EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Estamos a 21 de marzo, gente. ¡Feliz San Filemón! Personalmente el único Filemón que conozco es el agente de la TIA, así que dedicamos otra entrada a este cómic, que nunca está de más. He pillado el que tenía más a mano y ha resultado ser el de El coche eléctrico.
Ibáñez solía fijarse en las noticias del momento, en lo que estuviera pasando y lo que fuera relevante cada año para hacer sus tebeos a partir de ello. Se inspiraba en la realidad de su entorno, en su día a día, y este comic debió surgir a raíz de la proliferación de los coches eléctricos.
Inicialmente estos vehículos se anunciaron como una alternativa más ecológica a los coches de gasolina o diésel, pero por lo que se está diciendo ahora, la fabricación y el desmantelamiento de una sola batería de un coche eléctrico puede llegar a contaminar tanto como toda la vida útil de un coche de gasolina o diésel. Me parece una iniciativa interesante que se trate de hacer vehículos que no funcionen con combustible fósil, pero si lo que se obtiene es peor que lo que ya había, realmente es una senda a abandonar.
Pese a todo, los intereses creados en torno a los coches eléctricos mueven mucho dinero y por ello han sido extensamente promocionados, sacando a relucir sus ventajas y ocultando en lo posible sus (al parecer) demasiados inconvenientes. Quizá algún día los coches eléctricos sí sean una mejor inversión tanto económica como ecológica que los coches diésel o gasolina, pero todavía no se ha llegado a eso. Ibáñez naturalmente no podía quedarse sin sacarle punta al tema y dedicó una de sus historietas a los coches eléctricos.
La cosa va de que el Bacterio decide tomar cartas en el asunto y arreglar todos los desperfectos de los coches eléctricos para convertirlos en algo realmente funcional. Toda la trama de la historia serán los diversos “avances” que Bacterio prepara para modificar el diseño básico de los coches eléctricos y que naturalmente Mortadelo y Filemón se encargarán de probar, muy a su pesar.
La primera de esas pruebas es un compuesto que al disolverse en el agua produce una gran carga eléctrica, como alternativa a la batería. Este líquido es ingerido por error por Mortadelo, que comienza a transmitir descargas eléctricas de alto voltaje a todo aquel con el que entra en contacto, con los resultados esperables.
A continuación los agentes deben probar un prototipo de coche eléctrico que es... literalmente un coche eléctrico como los “autos de choque” de las ferias. Este vehículo suple la falta de potencia de su motor eléctrico con una serie de gadgets mecánicos: un muelle que le hace salir disparado para el arranque inicial, un garfio delantero con el que engancharse al coche que vaya delante (para ir a remolque de este) y un freno de emergencia que lanza otro garfio hacia atrás para engancharlo en algo. Puede que haya algo más pero no llegan a probarlo porque se estrellan antes.
El tercer intento es una variación del primero, otro líquido que al ser echado en el depósito genera una enorme cantidad de electricidad para no tener que depender de la batería. En esta ocasión el líquido es robado y Mortadelo y Filemón deben encargarse de recuperarlo. Para ello se les entrega un detector que localiza grandes fuentes de electricidad y veremos los intentos qué hacen de encontrar dicha fuente eléctrica dando lugar a la clásica serie de accidentes y malentendidos. Al final resulta que el producto no había sido robado sino que una mujer de la limpieza lo había cogido confundiéndola con un frasco de detergente. ¡Es importante etiquetar bien los envases!
El siguiente intento es un coche convencional al que se le han incorporado una variante de los gadgets que se ensayaron para el auto de choque y al que se le llena el depósito con el liquido productor de electricidad. Esto da como resultado una especie de monstruo mecánico incontrolable que empieza a actuar por cuenta propia, y el departamento de policía de la ciudad es en esta ocasión el principal perjudicado.
Para continuar con las investigaciones sobre las
mejoras del coche eléctrico se precisa financiación. La TIA acepta el
patrocinio de un mangante magnate árabe que dice estar interesado en el asunto.
En realidad, en lo que está interesado es en sabotearlo ya que su riqueza
depende de la venta de petróleo. Una vez en las instalaciones de la TIA el
supuesto inversor se dedica a tratar de destruir todos los modelos que se le
presentan. Pero por experiencia sabemos que manejar explosivos cerca de Mortadelo y
Filemón no suele acabar bien para nadie.
El siguiente promotor sí tiene un genuino interés en los coches eléctricos, y le encargan a Mortadelo y Filemón el darle un paseo en uno de ellos para mostrarle las excelencias de este. Es una variante de las historias típicas en las que deben escoltar algún personaje importante al que acaba pasándole de todo. Esta vez los problemas derivan del reducido tamaño del coche y el excesivo tamaño del pasajero.
El último intento de financiación viene del propio Papa de Roma, que envía un nuncio para echarle un vistazo al vehículo en cuestión. A resultas de este paseíllo el nuncio recibe golpes en la cabeza, le aplastan los pies, y se acerca demasiado para su propio bien al trasero de un elefante con cólicos diarreicos. Y esta es otra de las cosas que hacían de Ibáñez uno de los grandes. Independientemente de cuál fueran sus creencias personales era capaz en un mismo comic de hacer humor tanto a costa de un terrorista musulmán como de un alto cargo de la iglesia católica, sin importarle lo más mínimo el qué dirán.
Finalmente la mezcla electrogénica del bacterio revela tener un grave fallo: a las tres horas de haber puesto el coche en marcha, el motor explota haciendo que el vehículo vuele en pedazos junto con sus ocupantes. Esto nos deja con un final bastante clásico en el que un grupo de personajes envueltos en vendas como momias persiguen al Bacterio mientras todos gritan y se insultan.
No es de lo mejor de Ibáñez pero mantiene el tipo bastante bien. Encuentro interesante que los diversos intentos de mejorar el coche eléctrico sigan una progresión: primero pruebas con la fuente eléctrica, luego mecánicas, combinación de ambas, y por último financiación. En otras historietas similares de Ibáñez los episodios dedicados a probar diferentes inventos muestran situaciones desconectadas una de otra, pero aquí sí hay una evolución natural de la investigación.
El formato en el que tenemos este comic es en lo que antiguamente se llamaban “almanaques”: un tomo en el que además de dos o tres historias sobre los personajes se incluían páginas de material extra, como bocetos, curiosidades, reportajes, encuestas, etcétera. La otra historia que viene en este mismo número es Pánico en el zoo, que ya reseñamos en otra ocasión como número suelto.
¡Aparece una palabra salvaje! Nos topamos con la palabra "nuncio" mientras leíamos el tebeo. Aunque por el contexto se deducía que era algún tipo de cargo eclesiástico, buscamos el significado por curiosidad. Un nuncio es un representante diplomático de la Santa Sede (pero no del Estado de la Ciudad del Vaticano) con rango de embajador. Su misión principal es representar al Papa ante los estados y las iglesias locales, normalmente con el rango de arzobispo y reside en la nunciatura apostólica, que funciona de manera similar a una embajada. ¡Palabra salvaje capturada!
Podéis repasar los tebeos de Ibáñez ya reseñados pulsando aquí.
El coche eléctrico. 2013. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado en 2014 por Ediciones B / Grupo Z.
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