¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Esta es una
recopilación de relatos de Jack London de temática muy variada. Es una edición
barata de 1983, y no se calentaron mucho la cabeza con ella.
Cuando
se habla de dinero, por ejemplo, las cifras se traducen a duros y pesetas (la
moneda que teníamos en España antes del Euro). Entiendo que esto pudo hacerse
así en ese momento para que los lectores, que en el 83 no teníamos la facilidad
de acceso a la información que hay hoy en día, tuviéramos una idea clara del
valor de la cantidad de la que se estaba hablando.
Lo correcto hubiera sido mantener la cantidad en dólares
o libras tal como aparecía en el texto original e indicar su equivalencia en pesetas en una nota a pie de página. Lo del cambio de moneda no se hace siempre: en ocasiones se nos habla de
dólares, en otras de libras, de céntimos, y en algunas de duros. En un mismo
relato, el protagonista cobra su trabajo en duros y da propinas en libras. Un
caos económico. Pero todo esto es cosa de la traducción, no del autor.
La
invasión. Relata un intento de conquista mundial por parte
de China. No una conquista militar, si no una colonización a gran escala. Todo
el país se embarca en un proceso de producción masiva de un solo elemento:
población. En apenas cien años, su población pasa de los cuatrocientos millones
que tenía en 1904 a mil millones, que comienzan a emigrar en grandes cantidades
y a asentarse en diferentes países, viviendo agrupados como comunidades, y a la
larga, desplazando cada vez más a la población local y copando los puestos de
trabajo. Estas cifras eran ficción cuando la historia se escribió en 1914.
Actualmente, la población de China supera los mil trescientos millones de
personas, y sigue creciendo año tras año.
Cuando
algunos países comienzan a reaccionar y amenazan a China, esta revela su
ejército. Una cantidad tan enorme de infantería de centuplica cualquier número
de tropas que se puedan enviar contra ellos. El poder del ejercito chino no radica en el armamento o el entrenamiento de sus tropas, si no en su casi infinita capacidad
para reponer sus bajas. Ante la evidencia de una futura ocupación mundial que
termine sustituyendo cualquier otra cultura, el resto de países toma una
decisión: el exterminio absoluto de toda la población de China mediante la
guerra química; una enfermedad propagada mediante mosquitos incapaces de reproducirse, que cuando se extinguen han despoblado casi por completo el país.
Al
final del relato se nos revela que lo que hemos leído es un extracto de un libro de historia del
año 2158 (más de 240 años en el futuro de la época en la que fue escrito),
justificando así que la aniquilación de todos los humanos y animales del
territorio chino sea tratada de forma ligera, y se presente como algo necesario
e incluso beneficioso para el mundo, el inicio, de hecho, de una nueva era de concordia y prosperidad (quizá una crítica encubierta al exterminio indio llevado a cabo por su propio país). La historia la escriben los vencedores, y
el genocidio chino es presentado en los libros de historia bajo el nombre de “el saneamiento” de China.
Luz
y sombra. Es la historia de tres amigos. Dos de ellos han
competido uno con el otro durante toda su vida, rivalizando en notas escolares,
logros académicos, desafíos deportivos, y pretendiendo a la misma mujer. El tercer amigo es el
sufrido narrador, que intenta sin éxito mediar entre ambos. La inicialmente tensa competencia termina volviéndose odio homicida cuando ambos desarrollan casi simultáneamente una
fórmula para lograr la invisibilidad y la experimentan consigo mismos.
Cara
caída. Jack London tuvo una vida bastante azarosa. Fue granjero, voceador callejero de periódicos (-¡Extra, extra!), marinero, contrabandista, fogonero, explorador de tierras salvajes, cazador de pieles, buscador de oro... en conjunto, lo que hoy en día llamaríamos un aventurero. Muchos de los personajes de sus historias lo eran también,
siendo este su prototipo de hombre ideal.
El
protagonista de esta historia es uno de esos hombres: el último superviviente
de un campamento que ha sido destruido por una tribu india en Alaska. Sus
cuarenta compañeros han sido torturados y mutilados con una extrema crueldad,
uno tras otro, alargando su agonía durante horas y horas, y le ha llegado el
turno a él. Al protagonista no le asusta morir, pero no ve motivo para hacerlo
sufriendo. Consciente que no tiene ninguna posibilidad de escapar con vida,
intenta al menos partir de este mundo sin pasar por todo ese dolor innecesario.
Para ello, urde un complicado engaño con el que tratará de engatusar a sus
captores para lo que maten instantáneamente sin torturarlo antes.
Quizá sea el relato más representativo de ese estoicismo que London admiraba en la gente
acostumbrada a la vida dura, lejos de la civilización.
Noche
de aficionados. Una joven que trata de abrirse paso en el
periodismo acepta el consejo de un escritor veterano y participa un par de
veces en la noche del aficionado. Se trata de unas pocas horas que un
local de variedades reserva para todo aquel que se decida a saltar a la
palestra para cantar, contar historias, o simplemente improvisar.
El
motivo por el que el autor le recomienda hacer esto es para que pierda el miedo
al ridículo y al rechazo, y tenga su primera toma de contacto con el ambiente
del espectáculo, con su mezcla de glamour y sordidez. Lo
mejor de este relato; los breves y apresurados consejos que da el escritor, perfectamente aplicables
a cualquiera que realmente pretenda ganarse la vida juntando letras.
Los hijos de Midas. Un grupo de autodenominados intelectuales y progresistas comienza a chantajear a un empresario, al que le exigen veinte millones de dólares a cambio de no matar gente al azar. Alegan que ese dinero les corresponde ya que, como filósofos que se consideran, no ven justo tener que trabajar para vivir, y quieren ser subvencionados de por vida con cantidades astronómicas para poder dedicar toda su existencia a vivir plenamente su intelectualidad.
Al
no serles entregada esta cantidad, comienzan a matar a personas de lo que para
ellos son categorías inferiores: obreros, policías, niñeras… en definitiva, trabajadores. Es
curiosa la forma en que London se adelantaba en más de cien años a las
realidades sociales de nuestro tiempo.
El
ambiente local. Un mendigo llama a la puerta trasera de una casa,
pidiendo algo de comer. Resulta ser un individuo tan carismático y culto que
rápidamente encandila a toda la familia, hasta el punto de pasar una larga
temporada viviendo a cuerpo de rey con ellos.
El
cabeza de familia, periodista de profesión, se siente tan fascinado por sus historias
de mendigo que decide vivir la mendicidad por si mismo para escribir un
articulo sobre ella. Su convivencia con los mendigos termina en una inmensa
borrachera que le proporciona una experiencia adicional: dos meses de
calabozo.
El
relato es, en el fondo, otra historia sobre el arte de escribir, como lo era Noche
de aficionados. Solo hay una parte a la que no le veo sentido: en un par de
ocasiones el periodista coincide con un ascensorista tuberculoso, y aprovecha
la ocasión para burlarse de él e incluso golpearlo, escudándose en la debilidad
física que le causa a este su enfermedad. Parece pretender ser un pasaje cómico
(quizá en su época se entendía así) pero es una parte del relato bochornosa que
no aporta nada al conjunto.
Puedes ver la reseña de otro libro del mismo autor pulsando aquí.
The Unparalleled Invasion. 1983. Jack London [John Griffith]. Aventura nº 17. Editorial Laertes.
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