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sábado, 19 de octubre de 2019

EL PIRATA GARRAPATA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
¡Aye-aye, tripulación!

Hoy amenizaremos el viaje con el inicio de una peculiar saga de piratas que ha llegado a dieciséis volúmenes, orientados a un público infantil pero aptos para cualquiera que simplemente busque un poco de humor tontorrón.
 
He leído varios de estos libros, de los cuales este primero es con una enorme diferencia el mejor. Y a pesar de su tono absurdo y desenfadado, presenta una imagen del entorno y los personajes mucho más próxima a la realidad histórica de lo que en principio pudiera parecer.


El primer libro fue escrito en 1982 por Juan Muñoz Martin, que lo dedicó a sus hijos y “a todos los niños que sueñan con tesoros, piratas y princesas… porque existen”. Esto ya bastó para captar mi interés. 

En él nos narra las peripecias de Garrapata, que ni es pirata ni capitán, ni tiene barco ni tripulación, ni sabe nadar ni mucho menos navegar, y que debe toda su fama (cientos de robos y asesinatos, y miles de peleas) únicamente a su propia imaginación y a la credulidad de sus paisanos. Pero tiene un garfio, un parche en el ojo, y una pata de palo, y por tanto todo el mundo da por supuesto que es un gran pirata.

Garrapata y su amigo Carafoca son reclutados por Lord Chaparrete para dedicarse de verdad a la piratería, y repartirse los beneficios. Como se dice que las mejores cosas de la vida son gratis, se apoderan de un barco amarrado en puerto suplantando hábilmente a sus oficiales y engañando a la tripulación. "Contratan" a unos cuantos marineros extras por el clásico proceso de golpearles en la cabeza, meterlos en sacos, y encerrarlos en la bodega. Compran toneladas de pertrechos y provisiones pagándolas con dinero falso, y básicamente de un día al otro están listos para partir.

Justo antes de zarpar embarca una comitiva fuertemente armada al mando del Almirante Pescadilla, que confunde a Garrapata con el legítimo capitán del barco robado. Dejando a su hermosa hija Floripondia en manos del pirata, le encarga llevarla a Jamaica a reunirse con su prometido. Espontáneamente prendado de Floripondia, Garrapata se olvida por el momento de sus planes de dedicarse a la piratería y se compromete sinceramente a llevar a la joven hasta Jamaica… sin tener ni idea de cómo hacerlo, porque es la primera vez que pisa un barco y no sabe nada de pilotaje ni cabotaje.   

Casi todo el libro narra las continuas vicisitudes que afronta Garrapata en su viaje a Jamaica, y aunque a primera vista parecen tonterías una detrás de otra por el tratamiento cómico que se le da a todo, la realidad de la época está ahí, comenzando por el propio reclutamiento de la tripulación. Garrapata se dedica a raptar gente de las calles y encerrarlos en la bodega del barco, liberándolos cuando ya están en altamar. Esto se hacía realmente, el infame Piquete de Leva: un grupo de tripulantes que recorría las calles del puerto por las noches en busca de hombres a los que se emborrachaba o simplemente se dejaba inconsciente a golpes. Se los despertaba cuando el barco ya había zarpado, y no les quedaba más remedio que trabajar a bordo hasta el fin del viaje, porque de no hacerlo no se les alimentaba y se les podía llegar a matar a latigazos.

Los marineros, descontentos por la pésima comida (Garrapata los alimenta con sardinas fritas mientras él y los oficiales comen asado de cordero) protestan, y el cabecilla de la protesta recibe quince latigazos. Quince latigazos por protestar por la mala comida era un castigo incluso ínfimo para lo normal en esa época. Un marinero que protestaba, o trabajaba con manifiesta desgana podía llegar recibir un centenar de latigazos fácilmente, y la carne comenzaba a abrirse al tercero o cuarto de ellos.  

Hay también un momento en el que Garrapata manda cargar los cañones con sacos de pimentón molido y al dispararlos crea una nube rojiza con la que oculta su huida de otro barco más poderoso que los estaba persiguiendo. Parece otra tontería, pero se hacia en realidad, cargando los cañones con una mezcla de pólvora negra y hollín, pero sin proyectil. Esto creaba una nube negra y espesa que hacía las veces de cortina de humo tras la cual retirarse mientras el atacante seguía disparando a ciegas a través de la densa andanada de hollín. 

