MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

viernes, 28 de abril de 2023

JUGUETES DEL MUNDO

 EL ARCHIVO                                                                                                 

Presentado por... Librug.


Bienvenidos al Archivo, investigadores. 

Últimamente vamos muy cortos de tiempo para todo porque estamos trabajando en algo que esperamos que os guste: una serie de librojuegos propios al estilo de los Elije tu propia aventura que una vez terminados podrán jugarse desde aquí mismo, usando el sistema de enlaces entre páginas para elegir entre las diferentes opciones. 

Como durante una temporada vamos a dedicar gran parte de nuestro personal a sentar las bases de esto, es posible que las entradas diarias se resientan y nos saltemos muchas. Parece que no, pero hasta la más cortita nos ocupa varias horas, entre redactar el texto, revisarlo, sacar las fotos y todo el proceso en general, sin contar el tiempo que lleve leer el libro a comentar cuando se trata de eso. 

Para que os hagáis una idea, hay una regla de equivalencias que dice que un escritor promedio tarda una hora en escribir aquello que a un lector promedio le llevará un minuto leer.  Resumiendo... que os volvemos a embutir material de archivo, para salir del paso 😅

El artículo que presentamos en esta ocasión se publicó por primera vez en mayo de 2022, en la revista virtual Figuras en Acción nº 26, que resultará interesante a todo aficionado a los juguetes en general y a los de Tente en particular. 

Como de costumbre el texto es nuestro, pero las imágenes que lo ilustran fueron tomadas de internet, de diversas fuentes, las cuales se indican cuando las conocemos.

Los juguetes han acompañado a la humanidad desde siempre. Se han encontrado sencillos muñecos y animales de madera y hueso hasta en los asentamientos prehistóricos; objetos tallados por hombres y mujeres que aún no habían desarrollado un lenguaje más allá de gestos y gruñidos, pero ya confeccionaban juguetes para sus hijos. 

Los juguetes son anteriores incluso a la propia humanidad, puesto que también muchos animales escogen un trozo de madera o cualquier cosa que les llame la atención para jugar a arrebatárselo unos a otros, a esconderlo, a acecharlo como si fuera una presa, o a cuidarlo como si fuera un cachorro. Hasta se ha observado a grupos de delfines turnándose para tocar con el morro un alga, evitando que descienda a más de determinada profundidad, tal como un grupo de niños podrían hacer chutándose una pelota unos a otros para que esta no toque el suelo. Probablemente no sea casualidad que solo los animales de inteligencia más desarrollada jueguen entre ellos como una forma de socialización o empleen juguetes como parte de su aprendizaje.   

En este articulo vamos a repasar algunos juguetes representativos de diferentes lugares del mundo, pues estos son un reflejo de la cultura que los creó tanto o más como cualquier otra de sus tradiciones o leyendas populares. 


APPLE HEAD DOLLS

¡Las manzanas dan la cara!

Las Apple Head Dolls (muñecas con cabeza de manzana) son un tipo de muñeco tradicional de Norteamérica, vestigio de una época en la que la gente aún fabricaba en casa sus propios juguetes. Al parecer tienen su origen en una tribu de nativos americanos que habitaba los montes Apalaches. Éstos confeccionaban muñecas de trapo por motivos religiosos y también para sus hijos, pues en el pasado más remoto los juguetes eran, en parte, amuletos de protección.

En la fabricación de estos muñecos se empleaban todo tipo de materiales comunes: madera, hueso, trapos, plumas, barro cocido, caparazones de insectos… pero el punto focal del muñeco, su parte más importante (la cabeza) estaba tallada en una manzana. Naturalmente una manzana no dura mucho en condiciones normales, por lo que éstas se sometían a un proceso de deshidratación artificial que las convertían en un material seco y duro parecido al actual cartón piedra. Todavía se conservan en diversos museos muñecas Apple Head a las que se atribuye más de trescientos años de antigüedad, con su cabeza perfectamente preservada. Las figuras originales se hacían sin brazos, con un cuerpo rígido (por lo general de madera) y con piernas colgantes y blandas, poco más que tiras de tela con diminutos mocasines al final. Estaban adornadas con réplicas de las vestimentas y abalorios tradicionales de la tribu.

