MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

jueves, 24 de marzo de 2022

TITERES GUERREROS SICILIANOS

 EL ARCHIVO                                                                                                                 

Presentado por... Librug.


Inauguramos una nueva sección en la que iremos recuperando textos de nuestro Supervisor General que no fueron escritos originalmente para El Planeta del Espacio, pero que tratan los mismos temas que son característicos de éste. En todos los casos, los publicamos con el permiso explícito del medio para el que fueron escritos en un principio.

Este artículo se publicó por primera vez en mayo de 2017, en la revista virtual Figuras en Acción nº 16. Las imágenes que ilustran el texto fueron tomadas de internet, de diversas fuentes, y pertenecen en todos los casos a sus respectivos autores.

Aunque las marionetas no son exactamente juguetes ni son exactamente figuras de acción, sí están lo bastante cerca de estos conceptos como para hacer aquí una breve reseña sobre ellas. En este caso, las marionetas que veremos son los famosos títeres guerreros sicilianos. Están hechos a mano y son muy populares en Sicilia, donde en algunos pueblos todavía se hacen representaciones en las que las figuras combaten unas con otras.

El cuerpo está confeccionado con tacos de madera unidos por pequeños ganchos metálicos. La ropa son recortes de tela cosidos, no empleándose plásticos ni velcros. Y las armas y armaduras se elaboran con chapa metálica a la que se da forma a base de golpes de martillo y cincel, y a las que se aplican relieves con sellos de metal que se golpean contra la pieza, siguiendo un procedimiento similar al que se usaba antiguamente para grabar el cuño a las monedas. La imagen de los artesanos sentados en taburetes a la puerta de sus tiendas, fabricando estas marionetas a la vista de todos en calles empedradas con adoquines, es uno de los grandes atractivos de esta isla que mucha gente conoce únicamente por su relación histórica con los clanes mafiosos.

El origen de esta tradición no está claro. Los primeros registros existentes sobre representaciones de títeres guerreros en Italia datan de principios del siglo XVIII, y en los documentos que se conservan se habla ya de representaciones y figuras perfectamente definidas, sin una evolución a sus espaldas. Dado que las primeras representaciones de títeres guerreros en Europa fueron las de España (siglo XVI), y Sicilia pasó una época bajo ocupación militar aragonesa, no resulta descabellado pensar que se trate de una tradición importada. Pero mientras que en España y el resto de Italia (en toda Europa, en realidad) este tipo de teatro fue desapareciendo, en Sicilia arraigó y se ha mantenido aún con notables altibajos hasta nuestros días.

Al igual que el Grand Guignol (espectáculos de marionetas que representaban obras de mal gusto, en las que tenían lugar violaciones, incestos, asesinatos y todo tipo de crímenes) los títeres guerreros comenzaron siendo un entretenimiento para gente humilde y acabaron convirtiéndose en una diversión para todos los estratos de la sociedad, incluida el alta nobleza.

En un principio los pupari (marionetistas) se encargaban ellos mismos de crear sus figuras y escribir los guiones de la representación, basándose en mayor o menor medida en gestas históricas o míticas de caballería. A medida que fueron ganando popularidad, los pupari se dividieron en oprantis (los manipuladores del títere), contastories (los que narraban la historia a modo de voz en off y también daban voces a los títeres en sus diálogos) y los artigliani, que fabricaban físicamente los muñecos pero no intervenían en la representación.

Las representaciones de pupi actuales son por lo general obras cortas que pueden llevarse a cabo en una hora o menos, pero antiguamente eran grandes sagas épicas cuya representación, como si se tratase de una serie de televisión moderna, podía tardar un año entero en contarse, a lo largo de sesiones diarias. A cambio de una modesta contribución al sustento de los artistas, en muchos casos voluntaria, el público podía disfrutar un día tras otro de las aventuras y hazañas de estos aguerridos personajes. 

Estas representaciones itinerantes se efectuaban al aire libre, y no se interrumpían por nada hasta que la sesión finalizaba. Si se levantaba un vendaval, el guion cambiaba y se improvisaban diálogos en los que los pupi se lamentaban entre ellos del mal tiempo, y especulaban sobre cómo influiría en la batalla venidera. Si comenzaba a llover, los pupi corrían en el escenario para ponerse a cubierto bajo algún balcón que hubiera pintado en el decorado, mientras marionetistas y público soportaban estoicamente la gélida lluvia. 

Durante más de un siglo, los pupi se convirtieron en el único contacto con la cultura de una población que era principalmente analfabeta, y que gracias a estos espectáculos recibía a diario su ración de nombres, hechos y fechas de sucesos y batallas históricas (quizá no siempre muy exactos…) o “conocían” de primera mano a sus protagonistas.

La mayoría de los títeres sicilianos representan personajes relacionados con la vida y gestas de Orlando, paladín de Carlo Magno y fundador (mítico) de Sicilia. Orlando (Rolando o Roland, según otras versiones) es el protagonista de una gran cantidad de poemas épicos, escritos por diversos autores que se vieron atraídos por la imagen magnificada de este personaje “histórico” que quizá nunca existió más que como una representación de los ideales de caballería de la época. 

