EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Aprovechamos el cumpleaños del extinto Ibáñez (89 añitos nos habría cumplido hoy, ese pintamonas ¡Que nunca desluzca su calva!) para reseñar otro de sus tebeos.
La aventura comienza con una apertura típica de Ibáñez: presentarnos el problema a través de la historia e incluso la prehistoria con escenas de la evolución de la gordura y sus consecuencias en la Edad de Piedra, la Edad Media, el Renacimiento, y llegando al fin al mundo moderno. Juntando todas las páginas dedicadas a repasar a su peculiar manera la historia del humanidad podríamos elaborar un libro de texto bastante más acertado que algunos de los que se emplean actualmente en las escuelas para educar a los niños pequeños.
La misión que los agentes deben afrontar en esta ocasión es algo vasto, de dimensiones considerables, un problema de peso que abarca un amplio… bueno creo que ya sabes por donde van los tiros. El Súper y otra serie de personajes importantes de la ciudad han engordado de forma espantosa en poco tiempo pese a sus esfuerzos (o eso dicen ellos) por adelgazar a base de dietas y ejercicio. El Súper sospecha que alguien pueda estar engordándolos de forma artificial mediante algún complicado sistema y envía a Mortadelo y Filemón a investigar al respecto. Les entrega una lista de las personas afectadas y los envía a ver qué encuentran.
Como es habitual en los tebeos de Mortadelo y Filemón, hay una especie de división por capítulos en las que cada uno de ellos está dedicado a mostrarnos como “protegen” a una de las personas de la lista. Los acompañán en su día a día para tratar de averiguar si pudiera ser algún tipo de fuerza externa la que los está engordando contra su voluntad. Las consecuencias de esta protección son las habituales: caídas por escaleras, accidentes de tráfico, golpetazos de todo tipo, humillación pública, incendios y explosiones… Sólo que esta vez la torpeza de los agentes no es la única culpable.
Una parte importante de lo que les ocurre a ellos y sus “protegidos” es consecuencia simplemente del tonelaje de las personalidades a las que acompañan. Ibáñez no se cortó ni un pelo (que muchos no le quedaban ya cuando hizo esto) en mostrarnos cómo los gordos son simplemente menos ágiles, más torpes, y más incapaces de hacer sus tareas cotidianas. Todo ello son cosas que es políticamente incorrecto decir a día de hoy por muy ciertas que sean.
Entiendo que algunas personas con mucho sobrepeso y poca fuerza de voluntad puedan sentirse ofendidas porque se hagan chistes a costa de los gordos o se los ridiculice, pero el ridículo es un gran aliciente. Ya que no por salud, es posible que se replanteen su problema solo por el hecho de no sentirse ridículos. Yo mismo he estado veinte kilos por encima de mi peso ideal durante demasiados años, y hace relativamente poco que me los estoy quitando de encima. Y sí, el sentirme ridículo cuando me veo en esas situaciones en las que el sobrepeso me dificulta el hacer algo que antes no me costaba ningún esfuerzo, me anima más a deshacerme de los kilos que me sobran que las posibles consecuencias para mi salud.
Es por eso que no veo absolutamente nada de malo que se ridiculice a los gordos, o a los drogadictos, o a los llorones que se quejan por todo pero no mueven un dedo para solucionar nada. Y aun siendo categorías muy diferentes, todos ellos tienen algo en común; una actitud que por su propio bien y el de los demás les conviene abandonar. Eso de que hoy en día no se pueda hacer humor a costa de nada por si ofende es un error precisamente por el hecho de que mucha gente necesita ser ofendida para reaccionar, ya que por sí mismos no lo harán.
Hacia el final de la aventura la cosa se acelera y en lugar de un gordito por capítulo (aunque en este caso no hay una verdadera división por capítulos como tal) los agentes visitan a varios de ellos uno tras otro. Todos ellos en algún momento comentan que están engordando pese a beber ingentes cantidades de Agua Canija, un producto que se anuncia como adelgazante. Filemón, el menos zoquete del elenco de la TIA, llega a la conclusión que el Agua Canija podría tener algo que ver en el asunto ya que es el único factor común a todos los casos. Raudos y veloces se dirigen a la planta embotelladora que está protegida por un fiero bulldog. Esto desata una batalla de inteligencias entre los agentes y el perro con resultados que creo ya os podéis imaginar.
Tras varios intentos logran deshacerse del chucho e infiltrarse en las oficinas de la embotelladora. Allí descubren que, efectivamente, un malvado doctor loco ha adulterado las botellas de agua con un producto químico que hace engordar desmesuradamente a quien lo bebe.
