EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por... Pecky.
¡Saludos, amigos cinéfagos!
No sé cómo estará el tiempo
por donde estáis vosotros. Por aquí ayer tuvimos una tormenta de esas con
relámpagos, y uno de ellos debió caer sobre nuestra caja de películas de
Frankenstein y le dio vida a esta, así que aprovechamos para darle un repasito.
Lo primero que tenemos que aclarar es que esta es La
maldición de Frankenstein de 1972, y no hay que confundirla con La
maldición de Frankenstein de 1957.
La que nos ocupa es una de las
absurdas joyitas de Jesús Franco, o tío Jess como se le conoce
cariñosamente entre los aficionados españoles. Es una de esas historias que mezclan conceptos
picoteados de aquí y de allí y que la mitad del tiempo parecen improvisadas
sobre la marcha.

Comenzamos en un laboratorio
en el que el doctor Matías Arthur Frankenstein y su ayudante están dándole unos
retoques a un monstruo de Frankenstein de piel plateada. Su intención, coronada
con el éxito, es hacerlo más inteligente, hasta llegar al nivel de conciencia
de un humano promedio. No tienen oportunidad de celebrar su triunfo ya que
Caronte, un misterioso individuo, se cuela en el laboratorio. Va acompañado de una
no menos misteriosa dama que emite graznidos de pájaro y a la que Caronte parece
controlar mediante un código de silbidos. Entre ambos matan al doctor y su ayudante sin hacerles ningún reclamo ni darles ninguna explicación. Tras esto, Caronte va hacia una pared, toca un resorte… y apaga la dramática banda sonora de la escena. Esto me descolocó un tanto, pero bueno, cosas de tío Jess.
La dama en
cuestión, Melissa, es una homúnculo vampírica ciega y clarividente, cuyas manos
con garras de ave de presa están cubiertas de plumas verdes. Melissa recibe órdenes mediante el magnetismo que proyecta el cerebro de su amo, que la creó inseminando con su propio esperma un huevo de águila... esperad que consulte la
lista a ver si me dejo algo… 📝👀no, eso es todo.
A Melissa y Caronte los ha
enviado un tipo llamado Cagliostro, que es uno de esos nombres raros que se
usan para hacer más interesante a un personaje, como Crowley u Orloff. Melisa y
el otro sicario anónimo roban el monstruo artificial y se los llevan a
Cagliostro. El plan de este es ordenarle al monstruo que le consiga bellas jovencitas con
las que satisfacer sus oscuros deseos, y usar luego sus restos como materia prima de sus
experimentos. Bueno, esto no se lo puedo reprochar. Supongo que es lo que
haríamos todos en caso de ser científicos locos llamados Crowley, Orloff o Cagliostro
y estar dotados con un cerebro magnético. Bromas aparte, en la época en la que
se hizo esta película “magnetismo” era un sinónimo aceptado de telepatía e hipnosis.
Vemos entonces que Matías
Frankenstein no murió en el ataque. Sobrevivió lo bastante para arrastrarse
fuera de su mansión-laboratorio. Fue encontrado desangrándose en un camino y
llevado a la consulta de su amigo, el doctor Seward. Vive lo justo para
confesarle al Dr. Seward que ha logrado crear un monstruo.
Al entierro de Matías
acude Vera, su hija. Esta decide encontrar por su cuenta a los asesinos de su
padre, así que roba su cadáver del cementerio, lo lleva al laboratorio que ha
heredado, y logra revivirlo unos segundos para obtener de él respuestas de
primera mano.