Los colonos ingleses que se extendieron por todo el Nuevo Mundo copiaron la técnica de esta tribu. Las primeras granjas que se establecieron en este inmenso territorio estaban separadas unas de otras por decenas de kilómetros. Los pequeños asentamientos de colonos vivían incomunicados, y la escasez inicial de recursos y mercados (las grandes ciudades todavía no existían) hacía de cada una de estas comunidades una pequeña sociedad autosuficiente. Todo lo que necesitaban lo producían ellos (no tenían más remedio que encontrar la forma de hacerlo), y esto incluía los juguetes de sus hijos. Los Apple Heads se convirtieron en una alternativa original y vistosa a las muñecas tradicionales europeas, que eran únicamente de trapo, con rostros lisos a menudo simplemente dibujados en la tela de la cara.

La característica que hace únicas a las Apple Heads es precisamente el esculpir su rostro en una manzana. La manzana es un material mucho más fácil de tallar que un taco de madera. Además, no hace falta ser muy detallista. Basta con tallar unos rasgos básicos; la abertura de la boca, las cuencas de los ojos, una rudimentaria nariz… el proceso de secado es el verdadero escultor.

Una vez mondada la piel y tallados unos rasgos con la punta de un cuchillo, la manzana se sumerge durante una hora en un recipiente lleno de zumo de limón en donde previamente se han disuelto dos cucharadas soperas de sal. Esta mezcla inicia el desecado natural de la manzana. Tras sacarla de la mezcla (que se puede reutilizar varias veces, aunque el cítrico va perdiendo poco a poco su acidez) solo queda dejar expuesta la manzana en un lugar adecuado y esperar. Escoger el lugar adecuado es la parte más complicada de todo el proceso. Debe ser un punto donde no haya humedad, le dé el viento con regularidad, y a ser posible con una temperatura elevada, pero sin recibir el sol directamente. 

Después de unas tres semanas, la manzana se ha reducido aproximadamente a la mitad de su volumen inicial, y se parecerá más a un trozo de madera que a una fruta. El propio proceso acentúa los rasgos tallados, dándoles aspecto de rostros viejos y un tanto deformes, pero casi siempre reconocibles como tales. Si se ha hecho todo bien, ya no se pudrirá, y se puede barnizar y pintar como si se tratara de cartón piedra o papel maché. 

El resto es añadirle un cuerpo adecuado, para lo cual se pueden seguir las técnicas habituales de fabricación de títeres o muñecas de trapo. Actualmente se suelen emplear armazones de alambre recubiertos de varias capas de tela o vendajes empapados en una mezcla de agua y cola blanca de carpintería. Cuando la cola se seca, se viste al muñeco cosiendo sobre el cuerpo piezas de tela que imiten ropas.

Las técnicas modernas permiten acelerar el proceso, reduciéndolo de tres semanas a tres días. No hay más que introducir la manzana en el horno (los microondas no se recomiendan) después de su baño en la mezcla, y administrarle unos buenos doscientos grados durante un par de horas. Tras esto, el volumen de humedad que habrá perdido reducirá el tiempo de secado al aire considerablemente, aunque éste sigue siendo necesario para el «curtido» final. 

Durante el periodo de secado al aire la manzana todavía estará lo bastante blanda para seguir tallándole rasgos o acentuándolos (haciendo presión con algún instrumento plano) si vemos que sus facciones se desdibujan demasiado. También podemos aprovechar el momento para añadirle los ojos a las cuencas, que durante el secado se irán estrechando en torno a estos, dejándolos encajados en el rostro sin necesidad de pegamentos. Lo tradicional es emplear como ojos semillas de manzana, pero también algo más grande como centavos, botones, cuentas de vidrio o plástico, canicas, perlas, guijarros o cualquier cosa que queramos. Las cuencas pueden dejarse simplemente vacías, permitiendo que los rostros adopten expresiones ceñudas.

Los cabellos pueden hacerse pegándoles penachos de hilos o algodón a la cabeza, o auténtico cabello humano. Esta es una manualidad que sigue llevándose a cabo en muchas poblaciones, similar al tallado de linternas de calabaza para Halloween y muchos aficionados a las Apple Head Dolls conservan el pelo que se cortan a lo largo del año para usar sus propios cabellos en sus muñecas.

