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viernes, 24 de diciembre de 2021

JUGUETES, HORROR Y MUERTE

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                        ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Tenemos buenas noticias. ¡La publicación del nº 25 de la revista virtual Figuras en Acción es ya inminente! Se trata de un número especial dedicado a los juguetes y juegos relacionados de un modo u otro con la televisión, y seguramente estará disponible en algún momento a lo largo del día de hoy. ¡Estad atentos! 

Para redondear el tema de los juguetes televisivos, desde nuestro pequeño planeta vamos a publicar una entrada sobre juguetes literarios. Nada muy complicado, que en estas fechas lo último que debería hacer nadie es estar liado escribiendo o leyendo artículos en internet. Un humilde bolsilibro será suficiente.

Juguetes, horror y muerte es uno de los títulos más acertados de Joseph Berna. Y me refiero exactamente a eso, al título. Salen juguetes, el texto es un horror, y tras leerlo sentimos la muerte de miles de nuestras neuronas. Tampoco es que las neuronas que perdimos estuvieran trabajando mucho últimamente, pero nunca sabes cuando van a hacerte falta otra vez.

Vamos con la historia. Josephine acude a una casa para solicitar el puesto de niñera que se oferta en ella. La mujer que puso el anuncio tiene a su cargo al hijo de su hermana, muerta junto con su marido en un accidente de tráfico cuatro años atrás. El niño en cuestión, Antoine, tiene ocho en ese momento, pero aparenta seis y en cambio habla y se comporta como un cuarentón. Su voz es la de un hombre adulto, y su actitud de ligón de tres al cuarto sorprende a Josephine. Sin embargo, acepta el trabajo a pesar de ello porque el sueldo es muy bueno, lo que quizá debería haber entendido como un indicativo de que a la tía de Antoine le cuesta mucho encontrar a alguien que acepte ocuparse del niño después de conocerlo.

Josephine le comenta las particularidades del crio a un amigo con derecho a roce con el que se ve de vez en cuando, llamado Jacques, el cual no la toma demasiado en serio. Lo que no le cuenta a nadie, porque nadie la creería, es que Antoine tiene la capacidad de mover sus juguetes con la mente. Cuando no está en plan ligón, se sienta en su cuarto y, sin tocarlos, hace que sus juguetes se desplacen por toda la sala.

Como Josephine descubre unos días después de la peor manera posible, que anime mentalmente a los juguetes no es lo malo. Lo malo es que también los transforma. Sus cuatro juguetes preferidos son dos figuras de acción de soldados (uno con una ametralladora y otro con un lanzallamas), un vehículo espacial y un tanque. Cuando estos juguetes están animados, sus armas disparan de verdad y provocan un daño real en proporción a su escala. El cañonazo del tanque, por ejemplo, tiene el mismo efecto que el disparo de un revólver, siendo el juguete más peligroso, mientras que el resto es perfectamente capaz de matar en poco tiempo por acumulación de daño. 

Josephine trata de frenar los cada vez más osados intentos del niño por seducirla, y este se enfada enviando a sus juguetes contra ella. Hace que la destrocen a disparos y que la quemen hasta convertirla en una masa de carne ulcerosa. Cuando la tía de Antoine regresa, este le cuenta entre lágrimas que tres ladrones con pistolas y sopletes entraron en casa y se ensañaron con la niñera.

La policía investiga el caso y habla con Jacques, por ser uno de los contactos de la difunta. Como en los bolsilibros la policía suele ser peor investigando crímenes y deteniendo delincuentes que los protagonistas, sean lo que sean estos (en el caso de Jacques, estudiante de medicina), él en persona se propone localizar al responsable. Desde el primer momento sospecha del niño y encamina hacia este sus pesquisas. Le acompaña, a su pesar, su nueva vecina, una tarada llamada Nicole que es lo que realmente salva la historia.

Por una vez, Berna logra crear un personaje femenino interesante, aunque sea por lo desquiciada que está. Nicole acaba de mudarse al apartamento contiguo al de Jacques, y el mozo le entra por los ojos de inmediato. Tarda unos tres segundos en decidir meterse en su cama al precio que sea, así que empieza por meterse en su casa para presentarse. Cuando este la echa con amabilidad, porque está estudiando para los exámenes finales, Nicole vuelve a los cinco minutos para pedirle una taza de azúcar que no necesita, y cinco minutos más tarde para pedirle una de sal. Después se inventa una excusa para hacerse la ofendida, para ver si Jacques se siente culpable y se disculpa, ganando así un poco de control sobre él. 

