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martes, 15 de octubre de 2024

PESADILLAS

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                      ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

Presentado por... Pecky.
 

¡Saludos, amigos cinéfagos!

Pesadillas (distribuida también como Escalofríos) no es la primera película oficialmente basada en los libros de R. L. Stine. De hecho hay cinco o seis anteriores a esta, pero algunas eran cortometrajes y el resto eran de bajo presupuesto y se hicieron directamente para televisión o venta en DVD. Esta, la de 2015, es realmente la primera que contó con un buen presupuesto, se estrenó masivamente en cines, y se hizo con la intención de crear un “Stineverso” que aglutinara todas sus obras como parte de una misma realidad.

Es básicamente una comedia tontorrona con montones de monstruos (algunos bastante logrados y otros no tanto) orientada principalmente a niños pequeños, pero la encuentro especialmente encantadora y plantea algo interesante, que comentare más tarde. Por el momento vamos a ver de qué trata.

El protagonista principal es Zach, un chaval cuyo padre murió un año atrás. Él y su madre, que vivían en Nueva York, se han mudado a un pueblecito llamado Madison. Zach no está muy contento con el cambio. Madison le parece pequeño, aburrido, y encima allí vive una de sus tías, tan amable y atenta que le resulta cargante. 

Su opinión sobre el pueblo cambia cuando conoce a la guapísima y simpática Hanna, una chica de su edad, hija del vecino que vive en la casa pegada a la suya. El padre de Hanna es estricto y sobreprotector. La educa personalmente para que no tenga que ir al colegio, no la deja salir de casa sin él, y no quiere que ella tenga ningún contacto con Zach. A pesar de ello los dos van conociéndose y acercándose rápidamente uno al otro.


Fijaos que Hanna viste una camiseta a franjas horizontales muy similar a la clásica ropa de presidiario. En tomas anteriores la camiseta era azul brillante, pero en esta escena en particular un cambio en la iluminación la hace ver gris y oscura. Esto unido a que la vemos tras una valla, aferrada a los tablones como si fueran barrotes, sirve para transmitirnos la idea de que se siente prisionera en su propia casa.

Zach también se hace amigo de un chico impopular y asustadizo apodado Champ, que es fan incondicional de los libros de Pesadillas de R. L. Stine.

Una noche el padre de Hanna la sorprende volviendo de una escapada con Zach, y luego este oye unos gritos que parecen de Hanna procedentes de su casa. Teme que su severo padre esté haciéndole daño, por lo que medio engaña y medio convence a Champ para que le acompañe a comprobarlo. Se cuelan en la casa y descubren una gran estantería llena con lo que parecen ser los originales escritos a máquina de los libros de Pesadillas. Los folios están encuadernados y las tapas cerradas con llave. Intrigados por esto, abren uno de los libros (el de El Abominable Hombre de las Nieves de Pasadena) con la llave, que encuentran en una mesita cercana.  

Esto libera a la criatura que se describe en esa historia, que brota del libro en medio de un brillante torbellino mágico. El enorme yeti atraviesa el muro de la casa y queda libre por la ciudad. Hanna, que en realidad estaba perfectamente (los gritos que oyó Zach eran de una película) toma el libro y echa a correr detrás del Yeti, y Zach y Champ la siguen.

Afortunadamente es de noche, el pueblo es pequeño y tranquilo, y las calles están convenientemente vacías. Zach se da cuenta que Hanna intenta atrapar al Yeti dentro del libro otra vez, para lo cual necesita abrirlo a un mínimo de distancia de éste, y trata de ayudarla. Pero es el padre de Hanna quien aparece de pronto y encierra al yeti en el libro. Casi sin darse cuenta, éste le revela entonces a Zach y Champ que él es R. L. Stine, el autor de la aclamada serie de libros de terror juveniles Pesadillas. Lo que cuenta en los libros son historias que él imaginó de pequeño para entretenerse, porque no tenía amigos. Creó su propio mundo de monstruos y personajes con los que jugar, de modo que estos amigos imaginarios sustituyeran a los amigos reales que no tenía. Sus novelas de Pesadillas no eran otra cosa que esas historias puestas por escrito, pero una vez terminó de escribirlas descubrió que sus creaciones podían cobrar vida a partir de los borradores originales mecanografiados. Es por esto que los libros están cerrados con llave, para limitar la existencia de cada uno de los monstruos al mundo y la historia que creó para ellos, y que no pasen al mundo real. 

