MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!
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sábado, 16 de noviembre de 2024

LAGUNA NEGRA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!     

                                                                                         

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 


Saludos, ávidos lectores.

Este libro pertenece a la colección Monsters Unleashed (Monstruos desatados) editada por Tyrannosaurus Books. Son una serie de libros dedicados a dar una nueva visión de los monstruos clásicos como Drácula, Frankenstein, o (en este caso) el monstruo de la Laguna Negra.

Estéticamente el libro es muy llamativo, y eso es importante. Si no conoces de nada la trama de un libro, lo que hace que te intereses en él es el título, la portada y la sinopsis. En este vemos que la portada parece querer imitar la caratula de una vieja película de Serie B de los ochenta. Si os fijáis, la esquina superior derecha aparece desgastada, como si la cubierta estuviera rota, y en las esquinas inferiores hay dibujadas grapas, como si estuvieran sujetando esa supuesta caratula a la portada de cualquier modo. El precio del libro aparece en la contraportada en forma de un par de pegatinas de precio distintas superpuestas, tan bien hechas que incluso en la de arriba se transparenta parte de lo que se indicaba en la de abajo. Ambas pegatinas forman también parte de la ilustración de cubierta, pero cuando las vi no pude resistir el impulso de pasarles un dedo por encima para asegurarme.

La historia empieza en 1969, en la selva del Amazonas. Un individuo llamado Oskar von Leuze, nazi declarado y orgulloso de serlo, se está guiando por una serie de antiguos informes para localizar un laboratorio genético secreto que el Tercer Reich situó en las inmediaciones de la famosa Laguna Negra. Acompañado por un puñado de duros mercenarios se adentra en las oscuras entrañas del bunker de hormigón casi oculto por el follaje y teóricamente abandonado desde el fin de la guerra. Pero al llegar se han encontrado con las puertas abiertas, y en el interior hallan latas de conservas a medio comer y otros signos de ocupación reciente. En un principio lo achacan a los nativos, pero repentinamente algo les ataca. Algo grande, verde, con garras y con una endiablada resistencia a las balas. Solo von Leuze logra salir con vida, pero ni por asomo indemne. Las heridas que sufre lo convierten en un despojo al que únicamente el poder vengarse del ser que le ha dañado y un par de muletas mantienen en pie.

De ahí pasamos a Miami, diez años después. El detective de narcóticos Hudson Cardozo acude junto a otro par de agentes a buscar a Spookie, un yonki y chivato al que pretenden sacarle algo de información. Hay una nueva droga en las calles y si alguien sabe algo, ese debe ser Spookie. En realidad lo que impulsa a Hudson no es el sentido del deber ni el cívico, precisamente. Hudson ha sido un agente corrupto desde el mismo día que ingresó en el cuerpo de policía sin tener las aptitudes para ello. La capo de la droga de Miami, conocida como Reina Serpiente, lo colocó en el puesto para librarse de sus competidores y lo ha tenido a su servicio desde entonces. Y este títere de la reina de la droga es el protagonista, lo cual es algo que ya de entrada no me gusta. 

Cuando el protagonista de la historia es un tipejo despreciable, un sirviente de los criminales a los que se supone que debería combatir, me importa muy poco lo que le pueda pasar, y es difícil que la trama me enganche. Admito que el autor consigue vendértelo muy bien. El tipo tiene carisma y a ratos hasta conectas con él, pero pierdo toda esa simpatía hacia él al recordar a que se dedica. Pero bueno, es ficción después de todo, y la ficción es el único contexto en el que una persona sensata debería sentir empatía hacia los criminales.

Hudson y el otro par de agentes encuentran a Spooky en su apartamento. Es un típico piso de yonki, sucio y desordenado hasta lo insalubre. Spooky lleva tanto tiempo sudando tumbado en el sofá que parece haberse fundido con él. Sobre una mesa descansan lo que parece huevos de cocodrilo rotos, con pequeños embriones inclasificables rezumando medio podridos en su interior. Cuando Spooky logra levantarse del sofá los agentes se dan cuenta de una serie de detalles escalofriantes: placas coriáceas brotando de su piel como grandes escamas, manos terminadas en garras, dedos unidos por membranas interdigitales, ojos que brillan en la penumbra… antes de que atinen a reaccionar Spooky ya ha destripado a uno de ellos. Los otros disparan sobre el yonki mutante, abriendo en su escuálido cuerpo varios agujeros de los que mana muy poca sangre, y que este a duras penas parece percibir. De modo similar a como ocurrió en la selva, solo Hudson se salva tras llevarse unos cuantos zarpazos y lograr lanzar a Spooky por una ventana. La caída desde el segundo piso tampoco acaba con Spooky (o con lo que sea en que se ha convertido) que se pone en pie y se marcha en busca de otra dosis.

