EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ! ¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
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Saludos, infecciosos lectores.
Ayer llegó hasta nuestro alejado planeta el tráiler de la tercera película de la saga 28 días después. Teniendo en cuenta que la segunda se titulaba 28 semanas después, creo que todos esperábamos que la siguiente se titulara 28 meses después, pero no. El caso es que ver el tráiler me recordó que tenía por algún lado este comic. Es del 2007, es decir, del mismo año que la segunda película. Recopila cuatro historias, siendo las tres primeras independientes y finalizando con una cuarta en la que los personajes supervivientes de las anteriores confluyen. Los hechos que nos cuentan son simultáneos y compatibles con los de la primera película, pero no se cruzan con los de esta.
Los guiones de las cuatro historias son de Steve Niles, pero los dibujantes cambian. Esto lo considero un inconveniente menor porque las historias comparten algunos personajes pero cada dibujante tiene su estilo propio, y esto hace que no reconozcas a esos personajes al primer golpe de vista.
Desarrollo (dibujo de Dennis Calero). Esta primera historia es anterior al inicio de 28 días después. Comienza con dos científicos, Clive y Warren. Ambos están llevando a cabo una investigación para aislar los neuroquímicos naturales responsables de la respuesta de la ira, es decir, lo que hace que la gente se cabree hasta el punto de recurrir a la violencia sin estar en un peligro real. Clive es joven e idealista, y quiere hacer las cosas bien ciñéndose a los reglamentos y protocolos éticos. Warren es mucho mayor, su tiempo para alcanzar algún gran logro se está agotando, es más impaciente y tiene menos remilgos a la hora de saltarse alguna que otra norma. Y por desgracia, es Warren el que manda.
Visitan la comisaría de Londres en busca de casos de estallidos de violencia. Un agente les invita ver una serie de grabaciones: peleas y altercados de un salvajismo inusitado, gente matándose a golpes por mínimas disputas. Son docenas y docenas de casos similares, y cuando preguntan en que lapso de tiempo se recogieron esas imágenes, el agente les dice como si tal cosa que todo son sucesos de la pasada noche. Warren se aparta entonces para hablar con el capitán, y Clive se fija en que ambos hablan en susurros. Parecen llegar a algún tipo de acuerdo, y Warren entrega un abultado sobre cerrado al capitán.
Poco después el laboratorio recibe uno de los presos preventivos de la comisaría como conejillo de indias. Clive lo reconoce como uno de los tipos más violentos de los que vio en las grabaciones de los disturbios, y le reprende a Warren el estar experimentando directamente con humanos. Esa misma noche el individuo intenta escapar del laboratorio abriéndose paso a golpes, y Warren lo mata rompiéndole la cabeza con un extintor. El capitán no puede reclamarles el preso sin admitir que se lo alquiló ilegalmente a Warren, por lo que los científicos entierran el cuerpo en un jardín y la cosa termina ahí.
Continúan experimentando, ahora con monos, pero no obtienen los resultados esperados. El objetivo que perseguían era desarrollar un fármaco que anulara los neuroquímicos de la ira, aplacando al instante los brotes de violencia. Naturalmente no puede ser un consumible en pastilla o inyectable porque alguien ya furioso no se lo aplicará a si mismo ni dejará que se lo apliquen, así que Warren opta por añadir a la fórmula los elementos que hacen contagiosas a las enfermedades como la gripe o el ébola.
Esto resulta ser una mala idea, porque un elemento de la enfermedad muta al mezclarse con la fórmula provocando el efecto contrario. El fármaco pasa a replicarse en otros organismos infectándolos, como una enfermedad transmitida por contacto con la sangre y saliva, pero lo que hace es potenciar al máximo los neuroquímicos de la ira en lugar de aplacarlos.
Clive no es capaz de lidiar con ello, se va a casa y se pega un tiro. Pero antes hace una llamada anónima a una asociación de ecologistas y les habla de las pruebas con animales que están llevando a cabo en el laboratorio, y suponemos que también les facilita los códigos de las puertas de seguridad que necesitan para entrar. Lo que no hace, como vimos en la película, es avisarles sobre la naturaleza contagiosa de los animales.
Volvemos entonces al laboratorio, justo después del inicio de la película, cuando los ecologistas liberan a los animales, solo para que estos se abalancen sobre ellos a morderles. Warren está en su despacho, oye ruido en el laboratorio, y al entrar en él un mono se le echa encima y le muerde también, contagiándolo, antes de echar a correr por el edificio.
