ALMACÉN DE MUNDOS COMPRIMIDOS
Saludos, vertebrados
Hoy os traemos la versión de 2007 de Laberinto. El juego apareció originalmente en 1986 y desde entonces han ido saliendo unas cuantas variantes. Tenemos también la versión de 2001, pero de esa nos faltan algunos elementos, y los únicos cambios entre una y otra son meramente estéticos.
El juego tiene una mecánica muy sencilla.
Cada jugador recibe al inicio de la partida una serie de cartas en la que
aparecen diversos elementos del laberinto: tesoros, objetos, habitantes… estas
cartas indican todo aquello que deben encontrar. Hay veinticuatro de
estas cartas, y se reparten a partes iguales entre todos los participantes:
doce cartas si son dos jugadores, ocho sin son tres, y seis si son cuatro.
Los mismos seres y objetos que aparecen en las cartas están impresos en
las casillas del tablero. El objetivo de cada jugador es recorrer el tablero pasando
sobre todos los elementos que le corresponde encontrar. A primera vista no
suena muy difícil. Veamos donde está la trampa…
¡La trampa es todo el tablero! Se trata
de un conjunto cuadrado de cuarentainueve casillas, pero solo dieciséis de ellas
están fijas. El resto son fichas de cartón grueso que al inicio de la partida
se van tomando al azar y colocando entre los huecos que forman las casillas fijas.
Sobra una, pero esto es algo intencionado.
En su turno, cada jugador toma esta ficha sobrante y con ella empuja desde fuera del tablero una de las filas o columnas formadas totalmente por fichas sueltas, ya que las fijas están pegadas al tablero y son inamovibles. Esto desplaza todo un conjunto de siete casillas, cambiando el recorrido, además de añadir esa casilla sobrante al tablero y sacar otra de este.
El jugador puede entonces desplazar la figura
que le representa. Parte desde una de las esquinas del tablero, y puede
desplazarse cada turno sobre cualquier cantidad de casillas, siempre que estén
conectadas unas con otras. Si logra llegar hasta uno de los elementos que está
buscando, se detiene y su turno termina. Si no logra
alcanzar ningún elemento, puede desplazarse hasta cualquier punto del laberinto
(al que pueda llegar, siguiendo siempre los caminos existentes) desde el que
crea que quedará mejor situado para seguir su búsqueda en turnos posteriores. El
ganador es el primero que, habiendo encontrado todo lo que buscaba, salga del
laberinto por su misma casilla de inicio.
En este ejemplo, el primer elemento que debe encontrar el jugador azul es el cofre del tesoro (como indica su carta en la parte superior izquierda de la foto de arriba). Este se encuentra dos filas de casillas por debajo de donde está, y cuatro columnas a su derecha. Para llegar hasta el cofre, introducimos la ficha sobrante en el tablero a la altura de la segunda fila.
Esto empuja un espacio hacia la derecha todas las casillas de esa fila, expulsando a la ultima de ellas fuera del tablero. El recorrido así modificado nos permite llegar hasta el cofre. El siguiente paso es situar nuestra figura sobre la casilla del cofre del tesoro, que será la posición de salida de nuestro próximo turno. A continuación, volteamos la siguiente carta para descubrir que nuevo elemento debemos buscar.
Naturalmente, cada jugador tratará de configurar su propio camino, por lo que inevitablemente se irán molestando unos
a otros. La única limitación a la hora de modificar el laberinto, es que no se
puede alterar la misma fila o columna movida en el turno anterior para dejarla
tal como estaba. Es decir, no se puede deshacer la modificación al laberinto del jugador anterior. No hay nada
que impida, en cambio, desplazar de este modo casillas sobre las que se
encuentre otro jugador (o el propio). Si un personaje se encuentra en la casilla
que es sacada del tablero, su figura se recoloca sobre la casilla recién
añadida.
Además de esto, nosotros encontramos divertido
el ir justificándole sobre la marcha a los otros jugadores el motivo por el que
estamos buscando cada objeto. Por ejemplo, si nuestro primer elemento a
encontrar es un cráneo con huesos, podemos decir que estamos buscando los restos
de un antiguo mago que entró al laberinto y nunca volvió a salir. Si al cumplir
este objetivo lo siguiente que tenemos que encontrar es una rata, podemos decir
que ahora vamos a buscar a la rata que se lo comió para que nos cuente algo
sobre él. Si el elemento que sigue a la rata es un anillo, podemos decir que la
rata nos cuenta donde escupió el anillo del mago tras comerse la carne, etc. No
es necesario, pero es un divertido ejercicio de imaginación y ha dado lugar a numerosas historias bastante extravagantes y unas cuantas carcajadas
generales.
Laberinto (versión 2007). Max J. Kobbert (autor)
Joachim Krause (ilustraciones). De dos a cuatro jugadores a partir de siete años. Ravensburger.
Hace tiempo que veo este juego en las tiendas y me llamaba la atención, pero nunca me he parado a mirarlo o buscado información sobre él.
ResponderEliminarMe parece muy ingenioso pese a su sencillez y encima los elementos hay que buscarlos por orden, cosa que suma dificultad. Yo pensaba que podías ver todos tus elementos e ir haciendo sobre la marcha.
Se da como opcional (para jugar con niños o dedicándole menos tiempo a la partida) el ver desde el inicio todo lo que tienes que buscar e ir a por ello en cualquier orden según te convenga. También el que una vez se ha encontrado todo, se pueda salir del laberinto por cualquiera de las esquinas, en lugar de tener que volver a tu esquina de inicio.
EliminarAl ser bastante sencillo (el planteamiento, la partida ya es otra cosa) se pueden ir introduciendo variaciones con mucha facilidad. En casa hemos jugado sacando todos una primera carta que nos indica sobre que elemento no podemos cruzar nunca cada uno (por el motivo que nos inventemos) y el resto de cartas que nos toque, ser elementos a encontrar como de costumbre. Esto deja a cada jugador con un objetivo menos, pero también con una casilla que es un obstáculo permanente.
Otro cambio algo mas elaborado que hicimos fue asignarle efectos a la mayoría de los elementos (hicimos una lista que tengo por algún lado). Los efectos solo tenían lugar si la casilla en la que te detenías contenía lo siguiente que estabas buscando. Los tesoros (cofre, bolsa de monedas, corona, esmeralda, etc) basta con encontrarlos. Otros eran enemigos a los que había que derrotar con una tirada de dado al inicio del siguiente turno y si no lo lograbas, no te desplazabas y debías volver a intentarlo al próximo (rata, araña, murciélago: 2+. Duende 3+. Troll: 4+. Dragón: 5+, etc). Y el resto tenían efectos diversos cuando llegabas hasta ellos (Hada madrina: juegas otro turno. Espada: +1 a los combates a partir de ese momento. Casco: la próxima vez que falles una tirada de combate puedes repetirla, etc). Cosas así.
Este juego es un clásico, tiene no menos de 20 variantes o versiones, de las que yo he jugado las más sencillas con mi hijo, pues en principio está orientado al público infantil. Aparte, tengo el de cartas,pero este original es quizá el mejor de todos.
EliminarSabia que tenía unas cuantas variantes, pero no pensé que fueran tantas. Imagino que será como el Monopoly, el Operación o el Cluedo, que cada cierto tiempo sacan una nueva versión temática o con pequeños cambios. Los dos que yo tengo se juegan exactamente igual, solo cambian las ilustraciones. Estos dos los encontré en mercadillos. El de cartas también lo tengo, pero ese lo compré en Islandia, junto a con un juego de mesa de guerreros vikingos la mar de chulo.
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