EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ! ¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
Presentado por… el Supervisor General.
¡Diecinueve de marzo! ¡Feliz Día del padre!
Hemos estado revisando de arriba a abajo nuestras
colecciones de cosas, trastos y artefactos buscando algo adecuado para comentar
hoy, porque nos gusta todo eso de la sincronía. Y nos hemos decidido por esta
película, en la que un hombre emprende una venganza infinita contra su antiguo
señor, enfrentándose en el proceso a cientos de enemigos… y llevando en todo
momento con él a su hijo. Porque no hay que olvidar nunca que lo
que convierte a un hombre en padre (o a una mujer en madre) no es el tener
hijos, sino el hecho de cuidarlos y protegerlos contra viento y marea. Y contra
ninjas, si hace falta.
La historia tiene lugar en Japón, en algún momento
de la época Edo (aproximadamente, del 1600 al 1870 del calendario occidental). Ogami
Itto es un samurái al servicio de su shogun, cuya vida ha prometido
salvaguardar. Pero con los años el shogun ha ido volviéndose paranoico. Ve
enemigos y traidores por todas partes y cree que todos desean asesinarle. Envía
a sus soldados a realizar redadas entre la población en busca de “rebeldes”, estrangula
al pueblo con impuestos, condena a muerte a los nobles…
Llega un momento en el que incluso
considera al propio Ogami, que siempre le ha servido fielmente como samurái y
verdugo, demasiado peligroso para seguir vivo. Una noche envía a un grupo de
ninjas a su casa para matarle, pero estos asesinan a su mujer y se marchan al
no encontrarle a él. Ogami estaba esa noche rezando en una pequeña capilla anexa a la casa, y encuentra a su mujer agonizando al regresar.
Ogami no puede atentar directamente contra el shogun
por el juramento que hizo de proteger su vida, pero este juramento no le impide
matar uno tras otro a sus soldados, agentes, espías, recaudadores de impuestos
y familiares.
Tras prometerle al cadáver de su mujer que “correrán ríos de
sangre”, clava su espada en el suelo y deja junto a esta una pelota de colores,
a cierta distancia de su hijo, de apenas un año. Sabe que desde ese momento
tanto su vida como la de su hijo Daigoro estarán en un peligro constante, que
la suya será por siempre una sucesión de matanzas y huidas.
No quiere esa vida para Daigoro, pero no puede dejarlo a cargo de alguien, pues ello condenaría a muerte tanto a
su hijo como a la familia que lo acogiera. Tampoco se ve capaz de tomar él la
decisión de darle una muerte rápida para evitarle la muerte más cruel que
tendría en manos de los hombres del shogun, y por eso deja que sea el destino
quien decida. Si Daigoro gatea hacia la pelota de colores, lo matará. Si gatea
hacia la espada, lo acompañará en su vida de lucha continua. Aunque la pelota
es uno de los juguetes de Daigoro, este gatea hacia la espada, quizá porque
supone para él algo nuevo, quizá porque siempre ha visto a su padre con ella y
es la primera ocasión que tiene de tocarla. Esto marca el destino de ambos, y convierte a Ogami
en un guerrero errante que viaja de un lado a otro empujando un carrito de bebé.
El shogun
promete perdonarle la vida si acepta enfrentarse en duelo a uno de sus hijos y
le derrota. La cabeza del hijo del shogun termina rodando por el suelo, pero este
no cumple su promesa y a cada asesino que Ogami despacha sigue otro, y otro
más.
La película está basada en el manga El lobo solitario y su cachorro, de Kazuo Koike, que fue también coguionista de las
seis películas originales sobre el personaje. Esta es en realidad una versión
hecha a base de trozos de la primera y la segunda de esas películas. Un director
americano compró los derechos de emisión de las dos primeras películas y, para
adaptarlas más a los gustos del público americano, las convirtió en una
juntando el inicio de la primera, el final de la segunda, y las mejores escenas
de acción de ambas. También cambió la banda sonora y los diálogos,
simplificando la trama. Las películas originales no eran conocidas fuera de
Japón, pero esta versión la distribuyó Roger Corman, y fue lo que dio a conocer
al personaje y su historia.