Más adelante, huyendo de otro barco en plena noche, botan una chalupa llena de farolillos y la alejan de su barco mientras ellos, con todos los fanales apagados, se desplazan en otra dirección, de modo que el buque perseguidor confunde las luces de la chalupa con las de su pretendida victima y sigue disparando contra ella, dejando escapar a Garrapata. Esto es tal cual otra técnica de distracción real de la época. Nos pensamos que los chaffs perturbadores de radar y los señuelos para misiles son algo de la guerra moderna, pero no son otra cosa que versiones actuales de técnicas de distracción de la guerra naval antigua.

Cuando finalmente se quedan sin comida, el cocinero hierve las botas, sombreros y cinturones y la tripulación se los comen. Y al acabarse, intentan comerse al cocinero. Esto también se hacía en caso de extrema necesidad, hervir serrín, lona embreada o el cuero curtido de la ropa hasta convertirlo en una pasta gelatinosa y alimentarse con ella. Y por descontado, según la llamada Ley del Mar (todavía vigente a día de hoy, por cierto) que se resume como "En altamar, lo que es necesario es legal", recurrir al canibalismo era el siguiente paso. 

¿Qué mas nos encontramos? ¿Un incendio en la bodega que tardan quince días en sofocar? Una combustión lenta, muy común en los barcos que transportaban fardos de algodón, resultado de una reacción química entre la glicerina del algodón, el calor, la humedad y el salitre. Está documentado.

¿Soltar de golpe el ancla mientras navegan a toda vela sobre un fondo de menos de trescientos metros, para dar un frenazo en seco y girar en redondo? Una típica maniobra de eschoneo o pivotar sobre el ancla. Está documentado también. El autor lo describe de forma exagerada, con el barco girando en redondo como una peonza y todos a bordo mareándose, pero se hacía en realidad.

Y hay más casos, el libro está plagado de situaciones así, que de una forma divertida dan un repaso a las realidades de la época que muchas novelas y películas de piratas ignoran. Invito a todos los que tengan este libro por casa a releerlo y localizarlas.

Dejando todo esto aparte, el texto, con todo lo tonto y simple que pueda parecer, está lleno también de pequeños juegos de palabras y no pierde el tiempo con nada. Se pasa de una cosa a la siguiente a una velocidad de vértigo. No da ocasión a aburrirse. Veremos a Garrapata y sus hombres, los garrapateros, luchar contra fantasmas y robots, arañas gigantes y marineros comunes, enfrentarse a tormentas y al Mar de los Sargazos, fugarse de prisiones y encontrar tesoros. Y para rematar, terminaremos rompiendo la cuarta pared con Garrapata entrando en una taberna y pidiendo tinto para sus hombres y tinta para el autor, para que pueda escribir el siguiente libro.

Por otra parte, como decía al principio, todo lo que alabo de este primer libro de Garrapata no lo he encontrado al mismo nivel en los otros que he leído. Aún así, siguen siendo libros locos y bastante graciosos.

Puedes leer un comentario sobre el segundo libro de la saga pulsando aquí.

El pirata Garrapata. 1982. Juan Muñoz Martín (texto) Antonio Tello (ilustraciones). El barco de vapor/Ediciones S.M.

2 comentarios:

  1. Pues yo no puedo con este libro... Lo leí ya de mayor por toda la expectación que creaba, que si era tan bueno y tan divertido, pero creo que fue el ritmo vertiginoso, que todos hablan a la vez y "a gritos", que me abrumó y atosigó, se me hizo muy cansino y sólo pensaba en soltarlo.
    Hay muchos libros en el mundo como para darle una segunda oportunidad.

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    1. Para mi todo lo relacionado con los piratas tiene un pequeño plus, y sin duda eso influye en mi opinión. Por otra parte, si hay tantos libros en el mundo es precisamente porque a no todo el mundo le gustan los mismos ^_^ así que me parece genial que no te guste, y me parece genial que lo digas sin rodeos. Cuanta más variedad de gustos y opiniones, más variedad de libros y debates, lo cual al final es bueno para todos ^_^

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