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viernes, 14 de noviembre de 2025

ASESINO SANGRIENTO

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                                      ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

Presentado por... Pecky.
 

¡Saludos, amigos cinéfagos!

Al parecer nos encontramos en otro casi viernes 13, así que toca película de psicópata que no sea Jason. Esta es una de las que aún teníamos pendientes de ver. Tenía la impresión de que era de Fred Olen Ray, pero no. El actor principal se llama Fred y el director se apellida Ray, y mi trasnochado cerebro hizo el resto. Pero a quien sí tenemos en la película es a Angus Scrimm, el mismísimo Hombre Alto de Phantasma en uno de sus primeros papeles para la pantalla grande.

La película (distribuida también como La mujer cautiva) nos cuenta la historia de Matthew, un niño de unos doce años que vive en una granja con sus padres. Mientras su padre está trasteando con la cosechadora, Matthew se sube al vehículo y lo pone en marcha, pasando por encima del hombre y aplastándolo. No es un accidente, sino una acción voluntaria que Matthew lleva a cabo con total desapego, como si no fuera consciente de la gravedad de lo que está haciendo. Luego, incapaz de manejar la cosechadora o pararla, salta de esta de tan mala manera que le tritura una mano.

Alguien comete el error de ingresarlo en un psiquiátrico en lugar de dejar que se muera en el sembrado. Cuando cumple los dieciocho años lo sueltan y vuelve a casa. Su mano destrozada ha sido sustituida por un gancho. Salvo por este detalle podría pasar por un joven totalmente normal, hasta guapo, pero mentalmente está acabado. 

El mismo día que llega a la granja coincide con el de la boda de su madre con un hombre del pueblo. No queda claro si Matthew está obsesionado con que nadie toque a su madre o lo suyo es simplemente una aversión absoluta hacia el sexo en todas sus formas. Pese a que su padrastro hace todo lo posible por llevarse bien con él, Matthew lo trocea con un hacha esa misma noche, enviudando a su madre por segunda vez antes incluso de su noche de bodas. Hace un pobre intento de ocultar el cuerpo, pero su madre lo descubre casi inmediatamente. Matthew había pensado que su madre de algún modo se alegraría cuando recapacitara sobre ello, pero la reacción de ella es justo la contraria a la que él esperaba. Matthew pierde los nervios y termina arrojándola al suelo, donde su cabeza se abre contra una roca.

A partir de ese momento Matthew empieza a tener visiones de su madre y padrastro convertidos en cadáveres vivientes cubiertos de sangre que le siguen, acosándole, repitiendo frases que dijeron en vida, besándose delante de él para angustiarle. Son estas visiones, y no los crímenes que ha cometido, lo que le impulsa a huir de la granja.

En el pueblo encuentra una pareja de recién casados que accede a llevarle en su coche. Son sus siguientes víctimas. Todo va bien hasta que hacen un pequeño alto en el camino para refrescarse los pies en un arroyo y la pareja se pone juguetona, algo que Matthew simplemente no soporta ver. Le abre la cabeza al hombre con una roca y ahoga a la mujer en el arroyo, quedándose luego con su coche. 

Un detalle importante es que tras matar al hombre, le repite a la mujer antes de ahogarla, las mismas palabras que le dijo a su madre tras asesinar a su padrastro, como si creyera estar viviendo de nuevo esa situación. Parece ser que para Matthew cada mujer que le resulta simpática pasa, en su mente, a ser su madre, y su deber de buen hijo es protegerlas de los malvados hombres que pretenden tocarlas.

En el siguiente pueblo al que llega conoce a una mujer que se presenta como Vera, pero a la que él insiste en llamar Daisy todo el tiempo. Hace todo lo posible por caerle bien, no llegamos a saber por qué, pero es posible que le recuerde a su madre cuando era más joven. La película no llega a revelarnos el nombre de la madre de Matthew, pero con lo que sabemos de él y dada su insistencia en llamar Daisy a Vera, nos lo podemos imaginar.

