EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Una aventura narrada en primera persona (raro en
estos libritos) en la que la codicia se apodera de la tripulación de una nave de exploración.
Sorprende la facilidad con la que se dan los motines en las novelas de ciencia
ficción de este tipo, siendo tan comunes (o aún más) que en la época en la que
navegábamos a vela.
En esta ocasión una tripulación se amotina para dedicarse a
recolectar platino de un mundo recién descubierto, cercano al que se dirigían
en un principio. No faltan ni los ataques de nativos (que en realidad no lo
son, pero casi) ni las enfermedades locales, ni la fiebre de oro (o platino, en
este caso), que convierten la historia en una especie de versión espacial de la
búsqueda de El Dorado por parte de las tripulaciones españolas que
desembarcaron en Centroamérica.
Lo mejor es el intrigante “efecto de retención de imágenes” del extraño mineral similar al cuarzo que hay en el planeta, que (aparentemente) en ocasiones “graba” imágenes de lo que ocurre a su alrededor y en otras ocasiones las proyecta… ya sea con minutos o con años de retraso. En el mundo hay también un enorme volcán que arroja platino fundido, y en sus laderas es donde se concentran los esfuerzos de la tripulación por recolectar el preciado mineral, que arrancan literalmente en láminas, acumulándolo por toneladas. El volcán parece actuar como si tuviera consciencia propia, tratando de matar a cuantos exploradores se ponen a su alcance, lanzando nuevas oleadas de platino fundido cuando menos se lo esperan.
La codicia que se despierta en toda la tripulación es exagerada más allá de lo razonable. Nadie parece caer en la cuenta que deben volver a la Tierra para sacar partido a ese platino… y al hacerlo se les juzgará por amotinarse, y toda la situación resulta un tanto forzada. El propio capitán de la nave, el héroe y narrador de la historia, sucumbe a esta obsesión por la riqueza y comienza a pensar en sus propios hombres en términos de este es necesario, este sacrificable, este útil por el momento...
Y aunque el autor no llega a
decirlo claramente, se esfuerza en sugerir que todo este comportamiento está
inducido por una conciencia externa que obliga a la gente a comportarse así.
Quizá la misma consciencia que parece impulsar al volcán de platino a liberar
su letal y valiosa carga en los momentos precisos.
A medida que la historia avanza, descubrimos también que los brutales nativos que atacan a los expedicionarios de la Tierra (descritos prácticamente como gorilas de tres metros de altura y pelaje rojizo) son en realidad lo que queda de una tripulación de otra raza que llegó allí diez años atrás por el mismo motivo que los humanos, deslumbrados por la fortuna en platino que el mundo les ofrecía.
Los enigmas que el propio relato plantea no llegan a aclararse, pero aún así la historia está muy bien llevada. Sin embargo, el que tras desviarse de su ruta, aterrizar en otro mundo, estar allí varios días y perder una gran cantidad de material y más de la mitad de su tripulación, el capitán lo arregle todo simplemente "olvidándose" de anotarlo en el cuaderno de bitácora (y aquí no ha pasado nada) es inconcebiblemente absurdo. Por lo demás, una buena historia espacial de tesoros malditos y motines.
Viaje hacia el horror. 1997. Kelltom McIntire [José León Domínguez]. La conquista del espacio nº 349. Editorial Bruguera S.A.
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