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martes, 14 de septiembre de 2021

LOS CAMINANTES. DESTINO: CARRANQUE

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                        ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Los Caminantes es una saga de libros sobre una plaga zombi, surgido en esa época que hubo hace unos diez años en que a todo el mundo le dio por escribir sobre plagas de zombis, y el mercado se sobresaturó de novelas de zombis. Algo lógico por otra parte, ya que la principal arma de los zombis siempre ha sido su avasalladora superioridad numérica

No puedo decir a que tal son las novelas de esta saga porque no he tenido ocasión de leer ninguna, pero al parecer el volumen de ventas debió ser bueno. Lo suficiente al menos para justificar la aparición de un librojuego ambientado en ellas.

En este librojuego somos un joven que acaba de tener un accidente de tráfico, justo en el momento en el que se inicia una plaga zombi a escala mundial. Salimos tambaleantes y magullados del coche, en una solitaria carretera a las afueras de Málaga, sin saber todavía que está pasando. Y a partir de ahí, nuestro objetivo es llegar hasta algún final en el que sigamos vivos, lo cual no es fácil.

No tenemos ningún propósito heroico. Acabar con la plaga no está en nuestras manos, y nada podemos hacer por salvar a la gente. Lo único que debemos hacer, es tratar de sobrevivir. En ese sentido me gusta mucho. Es muy realista el jugar en la piel de alguien que, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de los librojuegos en los que nos enfrentamos a monstruos, no es un guerrero, ni un militar, ni comienza con armas y curaciones. De hecho, nuestro personaje está bastante por debajo del adulto medio. No sabe conducir (el coche lo conducía su novia, que se mata en el accidente), no tiene ningún tipo de experiencia con armas ni autodefensa, no destaca físicamente, es bastante torpe e inseguro, y se deja mangonear con facilidad. Somos como el Eugene de The Walking Dead, pero sin la parte de ser muy inteligente.

Así pues, damos tumbos de un lado a otro no tratando de ayudar, sino buscando quien nos ayude a nosotros. El ser un inútil y no enterarnos de nada, lejos de quedar mal, contribuye más a esa sensación de confusión e indefensión absoluta que sentiríamos en una situación como la que nuestro personaje está viviendo.    

Entre los finales en los que logramos sobrevivir, hay uno en el que nos encontramos con un pequeño grupo de supervivientes que se han hecho fuertes en la Ciudad Deportiva de Carranque (Málaga), que es el más halagüeño. Teniendo en cuenta también el título del librojuego, entiendo que este es el final óptimo que debemos tratar de alcanzar.

Hay varias cosas que no se explican, y que imagino que tendrán relación con las novelas. Por ejemplo, podemos encontrarnos con un cura católico que aparentemente controla o dirige de algún modo a los zombis, y los azuza para que acaben con los supervivientes que quedan en la ciudad. También hay por ahí unos militares que al parecer están reuniendo a las mujeres que quedan, y nos matarán a tiros cuando nos vean por no ser una. El origen de la plaga no se nos explica, tampoco. 

Algo que me ha parecido bastante original, es que no dejamos de jugar cuando nos matan. En muchos de los finales en los que morimos, el virus zombi nos reanima como un zombi más, y nos dedicamos a vagar por ahí buscando a quien comernos.  Desde el momento en que esto ocurre ya hemos perdido, pero podemos seguir jugando por ver que pasa con nuestro cadáver. El virus nos reanima incluso si nos han matado disparándonos a la cabeza. Y si siendo ya zombis, nos disparan de nuevo en la cabeza, volveremos a reanimarnos pasado algún tiempo. Así pues, seguiremos reviviendo y deambulando como zombi hasta que no quede suficiente de nosotros para movernos, o caigamos a un sitio del que no podamos salir.

Ahora lo que no me ha gustado, que, por desgracia, es tanto o más que lo anterior: el librojuego no tiene sistema de combate ni gestión de puntuaciones, pero si se requiere tener a mano un dado para resolver algunas situaciones, y una moneda para resolver otras. Teniendo en cuenta que un lanzamiento de moneda es una tirada al 50%, y esto se puede resolver igual lanzando un dado, lo de la moneda me parece que sobra. 

Otra cosa que no me gusta son las ilustraciones que acompañan al texto, que más que dibujos parecen fotos retocadas con algún programa de edición. No digo que lo sean porque ignoro que técnica empleó el ilustrador, pero tienen ese estilo raro intermedio entre fotos y dibujos que deja esa sensación de “no se han esforzado nada en hacer esto”.

Pero lo anterior son detalles mínimos. No son fallos realmente, solo cosas que no me gustan. Lo que sigue, en cambio, si son fallos, y de los gordos. El librojuego pretende ser realista, como ya comentamos, y eso está bien, pero nos encontramos con situaciones que no lo son. Hay un momento en el que vamos en el asiento del copiloto de un coche, mientras un amigo conduce. Tenemos que deshacernos de un zombi agarrado al parabrisas, con el coche desplazándose a toda velocidad por la carretera. Una de las opciones que se nos da es bajar la ventanilla de nuestro lado, sacar una pierna y medio cuerpo del coche, y tratar de echar a patadas al zombi. No es una opción muy atractiva en verdad, y la otra es “usar algo” (que no nos especifica) para deshacernos del zombi.

