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lunes, 14 de septiembre de 2020

CON LA MUERTE A BORDO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
                                              Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores. ¡Arrr!

Onceavo bolsilibro de la breve pero interesante colección Piratas de la editorial Astri. Fue escrito en el 2003, hace únicamente diecisiete años, por el gran Juan Gallardo, lo que le convierte en uno de los últimos bolsilibros genuinos.

El oficial de marina Stuart es designado para una misión bastante inusual. El almirantazgo británico sospecha que el doctor Schneider, prestigioso cirujano, está implicado en la desaparición de varias personas, entre ellas un capitán de fragata. No tienen pruebas contra él, pero ese no es el único asunto turbio en el que parece estar envuelto, y están decididos a desenmascararlo.

El doctor realiza todos los años un viaje a la américas, siempre en el mismo barco (llamado Skelton, nada menos) llevando con él una gran cantidad de misteriosos embalajes. A Stuart se le ordena tomar el mismo barco haciéndose pasar por un comerciante de especies, y averiguar lo que pueda sobre él durante el viaje.

Además de Stuart y el doctor Schneider, embarca la mujer de este y una pareja de criollos (mestizos de europeos e indios sudamericanos) que afirman ser hermano y hermana, pero no engañan a nadie. El resto de pasajeros son una docena de hombres de aspecto especialmente rudo y repulsivo.

El viaje es bastante tranquilo al principio. Los piratas que infestan el Caribe parecen rehuir el barco. Stuart no tarda en darse cuenta que el mayor peligro está a bordo. Los criollos, hermanos o no, mantienen una relación nada filial y parecen traerse algo entre manos. El doctor Schneider es bastante reservado con todo lo concerniente a su trabajo, y suele maltratar a su mujer. El capitán del barco deja caer algunas indirectas a Stuart, como dándole a entender que no se traga su historia del inocente comerciante. Y en una ocasión en la que logra acceder al cargamento de la bodega, Stuart descubre que este consiste en cerca de setenta ataúdes.

El viaje transcurre sin incidentes importantes hasta que, a falta de un par de días para llegar a puerto, se produce un motín. Los “hermanos” criollos resultan ser dos famosos piratas, Jean Paul “el corso” y Mirelle “la tigresa”. La docena de pasajeros patibularios son sus secuaces, y someten sin problemas a los tripulantes del Skelton.

Los piratas comienzan a abrir los ataúdes, en busca de su presumiblemente valioso contenido de contrabando, pero los hallan vacíos. Jean Paul y Mirella no tienen ningún reparo en decapitar al capitán del Skelton y amenazar con otro tanto al doctor Schneider si no les entrega el contenido de los ataúdes que, ellos suponen, ha sido ocultado en algún compartimento secreto del barco adelantándose a su jugada.

La realidad es mucho peor. El contenido de los ataúdes ha abandonado estos por su propio pie. El contrabando que el doctor Schneider transportaba en ellos son esclavos lobotomizados. Zombis creados mediante ciencia en lugar de mediante magia negra, gracias a una combinación de cirugía y drogas. En teoría debían ser esclavos absolutamente obedientes, pero algo ha fallado en una “mejora” de la fórmula que el doctor ha usado por primera vez en este lote.

Además de otorgarles un comportamiento violento en lugar de sumiso, las modificaciones hechas en su cerebro y las drogas empleadas han multiplicado su fuerza y su resistencia. Disponen también de un agudo instinto que les impulsa a dispersarse y ocultarse por cada hueco y rincón oscuro del barco, y a lanzarse al ataque en el momento más inoportuno.

Todavía a dos días de costa, los tejemanejes de Schneider y el motín se convierten de pronto en el menor de los problemas de Stuart. Pero por si estar atrapado en un barco con un científico loco, zombis lobotomizados y piratas no fuera bastante, Mirella se encapricha de él, desatando los celos de Jean Paul. ¿No podía esperar la moza a estar en tierra firme para echársele encima a Stuart? Pues al parecer no. Cuando Jean Paul sorprende a ambos compartiendo camastro, decide librarse de ellos empleándolos como cebo para atraer a los zombis.

Un librito divertidísimo por la inusual mezcla de géneros. ¿Dónde se han visto junto científicos locos y piratas caribeños? Yo lo habría titulado “Con los Frankensteins a bordo” ^_^ pero habría sido demasiado revelador.

Pertenece además a la última época de Juan Gallardo, en la que fue abandonando poco a poco su estilo clásico, más recatado, por otro en el que las muertes y escenas eróticas eran descritas con mayor crudeza, manteniendo a pesar de ello personajes sólidos y excelente narrativa. 

El siguiente bolsilibro de esta colección, Mar de naves perdidas, fue al parecer el ultimo bolsilibro que escribió, dedicándose a partir de ahí a colaborar en artículos y biografías.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Con la muerte a bordo. 2003. Donald Curtis [Juan Gallardo Muñoz]. Piratas nº 11. Editorial Astri.

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