MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!
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domingo, 30 de julio de 2023

EL JURAMENTO DEL CORSARIO NEGRO

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                      ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                       

 Presentado por... Pecky.

¡Saludos, amigos cinéfagos!

Hoy reseñamos una de las mejores adaptaciones de la obra de Salgari que hemos tenido la suerte de ver. Se trata de El juramento del Corsario Negro, una película en la que se mezcla y adapta material de las novelas El Corsario Negro (1898) y La reina de los Caribes (1901). Se cambian muchas cosas por la necesidad de abreviar las tramas, y aun así la cinta dura más de 120 minutos, lo cual es mucho metraje para una película de 1976. Emilio y Honorata fueron interpretados por Kabir Bedi y Carolé André, que representaron también los papeles de Sandokan y Marianna en la serie de imagen real sobre ese personaje.

Como ya hemos comentado los libros en los que se basa, además de reseñar la película iremos repasando las diferencias respecto a las novelas. Si no las habéis leído podéis dar un vistazo a los resúmenes que hicimos de ellas pulsando en los enlaces que dejamos arriba. 

La historia comienza con los hermanos del Corsario Negro aun vivos, mientras que en la novela Emilio es el único superviviente de la familia. El Corsario Rojo (Enrique) y Verde (Amadeo) han estado diez años siguiendo el rastro de Wan Guld, el odiado asesino de sus padres. Finalmente han dado con él. Aunque el plan que tenían era esperar a Emilio para enfrentársele los tres juntos, Enrique y Amadeo son más jóvenes, ingenuos e impetuosos que el Corsario Negro, y deciden ir a por su presa ellos solos. Wan Guld se deshace de ambos fácilmente y sus cadáveres son colgados en una plaza pública. 

Mientras tanto, Emilio se ha retrasado debido a que su ruta le ha llevado a pasar cerca de un poblado de indios que están siendo masacrados por los Flamencos, los soldados de Wan Guld. Emilio el Corsario Negro, Carmaux el vizcaíno y Van Stiler el hamburgués atacan a los Flamencos acabando con todos ellos a pesar de su enorme superioridad numérica. La única superviviente del poblado de los indios es la joven Yara, que en las novelas nos encontrábamos como criada de un contable al inicio de La Reina de los Caribes. Yara está rezando junto a los cuerpos de sus dos hermanos, y al contemplarlos, Emilio tiene una visión de sus propios hermanos muertos, y retoma rápidamente su viaje. Yara, que se siente unida a él por haberla salvado y que ya no tiene motivos para permanecer en su poblado, arrasado y lleno de cadáveres, le acompaña. Se sugiere que Yara pudiera tener alguna clase de poderes mágicos, pero es algo que apenas llega a desarrollarse. 

Emilio arriba a Maracaibo y recupera los cuerpos de sus hermanos para entregarlos al mar. Es en este punto donde comienzan las novelas, y aunque la parte de la película en la que se nos muestran al Corsario Rojo y Verde fueron una invención de los guionistas, no desentona para nada con el estilo de Salgari y la visión que se da de ellos podría ser perfectamente canónica. 

Durante el funeral marino Emilio comete el gran error de prometerle su alma al Diablo si le permite vengarse de Wan Guld y toda su familia. Tan pronto como Emilio hace este juramento y entrega los cuerpos de sus hermanos al mar, avistan un galeón español y los abordan. El Diablo parece haber comenzado a mover sus hilos y pone en sus manos a Honorata, la hija de Wan Guld, que viajaba a bordo del galeón. Emilio permite marcharse en un bote a los supervivientes del abordaje, pero conserva a Honorata para venderla como esclava en Tortuga, tal como dicta la ley de los piratas. La ayudante de cámara de Honorata, sabiendo que la familia Wan Guld es odiada por los piratas, la presenta con otro apellido para mantenerla a salvo. 

Sin embargo, la sirvienta no logra engañar ni a Emilio ni a los fantasmas de sus hermanos, que se manifiestan ante él. Le miran como si quisieran advertirle o le recriminaran algo, pero no parecen capaces de hablar. Tan solo le miran unos segundos durante los cuales nadie más que el propio Emilio puede verlos a ellos, y luego se esfuman. 

Emilio lleva su botín a Tortuga, la isla de los piratas. Allí conoce al conde de Lerma (que en las novelas era duque). El conde de Lerma es otro prisionero más de los piratas. Cuando uno de los capitanes piratas empieza a molestar a Honorata, el conde sale en su defensa. Debido a esto, cuando el pirata se dispone a matar al conde, es Emilio quien sale a su vez en defensa de este y a continuación compra él mismo a su prisionera. 

En Tortuga, Emilio conoce a otros dos personajes que se incorporarán a la trama: Morgan y José. Morgan es el pirata inglés histórico, que aquí se nos presenta todavía como un joven desconocido por todos al inicio de sus correrías como pirata. José es un prisionero español de Morgan que estuvo al servicio de Wan Guld. Los capitanes pirata están planeando atacar Maracaibo para saquearla, pero Emilio quiere adelantárseles. Sabe que Wan Guld está allí, y que durante un ataque masivo al puerto este podría escapársele fácilmente. Llega a un trato con Morgan y José para que le ayuden a llegar hasta Wan Guld antes del ataque pirata, cuando aún esté desprevenido. Cuando parte hacia Maracaibo, Honorata sube como polizona a bordo del barco del Corsario Negro (que aquí se llama Polvore en lugar de Rayo) y revela su presencia una vez están en altamar. 

Honorata ya se ha enterado de toda la historia de Emilio. Se han enamorado mutuamente, y así como Emilio juró a sus hermanos exterminar a los Wan Guld y juró al Diablo entregarle su alma si le permitía hacerlo, Honorata le jura a Dios compartir el destino de Emilio, sea este el que sea. Poco después José, el antiguo criado de Wan Guld, ve a Honorata en la cubierta y la reconoce, revelando su verdadera identidad. Al saber que es hija de Wan Guld, y obligado por el juramento a sus hermanos, Emilio la abandona en altamar en una diminuta chalupa, para que el eterno océano decida si vive o muere.

Aquí es donde terminaría la novela de El Corsario Negro, y el resto se correspondería principalmente a La reina de los Caribes, pero durante toda la película elementos de un libro y otro se van solapando continuamente. 