Vera resulta ser una prostituta que atiende a los marineros que pasan regularmente por su casa, siendo esta su única fuente de ingresos. Cuando Matthew comprende esto espera cerca de su casa a que su último cliente se marche y lo sigue de camino al puerto, aprovechando que está muy bebido para cortarle la cara y apuñalarlo hasta la muerte. A continuación regresa a por Vera, pero cuando va a matarla también, algo lo detiene. Parece que Vera, pese a su historial, es en la mente de Matthew la candidata perfecta para hacer el papel de madre en su vida. Intenta convencerla para que abandone la prostitución y se vaya a vivir con él. Inventa que es rico, que tiene una gran mansión y que puede mantenerla toda su vida sin que ella deba pasar por manos de más hombres. Pero promesas de ese tipo Vera ya ha oído muchas de boca de clientes que pretendían obtener a cambio un servicio gratis, y además el chaval es claramente un niño todavía, y no se lo toma en serio. Matthew insiste hasta que ella accede a visitarlo algún día en su mansión, por lo que ahora… necesita sacar de donde sea una mansión.

En las afueras del pueblo hay una, la de una anciana rica que vive con su sirvienta. Matthew se presenta allí con una excusa para que le dejen usar el teléfono, fingiendo una avería en el coche. Una vez dentro asesina a ambas y tira sus cuerpos al sótano. También mata al perro de la señora, un animal noble y dócil que simplemente no entiende lo que está ocurriendo, y se deja decapitar sin la más mínima protesta. El que guarde los cuerpos en el sótano, donde evidentemente se pudrirán al cabo de unos días, nos deja claro que no tiene ningún plan a largo plazo. Tiene inventiva suficiente para mostrarse inofensivo y encantador ante la gente, pero no va más allá de lo que tiene entre manos en ese momento.

Tras limpiar los charcos de sangre que ha ido dejando por la mansión, regresa a por Vera y la lleva allí para mostrarle “su” casa. Vuelve a insistirle en que ese puede ser su hogar ahora y que no necesita que los hombres la toquen para vivir. Y el palo que se lleva Matthew es monumental cuando Vera le dice simplemente que le gusta esa vida: es una vida que le proporciona dinero fácil, tiempo libre y sexo sin compromiso, y que no puede desear nada más. Vera no parece pensar a futuro, pero ya se nos ha mostrado antes que tiene una pizca de hippy. Y cuando intenta irse, Matthew la retiene, ata y amordaza. Esa mansión va a ser su nuevo hogar, lo quiera o no.

A partir de este momento la película se vuelve un tanto más aburrida. Hasta ahora hemos tenido una rápida sucesión de asesinatos brutales, pero aquí ya pasamos a una dinámica de ver a Matthew cocinando para Vera, forzándola a comer, dándole conversación, saliendo de casa a comprar más víveres, vestidos, etc. Vera está todo el tiempo atada a una silla, o bien a la cama. Cuando Matthew no está, hace intentos de soltarse y cuando lo logra trata de llamar por teléfono o abandonar la mansión, pero siempre fracasa. Es una parte del metraje que se apoya más en la tensión y en la angustia de Vera que en la acción, y es algo de lo que la película se resiente por el mismo estilo en el que está hecha.

Llega un momento en que las muertes que ha provocado dejan de pasar desapercibidas. El doctor de la dueña legítima de la mansión que Matthew está ocupando acude porque la mujer estaba en tratamiento y debe recibir una inyección periódicamente. El médico (este es el papel que interpreta Angus Scrimm) no se traga el cuento que intenta endosarle Matthew sobre que es el sobrino de la señora y que le está cuidando la casa porque ella ha tenido que salir unos días. Apartando a un lado al chico, el doctor entra a buscar a su paciente y acaba convirtiéndose en una víctima más.

Vera, chica lista, se da cuenta al fin de que tratando de razonar con él nunca va a salir de allí, así que decide aprovecharse de la absoluta aversión al sexo que ha notado en Matthew. Le dice que necesita ducharse y se desnuda delante de él, lo que prácticamente le hace salir huyendo de la habitación para montar guardia al otro lado de la puerta. 

