ALMACÉN DE MUNDOS COMPRIMIDOS
¡Saludos, vertebrados!
El juego que os traemos hoy es uno de finanzas en el que en lugar de ir comprando propiedades inmobiliarias debemos ir coleccionado coches. Lo pillamos de segunda mano por la portada, simple y llanamente. Ni la temática ni el tipo de juego nos interesaba, pero una portada como esta no la podíamos dejar pasar en nuestra colección.
No nos extenderemos mucho con el reglamento porque es muy similar a todos los juegos de finanzas. Cada jugador recibe unos fondos iniciales en forma de billetes y debe dar vueltas por un tablero cíclico en el que tendrá la oportunidad de adquirir diferentes vehículos, garajes y distribuidores, mediante un sistema que la verdad nos ha parecido innecesariamente rebuscado.
Los garajes hay que pagarlos, pero los coches los obtenemos gratis, al azar, al caer en determinadas casillas (¿no será que en realidad los robamos?). Luego podemos comprar a los otros jugadores sus coches por el precio indicado en la tarjeta de cada uno, pero solo si ya tenemos un garaje y un distribuidor. Si queremos comprar un vehículo y el propietario no quiere vendérnoslo tiene que pagarnos una compensación (¿por elegir no vendernos algo de su propiedad particular?) y hay subastas, multas y otros detalles. Lo han cambiado lo bastante como para no poder decir que es simplemente un Monopoly con coches, pero no sabría decir si eso lo hace mejor o peor.
Tenemos cuatro mazos de cartas, pero solo el de los coches muestra resultados diferentes, con coches de distintos modelos y precios. Las cartas de los otros mazos son iguales, y creo que habría sido más adecuado presentarlas en forma de marcadores. La intención del formato de carta en los juegos de mesa es, precisamente, poder barajarlas de modo que vayan apareciendo en un orden aleatorio en cada partida, y que al estar boca abajo se ignore cual será el siguiente resultado.
Pero bueno, vamos a lo importante en este caso en particular: el apartado estético. Que alguien nos explique esta portada, por favor. ¿Por qué hay una esbelta Robocop femenina en traje de baño agitando un fajo de billetes? ¿Y os habéis fijado en la cara de miedo y extrañeza con que la miran la mujer y el hombre que hay a la derecha, que incluso parecen estar echando a correr para huir de ella? Es más… ¿Qué hace la efigie de George Washington y el símbolo del dólar en unos billetes donde las cantidades se indican en pesetas? Este es el bizarrismo de Falomir en todo su esplendor, y en este caso, lo decimos en el buen sentido.
La Gran Ocasión. 1988. Autores no acreditados. De dos a ocho jugadores a partir de siete años. Falomir juegos.
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