EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
El tercer número de Haunted Gotham nos presenta una amenaza totalmente diferente a las vistas en los números anteriores: serpientes. Serpientes de todo tipo, de las que envenenan, de las que trituran y de las que solo dan repelús. Montones de serpientes en cualquier color y tamaño posible. Serpientes totalmente normales, especies conocidas de todos los rincones del mundo, pero en cantidades imposibles y apareciendo en cualquier lado de forma difícil de explicar.
La ciudad lleva semanas sufriendo ataques de serpientes, algunas brotando de las alcantarillas, otras de debajo de las camas, del desagüe de los baños o del fondo de los armarios. Las serpientes en sí son comunes, pero sus puntos de aparición parecen literalmente cosa de magia.
La historia comienza con Batman, Gordon, Cassandra y varios agentes más tratando de contener una marea de ofidios que recorre la calle como una ola viviente. Emplean unas granadas de gas venenoso especiales, desarrolladas por Batman a tal efecto. Tras una dura batalla, terminan con varias toneladas de serpientes muertas amontonadas en la calle que los servicios de limpieza se llevan en carretillas. El responsable de esto es una criatura que se hace llamar Lord Ofidio, con aspecto de serpiente antropomorfa. Además de desatar estas plagas por la ciudad, ha formado una pequeña secta a su alrededor. Sus seguidores, típicos sectarios encapuchados (los Ofiliadores), lo adoran como a un dios. O al menos, como a un avatar de otro dios.
Lord Ofidio y sus servidores se refugian en una serie de grutas naturales subterráneas que años atrás se formaron debido al impacto en las inmediaciones de Gotham de un meteorito. Los Ofiliadores han estado raptando gente de las calles para llevarla a su guarida y sacrificarla lanzándola a un profundo pozo lleno de los huesos de victimas anteriores. Esto ha pasado más o menos desapercibido porque las desapariciones en la Gotham Embrujada son algo habitual, pero normalmente las personas vuelven a aparecer pasado un tiempo… convertidas en zombis, en espectros, partidas en trozos, flotando en el río… pero el caso es que aparecen de un modo u otro. En estas últimas desapariciones no se encuentra ningún rastro de los cuerpos.
Un cadáver llega a la morgue con varias mordeduras de serpiente. El forense informa a Gordon y a Batman que el veneno que llena sus venas contiene microhuevos de serpiente, que se están gestando en el torrente sanguíneo. Esto le recuerda a Gordon otro cadáver encontrado en circunstancias similares dos noches atrás. Al examinarlo también, el cuerpo se hincha y revienta, esparciendo cientos de pequeñas serpientes.
Lord Ofidio también se dedica a robar en joyerías y museos, pero solo se lleva piedras preciosas, no metales nobles u objetos valiosos. Sus robos llaman la atención de Batman y Gordon porque es muy selectivo: se lleva algunas joyas concretas y deja atrás otras igualmente valiosas, y roba también piezas de bajo valor real, como cristales y geodas. Al atender la alarma de un museo, Batman tiene su primer encuentro con Lord Ofidio, que está llevándose varias gemas en un saquito. Al verse descubierto, Lord Ofidio alza una de estas gemas y de ella parte un potente y cegador rayo de luz que aturde a Batman. Ése es el motivo por el que escoge unas joyas y cristales e ignora otras: algunas tienen características (pureza, corte, número de facetas, composición) que le permiten canalizar su poder a través de ellas.
Lord Ofidio huye con su botín y deja a Batman en manos de sus sectarios, creyendo ilusamente que podrán acabar con él. El Batman de esta realidad, que no tiene reparo en matar a los criminales, rocía a los sectarios con la llama de su guante de fuego y los derriba a puñetazos mientras arden vivos. Pero Lord Ofidio no escapa del museo saliendo a la calle, sino que baja al sótano. Batman lo persigue y descubre que también entró en el museo por ahí. La guarida de Lord Ofidio se extiende bajo buena parte de la ciudad y sus servidores han cavado túneles que la conectan con las alcantarillas, y desde ahí cavaron hasta el sótano del museo. Las alcantarillas son un laberinto y, sin saber por dónde se fue su adversario, Batman renuncia a perseguirlo.