Todo esto es orientativo. Los diferentes tamaños y calidades de las manzanas (y también la diferente acidez de los limones) pueden alterar los tiempos necesarios. Algunos talladores de manzanas recomiendan sumergirlas en la mezcla solo un minuto. Otros recomiendan hacerlo durante dos horas, y secarlas al horno durante seis. El que no haya una fórmula exacta y que el resultado final sea impredecible es parte del encanto de estas figuras. El proceso se hace a ojo, preparando la mezcla un poco por instinto, y observando como un día tras otro el viento y el calor van dándole forma al rostro, de modo que éste va adquiriendo una «personalidad» única. Incluso tallando los mismos rasgos en varias manzanas, cada una de ellas puede desarrollar rostros por completo diferentes, dependiendo del tamaño, variedad o grado de madurez de la manzana. Los más veteranos en este asunto recomiendan las manzanas Golden, que estén duras al tacto antes de tallarlas, someterlas a secado natural sin recurrir al horno, y situar la manzana en donde le llegue el viento desde el norte, pero todo es cuestión de gustos y de práctica. 

El kit de reducción de cabezas de Vincent Price

En 1975 salió al mercado un «kit de reducción de cabezas», que no era más que una variante de las Apple Head Dolls. Editado por MB a través de una de sus filiales, y con el actor Vincent Price como gancho, este kit incluía todo lo necesario para tallar cabezas en manzanas (excepto las propias manzanas) y consejos para darles un acabado con el que semejaran verdaderas cabezas humanas reducidas al estilo Jibaro. Lo innovador de este juguete era que incluía un auténtico deshidratador de alimentos, que permitía reducir el tiempo de desecado a tan solo una semana.  Una actividad para toda la familia, divertida y educativa, sin lugar a dudas… y un juego muy valorado en la actualidad, debido a su rareza.

Wicked! Las historias de terror para niños de Appleman

En 2001 una breve serie de dibujos australiana sorprendió a propios y extraños con una banda sonora inquietante y una temática entre absurda y terrorífica. 

Destinada en teoría al público infantil, pero con escenas en ocasiones bastante grotescas, Wicked! (¡Enloquecido!) es la historia de un chico y su hermana que comienzan a ser acosados por una figura Apple Head que ha cobrado vida, llamada Appleman. El por qué Appleman se ensaña con ellos y qué relación tiene este extraño personaje con la desaparición del padre de los hermanos es algo que solo se desvela al final de la serie. Durante la misma, Appleman perseguirá a los hermanos elaborando planes malévolos uno tras otro (como dar a comer manzanas radiactivas a las vacas del condado para que su leche enferme a la gente), demostrando unos poderes variados e imprevisibles, como un Freddy Krueger que actúa en el mundo real en lugar de en las pesadillas. 

La serie no tuvo mucha repercusión y es poco recordada, pero tenía un estilo muy particular, que hacía que quisieras verla y te asustara hacerlo (al menos cuando la veías de niño). 

No deja de ser curioso que una serie donde uno de sus personajes principales está relacionado con las Apple Head Dolls sea australiana en lugar de norteamericana, pero probablemente se deba a que lentamente esta peculiar tradición va extendiéndose más allá de sus fronteras originales. En Norteamérica hay poblaciones donde se hacen concursos de tallado de manzanas, y mercadillos donde la gente vende al público sus obras. Quizá veamos algo parecido por nuestro país algún día.


KACHINAS

Las portadoras de vida

Las muñecas Kachina son tradicionales de los anasazi, una agrupación de pequeñas tribus nativas americanas todas ellas relacionadas por un origen común.

Hay muchas leyendas extrañas asociadas a los anasazi. No se sabe con seguridad ni su origen ni el motivo de su casi desaparición. Al haberse producido esta antes de la llegada de los europeos a América, no quedó ninguna constancia escrita de su paso por el mundo. Se ignora incluso el nombre que los anasazi se daban a sí mismos. Durante mucho tiempo se les llamó anasazi («los enemigos» en dialecto navajo) pero hoy en día este término se considera despectivo, y se emplea el de Indios Pueblo para referirse a las culturas derivadas de ellos. 

Las kachina son figuras de madera, pintadas de colores muy vivos. Las más antiguas que se conservan y también las que se consideran más tradicionales tienen «forma de bloque», es decir, con los brazos y piernas tallados como parte del cuerpo principal, nunca extendidos o separados de este. Recuerdan un tanto a las tallas de los tótems y muy probablemente estén relacionados con estos, al menos en su intención. Versiones más actuales presentan figuras de corte más realista con brazos y piernas extendidos y proporciones netamente humanas. 

Estas versiones relativamente modernas suelen estar vestidas con trajes confeccionados con tela o lana y adornadas con plumas, pelo de animales y amuletos, en lugar de solo pintadas. Es costumbre que la forma de las muñecas se vaya amoldando a la de las niñas que las reciben, siendo las de tipo «bloque» cuando aún son bebés y cambiándolas progresivamente por figuras más realistas a medida que la niña crece. 