El informe que Hudson presenta le gana la visita de una supuesta agente del gobierno llamada Jessica, que le deja claro que la existencia de monstruos como el que él ha descrito es conocida, pero mantenida en secreto. La criatura ha estado moviéndose por el país dejando un reguero de cuerpos mutilados y devorados. Aquellos que sobrevivieron a su paso le han dado varios nombres, como Papá Sabú, El Vendado o El Hombre Alto. El que se emplea en los informes que hay sobre él es Horst, una palabra que tanto en inglés como en alemán hace referencia a un saliente en el terreno o anomalía geológica. Al parecer está relacionado con la nueva y destructiva droga y también con la mutación de Spooky, aunque aún no está claro de que modo. A Hudson se lo, digamos, invita amablemente a reescribir su informe para dejar el asunto como una redada con tiroteo que salió mal, y olvidarse de todo.

Hudson acude a presencia de la Reina Serpiente para ponerla al día de lo que ha averiguado sobre la nueva droga. Se reúne con ella en un antro que emplean para luchas ilegales a muerte en el que el campeón invicto es un mutante radiactivo. Ya sabéis que en la ficción, el quedar contaminado de radiación hace a humanos y animales más fuertes y resistentes, en lugar de debilitarlos y enfermarlos como en la realidad. Un detalle gracioso es que el luchador mutante, que nos dicen que fue un científico que quedó accidentalmente expuesto a la radiación durante un experimento, se llama Banner. Y como si no tuviéramos suficiente con un mutante, Horst y varios yonkis enganchados a su droga que los transforma en reptilianos irrumpen en el lugar.

De nuevo Hudson se ve peleando contra tipos con garras, alguno incluso con una larga cola de lagarto, ojos brillantes, furia asesina y a los que hace falta vaciarles un cargador en el pecho y otro en la cabeza para acabar con ellos. Casi todos los presentes que estaban apostando en el pozo de lucha son criminales armados, así que no se pierde nada con sus muertes. Pero ni con todas las pistolas, revólveres y navajas que saca a reducir esa masa de perdedores, logran frenar a los monstruos. Por segunda vez Hudson es el único que sobrevive a la matanza (aún más malherido que la vez anterior) pese a sus desesperados y casi fanáticos intentos de mantener con vida a su detestable Reina Serpiente.

Lo que salva a Hudson en esta ocasión es la intervención del equipo de Jessica. Este cuenta con armamento de guerra y munición de alto calibre con la que ponen en fuga al Horst. Luego se llevan a Hudson con ellos y prenden fuego al lugar para hacer pasar todo lo ocurrido como un incendio accidental, y borrar los rastros de mordiscos y zarpazos de los cadáveres.

Dado oficialmente por muerto por la policía y sin la protección de su reina de la droga, a Hudson le queda poca opción más que integrarse en el grupo de Jessica. Estos resultan no ser un departamento gubernamental sino mercenarios dispuestos a servir a cualquiera que les pague, que en este momento trabajan para von Leuze. Este sigue empeñado en matar al Horts. Ya no le mueve el deseo de apoderarse de los antiguos secretos científicos nazis, sino la pura venganza. Lleva años rastreándolo, desde que de algún modo que no es capaz de concebir la criatura se trasladó hasta Norteamérica y creo un culto pseudorreligioso centrado en él, con los yonkis como acólitos dispuestos a matar y morir por otra lamida a la superadictiva y mutagénica droga hormonal que su propio cuerpo produce. Todo derivará a una situación en la que los papeles de cazadores y presa terminarán intercambiándose y en un enfrentamiento en el que (afortunadamente para el mundo) la mayoría de implicados tanto de un bando como del otro morirán… pero. Ya sabéis que en este tipo de historias suele haber un pero al final.

Está bien. Tiene ese aire absurdo y alocado de las películas de Serie B de los 80 y 90, y los pasajes de acción son muy crudos y sangrientos. En ese sentido la lectura se me hizo muy amena. También hay muchas cosas que no me han gustado, como el corrupto protagonista principal, el hecho de que demasiado a menudo hay frases escritas de forma expresamente confusa, o que las descripciones de los lugares y el ambiente estén tan recargadas que resultan repetitivas. Pero si pongo el libro en una balanza, la parte que me ha gustado pesa más que la que no.