Si elegimos la primera opción, el zombi nos engancha y tira de nosotros, con lo que terminamos bastante mal. Era de esperar. Si elegimos la opción de “usar algo”, el personaje saca el brazo por la ventanilla y le pega fuego al zombi con un encendedor, con lo que nos libramos de él. 

Y naturalmente, cada persona razona a su modo, y lo que tiene sentido en la mente de alguien tal como él lo imagina, no tiene porqué tenerlo en la mente de otro. Pero esto es absolutamente insostenible ¿Cuánto tiempo habría que aplicar la llama de un encendedor a la ropa de alguien para envolverlo en llamas? Y además exponiendo esa llama minúscula a la corriente de aire generada por el coche en movimiento. Solo el sacar el mechero encendido por la ventana debería apagar automáticamente la llama, o impedirnos encenderla, pero esto no solo no ocurre, sino que basta con aplicar la llama unos segundos a la ropa del zombi para incendiarlo.

Otra situación absurda, es que hay un momento en que nos metemos en un supermercado, vamos al pasillo de armas de fuego, y elegimos entre un fusil CETME, una pistola automática, o un revolver. Esto, en un librojuego ambientado en Norteamérica, lo aceptaría. Allí hay muchos estados donde venden armas de fuego y municiones en los centros comerciales, pero en España esto no pasa. En España, para comprar un arma de fuego tienes que hacerlo en una armería, y si tienes todos los papeles necesarios, te entregan el arma sin el percutor ni el gatillo, que envían por correo a la comisaría de tu ciudad indicándoles quien y cuando ha comprado el arma correspondiente. Para que el arma dispare, tienes que acudir personalmente con ella a la comisaría, donde tras comprobar un millón de veces más todos tus papeles y permisos, te montan ellos las piezas que faltan y la hacen llegar a tu casa, con lo que en ningún momento llegas a tener el arma completa en las manos hasta pasar por todo ese proceso, y tampoco la recibes ya funcional en la comisaría ni puedes salir con ella a continuación a la calle.

En este librojuego, entramos en un supermercado y salimos de él con un CETME (un arma de guerra que no se vende a civiles), un revolver o una automática. Y las cogemos de los estantes del supermercado ya montadas y cargadas. Incluso suponiendo que esto fuera así, que pudieras entrar en un Mercadona, un Dia o un Lidel y comprar un kilo de patatas, un bote de desatascador, y una pistola ya lista para disparar… ¿Por qué una? Estamos en plena plaga zombi ¿Por qué elegir entre un CETME o un revolver o una pistola? ¿Por qué no llevarnos un par de pistolas además del chopo, por ejemplo? Y el caso es que la inexperiencia del personaje con las armas se refleja muy bien ¡No le damos a casi nada! Pero la alternancia de una narración realista, con este tipo de detalles absurdos, echan por tierra la experiencia de juego. 

Es una lástima, porque salvo por las incoherencias de este tipo, el resto del librojuego está bastante bien. Quizá lo mejor que puedo decir sobre él, es que la presencia de los militares coleccionistas de mujeres y el cura que controla a los zombis me han intrigado lo suficiente para comprar los libros de esta saga si los veo en algún mercadillo, para enterarme de quienes son.

Los Caminantes. Destino: Carranque. 2013. Carlos Sisí (texto) Alejando Colucci (portada) Daniel Expósito (ilustraciones). Timun Mas.    

2 comentarios:

  1. Uff el tema zombi en la literatura fue una saturación, recuerdo que incluso estuvo a punto de publicarse un “Zombis Park” que incluía un zombi tiranosaurio y un montón de críticas al gobierno de Zapatero. Este libro juego no me llama la verdad, los militares secuestrando mujeres ya salio en 28 días y lo del cura seguro que en otro lado. Lo de las armas en el Mercadona…
    Que bueno que vuelva a haber comentarios…Canadá 💩💩💩

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    1. Cuando algo se pone de moda hasta el punto de la sobreexplotación realmente llega a cansar, y da lugar a productos cada vez de peor calidad. Lo de los militares imagino que irá por esos derroteros, estilo "28 días después". Lo de un religioso controlando o usando de algún modo a los zombis tampoco es nuevo. Lo vemos en "Mondo Zombi", o "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes", por ejemplo. Y lo de pillar armas en un supermercado salía en "El amanecer de los muertos", pero en USA si venden armas de fuego completas en la sección de Caza y Pesca de los centros comerciales.
      No es un producto original, realmente, picotea de muchos lados, pero en lo que a terror se refiere reconozco que tiendo a ser más permisivo con el producto nacional, quizá por lo poco que hay.
      Y si, Canadá 💩🔥📚. Y me duele decirlo, porque he estado allí varias veces y me gustó mucho el lugar y la gente, pero en todos lados hay idiotas.

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