Tras la ducha, envuelta solo en una toalla que podría soltarse en cualquier momento, juega a seducir a Matthew, lo cual este recibe con una mezcla de fascinación y repulsión. Vera solo está buscando el momento en que él baje la guardia lo suficiente para matarlo con un colgador de ropa metálico que ha arrancado de la puerta del baño. Intenta deshacerse de él, pero no es capaz de matarlo y finalmente solo sale huyendo. Llega hasta la puerta de la casa, pero en cuanto la abre resulta que Matthew está esperándola fuera: ha saltado desde la ventana de la planta de arriba, donde estaba el dormitorio en el que Vera intentó seducirlo, y le desgarra el cuello con el garfio.

Esta nueva muerte acaba definitivamente con la cordura del chico. Las visiones de sus víctimas no son ahora algo puntual, sino continuas. Todas las personas a las que ha matado aparecen como cadáveres ambulantes ensangrentados que le persiguen riéndose de él. Desesperado, irrumpe en la iglesia del pueblo, quizá pensando que dentro de un lugar sagrado los monstruos que le acosan no van a poder seguirle. Pero eso no funciona: esos monstruos han estado todo el tiempo en su cabeza, y no hay muro, por sagrado que sea, que pueda detenerlos. Acosado por sus visiones, Matthew termina destripándose a sí mismo con el garfio, quedando inerte en el suelo de la iglesia.

El comienzo de la película, con muertes rápidas y brutales engancha muy fácilmente… pero la parte del encierro donde el interés trata de sostenerse mediante la tensión y la incomodidad en lugar de mediante la acción se me hace algo aburrida. Y por otro lado, Matthew no es un villano atractivo. No mata para defender su territorio como Jason, ni lo hace por placer como Freddy. Matthew no tiene nada que proteger, no disfruta matando, no persigue ningún fin claro, solo actúa compulsivamente, sin pensar en las consecuencias. Cada mujer que le inspira simpatía se convierte en su madre, y cada hombre que intente tocarla es un enemigo que debe ser eliminado. Pero también acaba matando a esas “madres sustitutas” cuando no se comportan o no reaccionan como el espera.

El que el asesino se nos revele desde el inicio en lugar de ser algo que se descubra a mitad de la película o al final es algo muy distinto a lo que se solía ver en los slashers clásicos. En las primeras entregas de sagas famosas como Viernes 13 (1980) o Pesadilla en Elm Street (1984) el misterio sobre quién era el asesino era parte del atractivo. Se jugaba con la revelación final como golpe de efecto. A Halloween (1976) se la ha alabado a veces por hacer lo contrario, por mostrarnos quien era el asesino desde el inicio de la película pese a que después lleve el rostro oculto por una máscara, pero Asesino sangriento ya lo hizo en 1972. Al mostrar desde el inicio que Matthew es el asesino, la película renuncia a ese misterio y se centra en cómo se va degradando su mente y en cómo se relaciona con los demás personajes. El suspense no está en “quién mata”, sino en el cómo y cuándo lo hará y en los desencadenantes de esas muerte.

En las películas en las que no sabemos quien es el asesino, los espectadores somos algo así como detectives, porque también estamos atentos a ver si conseguimos deducir quien es el culpable antes de que se nos revele. Pero cuando ya lo sabemos desde el principio (y los personajes no) más que como detectives, la trama nos hace sentir como cómplices. Lo que nos queda al final es un eslabón perdido o punto intermedio entre Psicosis (la obsesión con la madre, la repulsión al sexo) y Halloween (el matar sin motivo claro ni control, el culpable revelado desde el inicio). No es una gran película, pero tampoco está mal. Adecuada para pasar un casi viernes 13 más como este.

Scream Bloody Murder. 1973. Larry Alexander, Marc Rand (guion) Marc B. Ray (director), Fred Holbert, Angus Scrimm (actores principales) Leigh Mitchell (actriz principal). First American Films & University Film Company. editada en DVD en 2017 por Vial of Delicatessens. 

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