Propagación, de 1 a 14 días después (dibujo de Diego Olmos y Ken Branch). Al día siguiente del incidente del laboratorio, en el parque de Cambridge, una familia disfruta de un picnic. La familia se compone por los padres, Roger y Barb, los hijos adolescentes Sid y Sophie, y el pequeño Liam. Mientras medio se ríen y medio discuten, Liam se acerca a observar mejor algo raro que ha visto entre las ramas de un árbol.
Es un mono. Un mono extraño que parece tener el cráneo rapado y lleva algunos cables conectados a él. El mono salta contra Liam y le vomita un chorro de sangre en plena cara. Roger y Sid matan al violento simio a golpes y patadas, pero Liam está convulsionando. Los enfermeros de una ambulancia que ya se encontraba allí para atender a una ciclista accidentada ven lo ocurrido y dan prioridad a Liam, amarrándolo a una camilla a toda prisa para trasladarlo, pero el chico ya presenta claros síntomas de la enfermedad. Síntomas que el lector conoce pero los camilleros y su familia no.
La ambulancia sale disparada llevándose a Liam y el resto de la familia la sigue con su coche hasta el hospital. En el parque, otro ciclista que se detiene a observar el cadáver del mono es atacado de pronto por un grupo de personas infectadas, entre las cuales está Warren, el científico al cargo del proyecto de la historia anterior.
Mientras la familia sigue a la ambulancia por las calles ven algunos brotes de violencia, gente corriendo y peleando aquí y allá. Estos brotes van volviéndose cada vez más frecuentes, hasta que llegan al hospital. En cuanto el conductor de la ambulancia abre las puertas de atrás para sacar la camilla de Liam, éste y los dos enfermeros se abalanzan sobre él, gritando y manando sangre por la boca y los ojos.
Un par de semanas más tarde, lo que queda de la familia está atrincherada en su casa. O al menos, en una casa. Vemos que la puerta está bloqueada con muebles, las ventanas tapiadas, están a oscuras, y la puerta abierta de par en par de la nevera nos muestra que ya está vacía. Toman la decisión de tratar de llegar hasta la estación de King´s Cross (donde está el famoso andén 9 ¾ de la saga Harry Potter) por si hubiera todavía algún tren evacuando civiles. Logran llegar, pero el lugar es impracticable, convertido en un verdadero campo de batalla entre sanos e infectados, donde los primeros llevan claramente las de perder. Viendo la situación, cambian de planes y tratan de llegar a uno de los embarcaderos del Támesis y hacerse allí con un velero.
De camino al embarcadero conducen ante el Parlamento, que parece totalmente abandonado. Embisten y atraviesan una barricada, en la que los militares que la montaron les reciben con los gruñidos y ojos sanguinolentos propios de los infectados. Finalmente el coche se detiene, averiado, en medio de un puente. Bajo este hay algunas pequeñas barcas de remos ancladas al fondo. Roger y Barb les dicen a sus hijos que salten al rio y lleguen a nado a una de las barcas. Pero cuando los chavales lo hacen, ellos no los siguen. No saben nada seguro sobre los infectados, ignoran si son capaces de nadar, y no quieren que aquellos que ya los han visto y corren en su dirección, los vean saltar del puente porque los estarían llevando hacia sus hijos. Mientras Sid y Sophie nadan hacia una de las barcas, Roger y Barb se quedan esperando a los infectados, que ya llegan desde ambos extremos del mismo.
Exterminio, de 29 a 32 días después (dibujo de Nat Jones). Esta historia comienza al día siguiente del inicio de la película y se extiende a lo largo de tres días. En la película, Jim se despierta 28 días tras el estallido inicial. Pasa esa noche en Londres junto con Selena y el otro superviviente, y al amanecer salen hacia Deptford. Pasan otra noche allí (que sería la del día 29) y al amanecer regresan a Londres, llegando al anochecer del día 30. Se encuentran con Frank y su hija Hanna, que los acogen en su casa. Y al día siguiente, el 31 tras el estallido, parten en busca del campamento militar desde donde están haciendo el llamamiento para reunir a los supervivientes, y se alejan de Londres para no volver. Esta historia empezaría, por tanto, mientras Jim y Selena están camino a Deptford, y termina al día siguiente de que se marchen definitivamente de Londres, pero esto solo es importante por el modo en que acaba.
En el Londres ya tomado por los infectados, un hombre llamado Hugh Baker se está dedicando a liquidar a todos los que puede. Se ha ido proveyendo de armamento y equipo militar de los puntos de control y las barricadas abandonadas por el ejército. Tiene la habilidad y el carácter suficiente para salir de la ciudad, si quisiera hacerlo, pero se queda porque durante el estallido inicial le perdió la pista a su mujer, y aún tiene la esperanza de encontrarla sana.
