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miércoles, 23 de noviembre de 2022

LA GARRA GIGANTE

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                            ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

El que estudiaremos hoy es el triste caso de lo que podría haber sido una gran película, y que terminó echada a perder por la racanería de un productor. Filmada en 1957, es una de esas cintas de moda en la época con un estilo semi documental que me gusta mucho. Una buena parte del metraje son imágenes de archivo, acompañadas por una voz en off que nos narra lo que se supone que está pasando. 

El argumento es el clásico: un monstruo gigante llegado de nadie sabe dónde (al inicio, al menos) recorre los Estados Unidos destruyendo cosas. En esta ocasión, el monstruo es volador. La primera película de Rodan (ラドン) se había estrenado un año antes, así que ahora los monstruos gigantes debían volar para que la gente se los tomara en serio. 
El caso es que la criatura sobrevuela el país derribando y comiéndose aviones, sin importar la velocidad ni tamaño de estos. Puede alimentarse de cualquier tipo de materia, ya que todo lo que traga lo transforma en energía pura. Técnicamente podría sobrevivir simplemente masticando rocas de una montaña, pero le atraen los objetos en movimiento. Casi al final hay una escena (mi preferida) en la que atrapa a un tren, lo arranca de las vías, y se lo lleva por los aires con todos los vagones enganchados, como una gigantesca ristra de salchichas.  

El primero en verlo es el piloto de pruebas independiente Mitchell McAfee, pero nadie le cree. En la zona en la que él dice haber visto “un ovni del tamaño de un acorazado” los radares no detectan nada más que su propio avión. Sin embargo, solo unas pocas horas después empiezan a radiarse informes de otros avistamientos similares y desapariciones de aviones. En todos los casos, el ovni es descrito como una forma enorme pero borrosa, que se mueve a una velocidad aterradora. 

El gobierno quiere mantener a los civiles fuera del asunto mientras sea posible, así que se apresuran a dar por finalizadas las pruebas que Mitch estaba realizando, y que la doctora en matemáticas Sally Caldwell supervisaba desde tierra. Ponen a su disposición un avión del ejército para llevarlos a Nueva York, pero durante el viaje este es derribado por el monstruo, al que todavía no hemos llegado a ver claramente. 

El avión se estrella, más ellos y el piloto sobreviven. Son encontrados y acogidos por un granjero, que poco después ve al monstruo y queda con la cordura tan mermada que apenas acierta a murmurar “¡La Carcaña!” bautizando al fin a la criatura.

Mitch y Sally, ya demasiado implicados en el asunto como para que el ejército los deje tranquilos, pasan a formar parte del operativo que se ha dispuesto para localizar y abatir a la criatura. Finalmente se confirma que se trata de un ave de presa gigantesca, y nos la muestran… y aquí es donde tenemos el problema, porque la película era bastante decente hasta ese momento. 

El monstruo en cuestión es una especie de buitre bizco con una cresta de punk, medio desplumado, y que parece (mal) disecado. Para abaratar costes, el productor destinó mucho menos de lo originalmente previsto para el monstruo, cuando en estas películas el monstruo solía ser el principal atractivo, lo que la gente iba al cine a ver. ¡La carátula de la película no exageraba cuando nos anunció que "Nunca se ha visto nada tan horrible"!

Para empeorar las cosas, los actores nunca llegaron a ver el monigote durante la filmación de la película. Se les dijo que sería una especie de halcón monstruoso, algo épico y aterrador, y se lo tomaron en serio. Todos los actores están muy metidos en su papel, su actuaciones son convincentes (el tonteo entre Mitch y Sally es excelente) y sin duda pusieron un tanto de esfuerzo extra para estar a la altura del terrorífico monstruo al que suponían que se les iba a ver a enfrentarse en el montaje final. 

Una de las anécdotas que se cuentan sobre esta película, es que los actores, cargados de legítimo orgullo por un trabajo bien hecho (por su parte, al menos) llevaron como era costumbre a sus amigos y familiares al estreno. Pero las apariciones del supuestamente atroz e impresionante monstruo fueron recibidas por el público con carcajadas, en lugar de con gritos. Las escenas del monstruo se habían filmado aparte, usando maquetas e imágenes de archivo de aviones disparando y explotando, y los actores y personal del set las vieron por primera vez junto al resto del público. 

Son escenas tan ridículas que desmerecen el trabajo verdaderamente profesional del resto de la película. El aire cómico que tiene el bicho incluso se acentúa por el contraste entre la absoluta seriedad o sobrecogido terror que muestran los rostros de los actores cuando se supone que lo están viendo. 

Personalmente, el monstruo no me resulta tan feo (se parece a los gallicéfaros nativos del Planeta del Espacio, aunque con una sola cabeza) pero entiendo la reacción del público de la época. A esto hay que añadir que La Carcaña tarda mucho en verse (aparece un poco antes de la mitad de la película) y hasta ese momento están jugando con la intriga, lo que hace el momento de su aparición aún más… memorable. Por si fuera poco, tampoco las maquetas de aviones son gran cosa, e incluso representan modelos diferentes de los aviones que se ven en las imágenes de archivo que se usaron. Un desastre monumental. 

Volviendo con la película, los aviones de combate que tratan de abatir a La Carcaña se ven impotentes contra ella. Todo proyectil disparado contra el ave parece desintegrarse justo antes de tocarla. Un científico teoriza que el ave proviene de una galaxia de antimateria, y que por tanto toda materia que entre en contacto con ella se desintegra al instante. Antes de eso hemos visto a La Carcaña confeccionándose un nido (usando árboles enteros en lugar de ramitas) sin que estos se desintegrasen al tocarla, por lo que este campo de antimateria debe ser algo que la criatura puede activar o desactivar a voluntad.

Finalmente, Mitch (que es, recordemos, piloto de pruebas y experto en electrónica de radares) diseña y fabrica en cuestión de un par de días una máquina que emite q-mesones neutralizadores de antimateria, a tamaño portátil. Esta máquina, instalada en un avión, permite rociar a La Carcaña con una dosis de q-mesones que la hacen vulnerable a las armas convencionales. O algo así. Tras esto, basta con lanzarle unos pocos misiles para que el pobre pajarraco muera y su cadáver se hunda en la mar, asomando dramáticamente una garra a modo de amenaza final, como prometiendo regresar. 

¿Lo hizo? No. Es decir, no, pero… hay otra película muy posterior, La serpiente voladora, que inevitablemente me recuerda a esta. La comentaremos en algún momento y sacaremos conclusiones sobre la posible relación entre ambas.

The Giant Claw. 1957. Paul Gangelin, Samuel Newman (guion) Fred F. Sears (director). Jeff Morrow, Morris Ankrum (actores principales) Mara Corday (actriz principal). Clover Productions. Editado en DVD en 2008 por L´atelier 13 Pictures. 

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