El film es prácticamente de principio a fin una
sucesión de escenas de combate, donde se nos muestran los trucos de Ogami y
Daigoro para sobrevivir e imponerse a las interminables oleadas de enemigos que les acechan. Siendo esa la única vida que ha conocido, Daigoro
se adapta a ella como a cualquier otra, y llega a convertirse en una más de las
armas de su padre. Su carrito de cañas de bambú, de apariencia inofensiva,
esconde resortes y mecanismos que despliegan cuchillas o separan partes del
carrito que son en realidad lanzas y cuchillos camuflados. Entre padre e hijo
acaban con cada samurái y ninja que el shogun envía tras ellos.
Hay también escenas muy bonitas. En un momento en el
que Ogami está gravemente herido y pierde la conciencia, Daigoro trata de cuidarle
buscando comida. Encuentra una estatua de un monje situada junto al camino en la que algún viajero ha dejado como ofrenda tres panes de arroz, poco antes. Daigoro los coge
para alimentar a su padre, pero cómo se siente mal por “robarle” a la estatua,
le da a cambio un chaleco de tela que llevaba puesto.
En otra escena que considero memorable, un grupo de
ninjas han atrapado a Daigoro y lo tienen atado, suspendido sobre la boca de un
pozo. Amenazan a Ogami con lanzar a su hijo al pozo si él no se deja matar
pacíficamente. El niño tiene poco más de dos años en ese momento, aún anda de forma
vacilante y casi no habla, pero comprende perfectamente la situación a la que se
enfrenta su padre. Usando uno de sus pies se descalza el zapato del otro para
que caiga al pozo. Al oírlo chapotear en el fondo, Ogami comprende que su hijo
le está indicando que no es un pozo seco, sino que tiene agua y que, por tanto,
aunque los ninjas le suelten dispondrá de unos pocos segundos para matarlos y
rescatarlo del fondo antes de que se ahogue.
La trama general de la película está tomada de la
segunda entrega de la saga original; Para poder pagar la comida y alojamiento
en las contadas ocasiones en que se aventuran a adentrarse en un poblado, Ogami
acepta trabajos como mercenario, pero solo si estos perjudican los intereses
del shogun. Un clan le contrata para que mate al recaudador de impuestos de la
región, que resulta ser uno de los hermanos del shogun. A este lo acompaña una
escolta de jizamurai (samuráis de rango menor) y tres asesinos veteranos
conocidos como Los Señores de la Muerte, a todos los cuales Ogami y Daigoro
deberán enfrentarse.
Daigoro tiene de hecho tanto o más protagonismo que
su padre, y hace de narrador de la historia. Al final, lo último que oímos es
su voz. Mientras el viento arrastra el sombrero del último de los Señores de la
Muerte, a los que su padre acaba de derrotar, Daigoro reflexiona con tristeza sobre
la vida que le ha tocado: “Yo hubiera deseado que todo fuese diferente. Pero un
deseo, es solo un deseo”.
Y quizá a eso se reduce todo. Puede que si hacemos
memoria podamos llegar a pensar que nuestra infancia no fue todo lo buena que
nos hubiera gustado que fuera, que recordemos haber llorado, y pillado
berrinches y enfadarnos con nuestros padres en muchas ocasiones. Pero si esa fue
la mejor infancia que nuestros padres, por sus trabajos, horarios y
circunstancias personales pudieron darnos, siempre tendremos motivos para
estarles agradecidos por ello.
Puedes ver otra entrada dedicada al Día del padre pulsando aquí.
[Películas originales] Kozure Ōkami 1. Kowokashi
udekashi tsukamatsuru / Kozure Ōkami 2. Sanzu no kawa no ubaguruma. 1972. Kazuo
Koike, Goseki Kojima (guion) Kenji Misumi (dirección) Tomisaburo Wakayama, Akihiro
Tomikawa (actores principales). Toho.
[Versión americana] Shogun Assasin. 1980. Remontaje
de Robert Houston. Distribuida en DVD en 2006 por Asian Trash Cinema.
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