EL GRAN BAZAR
Presentado por… Luctus.
Saludos, coleccionistas, bienvenidos a mi pequeño museo.
Gran parte de la fascinación
que mucha gente (yo incluido) siente por el Egipto antiguo se debe a sus
extraños y elaborados ritos funerarios. Los vasos canopes (o canopos, se acepta de ambas formas) eran una parte
fundamental de ellos. Los egipcios creían que el difunto podía volver a vivir,
no solo como espíritu, sino reintroduciendo su fuerza vital en un cuerpo físico, generalmente su propia momia.
De izquierda a derecha; Hapy (pulmones/norte), Amset (hígado/sur),
Kebshenuf (intestinos/oeste) y Duamutef (estómago/este).
Todo el proceso de
momificación tenía como objetivo preservar el cuerpo en el mejor estado posible,
evitando la putrefacción, para cuando el espíritu pudiera volver a habitarlo. Cuatro
de los cinco órganos que los egipcios consideraban vitales (hígado, pulmones, estómago
e intestinos) eran extraídos y conservados aparte en los vasos canopes,
sumergidos en líquidos preservadores. El quinto y más importante órgano vital (el corazón) era también extraído,
pero tras embalsamarlo se lo devolvía a su lugar en el pecho del difunto, para que el espíritu pudiera mantener un vinculo con el cuerpo.
El resto de vísceras, junto con cerebro, al que no se daba ninguna importancia
(creían que la mente y la voluntad residían en el corazón) eran simplemente
desechados.
M
Una vez el espíritu volviera a su cuerpo, este sería teóricamente regenerado dando lugar a una vida eterna, no etérea sino física, mediante una serie de rituales mágicos para los cuales
era imprescindible la restitución de las vísceras guardadas en los vasos
canopes.
Estos eran transportados juntos
en una caja de madera sencilla pero bellamente decorada y lacada, siguiendo al cortejo fúnebre. Una vez en
el lugar del enterramiento los vasos debían ser cuidadosamente dispuestos, cada uno de
ellos “mirando” hacia un punto cardinal en particular. Se pensaba que de esta
forma los vasos canopes absorbían y canalizaban las energías necesarias tanto
para preservar correctamente su contenido como para traspasar esa vitalidad absorbida al
difunto cuando los órganos se le restituyeran.
Estos que muestro son
reproducciones en resina muy fieles a los originales en su aspecto, pero de aproximadamente la mitad del tamaño real. Los compré hace muchos años en una tienda que se especializaba en
reproducciones de antigüedades y libros de historia y arqueología.
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