El ataque a Maracaibo, que en las novelas es anterior al abandono en el mar de Honorata, se produce aquí después de este. Durante el combate Emilio es malherido y capturado por los hombres de Wan Guld. El conde de Lerma, que se encontraba en Maracaibo, le libera como pago a la ocasión en que Emilio le salvó a él. Sin embargo, le advierte que aunque le admira, considera que su deuda con él está pagada. Si se vuelven a encontrar será como enemigos, puesto que como español su obligación es matarlo. Emilio se reúne con sus hombres y ataca el barco de Wan Guld, que está huyendo de Maracaibo con algunos supervivientes. 

Durante la batalla mueren gran parte de los hombres de Emilio, incluyendo a José, que ya había pasado de ser un prisionero a integrarse totalmente en su tripulación. Con el timón destrozado, el Polvore se aleja de la batalla, dejando a Emilio, Carmaux, Van Stiler y Yara (que está agonizando por una herida) en el barco de Wan Guld. Emilio se lanza a por él, pero cuando se dispone a matarlo los fantasmas de sus hermanos aparecen para bloquear sus acometidas. De nuevo él es el único que puede verlos, y Wan Guld contempla perplejo como Emilio se lanza a fondo para atravesarle con su estoque y algo le frena en seco. 

Incapaz de entender porqué precisamente sus hermanos le impiden matar a Wan Guld, Emilio baja la guardia y su enemigo se le escapa. Todos sus Flamencos han muerto, y viéndose solo en el barco, Wan Guld lanza una antorcha contra la Santabárbara, haciéndolo estallar. 

Emilio y sus compañeros se arrojan al mar llevándose con ellos a Yara, que muere poco después. El barco de Wan Guld vuela en pedazos, matándolo. Los piratas se aferran a unos restos flotantes, y dejan que la corriente les arrastre. El destino quiere que esa corriente sea la misma que se llevó el bote donde abandonaron a Honorata, y que termina por llevarlos hasta la misma costa donde llegó ella y fue acogida por una tribu de caribes. Honorata y Emilio se reencuentran después de haberlo perdido todo, y olvidan cualquier inútil rencor que pudiera quedar por parte de ambos. Ya nada tiene sentido ni valor más allá del hecho de que los dos están vivos y juntos. 

El Polvore, reparado y capitaneado ahora por Morgan, llega hasta esa costa algún tiempo después, buscándolos, guiándose probablemente por el patrón de corrientes imperante en la zona. Al ver su antaño amado barco en el horizonte, Emilio huye de él. Su barco representa una vida que ha dejado de ser la suya. Su sed de venganza ha sido saciada, y reniega de su vida de pirata. Tomando el bote en el que Honorata llegó a esa costa, ella y Emilio se hacen a la mar en busca de un puerto donde nadie les reconozca, para comenzar una vida anónima juntos, tal como termina también La reina de los Caribes

La película es más fiel al espíritu de las novelas que a su texto. Mezcla elementos de ambas cambiando el orden en el que ocurren algunas de las cosas y se inventa otras, pero todo encaja perfectamente en el estilo de Salgari. En algunos aspectos incluso lo supera. La escena en la que los fantasmas de sus hermanos detienen la espada de Emilio es magnífica por aquello que implica. Cuando Emilio entrega al mar los cadáveres de sus hermanos, promete su alma al Diablo si le permite matar a Wan Guld. Y es por ello que los fantasmas de sus hermanos asesinados lo detienen. Porque si mata él mismo a Wan Guld, su alma irá al infierno. Los hermanos de Emilio, por amor hacia este, prefieren seguir siendo ellos almas en pena antes de permitir que su hermano pierda la suya. Y la única forma que tienen de salvar el alma de su hermano, es impidiendo que este mate a Wan Guld, la persona que más odian.

Otro detalle que me gusta mucho de esta versión, es la imagen que se da del conde de Lerma. Él le explica a Emilio que le queda un año de vida debido a una enfermedad hereditaria propia de la nobleza, por la consanguinidad. Cuando vuelven a enfrentarse, el conde está deseando que Emilio le mate, porque prefiere que su sangre corrompida se derrame en combate antes que toserla y morir en cama con los pulmones encharcados. 

El personaje de la marquesa de Bermejo se deja bastante de lado. Aparece un momento pero no tiene relevancia y carece de la valentía y la fuerza de voluntad que demostraba en la novela. 

Moko se deja ver también en algunas escenas y, aunque está bien representado, no acompaña todo el tiempo a Emilio como hacen Carmaux y Van Stiller. 

José lucha usando una navaja, pero no una cualquiera. Lo que emplea es una sietemuelles, una enorme navaja de hoja plegable de origen español. La hoja medía 50 cm (llegaba al metro una vez desplegada) y era tan ancha como un machete. Recibía su nombre porque al abrirla sonaban uno tras otro siete fuertes chasquidos muy característicos. Muchos piratas y bandidos la abrían de forma expresamente lenta por el efecto intimidador que los siete chasquidos producían, como una cuenta atrás que anunciaba la muerte del adversario. Desgraciadamente la película no refleja esto. 

Por último, el personaje de Morgan era muy típico de las películas de piratas ya que al ser un famoso pirata histórico todos podían usarlo, pero no termina de encajar en esta historia, que tiene un carácter propio más cercano al drama que a la aventura.

Y esta ha sido mi reseña de El juramento del Corsario Negro. Nada me queda salvo recomendaros que veáis la película teniendo siempre presente el año en que se hizo y que (al menos en esta edición) no se ha hecho ningún trabajo de restauración de la imagen. O mejor aún, que leáis los libros, teniendo en cuenta también el año y las condiciones en que se escribieron. 

Puede ver otra película de piratas pulsando aquí, o más sobre la obra de Salgari pulsando aquí

Il Corsaro Nero. 1976. Alberto Silvestri, Sergio Sollima (guion) Sergio Sollima (director) Kabir Bedi, Mel Ferrer (actores principales) Carole André, Sonja Jeannine (actrices principales) Rizzioli Película. Editada en DVD en 2007 por Naimara Producciones.  

domingo, 31 de julio de 2022

LOS DOS RIVALES (2ª parte de "Los dos tigres")

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                  ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

La última lectura del mes es la continuación de Los estranguladores, de Emilio Salgari. Es nuestra elección para el punto “Un libro ambientado en Oriente” del Reto Literario 2022. Si no leíste el libro anterior, podéis echarle un vistazo a nuestro resumen pulsando aquí, para entrar en contexto.