Puedes ver otra incursión literaria del resbaladizo monstruo de la Laguna Negra pulsando aquí.

Pablo García Naranjo (texto) Joe Day (portada). Monsters Unleashed nº 4. Tyrannosaurus Books.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

EL MONSTRUO DEL LAGO HUNT

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Ya hace casi un mes que no comentamos ningún bolsilibro, así que volvemos a la carga con uno de Berna, que por alguna razón, son los que acumulan más visitas. Es uno de los pocos que tenemos de EASA (Editorial Andina S.A). 

Los bolsilibros de EASA son raros de encontrar porque no se imprimieron tan masivamente ni tuvieron tanta difusión como los de Bruguera. Por otro lado, suelen estar en mejor estado que estos. EASA satinaba las portadas de cartulina de su bolsilibros, mientras que el resto de editoriales no lo hacía, por lo que estas suelen encontrarse casi intactas a pesar del tiempo transcurrido y lo endeble del material.

En esta ocasión, Berna nos trae otra historia sobre un monstruo anfibio humanoide que habita un lago. Es el tercer bolsilibro de Berna que comentamos sobre esta temática, que parece gustarle, contando con los ya vistos Laguna negra y Terror en el lago negro

Nuestra protagonista femenina es Evelyn Anderson, una jovencita norteamericana que acaba de dejar su empleo para no tener que aguantar al idiota de su jefe. La preocupación de tener que buscar otro empleo no le dura mucho. Ese mismo día un abogado acude a su casa para notificarle personalmente que ha heredado de su tío Chester una hermosa mansión en Inglaterra, junto al lago Hunt, valorada en cien mil libras. La anima a venderla, y (primera pista) ya trae todos los papeles preparados a tal efecto. Basta con que ella los firme para que la venta se haga efectiva. Evelyn está encantada con la herencia, y prefiere convertir la casa en dinero antes de trasladarse a vivir a Inglaterra sin conocer a nadie allí. Pero en el último momento, un impulso le hace querer visitar la casa de su tío antes de venderla.   

Evelyn y Jackman (el abogado) vuelan hasta Inglaterra, donde les aguarda nuestro protagonista masculino, el joven, guapo y soltero doctor Baker. ¡Doctor! ¡Buen partido! Baker es el único médico de Paverton, el pueblo más cercano al lago Hunt. En Paverton encontramos también a Timothy Cox, sin duda el mejor personaje del libro. 

Timothy es un anciano cascarrabias que bebe whisky directamente de la botella mientras conduce, y que dedica su vida a pescar en el lago Hunt y freírse lonchas de tocino mientras espera a que pique alguna trucha. Calvo, desdentado, esquelético y de movimientos frenéticos, suele ser el blanco de las burlas de los parroquianos cada vez que acude a la taberna del pueblo a proveerse de alcohol, pero siempre tiene una respuesta preparada para cada uno. Para lo parco que suele ser Berna a la hora de desarrollar a sus personajes masculinos (sus personajes femeninos sí suelen estar muy desarrollados, pero en otro sentido) Timothy le ha quedado bastante bien. 

El caso es que Timothy, siguiendo su rutina, se compra su botellita de whisky del día, conduce hasta el lago Hunt, monta allí su campamento, y planta una caña en la orilla. Apenas ha empezado a freírse el tocino cuando ve aparecer entre los árboles a un humanoide de dos metros de alto, con aspecto de batracio, que le observa fijamente. Cuando el monstruo alarga una pata y empieza a avanzar hacia él, Timothy salta al coche despavorido y regresa al centro neurálgico de Paverton (la taberna) abandonando en el lago todas sus cosas.

Los parroquianos se toman a risa su historia del monstruo, pero nuestro valiente, fornido y guapo doctor Baker (y soltero ¿dije ya que era soltero?) accede a acompañarlo al lago para comprobar qué pueda haber de cierto en el asunto. A mitad de camino el viejo coche de Timothy se escacharra y los deja tirados. Cuando se disponen a volver a pie a Paverton, son recogidos por Jackman y Evelyn, que iban de camino a la mansión de tío Chester. Tras las debidas presentaciones, todos se dirigen al lago Hunt, porque Evelyn ha quedado intrigada con el asunto del monstruo. El que en el lago Hunt vive un monstruo es algo que siempre se ha dicho, una leyenda local a la que nadie en Paverton hace caso ya. Jackman se la había comentado a Evelyn, pero asegurándole que tal monstruo no existía. 

