completas. No son fáciles de encontrar porque, a diferencia de otros comics de Edmond como los citados Jan Europa o Doctor Impossible, que tuvieron una colección propia, esta solo apareció como complemento de otras revistas y casi siempre fragmentada. 

El maniquí del desván. 1975. Andreu Martín i Farrero (guion) Edmundo Fernández Ripoll (dibujo). Publicado integro en 1982 en Bruguelandia nº 7.

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