Nuestros héroes se dirigen al Raimangal, la isla maldita situada en el centro de los Sunderbunds que los thugs emplean como uno de sus principales templos. El grupo está formado por Sandokan, Yañez, Surama, Tremal-naik (al cual acompañan Dharma y Punty, su tigre y perro amaestrados), el teniente De Lussac, y un par de cornacs (guías de elefantes) con sus correspondientes animales. 

Tan pronto como inician su camino en busca de Damna, la hijita de Tremal-naik raptada por los thugs, empiezan a ser acechados por estos. Comunicándose a grandes distancias por medio de toques de ramsinga (un tipo de trompeta larga india) los thugs se mantienen informados unos a otros de los movimientos del grupo, de modo que este es tanto seguido como interceptado por los sectarios. 

En una serie de ataques relámpago, los thugs logran llevarse como rehen a Surama, matan a uno de los elefantes cortándole las patas traseras, y al otro de varios disparos. Uno de los cornacs se marcha con su paga al perder el elefante, pero el otro decide seguir con el grupo para vengar la muerte de su querido animal. 

La ahora mermada expedición logra a pesar de todo llegar a los Sunderbunds: el delta pantanoso en la desembocadura del Ganges. Los cadáveres que son dejados arrastrar por el rio sagrado para que sus almas sean purificadas terminan desembocando aquí, donde forman un cementerio flotante poblado por aves carroñeras. Sandokan ofrece una generosa cantidad de dinero a lo que parecen ser un grupo de pescadores para que los lleven en su barcaza sobre las fétidas aguas, pero esto resulta ser otra trampa de los thugs. 

Una vez en medio de una laguna, los pescadores se lanzan contra ellos y se produce un salvaje combate en las estrecheces de la barcaza. Ambos bandos intercambian golpes, cuchillazos y hachazos sin compasión, hasta el punto que Sandokan agarra a un thug que ya tiene el cráneo y las costillas rotas y no cesa de vomitar chorros de sangre (y que, a pesar de ello, sigue luchando) y lo lanza por la borda para que se ahogue en la sopa de fango y cuerpos putrefactos. Quizá penséis que esto se aparta mucho del comportamiento por lo general noble de Sandokán, pero recordad que está tratando con los miembros de una secta que ha raptado a una niña de cuatro años.

La batalla se salda con la muerte del cornac que quería vengar a su elefante (y Yañez mata a un par de thugs en su nombre, para honrar su valor) y la de todos los sectarios menos uno, llamado Sirdar. Este les revela que no cree en la diosa Kali y que se unió a los thugs solo como una forma de salir de la miseria de las calles. Como renegar de Kali es algo que ningún fanático thug haría ni aún para engañar a un enemigo o salvar la vida, Sandokan le ofrece la posibilidad de expiar los pecados cometidos como thug a cambio de luchar ahora como parte de su grupo, y Sirdar acepta acompañarlos. Tras este incidente, el grupo se reúne con el resto de la tripulación del Marianna (que ha estado costeando hasta entrar en el pantano por la desembocadura) para atacar todos juntos el templo. 

Aquí se da otra de las incongruencias que tenían en ocasiones las novelas de Salgari debido a la forma en la que fueron escritas. La mayoría de lo que ocurría eran improvisaciones sobre la marcha, y probablemente no tenía ni tiempo de releer lo ya publicado para ver si todo cuadraba. No hay ningún motivo de peso para que este grupo fuera a pie hasta los Sunderbunds si de todas formas era posible llegar hasta ellos costeando tranquilamente y remontando el Ganges, junto con todos sus hombres. Además, Darma y Punty, que habían quedado separados del grupo durante un apocalíptico vendaval, reaparecen sin más explicación en la cubierta del Marianna, seguramente porque el autor ya se había olvidado de ellos. Pero creo que cualquiera que conozca las condiciones en las que escribía Salgari puede perdonar este tipo de fallos. 

El combate en el templo de los thugs compensa cualquier descuido del autor en la continuidad de su obra. Si al final de Los misterios de la jungla negra se echaba a faltar una buena descripción del asalto al templo de los thugs, aquí nos resarcimos de ella. Los fanáticos thugs, que son unos doscientos cincuenta, se han preparado para la batalla desnudándose por completo y untándose el cuerpo con aceite de coco, indicativo de que están dispuestos a morir. Hacen esto para que su piel sea resbaladiza y resulte casi imposible sujetarlos o inmovilizarlos, y matarlos sea la única alternativa a capturarlos vivos. Esto hace también que los puñetazos o golpes romos con porras o culatas de fusiles resbalen en su piel provocándoles menos daño contundente, para evitar quedar inconscientes. 

Armados con cuchillos y sus temibles lazos de seda estranguladores, los thugs atacan en oleadas a los piratas de Sandokan, que responden con igual ferocidad. El Marianna traía embarcados un gran número de dayakos, una tribu de salvajes aliados de Sandokan que jamás perdonan la vida a ningún enemigo, puesto que para ellos nada hay más valioso que las cabezas humanas cortadas en pleno combate, que coleccionan. 

Tras una sangrienta batalla en las laberínticas y claustrofóbicas estrecheces del templo thug, este es conquistado por los hombres de Sandokan, y Surama es liberada. Damna, sin embargo, ya no está allí, puesto que Sudoyama, el líder thug, se la ha llevado por un pasadizo secreto. Ha huido a Delhi junto con varios de sus hombres para ponerse al amparo de la insurrección de los cipayos, que, en esta novela, se sugiere que ha sido orquestada por los thugs. 

La insurrección de los cipayos (los soldados hindúes al servicio del ejército británico) fue un suceso histórico real que supuso el principio del fin del colonialismo británico en la India. Los cipayos se alzaron en armas no solo contra los soldados británicos, también contra sus familias, asesinando a las mujeres y niños ingleses o mestizos de los cuarteles y ciudades. La represalia de los británicos estuvo a la par, y cuando una ciudad se declaraba en rebeldía todos sus habitantes eran ejecutados, incluidos aquellos que jamás habían tomado las armas ni apoyado a los que lo hacían. Se entró en una extraña dinámica en la que cada bando parecía competir por ver a cuántos inocentes del bando contrario era capaz de asesinar. 

