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martes, 24 de diciembre de 2024

NOCHEBUENA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, navideños lectores.

Siendo hoy 24 de diciembre, no se me ocurre nada mejor para comentar que Nochebuena, o La noche de navidad, que sería la traducción literal del título original. Este cuento corto forma parte de una serie de ellos llamada Veladas en un caserío próximo a Dikanka de Nikolái Vasilievich Gógol, autor conocido por obras como Taras BulbaLas ánimas muertas. Se trata de un cuento de fantasía navideño ambientado en la aldea de Dikanka (Ucrania).

El protagonista es Vakula, un joven y fornido muchachote que en sus ratos libres pinta escenas religiosas con un arte que supera incluso a su prodigiosa habilidad como herrero. Vakula está enamorado de Oskana, la moza más bonita del pueblo… pero lo mismo puede decirse de casi todos los hombres del pueblo, puesto que la belleza de Oskana roza lo sobrenatural. Una de las obras pictóricas de Vakula es un mural con el que ha decorado la iglesia del pueblo, en el que San Pedro ridiculiza al Diablo. Molesto con ello, el Diablo acude a Dikanka para arruinarle la vida a Vakula.

Vakula siempre aprovecha que el padre de Oskana sale de casa (generalmente para ir hincharse a beber en la taberna) para visitarla a escondidas. Como el Diablo no puede atentar directamente contra la gente, decide robar la luna cuando el padre de Oskana está de camino a la taberna y Vakula ya en la habitación de Oskana. Recorriendo el cielo de puntillas, llega hasta la luna y la guarda en un saquito, convirtiendo la claridad de la noche en un pozo de oscuridad. A la postre, desata una fuerte ventisca de nieve. Enfrentado a la oscuridad y la ventisca, y todavía mucho más cerca de su casa que de la taberna, el padre de Oskana decide olvidarse de la taberna por esta vez y darse la vuelta. Cuando llega hasta su casa, encuentra a Vakula en ella y lo reconoce. Vakula, en cambio, no reconoce al hombre, de tan abrigado que va con su gorro de piel y pelliza, que casi le cubren el rostro. Molesto por la interrupción, creyéndole un inoportuno pedigüeño, lo echa a golpes de su propia casa. La luna vuelve poco después a su lugar, puesto que el Diablo la pierde en un descuido, pero el mal ya está hecho.

A continuación irrumpe en la casa una tromba de niños y jóvenes que han estado recorriendo las calles cantando coliadki (villancicos que tradicionalmente se recompensan con comida). Son amigos de Oskana que vienen a mostrarle los embutidos y pastelillos que les ha entregado la gente a cambio de sus canciones de puerta en puerta. Una de las chicas lleva unos bonitos zapatos nuevos con los que Oskana se entusiasma. Más en broma que en serio, promete ante todos casarse con Vakula si este es capaz de regalarle los zapatos de la mismísima zarina. Más en broma que en serio… pero promesa, al fin y al cabo. Promesa que, tras mucho darle vueltas, Vakula se toma al pie de la letra. Ofuscado y con la cabeza bullendo de extraños planes, vuelve a su propia casa, donde vive con su madre.

En Dikanka se dice de la madre de Vakula que es una bruja, que se transforma en cerda y otros animales y que vuela montada en su escoba. También que es la amante de la mitad de los hombres casados o viudos del pueblo, y que hasta el Diablo se mete en su cama cuando visita la región. Y lo malo no es que digan eso de ella, sino que todo es cierto. Vakula pasa por casa y, buscando algo que hacer para no pensar más en Oskana, agarra un saco en el que él piensa que ha dejado sus herramientas y se lo lleva a la herrería. En realidad, su madre lleva toda la noche recibiendo amantes en su casa, y cada vez que llega uno esconde en un saco al anterior, de modo que llegan a juntarse varios metidos en sacos. El que ha agarrado Vakula, pensando que es el de sus herramientas, es el que contiene al Diablo. Cuando se da cuenta de lo que lleva al hombro, agarra al Diablo por el rabo y le hace la señal de la cruz en la frente, con lo que este queda obligado por la tradición a ayudarle hasta el amanecer.

Vakula ordena al Diablo que le lleve esa misma noche a San Petersburgo. Este lo lleva literalmente volando, tan alto que el herrero debe agachar la cabeza para que su frente no se choque con la luna. Llegan a San Petersburgo, capital de Rusia en aquella época y residencia habitual de la zarina cuyos zapatitos ambiciona Oskana. Allí el Diablo se reduce de tamaño y se esconde en el bolsillo de la camisa de Vakula. Acostumbrado a su modesta aldea de cabañas, el herrero avanza por la ciudad asombrado por la amplitud de sus calles adoquinadas y la enormidad de sus edificios de piedra. Valiéndose de su labia y con la ayuda del Diablo oculto en su bolsillo, logra acceder al palacio de la zarina mezclado con un grupo de zaporogos de las estepas. Allí su maravilla se redobla ante el lujo del lugar, conoce al famoso general Potemkin, favorito de la zarina, y finalmente a la propia zarina.  

Los zaporogos han sido invitados a palacio para hacer peticiones en nombre de su pueblo a la zarina, que esta debe considerar. Cuando la zarina les pregunta que es lo que precisan de ella, Vakula, que carece de la más elemental etiqueta para esos menesteres, le pide directamente sus zapatos para regalárselos a su novia. Esto hace reír a la zarina, que esperaba de él, como de los otros, que pidiera un ajuste en las leyes o algún otro serio y aburrido asunto de estado. Inmediatamente ordena que le entreguen su mejor par de zapatitos, los más ricamente adornados. Con estos en su poder, el herrero ordena al Diablo que lo lleve de vuelta a Dikanka.

Cuando aterrizan en el pueblo ya está amaneciendo, y el Diablo queda libre de ayudarle más. Vakula se duerme en el granero, agotado por los acontecimientos de la noche. Al día siguiente se presenta ante el padre de Oskana con los zapatitos de la zarina y pide la mano de la joven. El hombre le da tres latigazos en la espalda como castigo por haberlo echado de su propia casa la noche anterior, y a continuación accede al matrimonio. Oskana le confiesa entonces a Vakula que nunca quiso los zapatos y que tenía intención de casarse con él de todos modos.

Me ha gustado mucho. Está escrito con un gran sentido del humor y te sumerge en las costumbres y folclore ucraniano y ruso. Gógol tiene una habilidad envidiable para crearte una imagen muy colorista y detallada de los personajes y lugares con muy pocas palabras. Este cuento es como una de esas comidas que son ligeras, pero te dejan saciado.

Ночь перед Рождеством (1832). Nikolái Vasilievich Gógol (texto) Isabel Fischer (ilustraciones). Publicado en 2002 por Suma de Letras S. L.

2 comentarios:

  1. Yo también lo he leído esta Nochebuena. Mi momento favorito ha sido ese en que al diablo se le abre el saco donde ha metido la luna, y esta simplemente se eleva en el aire como un globo de helio y vuelve a colocarse en su sitio. La bruja volviéndose loca para esconder gente en sacos también ha estado bien.

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    1. Lo de la luna volviendo por sí sola a su lugar en el cielo también me gustó. Aunque en este caso se trata de una fantasía, lo cierto es que por lo general la naturaleza se cura a sí misma si se le da la oportunidad y el tiempo para hacerlo.

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