Presentado por... el Supervisor General.

Hoy es el séptimo aniversario de este blog. Desde el anterior se han añadido 282 entradas para un total de 2301. Espero que al menos algunas de ellas os hayan resultado interesantes o entretenidas.
Para que esta no sea una entrada vacía, tengo para mostrar un par de libros que, curiosamente, también conmemoran un aniversario importante. Fueron publicados en 2015 para celebrar los cien años de la fundación del Arma Submarina, nombre que recibe el conjunto de submarinos militares españoles.
Nunca estuvieron a la venta y se editaron en un número muy limitado, como obsequio para las dotaciones de los submarinos activos en ese momento y las personalidades relevantes que asistieron a los diversos eventos programados.
Tengo estos libros porque, de los veintitrés años que formé parte de la Armada Española, siete los pasé como tripulante de uno de sus submarinos. No voy a liarme a contar batallitas ni anécdotas, tranquilos. La entrada es para mostrar, como en todos los aniversarios del blog, algún elemento de mi colección que ha tenido una especial relevancia en mi vida. En este caso, por esos siete años de servir a la patria trabajando en las estrecheces, incomodidades y (por qué callarlo) riesgos inherentes de hacerlo en un vehículo que navega a decenas (en ocasiones a cientos) de metros bajo las olas, en lugar de hacerlo sobre estas como todo barco decente.
El libro de mayor tamaño cuenta con 160 páginas y tapas duras. Contiene material muy diverso, desde una compilación de datos históricos y técnicos (tan precisos que en otra época se hubiesen considerado secreto de estado) hasta las quejas de un oficial de víveres que tuvo que pasarse un mes alimentando a la tripulación con puré en polvo, natillas en polvo, huevina en polvo, leche en polvo, y fruta enlatada. Y el agua potable para mezclarla con la comida en polvo no sobraba, precisamente. El más pequeño, en formato apaisado, cuenta con 215 páginas en blanco y negro y es más un catálogo fotográfico, con los textos explicativos justos para indicar qué muestra cada imagen.
Los libros son un repaso pormenorizado a los (en aquel ya lejano 2015) cien primeros años del Arma Submarina española, fundada formalmente en 1915. Esta tiene una relevancia especial en la historia mundial, ya que fue la que dio origen a los “auténticos submarinos” tal como los entendemos a día de hoy.
Aunque existieron modelos anteriores al submarino Peral, este es considerado el primer submarino verdadero por varias razones. Desde el llamado Diseño de Bourne, de 1578, docenas de submarinos desfilaron tratando de hacerse un hueco en las armadas de guerra. Algunos fueron simples diseños teóricos: planos sobre papel que jamás se construyeron. Otros sí llegaron a fabricarse, pero los resultados en las pruebas fueron tan pobres que los proyectos acabaron abandonados. Algunos modelos funcionales lograron incluso dañar barcos enemigos, pero tras esto no pudieron regresar a puerto y acabaron en el fondo del mar convertidos en grandes ataúdes colectivos.
Eran ingenios extremadamente básicos. Hubo submarinos metálicos, pero también de madera e incluso de cuero cosido. Los primeros modelos atacaban embistiendo al enemigo con un pincho de hierro colocado en la proa pensado para perforar el casco, o con una bomba adosada al extremo de una pértiga que quedaba clavada al adversario al chocarse con él. Hubo un modelo ruso (el Nikonov, de 1720) armado con lanzallamas… y he de decir que encuentro muy original el concepto de un submarino usando el fuego como arma.
Algunos contaban con piezas de artillería, pero estas eran simplemente armas diseñadas para tierra firme montadas sobre el casco. El submarino debía emerger, quedando al descubierto para que los tripulantes salieran de uno en uno por la escotilla a alistar y operar el arma, que a menudo había quedado inutilizada por la inmersión. Los dos grandes problemas, no obstante, eran la propulsión y el oxígeno: algunos usaban remos, otros mecanismos de tracción, vapor, turbinas de gas comprimido… pero todos tenían una autonomía muy limitada, no pudiendo alejarse más que unos pocos kilómetros de costa. Su papel se limitaba a la defensa de puertos, ya que ni tan solo podían alejarse de estos tanto como para perderlos de vista, antes de verse obligados a regresar a ellos.
Además, ninguno contaba con un sistema de renovación de aire, así que una vez se consumía el oxígeno disponible dentro del sumergible, este se veía obligado a emerger para que la tripulación pudiera respirar. En definitiva, eran ideas interesantes, pero ninguno era realmente funcional.
El submarino Peral fue un diseño casi alienígena para su época: un doble casco de acero, propulsión por condensadores eléctricos, sistemas de renovación de aire, torpedos propulsados a motor que se podían lanzar con precisión estando sumergido, y una autonomía de 400 kilómetros. Si nos ceñimos a la verdad, no fue ni el primero en construirse, ni el primero en sumergirse (voluntariamente, se entiende), ni el primero en ser capaz de emerger luego, ni siquiera el primero en hundir un barco enemigo. En lo que sí fue el primero es en lograr hacer todas esas cosas y, además… permitir a la tripulación regresar a puerto con vida. Porque una misión no puede considerarse verdaderamente exitosa si no se vuelve a casa para contarla.
Hay una razón por la que he esperado al séptimo aniversario del blog para mostrar estos libros. No sólo porque fueron también siete los años que estuve destinado en un submarino, sino porque esta fue precisamente la causa por la que me vi obligado a abandonar la Armada Española y también el motivo por el que comencé a escribir en este blog.
En el transcurso de una misión sufrí un accidente, a consecuencia del cual tuve que pasar por quirófano. Cinco horas de cirugía seguidas de más de un año de rehabilitación, tras el cual me confirmaron que la recuperación de la movilidad que había perdido era imposible. Fue durante ese año y pico, en el que mi futuro en la Armada no estaba claro, cuando comencé con el blog como una forma de llenar el tiempo mientras esperaba una recuperación que finalmente no se produjo. A causa de esa lesión fui también desmovilizado y terminó mi (quizá no muy espectacular, pero al menos sí sólida hasta ese momento) carrera en las Fuerzas Armadas.
¡Ups! Al final si que he terminado contando batallitas😅. Supongo que en algunos casos es inevitable.
Así que realmente puedo decir que a los submarinos les debo tanto el haber perdido lo que, desde pequeño, había sido mi verdadera vocación, como haber iniciado lo que actualmente es una de mis mayores aficiones, que no es otra cosa que este humilde blog. Como dice el refrán “No hay mal que por blog no venga”🤔… bueno, algo así era, más o menos… Vosotros ya me entendéis.
El estar repasando todas estas fotos de la vida a bordo de los submarinos me ha recordado la austeridad que suele imperar en ellos, por lo que este año celebramos el aniversario del blog con un simple botecito de gelatina con una velita. Puedo asegurar categóricamente que es mucho mejor que el flan en polvo.
Y eso es todo. Esperamos volver a veros por aquí cuando celebremos el octavo aniversario, amigos.
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