Cuando los cuatro regresan a la casa de Stine para dejar el libro junto al resto, ven que otra criatura ha sido liberada. Se trata de Slappy, el muñeco de ventrílocuo viviente, que probablemente sea su personaje más popular y al que se le han dedicado más libros y capítulos de series. Y también el más astuto y peligroso de todos. Los destrozos que provocó el yeti al abandonar la casa tiraron al suelo el libro de Slappy y rompieron su cerrojo. Slappy es consciente de haber estado atrapado en una realidad limitada al texto de lo que se ha escrito sobre él, y no quiere volver a ella. 

Escapa de la casa llevándose con él todos los libros, con los cuales tiene a su disposición un verdadero ejército de monstruos de lo más variado. El plan de Slappy es sencillo… apoderarse del pueblo para empezar, y luego del mundo. En el plano real sus monstruos son indestructibles, únicamente se les puede devolver al interior de los libros, así que Slappy se dedica a quemar cada libro una vez extrae de este el o los monstruos correspondientes. El pequeño pueblo de Madison se llena de pronto de zombis, hombres lobo, una mantis gigante, un caniche vampiro, gnomos de jardín de escayola vivientes, alienígenas con pistolas de rayos… todos ellos dirigidos por la maquiavélica mente de Slappy. Por cierto, que aunque se nos dice que los monstruos son indestructibles sí que vemos como de los gnomos de jardín se cargan unos cuantos. Su numero no parece disminuir por muchos que destrocen, así que quizá lo que ocurre es que una vez los monstruos son destruidos, simplemente vuelven a aparecer.

Mientras buscan un modo de detener a Slappy y sobrevivir a la noche (no necesariamente en ese orden de prioridades) Stine y los chicos se ven forzados a cruzar a la carrera el cementerio del pueblo. En ese momento la luz de la luna baña completamente a Hanna, y su imagen se vuelve traslúcida ante Zach. Ella no parece ser consciente de lo que le ocurre y Zach no saca el tema con ella, pero más tarde lo comenta con Stine. Este confiesa entonces que Hanna es otra de sus creaciones. Así como siendo niño añoraba tener amigos y creó a sus monstruos para que le hicieran compañía en su imaginación, de adulto echaba en falta tener hijos y creó a Hanna. Al estar su existencia limitada a lo que escribió sobre ella, Hanna tiene recuerdos de un pasado que nunca ha vivido más que como personaje de ficción, y una edad fijada en los dieciséis años, que no avanza. Para no levantar sospechas sobre esto, Stine cambia de identidad y residencia cada pocos años, antes que el hecho de que Hanna no envejece se haga evidente a ojos de sus vecinos. Hanna no sabe nada de esto y cree ser una chica normal, ya que en el relato que se escribió para ella era una chica normal. O creía serlo, porque aunque no se especifica, sospecho que esta Hanna es la misma Hanna de Visita aterradora, en la que la protagonista ignora ser un fantasma y piensa que es una niña real.

Como Slappy está quemando los libros a medida que libera a sus ocupantes, la única forma de volver a atraparlos a todos es con un nuevo libro. Uno en el que aparezcan todos los monstruos, de modo que una vez terminado, todos queden atrapados en el mismo volumen. Pero no basta con escribir en una hoja algo como “Todos los monstruos fueron derrotados. Fin” y ya está. Para que el hechizo que atrapa a los monstruos sea efectivo, debe escribirse una historia completa y coherente de Pesadillas. Y una historia en la que aparezcan todos, no puede ser otra que la que está teniendo lugar en ese momento, y debe escribirse concretamente con su vieja máquina de escribir con la que produjo todas sus otras obras, porque Stine sospecha que la máquina tuvo algo que ver con la aparición de los monstruos.

Durante la película se van haciendo pequeñas referencias (reales) a Stine, como que ha vendido más de cuatrocientos millones de copias de sus libros. Y que se nos muestre que escribe un libro completo en menos de una hora, y además sin pensarlo, sin planear nada, es casi como una burla a si mismo. Como una forma de admitir aquello de lo que en ocasiones se le ha acusado: escribir libros como churros, sin esforzarse demasiado. Y personalmente no creo que esto sea malo, ni hacerlo ni admitirlo. Los lectores a veces vemos los libros como una obra monumental que debe ser respetada, pero lo cierto es que hay que perderle el miedo a escribir, por decirlo así. Si alguien es capaz de escribir libros como quien hace churros, pues bien por él, porque calidad y cantidad no son necesariamente antagónicos.

