EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Volvemos a publicar esta entrada, correspondiente al día de ayer, ya que fue accidentalmente borrada destruida por un ataque de malvados saqueadores galácticos.
El
segundo libro de las aventuras de Garrapata comienza en el mismo punto en el
que terminó el primero, con el tabernero del Sapo Verde sirviéndole jarras de
tinto a los piratas y de tinta al escritor, para que cada uno siga con lo suyo.
Garrapata y sus garrapateros zarpan en persecución del barco donde se llevan raptada
a su amada Floripondia. Ambos buques son arrastrados por la Corriente del Golfo
hasta un enorme remolino que se los traga para siempre…
¡Bueno!
Para siempre exactamente no. Garrapata y un puñado de garrapateros supervivientes aparecerán... ¡en la India!, junto con Floripondia, y sin conocer el destino de
los barcos o de los marineros que faltan. Concretamente, aparecerán saliendo de
un gran hormiguero, y por añadidura, cuatro siglos antes de cuando el remolino
se los tragó. ¿Por que ocurre esto? No lo sabemos, y aparentemente, el autor tampoco.
Juan Muñoz Martín recurre aquí, tal como hizo Cervantes en su Don Quijote, a ser un personaje secundario de la misma obra que narra, y a hacerse pasar no por autor de la misma, sino por recopilador. Al inicio del libro nos explica que lo que relata en este lo extrajo de un antiguo tratado hindú del siglo catorce, basado a su vez en las predicciones de Zaratrusta del siglo seis. De este modo justifica los fragmentos faltantes, como todo lo ocurrido desde que son tragados por el remolino hasta que ven de nuevo la luz saliendo de un hormiguero gigante.
Una vez en la India, la bella y oronda Floripondia es confundida con la encarnación de una diosa, y a los piratas, por feos, los designan como intocables, los parias de la sociedad hindú. El resto del libro es una lucha continua, desesperada y descerebrada por rescatar a Floripondia (que viene a ser el argumento básico de la mayoría de los libros de esta saga) de los cinco príncipes que se la han llevado. Estos príncipes, todos ellos hermanos, han depuesto del trono a los dos maharajás legítimos (también hermanos entre ellos) que unirán sus fuerzas a Garrapata y los suyos en su misión de rescate.
Si alguna capacidad puede destacarse de Garrapata, es su habilidad para reclutar nuevos tripulantes, ya que suelen morírsele a capazos, pero los renueva con lo que hay a mano con relativa facilidad. Inicialmente, su tripulación estaba formada por marineros humanos. A medida que estos van muriendo, Garrapata los sustituye con una armadura mecánica, un par de fantasmas, un orangután, un pulpo cuyo número de tentáculos cambia continuamente, una vaca, y varios otros personajes. Muchos de ellos son inicialmente enemigos de Garrapata, pero se le unen tras ser derrotados. En este libro, hasta cinco mil parias se unen espontáneamente a él al verlo subido a un tronco, esgrimiendo su espada. Lo que a Garrapata le falta en cultura y extremidades, lo compensa de sobra en carisma.
Las extremidades de Garrapata, por cierto, parecen ser también variables, como los tentáculos del pulpo. Si prestamos atención a las ilustraciones, a veces tiene el garfio en un brazo y a veces en el otro. A veces la pata de palo está en la pierna del mismo lado que el garfio y a veces en el contrario. Y aunque con menos frecuencia, también su parche (y el ojo de cristal que hay tras este) cambian de una cuenca a otra.
Hago notar esto no como una crítica al ilustrador, sino como una alabanza, porque estoy convencido que lo hizo expresamente. Lo bueno que tienen estos libros no es su argumento, que no suele más que una excusa para hablarnos de los personajes, para meterlos de lleno en situaciones absurdas. Lo bueno de estos libros, a lo que el ilustrador se suma cambiándole arbitrariamente sus rasgos piratescos al protagonista, es la sucesión de disparates sin fin que nos ofrece.
Por poner algún ejemplo, hay un momento en el que los garrapateros y un grupo de guardias hindúes están peleándose por una flauta. Los garrapateros se la lanzan unos a otros mientras los guardias tratan de atraparla en el aire. La botan en el suelo mientras corren, pasándosela y bloqueándose. Sin más explicación, se nos comienza describir la escena como un partido de baloncesto, con sus pases, tapones, e incluso tiros a unas canastas que nadie sabe de donde han salido, y con un árbitro pitando faltas.
