EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Vamos con la última entrega de esta serie que, para mi gusto, se le podría haber sacado mucho más partido con un estilo gráfico más adecuado.
Batman ha llamado a su mansión a los pocos aliados en la lucha contra el mal que tiene en la ciudad. Mientras espera su llegada, conversa con el espíritu de su padre, el cual le cuenta el motivo por el que eligió el murciélago como su símbolo.
No fue una decisión totalmente suya. Poco después del nacimiento de Bruce, coincidiendo con la expulsión de Emil Varner de la Escuela Invisible, un enorme murciélago entró en la mansión atravesando una de las ventanas y voló a través de salas y pasillos directamente hasta la habitación en la que dormía Bruce. Thomas corrió tras él pensando que era una criatura del mal enviada a matar a su hijo. Pero al entrar en la habitación vio cómo el murciélago se había posado en la cuna del bebé y, mirándolo fijamente, pronunció con una voz clara: «Yo soy el murciélago», a lo cual el bebé respondió con una voz también clara y totalmente formada: «Y yo, el hombre». El murciélago se marchó y Bruce ya no volvió a hablar hasta pasados once meses, haciéndolo desde cero como cualquier bebé normal.
El espíritu de Thomas manifiesta entonces no saber por qué, si lo que se personó en la mansión era una fuerza del bien, adoptó el aspecto de un tenebroso murciélago. Lo achacaba a que en la Gotham Embrujada no hay lugar para el verdadero bien, sino solo para un mal más justo, más permisivo, menos destructor que el resto. Batman encarna ese mal: un hombre al que se le ha dado el poder para imponerse a otros hombres, pero que, en lugar de eso, debe elegir voluntariamente defenderlos. Un monstruo al que se le ha dotado de libre albedrío para que él decida si quiere serlo o no serlo.
Los invitados van llegando uno tras otro a la mansión. Estos son: Cat Majic, que va a oficiar una ceremonia de espiritismo en la que todos participarán. El comisario Gordon y la agente Cassandra Knight, representantes de la ley de los hombres. Simon Steel, el ultimo vicario de Gotham, representante de la ley divina. El mayordomo Alfred, que sabe más sobre los Wayne y sobre la mansión que el propio Bruce. Cal, el esqueleto viviente. Y finalmente, Batman.
La sesión comienza. Todos se toman de las manos en torno a una mesa circular. Los espíritus hablan a través de la boca de Cat. Espíritus que se burlan de Bruce, que se regodean con lo mucho que están retorciendo y haciendo sufrir el alma de su madre. En un momento de debilidad, Bruce le grita al espíritu de su madre que utilice a Cat como portal para aparecerse en la mansión, donde estará segura. La Escuela Invisible creó una serie de defensas mágicas en torno a la mansión que impiden que los espíritus y los demonios entren en ella. Sin embargo, la invitación de Bruce, como dueño de la casa, permitiendo a un espíritu acceder a su interior a través de las defensas, inhabilita estas y rompe la protección mágica del lugar. Percibiendo esto, todas las fuerzas del mal de Gotham se congregan en torno a la mansión Wayne, preparándose para asaltarla.
El espíritu de su madre es el primero en aparecer en la mansión, pero ya ha sido casi totalmente corrompida por las fuerzas del mal. Su entrada es el pistoletazo de salida para los demás seres sobrenaturales, que van ocupando rápidamente las distintas salas y pasillos de la mansión. Bruce comete el error de salir en persecución del espíritu de su madre en un vano intento de recuperarla. Y ésta, que lo único que pretendía era romper el círculo que habían formado todos los presentes, ve cumplido su objetivo.
El grupo se dispersa para buscar a Bruce. Alfred es atacado por unas manos espectrales que brotan de un cuadro y lo absorben a su interior. Gordon y Cassandra se enfrentan a poltergeist que lanzan contra ellos bolas de billar y cuchillos. Ni tan solo el espíritu de Thomas está a salvo ahora, ya que la propia alma corrupta de Martha va tras él. Cal, quizá el más vulnerable de todos por ser un esqueleto viviente ya de por si creado mediante magia negra queda corrompido y se vuelve malvado, como un monstruo más al servicio de los señores demonios.
Batman, por su parte, se las ve y se las desea para contener a las docenas de zombis que invaden su mansión a través de puertas y ventanas de la planta baja. Estando rodeado por ellos recibe una ayuda inesperada; Cat decide en ese momento revelar su verdadera condición y se transforma en mujer gato, como una variante del licántropo con rasgos felinos en lugar de lupinos. Valiéndose únicamente de sus afiladas zarpas y ferocidad animal, Cat se lanza contra los zombis destrozando varios de ellos y dándole un respiro a Batman. Cuando entre ambos consiguen despejar la primera oleada de criaturas, Batman se muestra molesto por el hecho de que Cat le haya ocultado su verdadera condición. Pero en la Gotham Embrujada nadie es totalmente inocente ni totalmente puro; cada uno debe encontrar la forma de abrazar su propia oscuridad, sea esta mucha o poca, para aprender a controlarla.