Mientras tanto, Cagliostro envía
al Frankenstein de plata y a su mujer-pájaro-vampira-ciega-telepata a raptar a
una bella dama local. También convoca magnéticamente a Esmeralda, una joven gitana que vive en los alrededores. Esmeralda es otro de esos nombres
recurrentes que se emplean en este tipo de historias para las bailarinas
gitanas debido al personaje de El jorobado de Notre Dame… pese a que la
Esmeralda de la novela no se llamaba Esmeralda (era un apodo) y no era gitana, sino que había sido robada a su madre
siendo un bebé por una familia de gitanos que le hicieron creer que era su
hija.
La Esmeralda de esta película no sabe que la voz que oye en su cabeza y
le ordena hacer cosas es la de Cagliostro, y al principio cree estar poseída por demonios. También hacen acto de presencia La Raza de Phantos, unos seres
cadavéricos envueltos en mortajas (algunos ya directamente esqueletos) que
surgen del bosque en plena noche cual Santa Compaña para presenciar como la
mujer raptada es decapitada.
Al parecer el plan de Cagliostro es (lo cambian ahora
respecto a lo que nos dijeron antes) crear su propia versión de la novia de Frankenstein
porque gracias a ello La Raza de Phantos podrá dominar el mundo… o algo así.
El Frankenstein plateado atrapa otra víctima para su magnético señor, pero cuando se la lleva inerte en
sus brazos es interceptado por Vera. El instinto le dice al monstruo que debe
obedecerla por ser la hija de su creador. Vera le ordena soltar a su víctima y
llevarsela a ella en su lugar. Pretende así que la lleve al escondrijo de
Cagliostro. Sin embargo una vez allí este la reconoce, algo con lo que Vera no
contaba. Tras deshacerse de Caronte, del que al parecer ya se ha aburrido,
Cagliostro hipnotiza a Vera para ponerla a su servicio.
Esmeralda (Lina Romay en su primer papel) sigue oyendo la voz
de Cagliostro en su cabeza, pero logra mantenerla a raya bebiendo agua bendita. El doctor Seward y el inspector de policía van dando palos
de ciego tratando de entender algo de lo que está pasando… como el espectador, más
o menos. Van en busca de pistas al laboratorio
de Matías donde encuentran el cadáver de este, y activan la máquina que lo
reanima unos segundos. Este les informa de donde y con quien está Vera. ¡Tiene
delito que un cadáver esté más enterado que ellos de lo que está pasando!
Para
amenizar un poco la cosa, que ya se estaba poniendo aburridilla, el estar
resucitando y desactivando al pobre cadáver del doctor Matías para hacerle hablar lo termina convirtiendo
en zombi. Este ataca a Seward y el inspector le volatiliza instantáneamente la
cabeza con un garrafón de ácido sulfúrico que había por ahí. Literalmente, la cabeza pasa de estar a no estar al cambio de plano. No había presupuesto para nada más elaborado.

Tras algunas escenas de
relleno y diálogos vacíos más, el Dr. Seward y el inspector se deciden a ir a la
guarida de Cagliostro pare rescatar a Vera. Se cuelan en el lugar y encuentran el
laboratorio donde tienen al Frankenstein plateado. Seward le dice que Cagliostro, a
quien sirve ahora, fue quien mató a su creador. Cuando algo más tarde el
monstruo es llevado a presencia de Cagliostro para que se acueste con su
versión de la novia de Frankenstein (con todos los zombis y esqueletos de la
Raza de Phantos mirando), el plateado engendro se descontrola y arremete contra
todo. Los esqueletos envueltos en sudarios huyen espantados del monstruo, que mata
a la mujer pájaro vampírica y persigue a Cagliostro. Mientras tanto, el
inspector (que también estaba de mirón, junto a Seward) se pone a disparar
contra los esqueletos… y los mata a tiros, lo cual me plantea nuevas preguntas.
Como Cagliostro se le escapa, el monstruo agarra a Vera y se la lleva con algún ignoto propósito. Afortunadamente el
inspector le acierta en la cabeza con una bala y se lo carga, poniendo a salvo
a Vera. A Cagliostro lo vemos huir de su guarida en un carro, azuzando los
caballos directamente hacia un precipicio, por el cual se despeña entre
dementes carcajadas. Vera nos informa entonces, por si alguien no supo
captarlo, que Cagliostro ha ganado porque ha muerto, y volverá a nacer como
hijo de alguna gitana para seguir atormentando al mundo. Y… y… y ya.
Es una película mala, no voy a
negarlo. Tampoco negaré que me gusta. Mucha gente confunde el
que una película le guste con que sea buena y el que no le guste con que sea
mala. Una buena película (bien filmada, bien presupuestada, con un gran guion,
con excelentes actores y efectos, etc.) puede no gustarte, mientras que una
mala película (presupuesto ínfimo, errores de montaje, guion inconsistente, planos desenfocados, montones de relleno, etc.) puede gustarte o cuanto menos no aburrirte.
Este es
uno de esos casos en que una película mala me gusta, quizá por el maratón de
disparates que presenta. Lina Romay, por ejemplo, no hace nada relevante ni influye en
la trama. Está ahí solo porque era la compañera sentimental de Jess Franco y algún papelillo había que darle a la moza. También es cierto que aun siendo su primera película y tener un papel secundario, su interpretación es la mejor de todas. Lina terminó alcanzando cierto renombre incluso a nivel internacional tanto en el porno como en el terror, interviniendo en más de cien películas de estos géneros primero como actriz y luego como directora.
Lo de apagar la banda sonora de la escena tocando un botón de la pared
me puede, y lo de matar los esqueletos a tiros mientras estos huyen despavoridos del
monstruo plateado es una ida de olla monumental.
Puedes ver otra película de este director pulsando aquí.
La maldición de Frankenstein.
1972. Jesús Franco (guion y dirección) Alberto Dalbes, Howard Vernon, Daniel
Gerome (actores principales) Beatriz Savon, Anne Lisbert, Lina Romay (actrices
principales). Fenix Films & Comptoir Francais. Editado en DVD en 2005 por
Divisa Home Video.