Entre
las cosas que colecciono, hay un pequeño apartado dedicado a aquello que tenga que ver con vacas. Me encantan las vacas. A mucha gente le pasa.
Varios estudios realizados por psicólogos apuntan a que la
imagen de la vaca o su mugido tiene un efecto tranquilizador sobre el cerebro
humano, y lo atribuyen a que el desarrollo de la ganadería por parte de los
hombres primitivos supuso un aumento radical de su calidad de vida, al proporcionarles una fuente de sustento renovable y mucho más segura que la caza. Esto habría quedado grabado en
nuestra memoria racial, y se vería reflejado en nuestra cultura actual en detalles como que la forma tradicional de quedarse dormido sea contar ovejas (no porque sea aburrido, si no porque "tener" muchas ovejas tranquiliza) o que las huchas (ahorro, recursos) se fabriquen habitualmente con aspecto de cerdito. Yo creo que la afición por las vacas puede resumirse de un modo menos
técnico y más preciso: las vacas molan.
Entre
mis artículos de naturaleza vacuna encontramos esta botella de Tolón-Tolón, un licor
de leche merengada. Cuando la vi en una tienda hace un montón de años me llamó inmediatamente la
atención, pero el que su contenido fuera licor (con el elevado precio que
ello supone) sumado al hecho que yo no bebo alcohol me hizo devolverla a su
estante.
Pocos
días después, al comentarle esto a una amiga, esta me propuso un trato: pagar
la botella a medias y repartirla a partes iguales. Vale la pena aclarar que su
idea de “a partes iguales” era quedarse ella con el contenido y yo con el
continente. Como los mejores tratos son aquellos en los que ambas partes creen
salir ganando, acepté y terminé haciéndome con la botella (que después
de todo, era lo que me interesaba) a un precio menor.
La
botella, como veis, es opaca y está decorada con un esquema de manchas típicamente
vacuno, además de contar con un pequeño cencerro. La vaca del dibujo, por
cierto, lleva puesto el mismo cencerro que la botella… y tiene toda la cara de
haberla vaciado de un trago.
Siempre me ha llamado la atención esta botella, y la habría comprado hace tiempo (no me falta quien se preste a vaciarla) si no fuera porque no me acaba de gustar el dibujo de la vaca en sí. La forma, el tamaño, el color y las manchas son perfectos, y el pequeño cencerro es encantador... pero la vaca no me convence. Una vaquita más tranquila pastando en el prado habría quedado mucho mejor.
ResponderEliminarDe haber sido otro producto el que se vendiera en este envase (batido de zumo con leche, o yogur liquido, por ejemplo) probablemente la vaca hubiera tenido un aspecto más clásico y tranquilo, pero imagino que los del departamento de marketing debieron pensar que una vaca "alegre" era más adecuada para una bebida alcohólica.
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