MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

viernes, 25 de septiembre de 2020

EL MUNDO DEL VIENTO CÓSMICO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                         ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.

Ya llevamos algún tiempo sin una buena ración de pulp, y eso no es bueno para la salud. Los médicos del Planeta del Espacio recomiendan al menos un par de pulps al mes para mantener la mente activa. Para corregir esta deficiencia, hoy he traído un bolsilibro de Juan Gallardo.

A bordo de la nave espacial Home III (Hogar 3) viajan seis parejas de astronautas. Su misión es ser los primeros en establecerse en un nuevo y prometedor mundo para formar allí otras tantas familias. Pero la nave ha sido saboteada y está acelerando sin control, aproximándose a la velocidad de la luz. Teóricamente la nave puede resistir una velocidad superior a la de la luz, pero ningún ser humano ha experimentado esa aceleración y se ignora el efecto que pueda tener en ellos.

Tras algunos vanos intentos de reparar el sabotaje, la nave sobrepasa la velocidad de la luz, entra en un estado de tiempo distorsionado, y acaba por estrellarse en… bueno, en algún sitio. El comandante Ben recobra la conciencia solo para encontrarse la nave destrozada y a parte de su tripulación muerta. Se halla además en un mundo inhóspito. Hasta donde alcanza la vista no hay más que un desierto barrido continuamente por un fuerte viento. 

La radiación ambiental es tan alta que, sin los trajes espaciales aislantes, morirán tras unos pocos días de exposición. Pero la nave no tiene arreglo y los suministros que quedan en buen estado tras el impacto no son muchos. Los supervivientes deben por tanto abandonar los restos de la nave con las pocas provisiones que tienen, y buscar algún lugar habitable en el que puedan prescindir de los trajes y obtener alimentos.

Los trajes están preparados para ser llevados durante varios días si es necesario, incluso con un compartimento que permite introducir las capsulas de alimento a la boca a través de una serie de secciones estancas, pero todo tiene un límite.

Hay, además otro motivo de peso para abandonar la nave: la oruga gigante que se la está comiendo. Ah… que aburrida sería la vida de los viajeros del espacio si no fuera por todos esos mundos llenos de orugas gigantes ¿verdad? Recuerdo aquella vez en Zantara-6 que… perdón, estoy divagando. ¿Por donde íbamos? Si, sí, la oruga gigante comenaves.

Los nueve supervivientes abandonan la nave estrellada enfundados en trajes estancos que no se pueden quitar, un par de cajas de comida concentrada, y unas cuantas armas de balas explosivas.

Acaban con la oruga, pero eso tampoco les soluciona nada. Vagan en línea recta tratando de llegar a algún lugar más acogedor, racionando provisiones y fuerzas, pero tras cada duna les aguarda otra idéntica. Al ataque de la oruga siguen los de un pelotón de hormigas gigantes y el de una igualmente descomunal serpiente.

Encuentran también un cadáver desecado por los elementos de lo que parece ser un humano de su mismo tamaño. Un humano vestido con harapos que podría llevar muerto tanto diez años como cien o mil, preservado por el calor y la sequedad ambiental.  Poco después hallan lo que podría haber sido su hogar, una tosca construcción de adobe de la que apenas quedan las paredes en pie. La radiación que desprende un objeto en el interior de la casa es tan intensa que mata a otros dos de ellos, a pesar del aislamiento de traje.

Además de las bajas que se van produciendo por los ataques de monstruos gigantes y accidentes, está el hecho de que toda su situación es consecuencia del sabotaje de la nave. El sabotaje se produjo una vez iniciado el viaje. Fue, por tanto, alguien de la misma tripulación quien lo hizo, y no tienen modo de saber si el o la culpable continúa entre ellos o está entre los fallecidos. 

Los alimentos y municiones se van agotando rápidamente, y por encima de ellos planea además la imposibilidad de quitarse los trajes sin morir poco después. Privados incluso del consuelo del contacto físico, el grupo termina por derrumbarse, dividirse, y pelear entre ellos. La ultima pareja superviviente arrastrará los pies desesperada hasta encontrar un viejísimo poste indicador surgiendo de la arena: “A Las Vegas, 2 millas”.

Más adelante les aguardan las ruinas de una ciudad desierta, devorada por la arena. Atrapan un fragmento de periódico que danza al viento, y este les proporciona la información que les falta. Durante su ausencia, pues evidentemente han vuelto a la Tierra, una guerra atómica ha arrasado el planeta. Al moverse más allá de la velocidad de la luz han saltado en el espacio y el tiempo, llegando a una época en que siglos o milenios de radiación acumulada han modificado para siempre a los animales supervivientes, convirtiéndolos en monstruos. Ben y su esposa Joyce se miran a través de las escafandras y deciden quitarse los trajes para sentirse el uno al otro por ultima vez antes que la radiación los mate.

Juan Gallardo era uno de los pocos autores de bolsilibro que en ocasiones terminaba sus historias de forma ambigua, trágica, o derrotista. El final de cuento en plan “fueron felices y comieron perdices” era una imposición de las editoriales, y lo que el público (que ya tenía sus propias amarguras y no necesitaba más) quería leer después de todo.

Pero a pesar de lo que pueda parecer, este no es uno de sus finales malos. Un par de seres (Superior Cinco y Superior Once) han estado observando con curiosidad al grupo de humanos desde que se perdieron en el tiempo. Viendo por lo que han pasado y como van a terminar, los trasladan instantáneamente a otro mundo, sin radiación ni monstruos, lleno de agua, vegetación, y posibilidades, donde al menos podrán vivir en paz los años que les queden.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

El mundo del viento cósmico. 1979. Curtis Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Almazán (portada). La conquista del espacio nº 14. Editorial Bruguera S.A.

2 comentarios:

  1. Deus ex Machina. El otro final estaba mejor. ¿Al final no descubrieron al traidor?
    PD: ¿volver a la tierra en el futuro después de superar la velocidad de la luz? ¿Una tierra arrasada por la radiación que ha mutado a los animales? ¿Quien ha dicho el planeta de los simios?

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    1. La traidora era una de las mujeres. Después de iniciar el viaje se lo pensó mejor y saboteó la nave creyendo que el comandante ordenaría regresar a la Tierra. Pero se le fue la mano saboteando y provocó ese efecto de aceleración irreversible.

      Y desde luego, está muy influida (por decirlo así) por El Planeta de los Simios. El caso es que en Las Vegas hay una réplica a menor escala de la Estatua de la Libertad ¿quizá situó el final de la historia ahí como una forma encubierta de admitir su fuente de inspiración?

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