Cuando llegan al lago, encuentran la tienda de campaña y los pertrechos de pesca de Timothy destrozados, pero lo más parecido a un monstruo que hallan es una ranita que les croa con prepotencia. De ahí ponen rumbo a la mansión para dejar a Evelyn con la servidumbre, y el abogado vuelve a Paverton para llevar a Baker (de quien la rica heredera ha quedado instantáneamente prendada, como no) y Timothy. Gran parte del texto es un ir y venir de los personajes entre el pueblo, el lago y la mansión. 

Apenas entra al fin en su casa, Baker recibe una llamada. Durante su breve ausencia, el monstruo se ha presentado en la mansión, le ha dado un susto de muerte a Evelyn (convenientemente desnuda porque iba a darse un baño, que hay que ofrecerle al lector algo interesante que imaginar) y al desmayarse esta, se ha llevado al lago a una de las criadas. Así que Baker y Timothy vuelven a la mansión, esta vez en el coche de Baker. Atienden a Evelyn (envuelta en una corta toalla, que se ve que la pobre estaba demasiado nerviosa como para vestirse) y junto con el abogado y el boticario del pueblo salen en cuadrilla hacia el lago Hunt, a la caza del monstruo. 

La caza es breve. Baker, el boticario y el abogado cuentan con escopetas, y Timothy con un tirachinas. Encuentran a la criada inconsciente y con la ropa hecha jirones, y Baker dispara contra un arbusto que se mueve a unos metros de ellos. Del arbusto brota un grito de dolor, y al acercarse mirar tras este se encuentran con el monstruo tirado en el suelo, cubriéndose con las zarpas el balazo que acaba de recibir en una pierna. El grito que ha soltado, totalmente humano, hace que Baker (en la mejor tradición de Scooby-Doo) tire de la cabeza del monstruo para revelar que es… un hombre disfrazado, claro. Un hombre al que Jackman se apresura a rematar de un tiro aun cuando ya no supone ninguna amenaza. 

Naturalmente, el abogado está detrás de todo el asunto. La propiedad heredada por Evelyn vale mucho más que lo que él le dio a entender, y su intención era que esta le autorizase a venderla en su nombre para hacerlo por una cantidad, entregarle a ella otra, y quedarse con la sustanciosa diferencia. El tipo al que contrató para hacer el papel de monstruo era su plan B, para asustar a Evelyn y que esta accediera vender la propiedad si no se decidía a hacerlo desde el principio. 

Tras las explicaciones pertinentes (y un apresurado intercambio de disparos) Jackman termina muerto, Baker se declara a Evelyn, a Evelyn le falta tiempo para aceptar, y suponemos que Timothy sigue con su rutina diaria de whisky, tocino y truchas. Una vez más, en el bernaverso, todo termina como debe.  

Puedes ver otro bolsilibro de este autor pulsando aquí. O si el falso monstruo de la Laguna Negra que sale en este te ha decepcionado, puedes resarcirte con uno autentico de otro autor pulsando aquí

El monstruo del lago Hunt. 1978. Josep Berna. Terror nº 122. Publicado por Editorial Andina S.A.

lunes, 8 de noviembre de 2021

TERROR EN EL LAGO NEGRO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Hace mucho que no repasamos uno de los bolsilibros de Berna, y sé que en el fondo los echáis de menos. El título de este os resultará familiar. Quizá os recuerde a una famosa película, o a otro bolsilibro de Berna que ya comentamos hace tiempo, el de Laguna Negra.

Comenzamos con una clásica parejita de arranque, total o parcialmente asesinable, montando un pequeño campamento para pasar la noche junto al susodicho Lago Negro. No estamos en la jungla en esta ocasión, si no en un paraje civilizado, con ciudades, coches, policías y todo eso. Portland (Oregón) para ser más concretos.

Ella, una impresionante morena, se llama Sandy Bellows. El nombre de él nos lo saltamos, porque no sobrevivirá a este párrafo. Una criatura que no llega a dejarse ver tira de sus pies cuando entra al lago, lo sumerge, y no vuelve a salir. Sandy corre al coche y se lanza a la carretera, donde está a punto de estrellarse con el Dodge del periodista Bert Rialson, nuestro protagonista masculino.   