El nombre que se da a estas tallas es kachina. Literalmente, «portadora de vida». No representan solo seres vivos (lo que incluye tanto a humanos y animales como a dioses y espíritus) sino también conceptos como la luz del sol, la lluvia, o la esperanza. Solo se confeccionan en días concretos haciéndolas coincidir con fiestas locales, siempre en días que puedan ser entendidos como el inicio de algo bueno, como la época de la siembra y la recolección. Las diferentes formas y colores de las muñecas tienen asociadas características como traer suerte, salud, prosperidad… 

El nombre kachina no designa solo a estas figuras, sino que hace referencia a una serie de espíritus y es extensible a todo lo mágico o sagrado. En las fiestas tradicionales, los participantes se disfrazan imitando el aspecto y colores de determinados kachina relacionados con ese evento en concreto. Hay cerca de cuatrocientos kachina, cada uno con su nombre, historia y poderes. Hay kachinas asociados a las estaciones, el clima, los meses del año, los puntos cardinales (seis, por cierto, ya que los Indios Pueblo cuentan también como tales el «arriba» y el «abajo»), etc.  

La atracción por similitud es quizá la forma de magia mas antigua practicada por la humanidad. Los primeros humanos se dibujaban a sí mismos cazando animales en la creencia que eso favorecería la caza. Identificaban a su pueblo con animales totémicos cuyas cualidades envidiaban, en la creencia que así atraerían a ellos estas cualidades. Hoy en día seguimos regalando a nuestros hijos figuras de juguete que representan a individuos cuyo aspecto, fuerza, valor, fiereza, bondad, entereza, etc., consideramos en cierto modo deseables o valiosas, para que les sirvan de inspiración. Las muñecas kachina no son diferentes de todo esto. Son juguetes, pero a la vez se espera que atraigan determinadas características positivas hacia los niños y niñas que juegan con ellos.


QUITAPENAS

Las hijas de Ixmucane

Las muñecas quitapenas son un ejemplo más de la fuerte relación que hubo en la antigüedad entre magia y juguetes. Son unas diminutas muñecas-amuleto originarias de Guatemala con cientos de años de tradición a sus espaldas. No se sabe exactamente cuando comenzaron a fabricarse, pero la leyenda que circula sobre ellas cuenta que las primeras eran representaciones de una princesa Maya llamada Ixmucane, a la que los dioses concedieron el poder de ser capaz de resolver todo aquello que preocupara o perturbara a su pueblo. Ixmucane es también el nombre de una de las trece deidades de la cultura Maya que unieron sus fuerzas para crear a los seres humanos. Su nombre significa «Dueña del maíz», ya que su parte del proceso consistió en moler maíz y otros cereales en una pasta primordial a la que luego los otros dioses dieron forma, vida, leyes, conocimientos, etc., dando origen a los primeros hombres.

Las Muñecas Quitapenas (conocidas también con el nombre de Chamulitas, Quitapesares, o como Worry Dolls en países angloparlantes) tienen por lo general entre tres y cinco centímetros de altura, aunque las hay desde dos centímetros hasta diez. Es muy raro verlas fuera de estos márgenes de tamaño. Se fabrican a mano empleando materiales muy comunes, como pasta de papel (probablemente en sus orígenes se empleaba barro o pasta de cereales), madera, algodón y lana. Se les suele dar el aspecto de seres humanos vestidos con ropas tradicionales de la cultura maya.  Naturalmente, a medida que se han ido comercializando y globalizando han ido surgiendo variantes, incluidas figuritas de plástico producidas industrialmente con moldes. 

Similares en concepto a los Atrapasueños de los indios nativos americanos, la función de las Muñecas Quitapenas es proporcionar un sueño tranquilo a sus dueños. Al irse a dormir, una o más de estas muñequitas puede ser colocadas bajo la almohada, de forma que la cabeza del durmiente descargue su peso (y sus preocupaciones) sobre ellas. Durante la noche, las muñecas se enfrentarán a las preocupaciones y pesares del durmiente, que cuando despierte se sentirá (al menos esa es la intención), más aliviado de tensiones y más seguro de sí mismo. Pero no es tan simple como esto. No basta con lanzar un puñado de muñequitas bajo la almohada y ya está. 