Y bueno, actualmente se estila mucho que los youtubers e influencers con sobrepeso achaquen este a todos los factores posibles excepto a sí mismos: a la sociedad, a la industria de la moda, a las empresas alimentarias... todos son culpables de que ellos estén gordos excepto ellos mismos. Así que los gordos que se ofendieron porque anteriormente este comic ha hecho burla a costa de ellos, ahora deberían alegrarse de que les den la razón: tienen sobrepeso porque hay un malvado complot orquestado por un científico loco, única y exclusivamente para que ellos engorden🙄
El caso es que al ser descubierto el científico loco trata de huir y termina cayendo a un depósito donde guardaba toda el Agua Canija ya adulterada. La consecuencia de esto es que engorda tanto que lo atan a una cadena y lo utilizan como bola de demolición para una grúa. Tras esto solo queda repartir el antídoto (que el propio científico había preparado para vendérselo luego a los gordos) entre los afectados.
Como una historia de Mortadelo y Filemón no está completa sin una persecución final, el antídoto que sobra es destruido pero olvidan proporcionárselo antes a Ofelia, que también había sido afectada. Eso sí, la persecución es en esta ocasión mucho menos frenética que de costumbre. Debido a que Ofelia ya tenía un notable sobrepeso antes de probar el Agua Canija, termina convertida en una especie de Jabba el Hutt que necesita ser transportada por un camión de carga, que pese a todo apenas puede moverse.
Volviendo al tema de antes, entiendo que este tipo de cómics puedan resultar ofensivos para los gordos, pero solo para aquellos que sean lo bastante hipócritas como para achacarle la culpa de su estado únicamente a causas externas que nada tienen que ver con ellos. Es cierto que hay un reducido número de casos en que la obesidad está asociada a problemas de tiroides o algún otro trastorno médico. Pero esos casos son una ínfima minoría, no la casi totalidad de ellos como últimamente se está tratando de vender a la gente. A día de hoy, con los avances médicos, las dietas específicas, las máquinas de ejercicio que te permiten hacerlo sin moverte de casa, etc., quién está gordo es por falta de fuerza de voluntad, no por falta de medios para dejar de estarlo.
Una anotación adicional: todo el texto anterior lo escribí dictándoselo de palabra al ordenador mientras pedaleaba en la bicicleta estática. Luego tuve que retocarlo a mano, claro, pero lo que quiero decir es que ejercicio siempre se puede encontrar un momentito para hacerlo. Cuando meto un vaso de café en el microondas, por ejemplo, en lugar de quedarme de pie junto al micro mientras el vaso da vueltas me pongo a hacer sentadillas, que es uno de los ejercicios más completos que hay. Hago solo cinco cada vez, vale, pero a un par de cafés por día eso son setenta sentadillas a la semana o doscientas ochenta al mes. Sigue sin ser mucho pero todo contribuye al total. Y a esto se suma lo de pedalear mientras dicto al ordenador, o mientras leo el siguiente libro o cómic que después voy a dictar al ordenador, o mientras veo una película. Y se suma también a los trayectos a pie a aquellos lugares a los que puedo llegar quemando calorías en lugar de octanos, y pequeños detalles similares como subir por las escaleras en lugar de por el ascensor.
Hablando de esto con alguien (con sobrepeso) me dijo que él no podía adelgazar porque para hacer dieta y ejercicio hace falta mucho dinero. Que adelgazar era caro. Pero eso es otra excusa más. Yo no soy rico precisamente y llevo un año y medio perdiendo peso de forma lenta pero continua. No tengo un entrenador personal, ni voy al gimnasio, ni compro complementos dietéticos. Mi bicicleta estática me costó setenta y tres euros, y los saqué del dinero que ahorraba por el simple hecho de gastar menos en comida. ¡Resulta que comprar menos cantidad de comida sale más barato que comprar más, quien lo iba a decir!
Al final he alargado mucho más de lo que pretendía este comentario personal, pero ya que el tema del cómic es la gordura, he querido aprovechar para dar también mi opinión al respecto. Y reafirmo lo que dije antes: a algunos les parecerá que está mal, pero yo opino que sí hay que reírse de los gordos (entre los cuales por el momento me incluyo) porque quizá por vergüenza terminen poniéndose las pilas y haciendo aquello que no son capaces de hacer por su propia voluntad o por su propia salud. Y a los que piensan que no deben burlarse de sus familiares o amigos gordos porque con ello les hacen daño, que reflexionen si no les están haciendo más daño aún viendo cómo están pasados de peso (con todas las consecuencias negativas que tiene eso para su salud) y no haciendo nada que les anime a adelgazar.
Bueno gente, la báscula me indica que aún me sobran unos quince de esos kilitos malditos. Voy a por otro cómic o libro y seguiré pedaleando un rato hasta que tenga que ponerme con otra cosa.
Podéis repasar los tebeos de Ibáñez ya reseñados pulsando aquí.
Esos kilitos malditos. 1997. Guion y dibujo de Francisco Ibáñez Talavera. Publicado en 1999 por Ediciones B / Grupo Z.
Ayer mismo vi la noticia de un yutuber de solo 23 años que murió por sobrepeso.
ResponderEliminarSí, bueno, eso es relativamente normal. Cuando alguien tiene mucho sobrepeso ya desde la niñez o la adolescencia es raro que llegue a pasar de los 40 años. Siempre es una lástima que el extraordinario potencial humano se desperdicie de este modo.
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