Bert acompaña a Sandy de vuelta al lago, pero no hay nadie a quien ayudar. No hay ni rastro del novio de Sandy, ni nada ha sido robado o movido de sitio de la tienda de campaña que tenían montada. Luego la lleva a la comisaría de policía para que le tomen declaración. A consecuencia de todo esto, llega tarde a la cita que tenía con su desquiciada y violenta novia Vanessa.

El teniente de la policía al cargo del caso envía a un par de agentes a vigilar el lago, y gracias a esto se nos describe al fin a la criatura. Y he de decir que no es una mala descripción, para lo parcas que suelen ser estas en el autor. Básicamente es un clásico Monstruo de la Laguna Negra, pero la descripción se agradece. Le añade además la característica de dar prodigiosos saltos de rana de muchos metros. El monstruo acaba con los policías sin apenas esfuerzo, y deja un desparrame de sangre, tripas y restos que desde luego yo no pienso limpiar.

Al día siguiente, Bert y Sandy vuelven a echar un vistazo al lago, y son los primeros en encontrarse con lo que queda de los agentes. Poco después llega un equipo preparado para dragar el lago, incluyendo cinco buceadores que, a pesar del sangriento espectáculo, no dudan en sumergirse con fusiles de arpones y cuchillos. Encuentran el cuerpo hecho trizas del novio de Sandy y lo sacan a la orilla. Su segunda inmersión no es tan afortunada, y dos de ellos ya no vuelven a salir. Los supervivientes confirman la presencia de un monstruo en el lago, y todo el condado se moviliza. Los alrededores del lago se llenan de buceadores y ambulancias, pero nadie piensa en acordonar la zona ni echar de allí a los civiles, por lo que Sandy y Bert (y Vanessa, que se ha acercado para tenerlos vigilados) permanecen allí a la expectativa.

A pesar de ello, el monstruo se las apaña para darle esquinazo a todo el mundo y alejarse del lago dando enormes saltos, llevándose además a Sandy con él. Bert (al que su novia no deja solo un instante, por si acaso) decide ir a visitar al doctor Morley, un científico que vive cerca de allí para contarle el asunto de la criatura del lago, por si puede aportar algo.

Recapitulemos… científico solitario que vive cerca de un lago… lago en el que aparece de pronto un ser medio humano y medio pez… ¿Qué posibilidades hay de que estos dos hechos estén relacionados en una película de serie B o un bolsilibro? Si no son del 100%, poco debe faltar. Además del doctor Moreau Morley, en la casa les recibe el propio monstruo del lago, y Bert se enfrenta a la criatura con un hacha medieval que el doctor tiene colgada de la pared.

Las armas medievales son algo que al parecer gustaba mucho a Berna. Ya hemos leído otros ejemplos de personajes de sus obras que encuentran providencialmente armas medievales a mano, bien afiladas y en buen estado, en la misma sala en la que son atacados por un monstruo. Una espada y una maza para enfrentarse a unas cuantas armaduras vivientes en El Señor de la Noche, o una alabarda para acabar con un escorpión gigante en Aguijón mortífero, por ejemplo. En este caso, a Bert le basta descargar un golpe con el hacha para acabar con el monstruo, que en realidad era el ayudante del doctor, mutado como parte de un experimento. El monstruo había raptado a Sandy y se la había llevado a su creador para que la convirtiera a ella en una mujer pez que viviera con él en el lago. 

Este podría ser el final, y no sería un mal final, con Bert reduciendo al doctor y rescatando a Sandy, pero el doctor aún tiene un as en la manga. O más bien, un revólver en la mano. Y contra un revólver, el hacha de Bert no sirve de mucho. Bert y Vanessa terminan haciéndole compañía a Sandy en el laboratorio del sótano.

Lo que sigue parece un intento de extender el texto todo lo posible rellenándolo con cualquier cosa, que se ve que se le había quedado corto: el doctor da una innecesaria explicación que ya todos habíamos deducido. Se produce uno de los ridículos diálogos de pelea de pareja típicos de Berna, de los que casi nos habíamos librado hasta ese momento. Bert y Vanessa, encerrados en una jaula, escapan de ella simplemente empujando la puerta. El doctor loco es reducido a puño limpio y Sandy rescatada, etc. Le sobra la parte del final, pero hasta ese momento, la historia es lo más potable de Berna que he leído este año.

¡Hay, casi se me olvida! Al final la parejita se casa.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí, o ver un tercer libro en el que hizo aparecer una variante de este mismo monstruo (más o menos) pulsando aquí.

Terror en el lago negro. 1980. Joseph Berna [José Luís Bernabéu]. Selección Terror nº 398. Editorial Bruguera S.A.

martes, 23 de junio de 2020

LAGUNA NEGRA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores. 

