¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Esta es la novela de 1880 en la que se basó ese gran
clásico del cine que nos vuelven a pasar por televisión casi todas las
navidades, junto con Los diez
mandamientos. Dejando aparte las creencias religiosas que
cada uno tenga o deje de tener, Ben-Hur
siempre me pareció una gran película, una aventura realmente épica.
La novela comienza con el encuentro en
pleno desierto de tres hombres: un egipcio, un griego y un hindú. Se detienen a
descansar y comer juntos, y cada uno se presenta a los demás y cuenta sus
motivos para el viaje que está llevando a cabo. Así es como descubrimos que se
trata de los llamados Tres reyes magos,
que, a partir de ese momento, prosiguen su viaje como grupo.
No me lo esperaba, y teniendo en cuenta
que siempre que se habla de ellos se les describe ya viajando juntos, la
narración de esta parte de la leyenda en la que se encuentran y conocen, charlando brevemente de sus vidas, me pareció muy interesante.
También me resultó gracioso un párrafo que
hay poco después de esta parte en donde nos cuentan que José llevaba aburriendo
a María todo el camino de Nazaret a Belén, contándole un montón de monótonas historias
religiosas que a ella, una muchacha de apenas quince años en las últimas etapas del embarazo, y que hace semanas que viaja en burro por parajes abruptos y helados, le traen por
completo sin cuidado.
Pero a partir de ahí, el texto se
vuelve tan monótono como las historias que José cuenta a María camino de Belén.
El libro está narrado como una parábola bíblica. Probablemente esa era su
intención. La mayor parte del texto son largos diálogos en un lenguaje florido
y en extremo educado, que resulta adecuado en conversaciones formales entre sabios, pero queda extraño en boca de gente ruda y sin acceso a la
educación. El texto descriptivo entre diálogos, además, es
breve y suele limitarse a lo mínimo imprescindible para hilvanar la historia.
La famosa carrera de cuadrigas sí está
narrada en mayor detalle, pero es algo diferente a lo visto en la película. Mesala
azota con su fusta a los caballos de Ben-Hur cuando sus carruajes están en
paralelo, no al propio Ben-Hur, y la rotura de la rueda de Mesala, que en la película
parece algo accidental, en la novela forma parte de un movimiento calculado por
Ben-Hur. Aunque la rivalidad entre ambos es la misma que en la
versión cinematográfica, en el libro Ben-Hur no se lamenta por ella, como
ocurre en la película. Al inicio de la
historia, antes incluso de producirse el accidente que los enfrenta para
siempre, Ben-Hur ya manifiesta su deseo de no volver a encontrarse con Mesala,
por ser este “demasiado romano”.
Ben-Hur es en general más radical y violento en la
novela que en el film: tiene entrenamiento militar, y mata a un hombre a golpes solo para demostrarle a otro lo buen luchador que es. Poco después mata en plena calle a
un centurión romano, le roba sus armas, y reúne a un gran contingente de
ciudadanos (el equivalente a tres legiones) para entrenarlos como un ejército.
De los Tres reyes magos con los que
comienza la novela, solo Baltasar el egipcio tiene relevancia y vuelve a
intervenir en la historia tras su presentación. También aparece varias veces la
hija de Baltasar, Iras, pero mientras que a su padre se lo presenta como un
hombre sabio y bondadoso, a ella en cambio se la muestra como una aprovechada
que finge estar enamorada de Ben-Hur con la esperanza de reinar a su lado
cuando este derroque el gobierno romano y se apodere de la región.
Ben-Hur está convencido que el prometido
Rey de los Judíos será un conquistador, un líder de ejércitos, como David, y
por ello se dedica a entrenar hombres y reunir una fortuna con la intención de
poner ambas cosas al servicio de Jesús, ignorando que en realidad la persona que busca es ese hombre humilde y pacífico con el que ya se ha encontrado en un par de ocasiones. Cuando se decide a iniciar una guerra abierta
contra las tropas de ocupación romanas, todos sus hombres excepto dos desertan,
y Ben-Hur abandona la idea de vencer a sus enemigos por la fuerza, dedicando el resto de su vida a ser lo más feliz posible y emplear su
fortuna en construir catacumbas para los mártires cristianos.
La novela me ha resultado menos
centrada que la película, con una carga religiosa mucho mayor, escrita de forma demasiado simplista y llena de
personajes planos, pero no ha sido una mala lectura, por la oportunidad de ir
comparando una película que me gusta mucho con el texto que la inspiró. También hay que considerar que tiene casi ciento cuarenta años, y la forma de narrar y entender la lectura ha cambiado mucho desde entonces.
Ben-Hur. 1880. Lewis Wallace. Clásicos Juveniles. Publicado en 2004 por Servivlibro Ediciones S.A.
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