La tradición dicta que cada muñequita solo puede encargarse de luchar contra una preocupación o pena concreta por noche, y debe ser informada previamente de lo que se espera de ella. Así pues, hay que sostener una Quitapenas mientras en voz baja y en privado, sin nadie más que pueda oírnos, se le explica que es lo que nos preocupa. Se recomienda además acariciarla mientras se le habla, para establecer un mayor vínculo con ella. Una vez asignada su «misión» para esa noche, se la deja bajo la almohada y, si tenemos más preocupaciones que nos atormenten, repetiremos el proceso con otra distinta.

Dicho así puede parecer una simple superstición, pero hablar de nuestros problemas con alguien siempre contribuye a aliviarlos. Por eso la gente le reza al dios en el que ha escogido creer. Por eso la gente va a contarle sus penas a los psiquiatras, o las comentan con amigos o personas de confianza incluso si son conscientes que éstas no tienen ninguna capacidad para solucionarlas. La gente habla de sus problemas por el mero efecto terapéutico de hablar. Porque el exponer una preocupación en voz alta, el oírla con palabras concretas, aunque vengan de nosotros mismos, hace que nuestro cerebro trabaje en su posible solución a un nivel al que no lo hace cuando el problema es solamente una idea abstracta. Quizá por eso las Quitapenas alejan de nosotros las preocupaciones. Porque son algo con lo que podemos hablar siempre que lo necesitemos, y a veces lo único que necesitamos en realidad es precisamente hablar con alguien, o hablarnos a nosotros mismos. 

Siguiendo con la tradición, cada muñequita es de un solo uso. Si a la mañana siguiente de contarle nuestras penas a una nos despertamos más tranquilos y aliviados o con una posible solución al problema en nuestra mente, entonces la muñeca ya ha cumplido su labor. La preocupación o parte de ella estará atrapada en la muñeca, y esta ya no podrá atrapar otra. Las muñecas que han logrado atrapar una pena o solucionar parte de un problema no pueden guardarse con otras muñecas «vacías», porque de hacerlo las contaminarían. 

Las Quitapenas usadas se guardan todas juntas en una caja o bolsa separadas de las demás, y a veces los abuelos o padres las muestran a los más pequeños de la casa para que estos vean a cuantos problemas se ha tenido que enfrentar la familia en el pasado, y cuantos ha logrado superar a pesar de todo. Las Quitapenas se convierten así en una suerte de «cicatrices familiares» que van siendo heredadas por las distintas generaciones, creando un bagaje de dificultades superadas que refuerza la unión familiar y conecta a los más jóvenes con sus antepasados. 

Las Quitapenas deben también ser tratadas con respeto, y no emplearlas para trivialidades. Además, hay que tener en cuenta que no se puede recurrir a ellas un domingo ya que… ¡es su día libre! Por esta razón, lo normal es venderlas en grupos de entre cuatro y ocho, en lugar de individualmente. Los grupos de muñequitas se venden metidas en una bolsa de tela o lana, o a veces en una cajita o envueltas en una tira de paño. 

El precio de origen suele rondar el medio dólar por figurita, aunque naturalmente, en esto influye mucho lo elaboradas que estén. También se dice que una Quitapenas es más poderosa si te la ha regalado alguien que si la has comprado o fabricado para ti mismo, porque de este modo al poder de la propia Quitapenas se une también el de la persona que te ha demostrado su amor y preocupación al regalártela.

Hay una excepción aplicable a los niños pequeños. Como sus penas son también más pequeñas, una misma muñeca puede acarrear cualquier número de éstas. Por ello, en las zonas en que esta tradición está más arraigada, es bastante normal ver niños y niñas que llevan varias muñequitas encima todo el día, a las que incluso ponen nombre propio y sacan del bolsillo de tanto en tanto para hacerles algún comentario o simplemente jugar con ellas. Puesto que se supone que las Quitapenas tienen un alma, también les gusta que se les preste atención de vez en cuando, y a los niños les está permitido emplearlas como juguetes comunes, siempre que las traten con cuidado.

Independientemente de si las Quitapenas funcionan o no, y de si las consideramos amuletos mágicos o muñecas tradicionales de la cultura guatemalteca, estas figuritas son muy bonitas y populares, y uno de los grandes reclamos para los turistas. Cada fabricante le da su toque personal en forma de distintos vestidos o tejidos, cuya combinación de colores también se usan para indicar de que región proviene cada una. 

Aunque se venden por toda Guatemala y también en México, las consideradas más «puras» y efectivas son las que proceden de Antigua Guatemala (a la que también se conoce simplemente como Antigua o Ciudad Antigua) una población situada a unos cuarenta kilómetros de la actual capital del país: Nueva Guatemala de la Asunción. 

