Presentado por...Zag.
¡Extra! ¡Extra! ¡Acaba de publicarse el Undécimo Reto Escritubre! ¡Y este además es muy cortito! ¡Tendrá tiempo de sobra para leerlo en lo que tarda en completarse la secuencia de autodestrucción de su nave! ¡Lea y diviértase justo antes de explotar! ¡Todo son ventajas!
Reto 11: Aprovechando la palabra (bloqueo), imaginemos un personaje que se ve bloqueado físicamente... alguna parte de su cuerpo deja de responder, bloqueando su movimiento o su voluntad. Sí, es una pista un tanto críptica, pero por eso mismo puede dar para mucha creatividad, y si no me creen, lean el cuento de Cortázar "No se culpe a nadie".
Para cubrir el reto de hoy, desde El Planeta del Espacio presentamos...
HORA DE LEVANTARSE
Estoy despierto. No
puedo moverme. Es todo cuanto sé.
No veo nada,
tampoco, pero oigo un lejano rumor. Creo que son voces. Gente moviéndose. No me
resultan voces conocidas, ni entiendo lo que dicen. Siento que voy a dormirme
de nuevo, de un momento a otro. Estoy tan cansado…
Oigo voces otra
vez. Parecen más cerca ahora. Sigo sin poder moverme. ¿Qué sentido tiene esto?
No se donde estoy, ni el porqué de esta rigidez que siento, de esta desesperante
parálisis. Es todo tan confuso, está todo tan oscuro… Me sentía bien, durmiendo
¿Se puede saber quien ha venido a molestarme?
Las voces se
acercan más. Diría que ya están aquí, conmigo, en esta misma estancia, a solo
unos pocos metros de mí. Pero sigo encerrado en algún sitio y no puedo ver
nada. Si al menos pudiera recordar quien soy. O que hago aquí. Si al menos
pudiera moverme…
Un momento. ¡Sí puedo
moverme!
Ahora puedo
moverme y ahora recuerdo, también. Yo soy lo que dejó atrás Hekanotor tercero
cuando trascendió y se unió a los dioses. Yo soy su cuerpo, y una pequeña parte
de su alma y su mente. Y si ya puedo moverme, es porque los intrusos finalmente
han cometido el error de tocar algo. Alguno de los tesoros de la cámara ha sido
movido por manos extrañas de allí donde fue dejado.
Mis extremidades crujen después de tantos años. ¿Cuántos han sido? ¿Cien? ¿Mil? ¿Diez mil? Qué importa el tiempo. Poso las manos en la tapa de mi sarcófago y la empujo desde dentro, quebrando los antiguos sellos. Mientras la tapa se abre, ordeno a las compuertas de piedra secretas que desciendan, sellando nuevamente los corredores profanados. La pirámide y yo somos uno, y la piedra me obedece. Ahora, estos ladrones de tumbas aprenderán por qué no se debe molestar a aquellos que duermen.
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