Este es el primer bolsilibro que comentaremos de la colección Tam-tam. Los tam-tam, como seguramente sabréis ya (pero lo comento igual, por si alguien no está al tanto) son los tambores que las tribus africanas empleaban para comunicarse a largas distancias, de un poblado a otro, usando un complejo código de golpes similar al morse. 
El sonido de los tam-tam era algo que no podía faltar en las películas antiguas de Tarzán, o de aventuras en la selva en general. Era algo que identificabas y relacionabas de inmediato con la idea de la exploración y de los animales salvajes. En los televisores antiguos, al conectarlos, el sonido llegaba varios segundos antes que la imagen. Cuando encendías el televisor y oías tam-tams, ya sabías de que trataba la película antes que comenzaran a formarse las imágenes.

No todas las historias recopiladas en esta colección trataban sobre exploradores de la selva. A menudo incluían elementos de ciencia ficción o terror, pero solían estar orientadas hacia las aventuras en parajes inhóspitos.

Laguna Negra es la versión de Berna de El monstruo de la Laguna Negra, película claramente plagiada hasta el punto de no haberse molestado ni en cambiarle el título, limitándose a acortarlo.

La historia es una versión simplificada de la película citada, añadiendo las escenas de chicas fáciles (solo una en este caso) que tanto gustan a Berna y cambiando el monstruo humanoide de la Universal por una rana gigante. Pero el estilo narrativo propio del autor rompe continuamente la pretensión de hacernos creer que tanto los personajes como él mismo como escritor son americanos, con frases como “Pues me lo salto a la torera” o “¡Que castañazo, madre!” y expresiones parecidas. 

Veamos la historia. Brad Miller, famoso explorador, es contratado para dirigir una expedición por el Amazonas. Brad es el típico héroe berniano, a saber: muy alto, atlético, casi siempre moreno, de facciones duras pero simpático, entre cinco y nueve años mayor que la chica ligable de la historia, y muy bueno peleando a puño limpio, independientemente de su condición social y profesión. Veinte segundos después de haber conocido a la protagonista (Connie) ya le ha partido la cara a su medio novio (Norman) y encandilado a ésta de por vida. Lo que decía, el típico héroe berniano.

La expedición está compuesta por el padre de la chica (geólogo), dos colegas de este (otro geólogo y un médico), el susodicho Norman (un geólogo más) y la propia Connie (que no es geóloga ni aporta ningún conocimiento o habilidad al grupo, pero se apunta al viaje porque le parece que será divertido).

Ya en el Amazonas contratan a un viejo capitán para que los lleve con su destartalada barcaza hasta la Laguna Negra, donde esperan encontrar numerosos fósiles y formaciones minerales interesantes.

Por el camino, para amenizar el lento avance del barco por el rio, se dedican a dispararle a los pobres cocodrilos de la orilla, a una serpiente que cuelga de una rama, y a cada bicho viviente que se deja ver entre la maleza. Connie está cada vez más interesada en Brad. Notando esto, el tonto de Norman da rienda suelta a sus celos y su mal carácter, alejándose definitivamente del poco afecto que Connie le tenía. 

Llegar hasta la Laguna Negra no les supone un gran desafío, pero la cosa cambia al estar allí. Las orillas rebosan de ratas gigantes, y una de ellas mata a uno de los geólogos tan pronto como desembarcan a buscar fósiles. Y ese no es el mayor peligro de la laguna. Una rana gigante comienza a rondar el barco, saltando a cubierta de tanto en tanto para llevarse a alguien con él al fondo y darse un festín con su carne. Y aún hay otro peligro más. Norman ha acumulado suficiente odio hacia Brad como para estar decidido a asesinarlo cuando se le presente la oportunidad.

Apenas dos días después de llegar a la Laguna Negra, el barco la abandona dejando atrás a cinco muertos entre geólogos y marineros, unas cuantas ratas acribilladas, y un batracio gigante cosido a balazos. Y (algo muy raro en los bolsilibros en general y en los de Berna en particular), él y la protagonista no se casan. 

Lo cierto es que, para ser de Berna, no está mal. Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí, o concretamente otro bolsilibro que escribió inspirándose en la misma criatura pulsando aquí.

Laguna Negra. 1983. Joseph Berna [José Luís Bernabéu] (texto) Antonio Bernal (portada). Tam-tam nº 63. Ediciones Bruguera S.A.