Precisamente en la capital estas muñequitas no se venden, e incluso tenerlas está mal visto debido a que hoy por hoy sus habitantes son en su mayoría fervorosamente católicos y las consideran una muestra de superstición. Esto hace que muchos turistas que visitan Guatemala lleguen a la capital y la pasen de largo, solo para dirigirse a los grandes mercados de artesanía de Ciudad Antigua en busca de Quitapenas y otros recuerdos.

Dejando aparte las creencias y religiones tanto ancestrales como modernas, las Quitapenas son el juguete tradicional más emblemático de Guatemala. Un bonito ejemplo de los cada vez más escasos juguetes de elaboración artesanal que quedan en el mundo.


MATRIOSHKAS

Una tradición de madres a hijas

Las matrioshkas o matrioskas son los juguetes tradicionales rusos más conocidos. Se trata de una serie de figuras talladas en madera y ahuecadas, cada una de las cuales contiene otra similar más pequeña, y esta a su vez otra, y así hasta llegar a una figura diminuta. Naturalmente, hoy en día se hacen con cualquier temática posible, pero las más clásicas representan mujeres que lucen ropas tradicionales. 

La de mayor tamaño suele estar también decorada con más sobriedad, y con rasgos adultos. A medida que las muñecas van siendo cada vez más pequeñas, los rasgos son cada vez más infantiles y las ropas muestran colores más alegres. A veces se pintan objetos en las manos de las muñecas, siendo cosas como cuencos de comida, cucharones o prendas a medio coser en las figuras mayores, ramos de flores en las intermedias y juguetes en las más pequeñas, reforzando así la idea de las diferentes edades. Son principalmente un elemento decorativo, pero también dan pie a jugar con ellas, representando las distintas etapas de la vida de la muñeca, o a varias generaciones de una misma familia.

Como ocurre con la mayoría de las tradiciones, la versión actual es el resultado de la unión de varias costumbres similares de diferentes culturas que en algún momento se encontraron. En el año 1900 una matrioska fue presentada a una exposición internacional de juguetes, siendo este el primer registro oficial que se tiene de ellas, aunque se sabe que ya existían desde mucho antes y aparecen nombradas en cartas y textos informales más antiguos. 

En la cultura rusa son comunes los adornos de madera con una forma determinada (generalmente flores y frutas) que guardan en su interior ahuecado otra versión más pequeña y ligeramente diferente de sí misma, por ejemplo, los distintos tamaños y colores de una manzana en sus sucesivas etapas de maduración, y se cree que esto pudiera ser el precedente de las actuales matrioskas.

Los artesanos rusos dicen que la idea de este tipo de muñecas llegó hasta ellos desde China. En cambio, si preguntamos a los artesanos chinos, estos afirman que la idea se la trajo a ellos un peregrino ruso. Este punto no está claro, pero es posible que un viajero ruso, a su paso por China, decidiera tallar unas figuras a imitación de las locales, pero aplicándoles el concepto de las secuencias de frutas de su propia tierra. Y más tarde algunas de estas figuras, ya con aspecto de muñecas en lugar de frutas, llegó hasta Rusia de manos de otro viajero. Su origen está en definitiva en una mezcla cultural entre estos dos países. La matrioska mas grande del mundo, con treinta metros de altura, se encuentra en Manzhouli, China y está decorada con dibujos de mujeres con ropas tanto chinas como rusas. La matrioska más numerosa, con otras setenta y dos matrioskas en su interior, está en Rusia, en el museo de Nizhny Novgorod. 

Hay una serie de tópicos acerca de las matrioshkas en las que se mezclan tradición, artesanía y superstición. Una «verdadera» matrioshka rusa debe tener preferentemente un número impar de componentes, aunque no parece haber un motivo para ello. Simplemente «debe ser así». 

También es costumbre anotar en la base de la figura más grande, que contiene a todas las demás, cuantas muñecas componen ese lote en total, aunque esto probablemente se deba más al deseo de evitar una excesiva manipulación por parte del posible comprador que a otra razón. Los conjuntos más comunes de matrioshkas son de tres, cinco y siete muñecas.

