LA COLECCIÓN DE FIERAS
¡Hola, raros!
Nos quedan poquitas figuras de Super Monstruos por comentar. Una de ellas es la del Doctor Jekyll, personaje de la novela El extraño caso del Dr. Jekyll y mr. Hyde de Robert Louis Stevenson. La historia es bien conocida, pero vamos a recordar lo esencial, para situarnos.
El Dr. Henrry Jekyll es un médico respetado de moral intachable, perfecta representación de lo que se espera de alguien como él en la estricta y represiva sociedad victoriana de la que forma parte. Profesional, amable, servicial, educado… y con un lado oscuro que mantiene bajo control. Jekyll se siente cada vez más atraído por la idea de emborracharse, meterse en peleas, malgastar el dinero a lo loco, irse con prostitutas, participar en fiestas desenfrenadas, pero por un lado la presión social es tan fuerte que no se decide a hacerlo, y por otro teme a las consecuencias negativas para él y su reputación que ello le pueda acarrear.
En su laboratorio de medicamentos, Jekyll desarrolla una fórmula que al ser ingerida le priva de todas sus inhibiciones, como hace el consumo excesivo de alcohol, pero manteniendo su mente intacta en lugar de embotarla. La fórmula provoca también un cambio físico: lo vuelve más bajo y enclenque, dándole un aspecto como desnutrido. Lo hace parecer mucho más joven, y lo dota de una expresión infantil y a la vez repugnante. Bajo esta apariencia en la que resulta irreconocible, y libre de toda traba moral, Jekyll adopta la falsa identidad de mr. Hyde y se lanza a las calles a dar rienda suelta a sus deseos reprimidos. El nombre Hyde se pronuncia igual que la palabra inglesa hide (oculto), dejándole claro al lector que mr. Hyde es la parte de su personalidad que el Dr. Jekyll mantiene oculta a los demás.
Aunque Jekyll afirma que “puede dejar la fórmula cuando quiera” (típica frase de drogadicto) lo cierto es que la personalidad de Hyde se impone cada vez más a la suya. Jekyll no tarda en darse cuenta que esa parte de él es como un parásito. No produce nada y lo único que hace es dilapidar en fiestas y caprichos el dinero que él gana trabajando duro como doctor. Y naturalmente, la idea de que nada de lo que haga como Hyde tendrá consecuencias para su vida pública, se desmorona. Hyde provoca escándalos, comete crímenes, golpea a la gente, deja deudas tras de sí, y algunas personas lo siguen y lo ven entrar en casa de Jekyll, con lo que lo relacionan con él.
Y lo que viene a contarnos la novela con todo esto está claro: que a veces las normas sociales y restricciones morales que nos imponemos a nosotros mismos llegan a agobiarnos, y nos tienta pasar de ellas: emborracharnos, resolverlo todo a gritos cuando no a golpes, ser infieles a nuestras parejas, imponer nuestra voluntad a la fuerza, etc… pero esas restricciones sociales y morales están ahí por una razón, porque a lo largo de la dilatada existencia de la humanidad se ha comprobado una y otra vez que sin ellas las sociedades no se sostienen en pie.
De esta novela se han hecho montones de versiones, y en casi todas ellas se tiende a simplificar la historia, dejándola simplemente en que la fórmula convierte a Jekyll en un hombre mucho más grande, musculoso y violento. Es justo lo contrario a lo que nos dice la novela. En esta se da a entender que mr. Hyde es más fuerte que Jekyll, pero en realidad solo parece que lo es porque mr. Hyde no contiene su fuerza, y el Dr. Jekyll sí. En el texto original se resalta que Hyde es mas bajito, menos corpulento y más joven que Jekyll, porque es una forma de mostrar que la versión desinhibida de un adulto ya experimentado en la vida no es otra cosa que una versión más infantil, ignorante e ingenua de éste.
En las representaciones posteriores de Hyde se ha tendido cada vez más a mostrarlo como grande y musculoso, a veces deformado hasta lo monstruoso. Lo veremos en más detalle cuando comience a reseñarlos, pero sin ir más lejos, en sus primeros comics el personaje de Bruce Banner / Hulk era una versión de Dr. Jekyll / mr. Hyde. Se transformaba al caer la noche y además del cambio físico a un ser masivo y musculoso, se volvía malvado pero mantenía su inteligencia intacta, siendo capaz de usar vehículos y armas de tecnología avanzada adaptadas a su tamaño.
Y pasando ya por fin a la figura, la nº 17 de la colección, la vemos sosteniendo una copa en la que burbujea su fatídica fórmula desinhibidora. Parte de su rostro se está transformando ya, pero el escultor lo ha imaginado como una especie de hombre lobo, peludo, con orejas de punta y colmillos afilados. Es otro ejemplo de lo firmemente que ha terminado por afincarse en la imaginería popular la idea de que el efecto principal de la fórmula es la transformación física en un monstruo, cuando la verdadera transformación, la más relevante, es mental.
El texto del minicatálogo dice así:
“Científico serio y trabajador que en sus deseos de eliminar el mal experimenta en sí mismo una pócima que le produce una metamorfosis total convirtiéndose en un ser brutal y despiadado”.
Puedes ver otra figura de la colección pulsando aquí.
Doctor Jekyll. Super Monstruos. Yolanda. Presentado en blindbag. Sin puntos de articulación. 1992.
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