Al día siguiente lo despierta de madrugada poniendo la música a todo volumen, para que esta vez sea él quien llame a su puerta, aunque sea solo para quejarse. Luego abre un agujero a martillazos en el tabique que separa ambos apartamentos, con la excusa de que quería clavar una tachuela para colgar un cuadro, y llega a darle la vuelta a la situación para que parezca que es ella la que debe estar enfadada con él por lo ocurrido. Una diosa de la manipulación.

Jacques tarda cerca de dos días completos en enamorarse perdidamente de los evidentes encantos físicos y los dudosos encantos mentales de Nicole, lo que lo convierte en uno de los personajes con mayor fuerza de voluntad (al menos a este respecto) del bernaverso. Y como ya no se la puede quitar de encima ni negarle nada, van a investigar juntos el asesinato de Josephine .

Entretanto, nos enteramos que los poderes de Antoine y su extraño carácter vienen del hecho de que está poseído por el diablo. Él mismo se lo confiesa a su tía un día que se cansa de ver al novio de esta por casa, y hace que sus juguetes lo acribillen a tiros y lo abrasen.

Antoine está dictándole a su tía lo que ha de declarar a la policía, cuando Jacques y Nicole llegan a la casa. Jacques, que es muy listo porque para eso es estudiante de medicina, nada menos, y además el protagonista, acusa directamente al niño de ser el asesino y usar a sus juguetes para cometer los crímenes. Y a pesar que esto es totalmente imposible de probar, Antoine reacciona azuzando los juguetes contra él.

Algo muy típico en los bolsilibros de Berna, es que el protagonista suele acudir desarmado al combate con el monstruo de turno, y justo en el lugar en donde este se produce hay colgada de la pared un arma medieval (hacha de batalla, alabarda, espadón…) con la que lo derrota. En esta ocasión, como en lugar de un monstruo enorme son cuatro pequeños juguetes de plástico, se conforma con el atizador de la chimenea.

Aunque anteriormente, enfrentados a adversarios desprevenidos y desarmados, los cuatro juguetes han atacado a la vez, ahora lo hacen de uno en uno contra un adversario preparado para recibirlos. Se nos describe cada combate por separado, pero son todos exactamente iguales: uno de los juguetes avanza, dispara contra Jacques, este esquiva el disparo saltando a un lado, luego da un par de zancadas hacia el juguete, lo golpea con el atizador hasta destrozarlo, y repetimos la secuencia con el siguiente.

Una vez destruidos los cuatro juguetes, que al parecer eran el vínculo de Antoine con Satanás, el niño sufre una serie de espasmos y muere, lo que nos ahorra el dilema moral de qué hacer con él. Y naturalmente la parejita protagonista se casa, que el mozo es casi médico y ha demostrado tener buena mano con eso de tratar a los niños.

Ahora en serio, si tal cosa es posible al comentar un libro de Berna: no es tan malo como daba a entender al inicio. La calidad de la narrativa sí es la mínima imprescindible, pero por esta vez los intentos de chiste de Berna resultan graciosos por el personaje de Nicole, que está como una chota y resulta hasta entrañable en lo cargantemente infantil de sus tácticas de acercamiento.

Además, el tema de los juguetes vivientes siempre me ha gustado, y no se tocaba mucho en los bolsilibros. En nuestra biblioteca tenemos cerca de cuatrocientos y solo aparece algo que podríamos considerar como juguetes vivientes (y de forma un tanto forzada) en tres de ellos, mientras que de vampiros, hombres lobos, psicópatas y extraterrestres los hay a montones. 

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Juguetes, horror y muerte. 1981. Joseph Berna [José Luís Bernabéu] (texto) E. Martín (portada). Selección Terror nº 411. Editorial Bruguera S.A.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bueno esto! Cruzando los dedos para que la revista esté hoy y la gente la baje mañana con la resaca.

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    1. 🤞Mañana, pasado... Nuestra parte ya está hecha y ha sido un trabajazo para todos. Que cada cual la lea cuando mejor le venga 😁

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