La madera con las que se confecciona un juego de matrioshkas debe pertenecer toda a un mismo árbol. Esto puede parecer también una superstición, pero aquí es donde entra en juego la artesanía. La madera de dos árboles diferentes, incluso si son de la misma especie, responde de forma diferente al paso del tiempo y a los cambios de temperatura y humedad del aire dependiendo de factores como la edad del árbol, su salud, nutrientes del suelo, o el tiempo transcurrido desde que fue cortado. La madera ha de pertenecer toda a un mismo lote para asegurarse que cualquier cambio afecte a todas las piezas de una matrioshka por igual.   

Las matrioshkas están por tanto en un punto de equilibrio casi perfecto entre el juguete y la obra de arte. Algo que, como las propias muñecas, brotadas cada una del vientre de la anterior, parece el regalo perfecto para ser pasado generación tras generación de madres a hijas.


OKIAGARI KOBOSHI

Cuando no dejas que nada te derribe

Conocidos como tentetiesos en la cultura hispánica y como roly-poly en la anglosajona, los okiagari koboshi son esos famosos muñecos de forma oblonga que recuperan la verticalidad cada vez que se los empuja. 

Son un juguete japonés que cuenta con una larga tradición (hay constancia escrita de ellos desde el siglo XIV) aunque es posible que se inspiraran en un juguete similar chino más antiguo. Originalmente estaban fabricados en madera, barro cocido o cerámica endurecida, y pintados a mano.

 

Su forma y peso están expresamente pensados y distribuidos para que, tras ser empujados o golpeados, se enderecen por sí solos. Cuando se les empuja, mientras se tambalean hasta volver a quedar erguidos, es costumbre canturrearles la frase «Si siete veces me derriban, ocho me volveré a levantar» fingiendo que es el propio muñeco quien la pronuncia. No en vano, su nombre significa «El pequeño monje que se pone en pie». 

Suele regalársele a los niños pequeños con la intención que estos aprendan que siempre hay que volver a levantarse por muchas veces que la vida intente derribarte. También se los considera amuletos de buena suerte, y algunas personas los usan como métodos de adivinación: si se lanza un okiagari koboshi (de algún material no rompible) al aire y este termina quedando en pie cuando toca el suelo, habrá buena suerte en los proyectos que se acometan a continuación. Si al caer queda derribado y no se endereza, habrá mala suerte. 

Otra de las tradiciones relacionadas con ellos, es comprarlos precisamente el día diez de enero. Según esta misma tradición, hay que comprar tantos como los miembros de la familia en cuya casa van a residir los okiagari koboshi, y uno más si se desea que la familia aumente.

La forma clásica de estas figuras es la de un monje joven, a veces un niño, con ropas de su culto y rango. En ocasiones está caracterizado como un viajero. Los colores con los que pintan sus ropas suelen ser azul y/o dorado. 

Tienen una variante llamada daruma que representa concretamente al fundador del budismo, en lugar de a un monje anónimo. Los daruma visten de rojo, se venden con los ojos cerrados (sin pintar) y su expresión es más severa que la de los okiagari koboshi, que suele ser alegre. La misma persona que lo adquiere tiene que «despertarle» pintándole el ojo izquierdo cuando toma la decisión de llevar a cabo un importante proyecto o recuperarse de algún gran bache en su vida (romántico, económico, de salud, etc.) para que así el mismo espíritu de ponerse en pie una y otra vez del daruma le acompañe. Cuando el bache se supera, se pinta también el ojo derecho del daruma para evitar recaer en él. 

Hay también darumas que se fabrican en papel maché y se venden en los templos budistas. Se compran a principio de año por un precio bajo, considerado más que otra cosa como un donativo al templo, y al final del año se devuelven a este. Todos los darumas devueltos son quemados en una ceremonia en la que se pretende quemar a la vez toda la mala suerte que estos pequeños darumas de papel maché han absorbido de la casa donde estaban, para que no afectara a la familia que los compró, y a continuación se compran nuevos darumas para el siguiente año. 

Naturalmente, al ser en parte amuletos de fortuna, un okiagari koboshi o un daruma no pueden guardarse en cualquier lado. Les corresponde estar situados bien a la vista en una habitación importante de la casa, preferentemente en una posición elevada, como una estantería, desde la cual puedan esparcir sus benéficas propiedades sobre todos los presentes. 


PIÑATAS

La recompensa al esfuerzo

Las piñatas son uno de los elementos más conocidos a nivel internacional de las festividades mexicanas. Como ocurre con muchas tradiciones, su origen no está claro, y su significado ha ido cambiando, amoldándose a los tiempos. 