Dejando al resto de acólitos apalizados y chamuscados en manos de la policía, Batman arrastra a uno de ellos hasta el local de Cat Majic para que lo use como foco y así localizar a su amo, tal y como hizo anteriormente con el trozo de un zombi. Cat se concentra y extrae toda la historia de la mente del sectario. La historia que nos cuenta se adentra en el género del horror cósmico.
Desde la lejana constelación de Ofidio, unas criaturas que a nuestro entender solo pueden ser calificadas de dioses, enviaron un meteorito contra la Tierra. Este se estrelló cerca de Gotham, dividiéndose en varios fragmentos que quedaron clavados en el suelo formando una línea irregular que recuerda vagamente a una serpiente de piedra rota en pedazos. Un joven local llamado Jeremy Adder vio caer el meteorito y se acercó a él con curiosidad. Las rocas emitían una vibración, un rumor ultrasónico, que solo él parecía oír. Y lo que en un principio era solo un rumor casual fue tomando poco a poco forma de voz. Al principio, un susurro seductor, luego instrucciones, y de instrucciones pasaron a ser órdenes ineludibles.
Jeremy se volvió adicto a oír el susurro, a la vibración de las rocas, hasta el punto de pasar noches enteras durmiendo acurrucado junto a ellas. Las rocas emitían una radiación que él percibía como una reconfortante calidez y, con los años, esa radiación fue cambiando su estructura física hasta convertirlo en el hombre serpiente que es en la actualidad. Los cristales que se dedica a robar son aquellos más similares que es posible encontrar en la Tierra a la composición del propio meteorito original. Al reunirlos en su cueva con los otros, aumenta el poder de estos y la voz de los dioses que le hablan gana claridad. Y asimismo, el poder que estos le transmiten aumenta en intensidad.
La caverna que habita está justo debajo de la zona donde se produjo el impacto del meteorito, y su malsana luz y su radiación bañan continuamente a Lord Ofidio y los Ofiliadores. Al parecer, Lord Ofidio no tiene otra meta en la vida que servir a esos dioses que le hablan desde las lejanas constelaciones y que le piden sacrificios. Este es el motivo por el que ha estado llevando a esa gente a su guarida para matarlos allí, como ofrendas a sus dioses.
Mientras Batman está ocupado asimilando esto, Alfred recibe una inesperada visita. Los Ofiliadores, excavando otro de sus túneles, han encontrado la Batcueva por casualidad. Obviamente esta no figura en ningún mapa, por lo que los sectarios no esperaban encontrar allí nada más que roca a través de la cual excavar para llegar a los túneles del metro. Su mente está tan degradada que no son conscientes del descubrimiento que han hecho; para ellos, lo único que cuenta es que se han topado allí con Alfred, que es otra víctima perfectamente válida para sus sacrificios. Lo agarran y se lo llevan a su guarida, sin importarles nada más.
Afortunadamente, Batman encuentra a Alfred todavía vivo cuando va a la guarida de Lord Ofidio, no porque sepa del rapto y vaya a su rescate, sino porque Cat le ha revelado el lugar donde se esconden los sectarios. Al ir en busca de Lord Ofidio, Batman se encuentra con que está a punto de lanzar a Alfred al foso de los huesos. No le lleva mucho trabajo acabar con Lord Ofidio, que pese a tener una fuerza superior a la humana, cae con unos cuantos golpes bien dirigidos. También hace estallar el cristal de mayor tamaño de la cueva, el meteorito original y la principal fuente de poder de Lord Ofidio. Lo hace cuando sus adoradores están agrupados alrededor y la explosión resultante los derriba a todos, física y mentalmente destrozados por la repentina pérdida de conexión con sus dioses.
