EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.Bichos fue una revista de comics estilo Mortadelo o Pulgarcito que se empezó a publicar en 1986 y se vendió durante un par de años. No ofrecía mucho para lo que costaba: traía pocas páginas, no contaba con ningún personaje puntero entre ellas, y su precio de venta estaba algo por encima de la media de su época. Pero todo giraba en torno a monstruos y extraterrestres, lo que le daba un toque más llamativo.
La mayoría de sus series y secciones regulares eran de autores de poco renombre, del tipo que en revistas como Mortadelo se empleaban de relleno, aunque suene feo decirlo. Muchas ni tansolo estaban enfocadas de forma explícita a historias de monstruos, sino que eran el mismo tipo de historias que los respectivos autores hacían para otras revistas, cambiando el aspecto de los personajes de humanos a bichos raros. Pero tenía algunas secciones interesantes.
El dibujante Manuel Vázquez Gallego (autor de, entre muchas otras series, Anacleto agente secreto y Las hermanas Gilda, probablemente sus dos obras más relevantes) se encargaba de unas páginas de chistes sueltos de una sola viñeta. Si bien no tenían nada de particular (se podrían haber contado igual con personajes humanos en vez de con monstruos) la forma de contarlos de Vázquez y su peculiar estilo de dibujo les daba una gracia especial.
Otra sección fija que me gustaba era La tira sin fin. Se trataba de historias (a veces serias, a veces cómicas) contadas en tres viñetas, la última de las cuales siempre era "tan espantosa que el dibujante no se había atrevido a terminarla”. Se pedía a los lectores que la dibujaran ellos y la enviaran por correo a la editorial. Como premio, se entregaba una máscara de látex monstruosa al autor de la mejor última viñeta de cada Tira sin fin.
Pero para mí, el principal atractivo de la revista era Gu-gú, también de Manuel Vázquez. Esta era en realidad una adaptación a la temática de la revista de Angelito, uno de sus personajes anteriores.
Angelito era un bebé que se desplazaba por la ciudad dando saltos dentro de su canasta, viviendo extrañas aventuras. Gu-gú era también un bebé que botaba de un lado a otro en su canasta, pero había una diferencia sustancial entre ambos. En sus primeras historias, publicadas en la revista Pulgarcito, el personaje de Angelito era urbano, siempre estaba rodeado de coches, edificios y gente, claramente contemporáneos y normales. Ocasionalmente se le veía vagar por un bosque, y en estos casos aparecían también elementos sobrenaturales, como gnomos, hadas, u objetos mágicos.
Esto fue volviéndose cada vez más frecuente, hasta dejar de lado por completo su etapa urbana. El cambio de nombre de Angelito a Gu-gú se dio al pasar de publicarse en Pulgarcito a hacerlo en Zipi Zape, donde la aparición de seres de fantasía se incrementó y pudimos ver ya los primeros "verdaderos" monstruos, que en lugar de jugar con él lo perseguían con malas intenciones.
En el Gu-gú de Bichos los escenarios eran agrestes, muchas veces desolados, sin apenas vida ni vegetación, y no aparecían más que monstruos.
Visto hoy en día no puedo evitar darle una interpretación que de niño nunca se me pasó por la cabeza. En esta última etapa de Gu-gú no veíamos edificios ni construcciones humanas más allá de pequeñas cercas de madera, postes indicadores (que nunca se correspondían con lugares reales) y solo ocasionalmente algún elemento reconocible (como una radio, un lápiz o una cuchilla de afeitar) tirado en medio de la nada. Los únicos personajes con los que se encontraba Gu-gú eran monstruos que inmediatamente se lanzaban a perseguirle para comérselo.
Todas las historias eran básicamente iguales, con Gu-gú huyendo de un monstruo hasta que lograba darle esquinazo o derrotarlo de alguna forma ingeniosa. Además de no aparecer humanos, tampoco veíamos en sus viñetas animales normales. Los únicos seres vivos que aparecían, aparte de Gu-gú y el consabido monstruo, eran pequeñas criaturas de aspecto alienígena, o con algún rasgo fuera de lugar (como gusanos con pies). Estas criaturas, además, eran muy diferentes unas de otras aun cuando aparecían por grupos. No se veía nada que pudiera considerarse una manada o familia de seres de una misma raza. Era como un mundo de mutantes.
Y hay otro detalle interesante. En los tebeos de Angelito, el sol era amarillo o naranja, mientras que en los de Gu-gú era negro. Así que lo que teníamos era un bebé valiéndose por sí mismo en un mundo en el que aparentemente ya no hay otros humanos (pero sí los hubo anteriormente, por los restos y objetos que se va encontrando), ni ciudades (solo pequeñas cercas y esos curiosos postes indicadores) y donde toda la fauna es rara, monstruosa, mutada, o agresiva. Y el omnipresente sol negro, como remate.
Puede que no fuera así en todas las historias que se publicaron, ya que solo tengo tres de los números. Pero todo lo dicho anteriormente es válido para esos tres números, y recuerdo haber leído algunos más (que se perdieron con el paso del tiempo) donde esta dinámica se mantenía.
¿Está Gu-gú en otro mundo? ¿Es el único superviviente de una colonia o nave terrestre estrellada en algún planeta hostil? ¿Es el último humano de una Tierra devastada? ¿Se trata de un bebé perfectamente normal con una portentosa imaginación, que vive aventuras en su cabeza y ve monstruos por todas partes? Probablemente ni el propio autor pensó en ello, y se limitó a adaptar a un personaje que ya tenía al ambiente bichero de la revista, pero el resultado fue cuanto menos... intrigante.
Bichos. 1986. Varios autores. Compañía General de Ediciones S.A.
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