Las dos obras principales sobre Orlando son Orlando Enamorado de Matteo Boilardo, y Orlando Furioso de Ludovico Ariosto, pero también cabe destacar otras obras menores (menores en extensión, que no en belleza) como Childe Roland a la Torre Oscura llegó (Robert Browning), La belleza de Angélica (Lope de Vega) o Las lágrimas de Angélica (Luís Baraóna de Soto).

Los personajes clásicos de la Opera dei Pupi son el propio Orlando, Rinaldo, la Dama Angélica (por cuyo amor compiten los dos anteriores), el emperador Carlo Magno y Roger el Normando. Estos son los protagonistas más habituales, pero hay muchos más: bandidos, princesas, soldados, brujas, e incluso monstruos como dragones, serpientes, ogros antropófagos o duendes guerreros, comparten escenario a menudo.

Las versiones más pequeñas y sencillas, que se fabrican de cara al turismo, miden unos 24 cm de alto y se pueden adquirir por unos cinco o seis euros en los diferentes talleres artesanos que salpican las calles del casco antiguo de ciudades como Catania y Palermo. Los que se emplean en las representaciones son por lo general de mayor tamaño y calidad. He llegado a verlos de un metro de altura, soberbiamente pintados y con piezas de armadura totalmente fidedignas a las reales.

Resulta complicado hablar de puntos de articulación en estas figuras. Brazos y piernas son laxos, y como en todas las marionetas se doblan según lo mucho o poco que se descargue su peso sobre el suelo o se tire de los anclajes. Estas marionetas en particular se controlan mediante tres anclajes: un solo cordel (en el brazo del escudo) y dos varillas de metal; una en el brazo de la espada (para un mejor control a la hora de hacer luchar las figuras entre ellas) y otra en la cabeza que la atraviesa y se conecta con el cuerpo. Al hacer girar esta varilla entre los dedos, la marioneta responde girando primero la cabeza y, llegado a un tope, girando el resto del cuerpo a continuación.

Esto produce la impresión que el guerrero mira en una dirección antes de volverse hacia ella, como si viera de refilón a su enemigo y a continuación se encarara hacia él para combatirlo. En las que se venden al público la varilla de la cabeza tiene como única función sostener el peso del títere, aunque permite igualmente el movimiento de giro de cabeza. Pero en las que se hacen específicamente para los teatros de marionetas, esta varilla está modificada para que tenga además una sorprendente función secundaria: efectuando un hábil giro con ella, el titiritero logra que la cabeza del muñeco se desenganche del anclaje del cuello y salte separada del cuerpo, que cae inerte al suelo. Esto se emplea para terminar las luchas de títeres con dramáticas decapitaciones. En ocasiones, la varilla no tiene este enganche especial a la altura del cuello si no de la cintura, permitiendo al héroe Orlando partir en dos a sus enemigos con un golpe de su poderosa espada mágica Durendal.

Estos tres anclajes les bastan a los titiriteros para hacer que sus pupi efectúen un repertorio asombrosamente extenso de movimientos. Los pupi no solo luchan; también gesticulan con los brazos mientras hablan entre ellos, se ponen de rodillas para declamar su amor a su dama, o hacen una reverencia a su señor. Tras ser heridos se arrastran agónicamente por el suelo y alzan su espada al cielo para lanzar una última bravata. 

A pesar de no tener ningún tipo de soporte en las piernas, algunos pupari han desarrollado una serie de movimientos con los que hacen que el muñeco balancee hacia delante una pierna y la apoye en el suelo un paso por delante de donde la tenía, y alternan con una velocidad y habilidad casi inconcebibles el balanceo de ambas piernas haciendo que el muñeco ande de forma totalmente creíble, a veces de forma despreocupada y otras con marcialidad militar, según la situación lo requiera.

Ésta es una tradición que inevitablemente se va perdiendo. Pocos jóvenes sicilianos sienten interés por dedicar tiempo a los títeres en los tiempos que corren. Además, esta actividad conlleva un enorme esfuerzo y dedicación, y no da dinero. La gran mayoría de los pocos pupari que quedan tienen otro trabajo, y se dedican a los títeres más como un hobby que como un medio de ganarse la vida. La existencia de la Opera dei pupi pende de un hilo, y no precisamente porque sean marionetas.

En el 2011 tuve la inmensa suerte de ver los compases finales de una representación ambulante de títeres en Augusta. Es una de esas cosas que nunca se olvidan. Afortunadamente, todos los asistentes (una veintena de niños) eran bastante más bajitos que yo y no tuve problema en observar la función por encima de sus cabezas.

Pero no hace falta ir hasta Sicilia para ver una Opera dei Pupi; en Internet es posible encontrar bastantes videos de representaciones de pupi, y realmente vale la pena dedicar algunos minutos a contemplar los muchos logros de este arte casi desaparecido. Quizá hoy en día no despierten un gran interés en la gente, pero estos pequeños guerreros llevan más de siglo y medio combatiendo sin descanso y sin duda seguirán haciéndolo durante muchos años más.

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