¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Un retapado que reúne los cinco primeros números de
la serie RoboHunter (cazador de robots), que formaban una historia larga independiente. El protagonista de RoboHunter es Sam Slade, un tipo duro de una sociedad futurista
que se dedica a destruir robots descontrolados, al estilo de Tom Selleck en Runnaway. Tanto
esa película como este comic son de 1984 (en España el comic se publicaría al año siguiente),
por lo que es difícil saber si alguna de estas historias se inspiró en la otra.
La historia de RoboHunter comienza en un planeta Tierra
superpoblado y supertecnificado. Los robots llenan todos los aspectos de la
vida. La gente tiene criados robot, electrodomésticos robot (que se desplazan y
hablan, además de sus funciones normales) y muebles robot. Muchos de ellos
fallan volviéndose destructivos y en ocasiones asesinos. Y es entonces cuando
interviene Slade, un matón cascarrabias y sexagenario que, armado con una pistola especial que desintegra los metales, y acompañado por
Cutie (un detector de robots portátil con voz y personalidad femeninas, que Sam
lleva colgado del cinturón) da caza a estos robots rebeldes por un buen precio.
Un par de agentes del gobierno lo recluta para
enviarlo al planeta Verdus. Este mundo estaba destinado a ser la válvula de escape de la
humanidad. A Verdus se envió años atrás a un solo robot, que debía fabricar otros, y estos a
otros. Robots arquitectos para fabricar ciudades inmensas y paradisiacas para
los futuros habitantes humanos. Robots agricultores dedicados a sembrar y cosechara alimentos para esos humanos. Robots que, en definitiva, cubrieran todas las
necesidades de los humanos cuando estos llegaran.
Pero varias naves de colonos han sido enviadas ya a
Verdus, y se ha perdido el contacto con ellas tras su aterrizaje, y lo mismo ha
ocurrido con las naves de tropas enviadas después. Slade, como mayor experto en robots descontrolados,
viaja a regañadientes hasta Verdus junto con su inseparable Cutie y un joven, impertinente y sicótico piloto llamado Kidd, que se ocupa de los mandos de la nave.
Durante el viaje, un fallo en la cubierta protectora
de la nave (un sabotaje, en realidad, provocado por los agentes del gobierno
que lo reclutaron) hace que la aceleración hiperespacial rejuvenezca a Slade y Kidd unos 35 años. Era algo con lo que el gobierno ya contaba, puesto que
consideraban que Slade, aun siendo el más adecuado para el trabajo, era
demasiado viejo para llevarlo a cabo. No era seguro que sobrevivieran al proceso, pero valía la pena arriesgarse… o mejor dicho, valía la pena arriesgarlos. Naturalmente, su joven piloto queda
reducido a un bebé de un año de edad, pero conserva su mente anterior, convirtiéndose
en una carga adicional para Sam.
Al aterrizar en Verdus, el grupo es inmediatamente
detenido y encarcelado por los robots (millones y millones de ellos) que han
construido majestuosas ciudades de lujo para sus adorados amos humanos, a los
que esperan con ansiedad. Sam, Cutie y Kidd descubren que todos los colonos humanos que
han ido llegando a Verdus han sido capturados y están siendo empleados como
material de experimentación por los robots, o convertidos en abono para los cultivos.
Tras escapar de su celda, recorren la ciudad luchando sin cesar contra los
robots que les salen a paso buscando un lugar en el que ocultarse. Es así como
se encuentran con Botas, un par de botas robóticas (el usuario no tiene más que
meter los pies dentro, y el calzado andará por él) que decidirá ayudarlos, llevándolos
hasta SJ-1… el robot original que fue enviado a Verdus, y que creó a la siguiente
generación de robots.
SJ-1 resulta ser una especie de arcaica estufa de carbón robótica
medio loca que funciona con vapor y se dedica a barrer el suelo (con una escoba robot) porque ya ha quedado obsoleto. Hablando con él, Sam llega a la
conclusión que en realidad los robots de Verdus no es que funcionen mal, sino
que lo hacen demasiado bien. SJ-1 creó robots más avanzados que el mismo, para
que llevaran a cabo las tareas que él no podía hacer. Y estos robots
construyeron a su vez a otros más avanzados que ellos. SJ-1 había inculcado a
todos los robots la idea que los humanos eran superiores a los robots, y que
por ello debían servirlos. Pero cuando los humanos comenzaron a llegar a Verdus,
las nuevas generaciones de robots eran muy superiores a estos. Los robots no sentían
dolor, y los humanos sí. Los robots podían hacer complicados cálculos matemáticos
en décimas de segundo, y los humanos no, etc.
Los humanos ya no eran superiores en nada a
los robots, y por tanto, estos decidieron que no eran los amos que se les había
dicho que debían esperar. Para los robots de Verdus, los colonos que llegaban al
planeta no eran humanos, sino "sims": criaturas que simulaban ser humanos para engañarlos, y los asesinaban
mientras seguían esperando esa imagen idealizada de los humanos que simplemente
nunca iba a llegar.
Acompañados ahora por SJ-1 y Botas, Sam, Cutie y Kidd deben encontrar la forma de recuperar el control de Verdus, lo que implica enfrentarse
a los millones de robots que lo pueblan. Una fantástica historia.
Pero lo mejor de todo es la “sociedad perfecta” que los
robots han creado para los humanos, centrándose en sus necesidades, tal como
ellos las han interpretado: vehículos automáticos que no hace falta conducir,
zapatos que andan solos, electrodomésticos inteligentes (en el más amplio
sentido de la palabra)… pero también peones robot para los juegos de mesa ya programados
para hacer trampa en nombre del jugador, público robot cuya única función es aplaudir automáticamente,
partidos políticos prefabricados (el Partido Paleto, el Partido Estúpido, el
Partido Muy Estúpido, el Partido Sarcástico, el Partido Dudoso, etc.) cuyos
ministros son todos robots completamente locos e inútiles, que no
hacen más que burlarse unos de otros y enzarzarse en discusiones cíclicas. Hay
un Cura Robot y un Rabino Robot, que predican exactamente lo mismo, y únicamente
se diferencian en su aspecto. Hay dos ejércitos (el Ejercito Uno y el Ejercito Dos)
uno de los cuales está programado para servir ciegamente al gobierno y el otro
para dar golpes de estado….
Una auténtica locura. Pero, a fin de cuentas, si nos
fijamos en la historia de la humanidad, al final es hasta lógico que los robots
de las generaciones anteriores programaran a estos así, para darnos a los humanos aquellas cosas que parecemos haber estado buscando durante toda nuestra historia.
RoboHunter.
1985. John Wagner (guion) Ian Gibson (ilustraciones). Retapado números 1-5. Ediciones
Zinco S.A.
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