MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

domingo, 22 de junio de 2025

EL PONY EXPRESS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS

¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, crononautas. 

A petición popular (bueno, en realidad no, pero casi 😊) hoy hemos jugado y reseñado El Pony Express, noveno librojuego de La Máquina del Tiempo. En esta ocasión nos trasladamos al año 1860, a una franja de Estados Unidos comprendida entre Kansas y California, con la misión de desentrañar el misterio tras el meteórico auge y el vertiginoso declive del Pony Express.

El Pony Express fue un servicio de mensajería que inició sus operaciones en abril de 1860. La idea era sencilla y a la vez atrevida, y su ejecución resultó impecable. Hasta ese momento, el correo se transportaba aprovechando las rutas de las diligencias. Estas llegaban a cubrir en el mejor de los casos unos doscientos kilómetros diarios, viajando por caminos de tierra y haciendo desvíos para evitar terrenos abruptos y montañosos. En contraste, el Pony Express utilizaba jinetes que, montados en caballos especialmente seleccionados para la tarea, podían recorrer hasta cuatrocientos kilómetros diarios al adentrarse en terrenos que las caravanas evitaban. Cabe destacar que los jinetes, que no debían superar los 65 kilos de peso, se enfrentaban en solitario a los mismos peligros que las caravanas, las cuales contaban con la protección de uno o dos tiradores a modo de escolta.

A diferencia de lo que sugiere el nombre no se utilizaban ponys para esta tarea, sino caballos ligeros y veloces. Una red de “estaciones de refresco”, ubicadas a lo largo de la ruta, permitía renovar caballo y jinete aproximadamente cada 100 kilómetros. En cada estación el mensajero entregaba la saca de correo al siguiente, el cual partía de inmediato mientras el recién llegado descansaba. Es el mismo concepto de las actuales carreras de relevos. Este sistema permitía que el correo siguiera su curso sin las largas paradas propias del transporte convencional, donde las diligencias debían detenerse para que tanto el conductor como los caballos (¡y los propios pasajeros!) descansaran.

A pesar de que el Pony Express lograba acortar en más de la mitad el tiempo de entrega del correo, el servicio desapareció tan solo un año y medio después de su inicio. 

El banco de datos de nuestros jefes viajeros del tiempo ignora la causa de esto, por lo que nuestra misión es descubrirla. Nuestro punto de aparición es… en medio del desierto. Afortunadamente, pronto nos topamos con una diligencia cuyo conductor, considerándonos de fiar, nos permite acomodarnos junto al equipaje. Durante el trayecto le interrogamos sobre el Pony Express y nos dice no saber nada de él. Incluso el mismo concepto del Pony Express le parece ridículo. ¡Parece que hemos llegado demasiado pronto y el servicio todavía no existe! Nos va a tocar avanzar unos meses más.

Hablando con la gente que nos vamos encontrando nos enteramos de cosas sobre William H. Russell, el creador de la compañía, como sus dificultades financieras, el hecho de que recibió apoyo del ejército porque este le debía algún tipo de favor, o su posterior ingreso en prisión debido a que falsificó bonos del estado. A medida que cambiamos de fecha y lugar también nos iremos viendo envueltos en diferentes situaciones como formar parte de una banda de ladrones de trenes, asistir a un discurso de George Washington, o transportar copias escritas de ese mismo discurso ya como miembros del Pony Express. También estaremos cerca de ser aplastados por una estampida de miles de búfalos, animales que solo diez años después ya estarían casi extintos debido a que los estadounidenses se dedicaron a cazarlos masivamente por simple diversión.

Tras una serie de saltos recabando información de aquí y de allí llegamos al fin a una conclusión. Lo que hizo desaparecer al innovador servicio del Pony Express fue el simple progreso. Las líneas telegráficas fueron extendiéndose cada vez más, y llegó un punto en que no había ciudad importante o estación de paso a la que no se pudiera hacer llegar un telegrama. El telégrafo permitía enviar las noticias urgentes inmediatamente, y las diligencias y líneas de ferrocarril podían seguir transportando de forma mucho más barata el correo convencional. El Pony Express dejó de tener razón de ser y cayó en el olvido como tantas otras profesiones que fueron y serán sustituidas por versiones más eficientes de las mismas, para perjuicio de los que viven de ellas y beneficio de las generaciones futuras.   

Nuestro siguiente salto en el tiempo nos llevará a conocer a uno de los mayores guerreros de la historia, pulsando aquí

Wild West Rider. 1985. Stephen Overholser (texto) Steve Leiaoha (ilustraciones). La Máquina del Tiempo nº 9. Editorial Timun Mas. 

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