En medio de una India convertida en un infierno de llamas, matanzas y saqueos, Sandokan y los suyos siguen a Sudoyama hasta Delhi, la ciudad sagrada, joya de oriente, logrando infiltrarse en ella en la víspera del asalto final británico. 

Después de todo por lo que han pasado para atraparlo, el combate contra el líder thug sabe a poco; Sudoyama está solo. Los thugs que escaparon con él del asalto al templo han ido cayendo por el camino tratando de frenar al grupo de Sandokan, y los cipayos apenas dan abasto para guarecer los muros de la ciudad. Matar a Sudoyama, a estas alturas, es ya un mero trámite. Tremal-naik recupera a su pequeña Damna, y el grupo se escabulle de una Delhi que está siendo ya tomada por los británicos, que recorren las calles y registran casa por casa fusilando o ahorcando a toda persona que encuentran. 

Lo que más llama la atención de esta novela, es el cambio de perspectiva. Sandokan siempre se ha enfrentado tanto a los británicos como a los thugs, pero en esta ocasión, el haber destruido el templo principal de los thugs en medio de la revuelta de los cipayos le hace ganar puntos a ojos de los soldados ingleses. Y al mismo tiempo, el que estos estén atacando la ciudad donde Sudoyama se ha refugiado, le supone a él un beneficio indirecto. Cuando tras rescatar a Damna abandona a su suerte a Delhi, la ciudad más sagrada de la India, de algún modo está abandonando también parte de sus ideales. Es un Sandokan aún heroico, pero amargado, hastiado de una guerra en la que ha perdido demasiados años y amigos, y ya solo parece dispuesto a empuñar las armas por defender a sus más allegados. 

Por cierto, si estáis interesados en leer este libro de Salgari, evitad esta caótica edición. En lugar de una novela completa, el libro contiene el último tercio de Los dos tigres (retitulada como Los dos rivales) y la primera mitad de El rey del mar, (retitulada como Los Tigres de Malasia). Además la traducción no es muy buena, llamando petardos a las bombas y pesetas a las rupias, por ejemplo. 

Nuestra próxima lectura será Los ojos del hermano eterno, de Stefan Zweig, que sinceramente no tengo ni la más remota idea de que trata. 

También puedes repasar los otros libros de este autor ya comentados pulsando aquí.

Le due tigri. 1904. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Publicado en 1987 por Clásicos Juveniles Planeta.

miércoles, 4 de mayo de 2022

LOS ESTRANGULADORES (1ª parte de "Los dos tigres")

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                   ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Para el punto “un libro escrito por un hombre” de nuestro Reto Literario 2022 he optado por Los estranguladores, de Emilio Salgari. En realidad, solo es la primera mitad de Los dos tigres. Los libros de Salgari o Julio Verne en ocasiones se partían en dos, quizá suponiendo que así serían más asequibles para los lectores jóvenes. Como lo tenemos en formato de dos libros, la segunda parte la hemos dejado para el punto “un libro ambientado en Oriente”. Debido a una serie de imprevistos, lo reseñamos fuera del mes en que tocaba.

La historia tiene lugar en abril (otro motivo por el que lo embutimos en este punto, aunque ahora ya da igual) de 1857. Está directamente relacionada con Los misterios de la jungla negra, que ya comentamos hace algún tiempo.

Sandokán y Yáñez junto a una gran cantidad de sus hombres, echan el amarre en Diamond Harbour. Navegan en el Mariana, el velero de elegantes líneas occidentales que emplean en lugar de un prao malayo cuando pretenden pasar desapercibidos. Allí se reúnen con Kammamuri y Tremal-Naik. La hija de este último, Damna, ha sido raptada por la secta thug. Damna es la hija que tuvo con Ada Corishant, la mujer a la que los thugs habían elegido como su Virgen de la Pagoda. Puesto que Tremal-Naik la rescató de sus garras, han decidido que la descendiente de esta sea su nueva Virgen de la Pagoda, a sus escasos cuatro añitos.

Un manti (una especie de mezcla de adivino y hombre santo) solicita subir a bordo del Mariana. Es costumbre que en determinados días se permita a los manti subir a bordo de los barcos para bendecirlos en sus futuros viajes, y a cambio se le da un donativo más o menos voluntario.

Sandokán permite al manti subir a bordo y hacer sus rezos, con sacrificio de cabritillo incluido, aunque sospecha que es un espía de los thugs. El manti recibe su pago y se marcha tras intercambiar un par de frases con Sandokán. A este no le pasa por alto que probablemente lo hace para ver de cerca su cara y tratar de sonsacarle alguna información.

Al día siguiente Sandokán y Yáñez, acompañados por Kammamuri asisten a una procesión de faquires que celebran una fiesta en honor a la terrible Kali, diosa hindú de la muerte, el sufrimiento, el dolor y el canibalismo, a la que los thugs adoran. Como muestra de devoción hacia ella, los faquires andan con los pies desnudos sobre carbones encendidos. Entre ellos, reconocen al manti que subió al Mariana

Y al parecer también ellos son reconocidos, puesto que poco después son atacados por un grupo de thugs que se les echan encima con sus temibles lazos estranguladores. Para evitar que Sandokán y su grupo les disparen, los thugs hacen avanzar delante de ellos a unas esclavas a modo de escudo humano. Los piratas acaban rápidamente con los thugs, y atienden a una de las esclavas, que había quedado herida accidentalmente durante el combate mientras las otras huían.

La esclava les ruega que la lleven con ellos. Está aterrorizada ante la perspectiva de volver a caer en manos de los thugs. Yáñez decide ponerla bajo su protección personal y en poco tiempo se establece un fuerte vínculo entre ambos. Una vez recuperada de la herida sufrida, les revela llamarse Surama. Ha servido a los thugs desde que era niña, y está al tanto de muchas de sus guaridas y ceremonias, a las que se la ha obligado a asistir. 