Juan Muñoz Martín recurre aquí, tal como hizo Cervantes en su Don Quijote, a ser un personaje secundario de la misma obra que narra, y a hacerse pasar no por autor de la misma, sino por recopilador. Al inicio del libro nos explica que lo que relata en este lo extrajo de un antiguo tratado hindú del siglo catorce, basado a su vez en las predicciones de Zaratrusta del siglo seis. De este modo justifica los fragmentos faltantes, como todo lo ocurrido desde que son tragados por el remolino hasta que ven de nuevo la luz saliendo de un hormiguero gigante.
Una vez en la India, la bella y oronda Floripondia es confundida con la encarnación de una diosa, y a los piratas, por feos, los designan como intocables, los parias de la sociedad hindú. El resto del libro es una lucha continua, desesperada y descerebrada por rescatar a Floripondia (que viene a ser el argumento básico de la mayoría de los libros de esta saga) de los cinco príncipes que se la han llevado. Estos príncipes, todos ellos hermanos, han depuesto del trono a los dos maharajás legítimos (también hermanos entre ellos) que unirán sus fuerzas a Garrapata y los suyos en su misión de rescate.
Si alguna capacidad puede destacarse de Garrapata, es su habilidad para reclutar nuevos tripulantes, ya que suelen morírsele a capazos, pero los renueva con lo que hay a mano con relativa facilidad. Inicialmente, su tripulación estaba formada por marineros humanos. A medida que estos van muriendo, Garrapata los sustituye con una armadura mecánica, un par de fantasmas, un orangután, un pulpo cuyo número de tentáculos cambia continuamente, una vaca, y varios otros personajes. Muchos de ellos son inicialmente enemigos de Garrapata, pero se le unen tras ser derrotados. En este libro, hasta cinco mil parias se unen espontáneamente a él al verlo subido a un tronco, esgrimiendo su espada. Lo que a Garrapata le falta en cultura y extremidades, lo compensa de sobra en carisma.
Las extremidades de Garrapata, por cierto, parecen ser también variables, como los tentáculos del pulpo. Si prestamos atención a las ilustraciones, a veces tiene el garfio en un brazo y a veces en el otro. A veces la pata de palo está en la pierna del mismo lado que el garfio y a veces en el contrario. Y aunque con menos frecuencia, también su parche (y el ojo de cristal que hay tras este) cambian de una cuenca a otra.
Hago notar esto no como una crítica al ilustrador, sino como una alabanza, porque estoy convencido que lo hizo expresamente. Lo bueno que tienen estos libros no es su argumento, que no suele más que una excusa para hablarnos de los personajes, para meterlos de lleno en situaciones absurdas. Lo bueno de estos libros, a lo que el ilustrador se suma cambiándole arbitrariamente sus rasgos piratescos al protagonista, es la sucesión de disparates sin fin que nos ofrece.
Por poner algún ejemplo, hay un momento en el que los garrapateros y un grupo de guardias hindúes están peleándose por una flauta. Los garrapateros se la lanzan unos a otros mientras los guardias tratan de atraparla en el aire. La botan en el suelo mientras corren, pasándosela y bloqueándose. Sin más explicación, se nos comienza describir la escena como un partido de baloncesto, con sus pases, tapones, e incluso tiros a unas canastas que nadie sabe de donde han salido, y con un árbitro pitando faltas.
Poco después, los personajes comienzan a subirse, con permiso o
sin él, a un elefante con palanquín. El pulpo se adhiere al costado del
elefante y comienza a subirlos como si fuera un ascensor, y de pronto el autor
pasa a hablar del elefante como de un autobús de varias plantas.
Es el mismo
tipo de humor absurdo e imprevisible que encontramos en las películas de los
Hermanos Marx, y por eso lo encuentro genial.
No me gustó tanto como el primer libro, que considero el mejor de los que he leído, pero es una buena forma de mantenerse entretenido durante la hora u hora y media que se puede tardar el leerlo.
No me gustó tanto como el primer libro, que considero el mejor de los que he leído, pero es una buena forma de mantenerse entretenido durante la hora u hora y media que se puede tardar el leerlo.
Puedes leer un comentario sobre el tercer libro de la saga pulsando aquí.
El pirata Garrapata en la India. 2000. Juan Muñoz Martín (texto) Antonio Tello (ilustraciones). El barco de vapor / Ediciones SM.
El pirata Garrapata en la India. 2000. Juan Muñoz Martín (texto) Antonio Tello (ilustraciones). El barco de vapor / Ediciones SM.
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