Lord Ofidio es capturado y encerrado junto con todos sus seguidores. La intención de Gordon y Cassandra es ejecutarlo cuanto antes, pero Batman tiene otros planes para él. Propone crear un asilo especial para monstruos que sea a la vez una prisión donde retenerlos y un sanatorio donde estudiarlos, y ofrece los terrenos de su familia en las colinas Arkham. Es así como, en este universo propio de la Gotham Embrujada, se funda el manicomio de Arkham, siendo Jeremy Adder, alias Lord Ofidio, su primer recluso/paciente.
Ahora bien, la cosa no ha terminado aquí. En el pozo de sacrificios se encuentran los huesos de cientos de personas, tantos que los agentes encargados de vaciarlo pasan horas llenando cajas para llevárselos y examinarlos. Repentinamente, el montón de huesos que queda en el fondo estalla y de su interior brota una serpiente gigantesca (y al decir gigantesca me refiero a cientos de metros de longitud), un verdadero monstruo que se desliza por las calles arrasándolo todo a su paso.
Esta es la criatura a la que se lanzaban los sacrificios ¿Es este monstruo uno de los dioses arcanos a los que Lord Ofidio servía, o tal vez solamente otro avatar de ellos, como lo es el propio Lord Ofidio? ¿Su existencia es una forma de crear un vínculo permanente con la Tierra o quizá una cabeza de puente a partir de la cual hacer aparecer más criaturas, cada vez mayores y más poderosas?
Batman se lanza contra este nueva criatura y pelean durante varias páginas. Consigue deshacerse de ella arrancándole un colmillo de un puñetazo para clavárselo luego en su sinuoso cuerpo. La naturaleza alienígena del colmillo es idéntica a la de la piel de la criatura, por lo que este se hunde sin problemas en la carne. El colmillo hueco resulta contener suficiente veneno para acabar con la propia serpiente, que muere en pocos segundos.
A continuación, y puesto que había visto cómo el monstruo se tragaba viva a una mujer, se adentra por la boca de la criatura hasta encontrar a la chica todavía viva, medio sumergida en un charco del líquido digestivo. Tomándola en brazos y utilizando un batarang como cuchillo, se abre paso desde el interior por la carne de la propia serpiente hasta encontrar algo parecido a un corazón, que apuñala para asegurar su muerte antes de abandonar el cadaver.
No está mal, pero me ha gustado menos que las anteriores. Algo que caracteriza a Batman es que la motivación de todos los villanos es algún tipo de trauma personal, que no los exime de la culpa de sus actos pero sí explica lo aberrante de estos. Lord Ofidio, en cambio, es solo un títere. Sus motivaciones no se sienten personales ni entran en el terreno de lo íntimo. Sus actos le son impuestos por una voluntad superior del mismo modo en que él impone su voluntad a sus acólitos. Cuando el cristal principal de su guarida estalla, Lord Ofidio pierde toda motivación porque ya no oye las voces que le guiaban y le daban instrucciones. Su vida deja de tener razón de ser porque lo que le impulsaba a actuar nunca fueron sus propios planes, sino los de otros. Quizá sea por eso por lo que Batman insiste tanto en mantenerlo vivo e incluso pone en marcha la creación del asilo de Arkham, porque se da cuenta de que no actuaba por libre albedrío.
La aparición final de la serpiente colosal es espectacular, pero la forma en que la derrota es bastante convencional. Y meter con calzador una historia de horror cósmico en un ambiente totalmente orientado al horror gótico no termina de funcionar. La siguiente y última historia, La sangre del murciélago, devuelve la trama a sus cauces originales.
Haunted Gotham. 2000. Doug Moench (guion) Kelly Jones (dibujo). Publicado en 2006 por Planeta DeAgostini.
No hay comentarios:
Publicar un comentario