MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

viernes, 31 de mayo de 2019

ROBOHUNTER tomo recopilatorio

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Un retapado que reúne los cinco primeros números de la serie RoboHunter (cazador de robots), que formaban una historia larga independiente. El protagonista de RoboHunter es Sam Slade, un tipo duro de una sociedad futurista que se dedica a destruir robots descontrolados, al estilo de Tom Selleck en Runnaway. Tanto esa película como este comic son de 1984 (en España el comic se publicaría al año siguiente), por lo que es difícil saber si alguna de estas historias se inspiró en la otra.

La historia de RoboHunter comienza en un planeta Tierra superpoblado y supertecnificado. Los robots llenan todos los aspectos de la vida. La gente tiene criados robot, electrodomésticos robot (que se desplazan y hablan, además de sus funciones normales) y muebles robot. Muchos de ellos fallan volviéndose destructivos y en ocasiones asesinos. Y es entonces cuando interviene Slade, un matón cascarrabias y sexagenario que, armado con una pistola especial que desintegra los metales, y acompañado por Cutie (un detector de robots portátil con voz y personalidad femeninas, que Sam lleva colgado del cinturón) da caza a estos robots rebeldes por un buen precio.

Un par de agentes del gobierno lo recluta para enviarlo al planeta Verdus. Este mundo estaba destinado a ser la válvula de escape de la humanidad. A Verdus se envió años atrás a un solo robot, que debía fabricar otros, y estos a otros. Robots arquitectos para fabricar ciudades inmensas y paradisiacas para los futuros habitantes humanos. Robots agricultores dedicados a sembrar y cosechara alimentos para esos humanos. Robots que, en definitiva, cubrieran todas las necesidades de los humanos cuando estos llegaran.

Pero varias naves de colonos han sido enviadas ya a Verdus, y se ha perdido el contacto con ellas tras su aterrizaje, y lo mismo ha ocurrido con las naves de tropas enviadas después. Slade, como mayor experto en robots descontrolados, viaja a regañadientes hasta Verdus junto con su inseparable Cutie y un joven,  impertinente y sicótico piloto llamado Kidd, que se ocupa de los mandos de la nave.

Durante el viaje, un fallo en la cubierta protectora de la nave (un sabotaje, en realidad, provocado por los agentes del gobierno que lo reclutaron) hace que la aceleración hiperespacial rejuvenezca a Slade y Kidd unos 35 años. Era algo con lo que el gobierno ya contaba, puesto que consideraban que Slade, aun siendo el más adecuado para el trabajo, era demasiado viejo para llevarlo a cabo. No era seguro que sobrevivieran al proceso, pero valía la pena arriesgarse… o mejor dicho, valía la pena arriesgarlos. Naturalmente, su joven piloto queda reducido a un bebé de un año de edad, pero conserva su mente anterior, convirtiéndose en una carga adicional para Sam.
Al aterrizar en Verdus, el grupo es inmediatamente detenido y encarcelado por los robots (millones y millones de ellos) que han construido majestuosas ciudades de lujo para sus adorados amos humanos, a los que esperan con ansiedad. Sam, Cutie y Kidd descubren que todos los colonos humanos que han ido llegando a Verdus han sido capturados y están siendo empleados como material de experimentación por los robots, o convertidos en abono para los cultivos. Tras escapar de su celda, recorren la ciudad luchando sin cesar contra los robots que les salen a paso buscando un lugar en el que ocultarse. Es así como se encuentran con Botas, un par de botas robóticas (el usuario no tiene más que meter los pies dentro, y el calzado andará por él) que decidirá ayudarlos, llevándolos hasta SJ-1… el robot original que fue enviado a Verdus, y que creó a la siguiente generación de robots.
SJ-1 resulta ser una especie de arcaica estufa de carbón robótica medio loca que funciona con vapor y se dedica a barrer el suelo (con una escoba robot) porque ya ha quedado obsoleto. Hablando con él, Sam llega a la conclusión que en realidad los robots de Verdus no es que funcionen mal, sino que lo hacen demasiado bien. SJ-1 creó robots más avanzados que el mismo, para que llevaran a cabo las tareas que él no podía hacer. Y estos robots construyeron a su vez a otros más avanzados que ellos. SJ-1 había inculcado a todos los robots la idea que los humanos eran superiores a los robots, y que por ello debían servirlos. Pero cuando los humanos comenzaron a llegar a Verdus, las nuevas generaciones de robots eran muy superiores a estos. Los robots no sentían dolor, y los humanos sí. Los robots podían hacer complicados cálculos matemáticos en décimas de segundo, y los humanos no, etc.

Los humanos ya no eran superiores en nada a los robots, y por tanto, estos decidieron que no eran los amos que se les había dicho que debían esperar. Para los robots de Verdus, los colonos que llegaban al planeta no eran humanos, sino "sims": criaturas que simulaban ser humanos para engañarlos, y los asesinaban mientras seguían esperando esa imagen idealizada de los humanos que simplemente nunca iba a llegar.

Acompañados ahora por SJ-1 y Botas, Sam, Cutie y Kidd deben encontrar la forma de recuperar el control de Verdus, lo que implica enfrentarse a los millones de robots que lo pueblan. Una fantástica historia.

Pero lo mejor de todo es la “sociedad perfecta” que los robots han creado para los humanos, centrándose en sus necesidades, tal como ellos las han interpretado: vehículos automáticos que no hace falta conducir, zapatos que andan solos, electrodomésticos inteligentes (en el más amplio sentido de la palabra)… pero también peones robot para los juegos de mesa ya programados para hacer trampa en nombre del jugador, público robot cuya única función es aplaudir automáticamente, partidos políticos prefabricados (el Partido Paleto, el Partido Estúpido, el Partido Muy Estúpido, el Partido Sarcástico, el Partido Dudoso, etc.) cuyos ministros son todos robots completamente locos e inútiles, que no hacen más que burlarse unos de otros y enzarzarse en discusiones cíclicas. Hay un Cura Robot y un Rabino Robot, que predican exactamente lo mismo, y únicamente se diferencian en su aspecto. Hay dos ejércitos (el Ejercito Uno y el Ejercito Dos) uno de los cuales está programado para servir ciegamente al gobierno y el otro para dar golpes de estado….
Una auténtica locura. Pero, a fin de cuentas, si nos fijamos en la historia de la humanidad, al final es hasta lógico que los robots de las generaciones anteriores programaran a estos así, para darnos a los humanos aquellas cosas que parecemos  haber estado buscando durante toda nuestra historia.

RoboHunter. 1985. John Wagner (guion) Ian Gibson (ilustraciones). Retapado números 1-5. Ediciones Zinco S.A.

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