Aunque los malayos pretendían ir en busca de Damna al templo principal de los thugs, en los Sunderbunds (el delta pantanoso donde desemboca el Ganges) Surama les indica la localización de otro de sus templos, mucho más cercano a donde se encuentran. Es uno de los lugares donde se celebran los aberrantes oni-gomon; el ritual de quemar vivas a las viudas para que acompañen a sus maridos fallecidos al más allá.  

Surama los guía hasta el templo remontando el Hugly, el rio que desemboca en Diamond Harbour. Precisamente llegan a tiempo de impedir un oni-gomon en el que los thugs se disponen a quemar a una viuda, apenas una niña de quince años. Sus propios familiares la llevan a la fuerza y drogada hasta la pira donde pretenden reducirla a cenizas. Los dirige el manti que ya conocen, que claramente es un alto miembro del culto local. Los piratas intervienen poniendo en desbandada a los thugs, rescatando a la viuda y capturando al manti. Tras un poco de persuasión, este les confirma que Damna ha sido llevada al templo principal de los Sunderbunds.

Mientras bajan por el curso del rio hacia mar abierto se encuentran con dos grabs, unas pequeñas embarcaciones que aparecieron en Diamond Harbour tras la visita del manti al Mariana, y que les han seguido discretamente en su remontada del Hugly. Estos barcos de carga resultan estar tripulados por asesinos thugs, que les atacan en un punto donde el cauce del rio se ensancha hasta varias millas, de forma que puedan maniobrar para atacar ambos a la vez. Aunque los grabs son más pequeños que el Mariana, están hasta los topes de thugs y cuentan incluso con algunos mirines (cañones de bronce de bajo calibre y corto alcance). La maniobrabilidad y artillería del Mariana supera a la de los grabs, pero el número de hombres a bordo de estos casi dobla al de los malayos. Tan pronto como comprenden esto, los thugs intentan cerrar distancias y pasar al abordaje, buscando ventaja en el cuerpo a cuerpo.

Sandokán ordena entonces retirarse del combate y tratar de dejar atrás a los grabs, llevándolos a una zona del rio más estrecha en el que puedan enfrentarlos uno a uno. Los thugs intentan seguirlos, pero son malos navegantes y peores tiradores. Al lograr poner algo de distancia entre el Mariana y los grabs, los malayos toman la iniciativa del combate. Gracias a su superior artillería terminan desarbolando ambos grabs, para luego destrozarlos con descargas de metralla una vez estos no pueden maniobrar para devolverles el fuego.

Cuando llegan costeando hasta la desembocadura del Ganges, Sandokán desembarca junto con Yáñez, Tremal-Naik, Surama y unos pocos de sus piratas para adentrarse a pie en los pantanos. Tenemos otra escena de acción obligada (recordemos que originalmente estos libros se distribuían en fascículos dominicales) donde son atacados por un rinoceronte. Es un capítulo rutinario pero interesante porque se nos explica que, con las armas de fuego de la época, solo se podía matar a un rinoceronte disparándole al costado y cuando estaba a la carrera. Esto era debido a que la gruesa piel del animal forma pliegues cuando está en reposo y frena las balas. Para matar a tiros a un rinoceronte, había que esperar a que cargase y esquivarlo mientras se le disparaba a quemarropa. De poco servía dispararle de frente, de lejos, o cuanto el animal estaba quieto, porque en estos casos la bala rara vez tenía más efecto que enfurecerlo.

Tras sobrevivir a la carga del rinoceronte, el grupo llega hasta un poblado que Tremal-Naik emplea habitualmente como refugio de caza. Allí se les unen los fieles compañeros de aventuras de este, Darma y Punthy; un feroz tigre de Bengala y un enorme perro, ambos perfectamente adiestrados para combatir contra adversarios humanos. No son el último refuerzo que obtendrán en su viaje hacia el templo thug. Siguiendo su camino, tienen ocasión de rescatar de un grupo de cultistas de Kali a Remy de Lussac, un teniente inglés que estuvo al mando del padre de Ada Corishant, y que no duda en unirse a ellos cuando estos le cuentan su propósito.

Aquí termina esta primera entrega de Los dos tigres. Como era habitual en las novelas de Salgari, el autor (obligado a fraccionar su obra en capítulos que debían mantener el interés de una semana a la siguiente), alterna escenas de acción típicas (combates cuerpo a cuerpo, batallas navales, y enfrentamientos con animales salvajes o climatología extrema) con muchas páginas dedicadas a describir la flora, fauna, costumbres y leyendas de los lugares donde tenían lugar. Salgari mantuvo este estilo folletinesco al que estaba acostumbrado durante toda su vida, y es algo que se suele criticar de él.

Tal como yo lo veo esto era lo que hacía únicas a sus historias, muchas veces improvisadas sobre la marcha y dependientes del material de consulta que tuviera a mano. Debía llenar con algo un mínimo de páginas y entregarlas a la editorial en un margen de tiempo inflexible, estuviera sano o enfermo, inspirado o falto de ideas. O cumplía con el mínimo de páginas o su familia no comía esa semana. Esto hacía sus historias más cercanas y reales, porque todo lo que ocurría parecía (y quizá así era) carente de un guion previo. En muchas ocasiones llenaba páginas haciendo que los protagonistas cambiaran de pronto de planes, dejaran pasar los días sin hacer nada a la espera de acontecimientos, o deambularan sin cesar de una forma un tanto errática y hasta ridícula; actitudes impropias de los típicos héroes infalibles de la época (que siempre tenían un Plan B preparado y una ingeniosa solución para cada contratiempo) pero muy propia de personas reales. 

Puedes leer la conclusión de la historia pulsando aquí.

Para el próximo punto de nuestro reto, pasamos del sanguinario fanatismo de los thugs al humor ligero de Allegro ma non tropo, de Carlo M. Cipolla

Le due tigri. 1904. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Publicado en 1987 por Clásicos Juveniles Planeta.

lunes, 27 de septiembre de 2021

LA VENGANZA DE WAN GULD (2ª parte de "La reina de los caribes")

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, vengativos lectores.

Continuamos con la historia que iniciamos en La reina de los caribes, segunda novela de la saga de El Corsario Negro. Recordareis que habíamos dejado a nuestros protagonistas habituales, acompañados de la india Yara, cruzando la selva mexicana, camino a Veracruz.