Al parecer las piñatas fueron llevadas a Suramérica por los españoles, pero estos a su vez habían adaptado la tradición de Italia, y los italianos, de China. Marco Polo describía en sus libros de viajes una olla de barro con forma de animal que se rellenaba con diferentes tipos de semillas, y que luego se rompía como parte de una fiesta dedicada a las cosechas y la fertilidad de la tierra. 

Tras pasar de mano en mano, con cada pueblo que hacía suya esta tradición añadiendo su toque particular, las piñatas llegaron a México, donde calaron tan hondo que se han convertido en uno de los rasgos más reconocibles de su cultura. Sin duda en esta rápida aceptación influyó que también los mayas practicaban una ceremonia parecida, consistente en romper una vasija de barro llena de granos de cacao, como ofrenda a sus dioses. La tradición de la piñata traída de España fue abrazada inmediatamente y sustituyó a la ya casi olvidada vasija de cacao.

Al igual que muchos otros juguetes y celebraciones actuales, las piñatas tuvieron en el pasado un significado mágico o religioso. Una forma de bendecir las cosechas en China. Una ofrenda votiva a los dioses en Suramérica. Un acto de fe en el que la piñata representaba El Mal, que debía ser rechazado (el acto de romper la piñata a golpes) para obtener el verdadero premio, en Italia y España. Ese simbolismo se ha perdido en gran parte a día de hoy, para darle un aire menos solemne y más divertido, y hacer más partícipes a los niños pequeños. A fin de cuentas, las fiestas son para recordar, pero también para reunirse y divertirse. 

Lo que no ha cambiado con el tiempo, es que el contenido de la piñata no se entrega sin más, sino que este debe obtenerse. Generalmente la piñata debe ser rota a golpes (y en ocasiones con los ojos vendados) porque no es un regalo, sino un premio. Los regalos nos los dan sin más, mientras que los premios los ganamos. El contenido de la piñata solo puede obtenerse tras el «esfuerzo” de romperla a golpes. Simboliza una recompensa a nuestras acciones, no un regalo que se obtiene sin poner nada por nuestra parte. 

Actualmente, la piñata mexicana es la más conocida de todas, y la que se ha generalizado. No solo en México, sino también en muchos otros países por todo el mundo se ha implantado el modelo de piñata mexicana como el estándar. Las más tradicionales siguen siendo de barro pintado de vivos colores, pero las más comunes son las de cartón o papel maché. 

Suelen rellenarse de dulces y pequeños juguetes, y la persona designada para romperla debe hacerlo con los ojos vendados, guiando sus golpes por las indicaciones que le den los demás. Una versión «menos violenta» de la piñata que debe golpearse, es la que tiene varias cuerdecitas colgando. Al tirar de una de ellas la piñata se parte sola, mientras que las otras solo se desprenden, convirtiendo el acto de romper la piñata en una especie de lotería en la que pueden participar varias personas.

Las piñatas mexicanas se asocian principalmente a la Navidad, pero su uso se ha extendido a cumpleaños y fiestas de todo tipo. En Acolman de Nezahualcóyotl se celebra anualmente una Feria de la Posada y la Piñata donde se premia a las más originales y bonitas. Es precisamente en esta localidad donde tiene su origen la piñata mexicana como tal, de la que ya se tienen referencias escritas que datan del siglo XVI.

Después de haberse extendido por toda Suramérica, la piñata mexicana está empezando a popularizarse también en sitios tan dispares como Norteamérica y la India, y recuperándose al fin en España. Las hay tanto tradicionales, con forma de burrito o caballo, como temáticas, de cualquier película, serie o cuento posible. 

Fuera de México son un elemento más asociado a los cumpleaños que la Navidad, y en algunos lugares han llegado a tomar un papel tan relevante y central en estas celebraciones como el de la propia tarta con velitas.


En casi todos estos juguetes tradicionales que acabamos de ver y en los muchos otros que aún se podrían nombrar, hay una idea que se repite; la protección. La infancia es una época vital en el desarrollo. La mayoría de los pediatras y psicólogos coinciden en que lo que determina la personalidad base de un adulto es principalmente su infancia. Los juguetes ofrecen a los niños pequeños algo a lo que hablarle cuando sus padres no están presentes, y algo con lo que compartir aventuras si no tienen contacto con niños de su edad con los que jugar. 

Hoy en día esto de entender a los juguetes como amuletos de protección es algo que casi ha desaparecido de la mentalidad de los adultos, pero los niños de todo el mundo siguen abrazándose a sus peluches cuando la idea de dormir solos o a oscuras les da miedo.


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