EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Esta es la primera novela de Verne que leí, y también una de las últimas que él escribió. Se publicó poco después de su muerte, dándole preferencia sobre otras obras anteriores que su mujer e hijo tenían en reserva, pendientes de publicar. Es una historia de lucha y supervivencia, más que la clásica novela de aventuras y viaje que caracterizaban al autor.
La trama tiene lugar en La Isla de los Estados, una isla (real) situada en un punto crítico del Cabo de Hornos, en cuyas inmediaciones son frecuentes los naufragios. A fin de paliar la terrible pérdida de barcos, el gobierno argentino erige un faro en aquel lugar. A su cargo quedan tres hombres, sin más contacto con el resto del mundo que un pequeño buque de guerra que cada tres meses zarpa desde Buenos Aires para aprovisionarlos.
Los fareros Vázquez, Felipe y Mortiz, afrontan el aislamiento y el tedio de su trabajo con el estoicismo propio de hombres acostumbrados a vivir sin lujos ni refinamientos. Disponen de libros y diversos quehaceres, como anotar datos meteorológicos y llevar un registro de los buques avistados, que tienen como objetivo mantenerlos pendientes de algo, más que una verdadera necesidad de llevarlos a cabo.
Lo que no saben, es que en una apartada cala tiene su guarida la banda de piratas del capitán Kongre. Durante años se han enriquecido haciendo falsas señales luminosas desde la isla para provocar naufragios, saqueando cualquier carga valiosa de los barcos que se destrozan contra los escollos, y viviendo de las provisiones encontradas en estos. Los quince meses de actividad que ha supuesto la construcción del faro los han mantenido ocultos en sus cuevas, pero con la partida del ultimo buque, quedando únicamente los tres fareros como habitantes de la isla aparte de ellos, los piratas deciden que ha llegado el momento de cambiar de zona.
Antes de abandonar definitivamente la isla, Kongre debe hacer reparaciones en el casco de su goleta, y solo puede llevarlas a cabo varándola en una playa practicable, con lo que quedará a la vista del faro. Tan pronto como los piratas bordean la isla y varan el buque, Felipe y Mortiz, creyendo que se trata de un mercante en apuros, acuden inmediatamente a ofrecer su ayuda al capitán.
Desde el faro, Vázquez ve como sus compañeros son asesinados sin mediar palabra en cuanto suben a bordo. Sin pensárselo demasiado, Vázquez se hace con dos revólveres, algunas provisiones, y abandona el faro, sabiendo que los piratas lo tomarán en cuanto desembarquen. Durante las siguientes semanas, se dedica a malvivir en la zona más abrupta de la isla, siempre observando las actividades de los piratas, buscando el modo y el momento de hacerles pagar el asesinato de sus amigos.
Los piratas saquean el faro y desatienden su llama, a consecuencia de lo cual otro buque se estrella contra los arrecifes de la costa en medio de una tormentosa noche. Buscando provisiones entre sus restos, Vázquez encuentra un superviviente, el americano Jhon Davis, que a partir de ese momento se le unirá en su lucha contra los piratas.
Un nombre curioso por cierto, ya que Jhon Davis es prácticamente Davy Jones invirtiendo el orden de los términos y retocándolos un poco. Davy Jones era el nombre propio que los marineros daban antiguamente al fondo del mar. Se pensaba que decir que alguien había muerto ahogado atraía a la mala suerte, y por ello los marineros asignaron un nombre al fondo del mar. Cuando se hablaba de algún compañero ahogado, se referían a él diciendo que "Estaba brindando con Davy Jones" o "Bebiendo a la salud de Davy Jones"... que no era más que un eufemismo para decir que había tragado agua de mar hasta morir.
Verne tenia un sentido del humor difícil, a veces un tanto macabro, como en este caso, en el que el único superviviente del naufragio lleva por nombre una versión deformada del que se daba al propio mar.
Toda la novela es en términos generales la carrera contrarreloj de Kongre y sus hombres por terminar a tiempo las reparaciones de su barco y poder hacerse a la mar con seguridad. Saben que con su pequeña goleta no podrán plantar cara al buque de aprovisionamiento que pasa regularmente a comprobar el estado del faro y sus operarios. Conscientes de esto, Vázquez y Jhon, no pudiendo enfrentarse directamente a los sanguinarios piratas, buscan el modo de dañar la goleta para alargar las reparaciones hasta que el buque de aprovisionamiento aparezca en el horizonte.
Verne escribió esta historia cuatro años antes de morir, estando ya postrado en cama por su diabetes. En aquella época esta enfermedad no tenía tratamiento, y le provocó una progresiva parálisis. Lo único que Verne era aún capaz de hacer por sí mismo era mover las manos lo suficiente para escribir. Y a escribir dedicó de pleno sus ultimas fuerzas, creando obras como esta, con personajes que exhibían una indomable vitalidad que a él le faltaba.
Pienso que a ningún lector asiduo de Verne le pasa por alto que, siendo famoso por sus novelas de viajes, toda la acción de esta transcurra en una pequeña isla, de la que los protagonistas intentan escapar. Encerrado en un cuerpo que ya apenas controlaba, Verne creo para sus personajes una prisión análoga a la suya.
El título es también bastante significativo, así como el final: en plena noche, cuando los piratas se disponen al fin a partir, llega el buque militar argentino. Pero debido a la oscuridad no distingue la goleta pirata y tampoco se decide a ganar la costa, por el peligro que suponen los escollos. Los piratas pretenden emplear la oscuridad para escabullirse, navegando lentamente por el interior de la cala, que ya conocen bien. Vázquez logra entonces acceder al faro y prender la llama. Su luz barre las tinieblas y se abre paso entre ellas poniendo al descubierto la goleta pirata lista para zarpar, y mostrando el camino de entrada al buque de aprovisionamiento. Esto permite a los marineros del buque llevarlo con seguridad hasta la playa, lo que supone en la practica el fin de los piratas.
Es evidente que el triunfo de lo correcto sobre lo injusto era lo que los lectores esperaban al comprar una novela de Verne, y era lo que su editor esperaba también de él. Pero en este caso, creo que Verne escribió este final tanto o más para sí mismo que de cara al público. Postrado en una cama y sabiendo que iba a morir en breve, el final de la obra no solo era la conclusión que su público demandaba, era el sentido mismo que él necesitaba darle a su vida: un último y brillante fogonazo de esperanza, como la protectora luz de un faro que vela por nosotros incluso en el mismo fin del mundo.
Le phare du bout du monde. 1901. Julio Verne (texto) George Roux (ilustraciones). Publicada en 1988 por Ediciones Vicens-Vives S.A.
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