El tránsito por la selva se lleva a cabo sin incidentes destacables, y entran en Veracruz sin problemas. En esa época las colonias españolas eran los lugares más cosmopolitas y variados del mundo, y Veracruz en particular era un importante puerto comercial. La presencia de un grupo formado por un italiano, un alemán, un español, un africano y una india, aún cargados de armas, no tenía nada de particular en las calles de una ciudad española.

Se alojan en un mesón haciéndose pasar por amigos de Wan Guld. Esto, junto al hecho de gastar generosamente su oro, hace que el mesonero les proporcione de buena gana toda la información que necesitan saber. Esa misma noche acuden al palacete de la marquesa de Bermejo, la amante de Wan Guld. Sorprenden a ambos en medio de la cena, y Emilio desafía a Wan Guld a un duelo a muerte. También ruega a la marquesa que se retire, pero esta es una autentica dama española y no se deja amedrentar por los desconocidos. Abandona la sala durante el duelo, pero no para huir.

Este es otro detalle en el que Salgari se desmarcaba de la mayoría de escritores de su época: ni sus héroes eran un perfecto dechado de virtudes, ni se demonizaba a la totalidad de los enemigos del protagonista. Al igual que en El Corsario Negro, Emilio de Roccanera encontraba un adversario noble y admirable entre sus odiados enemigos, en la figura del duque de Lerma, aquí ocurre lo mismo en la marquesa de Bermejo.

Wan Guld, en cambio, sigue tan traidor y cobarde como siempre. Finge perder terreno ante las estocadas de su adversario para retroceder hasta un punto muy concreto del muro, y una vez allí escapa por una puerta secreta que bloquea tras cruzar. Entretanto, la marquesa de Bermejo regresa con una pistola en una mano, un pesado candelabro en la otra, y a la cabeza de un grupo de criados armados. Un pelotón de soldados se presenta poco después. Se produce una breve y confusa secuencia de combates en la que los piratas se deshacen de sus adversarios, y desarman a la marquesa sin dañarla. La valiente Yara, sin embargo, recibe un disparo perdido en el pecho y muere poco después.

En tanto que todo esto tiene lugar, la flota pirata llega hasta Veracruz y ataca la ciudad, tomándola sin demasiadas dificultades. El fuerte, en cambio, parece inexpugnable. Emilio emplea su influencia entre los piratas para mantener a salvo a la marquesa, y aunque esta no deja en ningún momento de defender a Wan Guld, admite que el derecho a vengarse de Emilio es legítimo, una vez se entera de toda la historia.

La marquesa le revela también otra parte del rumor que corre por todo el Caribe sobre el destino de Honorata. Se dice que una carabela española la recogió del mar. Más tarde los restos naufragados de esta fueron vistos cerca de las costas de Florida, en territorio caníbal. La remota posibilidad de que Honorata pueda estar aún viva espolea de nuevo a Emilio, que actúa precipitadamente, como es costumbre en él.

Los piratas atacan el fuerte. Superan con creces a los defensores en número de hombres y cuentan con la artillería de sus barcos como apoyo, pero el fuerte es una plaza concienzudamente fortificada. Se desata una lucha infernal en la que los piratas son masacrados con fuego de mosquetería y culebrinas cargadas con metralla, hasta que estos recurren a traer curas y monjas de la ciudad ya conquistada para usarlos como escudos humanos. Los defensores vacilan ante esta treta, y los piratas obtienen ventaja en el tiempo que estos tardan en reanudar el fuego. Tras un duro combate que deja el fuerte medio derruido, con cadáveres de religiosos, soldados y piratas dispersos por todos lados, un reducido y malherido grupo de defensores supervivientes claudica al fin.

Durante la lucha, Emilio, Carmaux, y Moko han sido capturados, y subidos a bordo de un pequeño barco que ha partido del fuerte por una ría. Solo Wan Stiller ha podido regresar con la tripulación del Rayo, ahora bajo el mando de Morgan, el segundo de Emilio.

Tras interrogar por separado a varios prisioneros, determinan a donde se dirige el barco, y durante tres días lo persiguen, tratando de darle alcance a través del estrecho de Yucatán. Al fin logran interceptarlo y cortarle el paso casi a la entrada del puerto de Cárdenas, en Cuba. El Rayo está mejor armado que su presa, el Alhambra, por lo que este rehúye el combate. Sin embargo, una fragata amarrada en el puerto de Cárdenas se percata de lo que ocurre y parte en persecución del Rayo. De este modo, el Alhambra huye buscando otro puerto seguro en el que pueda entrar, perseguido por el Rayo, perseguido a su vez por la fragata. Es más, sabiendo que la fragata supera en potencia de fuego al Rayo, y que los piratas preferirán el abordaje al combate artillado, el capitán del Alhambra se aleja de costa y pone rumbo a una tormenta, pues el fuerte oleaje supondrá una dificultad adicional a los piratas a la hora de abordarles.

Hábilmente dirigido, el Rayo logra acortar distancias con el Alhambra, hasta dejarlo dentro del alcance de sus cañones de proa. Unas cuantas descargas afortunadas desarbolan el Alhambra, inmovilizándolo, y los piratas se lanzan al abordaje a pesar de la tormenta, que se ha convertido ya en un huracán. El combate entre piratas y españoles es tan feroz que la lluvia torrencial que cae sobre las cubiertas a duras penas basta para lavar la sangre que se derrama sobre ellas. Los piratas toman finalmente el Alhambra, liberan a Emilio y sus compañeros y abandonan el barco a la deriva, virando el Rayo para enfrentarse a la fragata, que ya tienen casi encima.

La fragata no es otra que el buque del propio Wan Guld, con el que huyó tras la toma de Veracruz. La fuerza de la tormenta y el intercambio de cañonazos destrozan ambos barcos. Los palos caen arrastrando al mar los aparejos, y a los gavieros con ellos. Maderos y cuerpos revientan cuando el tremendo oleaje levanta los barcos, que no cesan de dispararse uno al otro ni aún en las crestas de las olas, y los estrella de nuevo en el mar. Cuando los buques, ya ingobernables y destrozados chocan uno con el otro, los piratas pasan al abordaje al eterno grito de Emilio de –“¡Adelante, hombres del mar!”.