Muchos más zombis se congregan fuera de la mansión y Batman sale a combatirlos con fuego y plata, mientras sus aliados siguen luchando en el interior. La propia mansión Wayne proporciona munición a las fuerzas del mal, puesto que además de los monstruos que han entrado en ella, algunas de las armaduras de colección que adornan la mansión cobran vida, atacando como toscos autómatas. El vicario Simon corre de un lado a otro con un tanque de agua bendita a la espalda, rociando cada espíritu que se encuentra. La mansión, en definitiva, se convierte en un campo de batalla entre las escasas fuerzas del bien y las aparentemente infinitas fuerzas del mal, y la batalla termina por trasladarse de la mansión a la Batcueva.
En el interior del cuadro al que ha sido absorbido, Alfred encuentra lo que queda de bueno del alma de Martha y lo rescata, dejándolo en manos del espíritu de Thomas. Este sabe que, antes o después, los demonios terminarán por corromperlos totalmente a ambos, por lo que pide a Bruce que acabe con ellos. Si, como espíritus, son destruidos por las fuerzas del bien, no podrán ser reclamados por las fuerzas del mal. El vicario rocía con el agua bendita de su tanque los incontables murciélagos que cuelgan boca abajo del techo de la Batcueva, haciendo que estos despierten y aleteen frenéticamente, volando de un lado a otro. Esto hace que salpiquen toda la Batcueva con las gotas de agua bendita que se desprenden de sus cuerpos y alas, purificando los espíritus de los Wayne. Batman los barre entonces con el micro lanzallamas incorporado en su guante. La mezcla de agua bendita y fuego purificador hace su extraña alquimia, consumiendo definitivamente a ambas almas, negándoles la entrada al paraíso si alguna vez Gotham logra ser exorcizada, pero negándoles también a los demonios el poder reclamarlas mientras tanto. La explosión de ectoplasma que las almas destruidas dejan tras de sí alcanza el gran murciélago de piedra, y de este brota una intensa luz que barre con todos los seres de las tinieblas presentes tanto en la mansión Wayne como bajo esta y sus alrededores.
La batalla termina a todos los efectos. Cal, el esqueleto, ha recuperado el dominio de sí mismo, aunque en el momento de hacerlo Batman ya había destrozado a golpes todos los huesos de su cuerpo defendiéndose de él, salvo los del cráneo. Cal queda así relegado a ser un adorno parlante sobre la repisa de la chimenea. Alfred ha logrado salir del cuadro y todos (salvo Cal) están más o menos indemnes, teniendo en cuenta todo por lo que han pasado. Los espíritus de los padres de Bruce han sido destruidos y ya ni sus almas inmortales quedan de ellos. Y la protección mágica que impedía a los demonios atacar la mansión ha quedado rota. Pese a todo, es una victoria porque el vínculo entre todos los personajes se fortalece definitivamente. Ahora son un equipo, no un grupo de individuos actuando cada uno por su cuenta. Ahora todos luchan activamente contra el mal, en lugar de simplemente tratar de sobrevivir a él.
El murciélago que veintimuchos años atrás se posó en la cuna de Bruce vuelve a aparecer y vuela directamente hacia la estatua del murciélago de piedra que preside la Batcueva a modo de deformado crucifijo, fundiéndose en ella y dándole una especie de conciencia. Todo el grupo (de nuevo, excepto Cal, que sigue sobre la repisa de la chimenea) se congrega en torno a la estatua, sellando un acuerdo tácito por el cual van a seguir combatiendo juntos a las fuerzas del mal.
Y así termina esta historia, sin una verdadera conclusión ni una victoria definitiva, solo con el establecimiento de este peculiar grupo: un vengador enmascarado… una mujer gato con el poder de la adivinación… un par de policías sin más poderes que los de sus pistolas reglamentarias y las leyes que los respaldan… el vicario de la última iglesia de la ciudad… un mayordomo leal hasta la médula… la cabeza parlante de un esqueleto… y una escultura de piedra de un murciélago que parece tener conciencia propia y estar dispuesta a actuar como mentor del grupo. Cosas más raras hemos visto en los comics.
Esta mini serie no me ha entusiasmado, pero sí puedo decir que me ha gustado bastante. Me quedo con las ganas de ver como hubieran sido representados otros personajes y villanos de Batman en este entorno. El Enigma y el Espantapájaros, en particular, podrían haber sido muy interesantes
Puedes repasar esta historia desde el inicio pulsando aquí, o ver más material sobre Batman pulsando aquí.
Haunted Gotham. 2000. Doug Moench (guion) Kelly Jones (dibujo). Publicado en 2006 por Planeta DeAgostini.
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