Dorman y Tanaak
son un par de asesinos, estafadores de alto nivel y ladrones de guante blanco
que viven a cuerpo de rey gracias a las enormes sumas de dinero que arrebatan
tanto a empresas como a particulares. Su último golpe tiene como objetivo la
cámara acorazada del Banco Internacional, en la que se guarda un
auténtico tesoro en tablillas de platino. Las extremas medidas de seguridad del
banco hacen imposible que nada mayor que una mota de polvo pueda burlarlas.
Pero Dorman, que es el cerebro del pequeño grupo, encuentra una forma de
esquivar este inconveniente.
Un científico,
el doctor Milko, ha creado una máquina que aumenta cien mil veces el tamaño de
todos los átomos del universo. Sin consultar a nadie la pone a funcionar, y
observa con creciente frustración lo inútil de la gran obra de su vida: puesto
que todo ha aumentado de tamaño al mismo tiempo y en proporción, nada ha
cambiado. Todo sigue teniendo el mismo tamaño relativo. No vamos a entrar en el
asunto de que cantidad de energía sería necesaria para provocar no ya ese
efecto, sino para hacerlo además extensivo a todo el universo simultáneamente.
Es necesario para la trama, y por ello no le damos demasiadas vueltas.
El caso es que
el doctor Milko, buscando un modo de dar alguna utilidad a su invento,
desarrolla a continuación un suero radioactivo que hace que cualquier ser vivo
inyectado con él sea inmune a este efecto y pierda temporalmente ese tamaño
aumentado. Puesto que todo permanece aumentado mientras la máquina siga
funcionando, visualmente parece que el ser vivo se encoja hasta una
cienmillonésima parte de su tamaño, cuando lo que ocurre es que simplemente
recupera su tamaño normal, al bloquear el suero radiactivo la absorción de las
ondas aumentadoras de la máquina. Más rebuscado que simplemente inventar un
suero para encoger, pero con el mismo resultado final.
La intención de
Dorman es apoderarse del suero y reducirse al tamaño de un grano de arena, con
el que podría burlar los complicados sistemas de seguridad, acceder a la cámara
acorazada del banco, y luego volver a aumentar de tamaño en el interior de la
cámara cuando el suero pierda su efecto. Una vez allí, sus conocimientos
informáticos le bastarían para desactivar los sistemas de defensa con relativa
facilidad desde una de las terminales de la propia cámara, abriéndole el paso a
su socio. Lo único que necesita para ello es inyectarse en vena una
sustancia radiactiva cuyos efectos secundarios se desconocen ¿Qué podría salir
mal?
Su genial plan
implica también a Abi Rabsari, que no solo es empleado del Banco Internacional,
sino que además es el prometido de la hija del profesor Milko, de la que Dorman
se encapricha. De este modo, Dorman no solo planea engañar a Abi para obtener
de él información más precisa sobre los sistemas de seguridad, sino además
robar el invento de su futuro suegro y raptar con innombrables intenciones a la
hija de éste. Todo un personaje.
La mayor parte
del texto está dedicado al proceso de engaño de Abi, su prometida y el
profesor, la obtención del suero y la puesta a punto del plan, dejando menos de
un tercio de las páginas para la parte en que Dorman se reduce de tamaño (o más
exactamente, se desagiganta) haciéndose acompañar por la parejita,
en calidad de involuntarios ayudantes. Se podría haber dado pie a una
emocionante aventura en la que los protagonistas debieran luchar contra bacterias
y microbios, tal como sugiere la portada, pero esto no llega a ocurrir.
Los abyectos
planes de Dorman dan al traste debido a algo que ni él ni nadie (ni tan solo el
avezado lector) podía prever: el que todo el universo aumente cien mil veces de
tamaño ha puesto en alerta una computadora de seguridad de un lejano planeta,
desconocido por la humanidad, que tan pronto como localiza exactamente el
origen de la energía agigantadora envía a la Tierra una señal que neutraliza la
máquina del profesor Milko. Todo el universo vuelve progresivamente a su tamaño
original. Puesto que Dorman ya se encontraba en su tamaño original por efecto
del suero radioactivo, todo lo existente excepto él se reduce a una
cienmillonésima parte, o lo que es lo mismo, relativamente él aumenta cien mil
veces su tamaño respecto al resto del universo… en el peor momento posible,
encontrándose en un lugar realmente angosto, y demasiado sólido como para ceder
ante su creciente volumen relativo, lo que le ocasiona un lento, doloroso, y letal aplastamiento inverso.
Abi y su
prometida se casan (que no falte una boda al final) y él recibe el inmenso
honor que supone ser ascendido a trabajar en la sede principal del Banco
Internacional, ubicada, como no podía ser de otro modo, en la que en el futuro
será ciudad más importante del mundo… Madrid, en España. En la época en la que
este texto se escribió, la ciencia ficción y el terror estaban sometidos a una
enorme censura por parte de la dictadura de Franco, y la mejor forma de
esquivarla era dejando en buen lugar a la iglesia o al país, y a ser posible, a
ambos. Estando así las cosas... ¿Qué mejor final que casarte como es
debido y a continuación irte a vivir a España? ^_^U
En lo que se
refiere al apartado técnico, y dejando de lado el asunto del funcionamiento de
la máquina, o la imposibilidad física de que los pulmones de alguien desagigantado procesen
átomos de oxígeno cien mil veces mayores de lo acostumbrado, toda la secuencia
del encogimiento (o desagigantamiento) está muy bien explicada y
resulta bastante interesante, así como la mención a las máquinas de
pagos. Estos son unos aparatos que hay en el interior de la recepción del
Banco Internacional, en donde los clientes introducen una tarjeta de
identificación y obtienen a cambio la cantidad de dinero que solicitan, que se
resta automáticamente al que tengan depositado en su cuenta. El autor estaba
describiendo los cajeros automáticos dos años antes que se
inventaran. Con una visión de futuro realmente preclara, el autor indica además
que muchas de estas máquinas de pagos tenían el consabido
cartelito de "no funciona".
También merece
la pena hacer notar que en estos libritos los protagonistas solían ser
americanos o ingleses, y en mucha menor medida, franceses o españoles. No se
hace referencia a la nacionalidad o etnia de Abi Rabsari, pero son un nombre y
un apellido de origen hebreo. Milko por su parte es un apellido de origen menos
claro pero que se da más frecuentemente en Serbia y Croacia. Dorman es
obviamente un nombre americano, y Tanaak, aunque escrito así no existe como
nombre, suena a asiático. La imagen que da este autor del mundo en el que viven
sus personajes es la de una sociedad globalizada al nivel de hoy en día, algo
que era casi impensable en los 60. Pero a eso se dedica la ciencia
ficción, a imaginar el futuro.
Los infinitésimos. 1965. Peter Kapra
[Pedro Guirao Hernández]. Espacio, el mundo futuro nº 354. Ediciones Toray S.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario