EL GRAN BAZAR
Presentado por… Luctus.
¡Saludos coleccionistas!
Esta antiquísima estatuilla de oro macizo de tropecientos quilates la obtuve de una pirámide maldita llena de trampas, de la
que a duras penas logré escapar con vida, tras pelear con una docena de momias y… y… Bueno, es posible
que simplemente la comprara en un zoco de Luxor por un puñado de euros... ¡pero también esa es una historia
interesante!
La estatuilla (de pesada piedra
basáltica negra pintada de oro) representa a la diosa Serket (nombrada también Selkit en ocasiones). Lamento la calidad de la foto, pero el reflejo del barniz dorado me ha obligado a usar una serie de filtros para oscurecerla y que se puedan apreciar los detalles del rostro.
m
Esta diosa tenía forma una de humana joven que en lugar de una diadema o corona lucía un escorpión vivo sobre la cabeza. También podía adoptar la forma de escorpión gigante con torso humano. Serket era una diosa de la medicina, la fertilidad, y el calor solar. Regía sobre los escorpiones, y entre sus cometidos estaba el proteger los vasos canopes de Kebshenuf, mandando escorpiones a matar a cualquiera que robara o dañara uno de estos, en los que se guardaban los intestinos del difunto.
m
La compré en un mercadillo cercano al Valle de los Reyes, en Egipto. El vendedor tenia varias estatuillas como esta, algunas en piedra negra pulida y otras cubiertas de pintura dorada. Las doradas tenían desperfectos, pequeñas roturas por aquí o por allá, supuse que resultado de algún fallo de pulso a la hora de tallarlas.
m
Esta diosa tenía forma una de humana joven que en lugar de una diadema o corona lucía un escorpión vivo sobre la cabeza. También podía adoptar la forma de escorpión gigante con torso humano. Serket era una diosa de la medicina, la fertilidad, y el calor solar. Regía sobre los escorpiones, y entre sus cometidos estaba el proteger los vasos canopes de Kebshenuf, mandando escorpiones a matar a cualquiera que robara o dañara uno de estos, en los que se guardaban los intestinos del difunto.
m
La compré en un mercadillo cercano al Valle de los Reyes, en Egipto. El vendedor tenia varias estatuillas como esta, algunas en piedra negra pulida y otras cubiertas de pintura dorada. Las doradas tenían desperfectos, pequeñas roturas por aquí o por allá, supuse que resultado de algún fallo de pulso a la hora de tallarlas.
Al verme interesado por las estropeadas, me dijo
inmediatamente (en la habitual mezcolanza de francés, español e italiano que emplean allí para comunicarse con todos los extranjeros de aspecto latino) que
esas eran más caras por ser representaciones más fieles de una estatua
antigua encontrada en una tumba, en la que se habían reflejado los mismos rotos
y desgastes por el paso del tiempo que tenía la original.
Cuando le hice notar
que de las cuatro o cinco Serket doradas que tenía cada una mostraba unos “desgastes” diferentes, admitió que su hijo había dejado
caer unas cuantas, que las había pintado de dorado para que llamaran más la
atención, y que en realidad las vendía más baratas que las otras. Esto me hizo
tanta gracia (la tenacidad del vendedor, quiero decir, cambiando su versión de
un segundo al siguiente con tal de vender algo) que le compré varias cosas, entre ellas, una de las Serket doradas
y rotas, que a fin de cuentas, solo tiene unos pequeños pelados en la cabeza. Y ya cuando volvía al barco…
Un momento… ¿Qué ha sido ese
ruido? ¿No habéis escuchado nada? ¿Cómo una puerta abriéndose violentamente? Yo
juraría que… ¡Cielos, mirad allí! ¡Las
momias! ¡Han venido a recuperar la estatuilla! ¡Corred insensatos! ¡Corred!
No hay comentarios:
Publicar un comentario