Ambas tripulaciones están ya prácticamente condenadas a muerte por la pérdida de sus barcos en medio de la tormenta, por lo que se lanzan a luchar sin miramientos. Wan Guld, enloquecido por el continuo acoso del Corsario Negro a lo largo de los años, prende fuego a su propia santabárbara, volando su barco por los aires y matándose a sí mismo y los hombres que le quedaban. Emilio ya corría hacia Wan Guld al verle aparecer en cubierta, pero sus compañeros le salvan la vida lanzándose contra él y cayendo todos por la borda. Desde el mar ven explotar a la fragata, y la tormenta aleja de ellos al Rayo, desarbolado y envuelto en llamas.

Los cuatro supervivientes del desastre confeccionan una rudimentaria balsa con los barriles, mástiles, tablones y cordajes flotantes. Y por segunda vez en su vida adulta, el Corsario Negro llora, esta vez por la pérdida de su amada nave.   

La corriente arrastra a los náufragos hasta las costas de Florida, agotados y sin nada más que cuchillos para defenderse de los nativos. Tras varios días malviviendo en la jungla, son al fin capturados por una tribu de caníbales. Uno de ellos chapurrea algo de español, y les comunica que van a ser sacrificados y devorados en honor al genio del mar que protege su tribu.

Tras algunos intentos fallidos de escapar, y cuando su muerte ya parece inevitable, son llevados ante el genio del mar. Es Honorata, vestida con un manto de plumas de aves exóticas y con una corona de oro ceñida a la cabeza. Los indios la vieron salir del mar en sus costas. Ya habían tenido contacto con los hombres blancos, pero Honorata es la única mujer blanca que han visto, y tomaron sus largos cabellos dorados y su piel extremadamente pálida por un signo de divinidad. La han adorado desde entonces como a una reina, como un amuleto de buena suerte.

Emilio y Honorata se toman de la mano y corren a una playa cercana donde los nativos varan sus barcas de pesca. Allí, con el mar como testigo, el mismo mar que se tragó los cuerpos de sus hermanos y el del padre de Honorata, Emilio apela a todos ellos para romper su juramento. Su palabra, su alma, su inextinguible sed de venganza… nada de eso tiene ya valor. Está dispuesto a arriesgarse a una eternidad en el infierno por romper su sagrada promesa, a cambio de la posibilidad de pasar unos pocos años en el mundo de los vivos junto a la mujer que ama.

Al día siguiente, cuando Wan Stiller, Carmaux y Moko, ahora elevados a huéspedes de honor de la tribu, van en busca de Emilio y Honorata, hallan su cabaña vacía. En la playa, la corona de oro yace abandonada sobre la arena, junto al puñal de Emilio. Y al contarlas, se echa en falta una de las barcas. 

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

La regina dei Caraibi1901. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Colección Emilio Salgari nº 30. Edición de 1987 de Obris S.A.

lunes, 20 de septiembre de 2021

LA REINA DE LOS CARIBES (1ª parte)

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Emilio Salgari concibió El Corsario Negro como una obra independiente y completa, pero las ventas fueron tan buenas que su editor le obligo a darle una continuación. Una continuación, además, que tuviera un final más al agrado del público, en lugar de una de las conclusiones trágicas que eran por aquella época la firma de Salgari.

Así pues, Salgari escribiría en 1901 la obra que nos ocupa. Hay muchos detalles que hacen sospechar que la empezó con bastante desgana, pero mejora a medida que avanza, probablemente porque (quizá sin pretenderlo) él mismo fue implicándose en la trama. Esta es la edición de Orbis, que dividió el texto en dos partes. La primera parte mantuvo el título de La reina de los caribes. La segunda, que comentaremos otro día, recibió el de La venganza de Wan Guld.

El Corsario Negro y sus compañeros, Carmaux, Wan Stiller, y Moko, desembarcan de noche en Puerto Limón (Costa Rica) y se adentran furtivamente en la ciudad. Van en busca de don Pablo de Ribeira, el administrador de Wan Guld. Tras localizar su casa y entrar en ella a la fuerza, don Pablo les revela que él recibe correspondencia de su señor desde Veracruz (México) y allí le envía también los documentos y cuentas pertinentes. Don Pedro también da otra información a Emilio: dos días después de la toma de Gibraltar, un barco avistó entre las olas del temporal un sencillo bote que no consiguió recoger, en cuyo interior se acurrucaba una mujer rubia, dejándose arrastrar por el viento y las olas.

Mientras los piratas interrogan a don Pedro, corre la voz de su presencia en el puerto y la guardia de la ciudad toma las calles. Cuando intentan volver a su barco, el Rayo, Emilio y sus hombres son atacados por la milicia española. Emilio queda gravemente herido y los piratas, incapaces de alcanzar la costa, se refugian de nuevo en la casa de don Pedro. 

Los piratas se atrincheran allí, y una joven criada india de don Pedro, llamada Yara, se encarga de curar las heridas de Emilio y se compromete a hacer de buena fe todo lo posible por salvarles. A cambio, le pide a Emilio que la ayude su vez a cumplir una venganza que ella tiene pendiente.

Tras varios rifirrafes con la milicia, los piratas logran volver a bordo del Rayo, llevando a Yara con ellos. A la salida del puerto, un par de barcos de guerra tratan de cerrarles el paso. Los piratas se libran de ellos lanzándoles un brulote improvisado, en una de esas escenas navales magistralmente narradas, propias de Salgari. 

Para los que no conozcan el término, un brulote es un barco viejo al que se carga de material inflamable y/o explosivo y se envía contra otro barco o grupo de estos con una tripulación mínima. Sería el equivalente náutico a un kamikaze con la salvedad que, tras bloquear el timón y prender la mecha cuando el choque es ya inminente, la tripulación del brulote aún tiene una pequeña posibilidad de salvarse lanzándose al mar. Los que hayáis visto la serie Juego de Tronos (concretamente el ataque de la flota de Stannis Baratheon contra Desembarco del Rey) seguro que tendréis una imagen muy clara del daño que un brulote es capaz de hacer contra un enemigo desprevenido.

Superado este escollo, Emilio de Roccanera reúne a sus aliados piratas. Entre todos suman una flota de dieciséis buques y unos mil trescientos hombres, menos de la mitad de lo que calculan preciso para tomar el fuerte de Veracruz a las bravas con garantías de éxito. Durante el viaje Emilio ha tenido tiempo de conocer mejor a Yara, que resulta ser la hija de un jefe nativo. Su tribu fue exterminada por los hombres de Wan Guld, y ella, uno de los pocos supervivientes, fue esclavizada y entregada como regalo a don Pedro. La forma en que se volcó en ayudar a Emilio en Puerto Limón se debió a que vio en ello su oportunidad de vengarse al fin de Wan Guld. Y aunque es ella quien aparece en la portada del libro, y resulta que fue una princesa entre su gente, no es “la reina de los caribes” a la que hace alusión el título.   

Puesto que un ataque directo al fuerte de Veracruz parece demasiado arriesgado, el Rayo se adelanta al resto de la flota para preparar el terreno. Antes de que puedan ganar la costa, tendremos ocasión de asistir a otro grandioso combate naval en el que maderos, aparejos y cuerpos ensangrentados saltan en pedazos al tenebroso son de los cañones.

Emilio, junto a sus tres compañeros habituales y Yara, que les hace de guía, desembarcan en la costa, a cuatro días de viaje por la jungla hasta Veracruz. El autor recurre a otra de las particularidades de su obra: capítulos enteros dedicados a explicarnos, por boca de los personajes, la geografía, flora, fauna, y hasta el clima de la zona. Esto puede resultar extraño hoy en día, que parece que ya lo hemos visto todo, pero en 1901 el cine (inventado solo cinco años antes) era todavía muy rudimentario. La radio era algo experimental y no había llegado aún al gran público. Y por descontado, televisión e internet no existían. Si añadimos a esto que la gente carecía de la enorme capacidad para viajar que tenemos actualmente, todo lo que nos contaban en estos capítulos resultaba tan desconocido, emocionante y sorprendente como la mejor escena de abordaje.

El libro termina aquí. Me parece un mal punto para el corte, pero está claro que la división de Orbis se hizo guiándose únicamente por el número de páginas. Personalmente habría concluido esta primera parte con el desembarco de los piratas en la costa o con la llegada a Veracruz, en lugar de dejarlo justo a medio camino de estos dos puntos.

En unos días tendremos lista la reseña sobre la segunda parte, La venganza de Wan Guld.

La regina dei Caraibi1901. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Colección Emilio Salgari nº 29. Edición de 1987 de Obris S.A.

miércoles, 2 de junio de 2021

SANDOKÁN

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                              ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                             

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

El profesor Plot ya nos ha comentado algunas de las novelas que Emilio Salgari dedicó al personaje de Sandokán (¡y nos ha amenazado con comentar aún más!) así que hoy, como complemento, vamos a ver una de las películas que se hicieron a partir de estas.

La serie protagonizada por Kabir Bedi sí fue un reflejo bastante fiel del personaje y sus aventuras, pero el cine no lo trató tan bien. Las películas picoteaban elementos de una novela y otra, algunos incompatibles en un mismo marco temporal. En todas estas películas Sandokán lucia una barba y bigote minúsculos, finamente perfilados, y el cabello muy corto. Esto suponía un gran contraste con el Sandokán de las novelas, de barba hirsuta y melena casi leonina, y probablemente se hizo así para que el actor protagonista (el más famoso que la productora se podía permitir) fuera más reconocible. “¡Ya que pagamos por su cara, que se le vea!”.

También se usaron los nombres de muchos de los compañeros de Sandokán en las novelas para los personajes secundarios, como Batán, Tremal-Naik, Girobatol, Kammamurri, o Sambiliong, pero se asignaban al azar a actores que no representaban el papel de estos, sino que eran piratas genéricos. Aun así, como películas de aventuras la mayoría funcionaban bien.

Esta película sigue la historia básica de Los tigres de Mompracem, pero muy simplificada y alterada. Sandokán y un puñado de sus hombres atacan la villa de lord Gillonk con intención de capturarlo vivo. Su plan es usarlo como moneda de cambio para recuperar a su padre, que se encuentra en poder de Lord Brook y va a ser ejecutado en breve plazo. El ataque a la villa de lord Gillonk es un éxito. Aunque Guillonk escapa, deja atrás a su sobrina Marianna. Sandokán se lleva a Marianna como rehen en lugar de a su tío, cruzando la jungla hacia la costa, donde uno de sus praos ha de recogerlos. Si habéis leído la novela, habréis advertido ya como mínimo cuatro grandes errores respecto al libro.

En el grupo de Sandokán hay un traidor. A medida que avanzan por la jungla, este va dejando señales en los árboles indicándoles a los cipayos el camino que están siguiendo. También les hace saber hacia que punto de la costa se dirigen, y cuando los piratas llegan allí se encuentran con una emboscada. Con la ruta de huida cortada y perseguidos por una compañía completa de cipayos, Sandokán y sus hombres no tienen más remedio que internarse en los pantanos, dominio de los dayakos, los cazadores de cabezas. 

Naturalmente, durante todo ese trayecto Marianna y Sandokán van desarrollando una mutua atracción, él admirado por el valor y entereza que demuestra la joven aun estando en manos de desconocidos, y ella descubriendo poco a poco que Sandokán no es el criminal sanguinario y despiadado del que hablan los ingleses.

La trama va aunando una situación típica tras otra: ahora un combate a cuchillo contra un tigre, ahora una serpiente venenosa al acecho, ahora los capturan, luego se liberan, imágenes de archivo de animales de la selva, la clásica escena de un mono haciendo travesuras… todo muy típico, pero por eso mismo todo muy agradable de ver. Cuando solo quieres pasar un rato entretenido, el pisar terreno conocido se agradece.

La película concluye con una gran escena de acción con más de un centenar de extras, en la que una tribu de dayakos aliada de Sandokán ataca el Fuerte Victoria de los ingleses, donde los protagonistas se hallan atrapados. Recuerda un poco a la escena final de Tres lanceros bengalíes, pero invirtiendo roles.

Otra película de piratas pulsando aquí.

Sandokán. 1964. Victor Andrés Catena, Fulvio Gicca Palli, Umberto Lenzi (guion) Umberto Lenzi (director) Steve Reeves (actor principal) Andrea Bosic (actriz principal). Editado en DVD en 2007 por Impulso Records.