Mientras está limpiando una calle agota su último cargador, y un tirador desconocido abate desde un tejado al infectado que le quedaba por matar. No sabemos quien es este otro superviviente. Está pertrechado con equipo militar, igual que él, pero no parece limitarse a matar infectados porque también le dispara a Hugh al pecho y a la cabeza. El primer disparo acierta de lleno en el chaleco antibalas de Hugh y lo derriba, el segundo falla, pero el tirador misterioso ve caer a Hugh y se marcha, creyéndole muerto.
A partir de ese momento el tirador se convierte en el blanco prioritario de Hugh, y se dedica a acecharlo. Limpiar la ciudad de infectados pasa a un segundo plano, y Hugh logra tenderle una trampa al tirador y acabar con él. Justo a continuación, tres cazas del ejército sobrevuelan Londres en baja cota buscando signos de supervivientes. Esto sucede 32 días tras el estallido inicial, cuando Jim, Selena, Frank y Hanna han abandonado ya la ciudad.
Cuarentena, de 38 a 42 días después (dibujo de Dennis Calero). Clive, el investigador responsable tanto de elaborar el virus de la ira como de propiciar que este se expandiera, despierta en una camilla. En la primera historia le vimos suicidarse disparándose a la cabeza con una pistola, pero ahora resulta que solo se hizo un rasguño, quedó inconsciente y fue hospitalizado. Tras el estallido del virus el hospital en el que se encontraba fue evacuado, y ahora se encuentra en un campamento militar de refugiados.
Sophie, la hija del matrimonio de la segunda historia, está también allí junto con su hermano. A Sophie la han puesto a echar una mano como enfermera, pese a que ella no cesa de decir que no lo es. Pone al corriente a Clive de lo que se ha perdido. Este no revela quien es ni su implicación en lo ocurrido, pero Sophie nota que a pesar de haber salido de un coma en el que estaba sumido desde que empezó la crisis, parece bastante bien informado sobre el virus y sus consecuencias.
Por su parte, Cid conoce a Hugh, el superviviente de la tercera historia, que no quería ni necesitaba ser rescatado y ha sido llevado allí a la fuerza por los soldados que lo han encontrado. Cid lo reconoce, porque Hugh era el dueño de un kiosco de prensa al que Cid iba de tanto en tanto a comprar comics. A Hugh también le suena la cara de Sid por eso mismo, así que no tardan mucho en hacerse amigos, o todo lo amigos que la situación permite.
Pasan los días y Hugh, Cid y Sophie están cada vez más inquietos. Los militares no parecen tener planes más allá de reunir a todos los supervivientes que encuentren. Clive delira debido a la morfina que se le administra para el dolor, y como su enfermera improvisada Sophie le oye hablar de experimentar virus con monos, como el que infectó a su hermanito Liam, y teme que los militares los estén reteniendo para nuevos experimentos. Tras hablarlo con Clive, que afirma que aún no han visto todo lo que está por venir, los cuatro deciden fugarse.
Una noche se hacen con algunas armas y cuatro trajes químicos con máscaras como los que emplean los soldados e intentan fingir que lo son para salir cruzando las puertas. Naturalmente los soldados que las vigilan no les dejan pasar sin una orden o instrucciones a ese respecto, así que Hugh y Sid se enfrentan a ellos para abrirse paso. La alarma suena inmediatamente y un helicóptero sale a buscarlos, ametrallando a Hugh y Sid que se habían rezagado.
Sophie y Clive huyen entre los árboles, y a Clive no se le ocurre mejor momento que ese para confesarle a Sophie que fue él quien creó el virus. No se qué pretendía conseguir con eso, pero Sophie reacciona como era de esperar al saber que tiene ante sí al responsable de haber perdido toda su familia: le dispara en la cabeza, y esta vez Clive no recibe solo un rasguño.
De pie junto al cadáver de Clive, el helicóptero la encuentra al fin y la ilumina con el foco. Ella se limita a sonreír, y la bala de un tirador le atraviesa la frente. Al fondo de la imagen, Londres arde.
No puedo decir que sea un comic que me encante pero tampoco está nada mal. Aprecio el que se trate de historias paralelas a la principal, sin interferir en ésta, porque es algo que suele hacerse mal y crear incongruencias o situaciones incompatibles con lo que ya se nos ha contado. El peor fallo que le veo es lo de haber empleado a dibujantes con estilos tan diferentes, porque eso hace que a veces no reconozcas a un personaje hasta que alguien dice su nombre.
28 Days Later, Consecuences. 2007. Steve Niles (guion). Tim Bradstreet (portada) Dennis Calero, Diego Olmos, Ken Branch, Nat Jones (ilustradores). Publicaod por Pannini Comics.
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