El caso es que Slappy, viéndose venir el plan de Stine, logra encontrarlo y le rompe los dedos para que no pueda seguir escribiendo. El acoso de los monstruos se extiende a lo largo de varios escenarios y con la intervención de varias criaturas, hasta que es Zach quien termina de escribir la historia y mete los folios mecanografiados en una de las tapas de cuero con cerradura. Una vez hecho esto solo queda volver a abrirlo cerca de uno de los monstruos para que todos, que ahora forman parte de la misma historia, queden atrapados en él. Pero Hanna es uno de esos monstruos, y eso la haría desaparecer del mundo real, por lo que Zach duda si hacerlo o no. Es la propia Hanna quien le dice que ya hace mucho tiempo que comprendió que no era una persona real, y es ella quien finalmente abre el libro ante la negativa de Zach a perderla. Todos los monstruos, ella incluida, son absorbidos por el libro, y ese extraño conato de apocalipsis termina casi antes de empezar.

Tras esto vemos que Stine está trabajando como profesor en la escuela, sustituyendo a otro que quedó lesionado durante el ataque de los monstruos. Aquí tenemos un cameo del auténtico Stine en el papel de profesor de teatro, que se cruza con el actor que hace de el en un pasillo y se saludan como si tal cosa. El verdadero Stine llama “sr. Stine” al actor que lo interpreta, Jack Black, y este llama “sr. Black” a Stine, intercambiando nombres del mismo modo que han intercambiado papeles. También vemos que ha escrito un nuevo libro hablando de Hanna, haciendo que esta reaparezca en el mundo real. Hanna se reúne con Zach y se besan mientras Stine quema el libro para que Hanna no pueda ser devuelta a éste. Parece que todo ha terminado bien… pero si habéis leído algunos libros de Pesadillas, sabréis que casi todos ellos tienen un giro final macabro, y la película no va a ser menos.

Y sí, es entretenida, que es lo menos que se le puede pedir a una película, pero también maneja abiertamente un concepto interesante: la posibilidad de desarrollar aprecio,  amistad, atracción o incluso amor por un personaje de ficción, hasta el punto que nos duele cuando ese personaje (en su ficción) muere o le ocurre algo terrible. De nuevo, no es algo que vea mal. A fin de cuentas los personajes ficticios bien desarrollados pueden tener emociones y luchas internas con las que los lectores empaticen. Pueden tener ideales o cualidades que los lectores admiren y deseen emular. El seguir las experiencias y aventuras de un personaje puede hacer que el lector (o el espectador, o el jugador, dependiendo del medio) sienta que tiene en él un amigo o compañero en su viaje. El sentir afinidad hacia un personaje ficticio no es más que sentir afinidad por los valores, ideales, o forma de encarar la vida que este demuestra.

Personalmente, y aunque a algunos les pueda sonar como una tontería, me dolió la muerte de Marianna, la amada de Sandokan, alcanzada por la bala de un tirador anónimo que ni tan solo apuntaba contra ella, mientras huían de la isla de Mompracem. Me conmovió el gesto final de Darth Vader cuando en el último momento enmendó el peor error de su vida y salvó la de su hijo, arrojando al Emperador a un conducto de energía. Me entristecí por King Kong cuando ráfaga tras ráfaga fue abatido en lo alto del rascacielos, después de haber sido sacado a la fuerza de su mundo y llevado a un lugar extraño que era incapaz de comprender. Y cada vez que vi de niño como Goku creaba una Genki Dama, reclamando para ello una parte de la energía de todo ser vivo de los mundos cercanos, sentí que yo también contribuía a formarla. Después de todo, sería absurdo perder nuestro tiempo con historias de ficción si esas historias no nos hicieran sentir nada, ni sirvieran para afianzar aquellos valores hacia los que ya tenemos una predisposición natural. 

Goosebumps. 2015. Darren Lemke (guion) Rob Letterman (director) Jack Black, Dylan Minnette (actores principales) Odeya Rush (actriz principal). Sony Pictures Animation & Scholastic Entertainment. Distribuida en DVD en 2016.​

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