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miércoles, 23 de marzo de 2022

EL DICTADOR DEL ESPACIO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                          ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              RETOS LITERARIOS 2022

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Para el punto “Libro escrito por una mujer” de nuestro Reto literario 2022 hemos sacado este de las cámaras de nuestra polvorienta biblioteca, porque la mayoría de la gente asocia el concepto de “libro escrito por una mujer” a libros de poesía, románticos o infantiles, y queríamos buscar algo diferente a ese tópico. Tampoco nada que fuera muy conocido, como la saga vampírica de Anne Rice (que siguen siendo libros principalmente románticos, después de todo), así que nos decidimos por este. Se trata de un bolsilibro escrito por María Victoria Rodoreda Sayol bajo uno de sus seudónimos más habituales. Otros de los seudónimos que llegó a utilizar fueron Vik Logan, Rand Mayer, Al Sanders, Boris Marcon, Holm Van Roffen, Ian de Marco, Jhon Randall, Josep Lance, y Kent Duval.

Lo primero que llama la atención, es que la portada recuerda mucho a un poster publicitario de Star Wars. El muchacho de la túnica azul es claramente Luke Skywalker, y la nave que vemos al fondo es muy similar a un Ala-X en posición de vuelo. Naturalmente, esto no es casual. El libro es de 1978, un año después del estreno de Star Wars, y las imitaciones de todo tipo abundaban.

También la historia lo es. Básicamente, El dictador del espacio es una versión muy resumida de la primera película filmada (la única que había en ese momento) y que hoy en día conocemos como Episodio 4; Una nueva esperanza.

Tenemos un malvado totalitarista estilo Dart Vader llamado Yakobs, el cual posee una flota de naves de guerra estilo Superdestructores Imperiales (los Acorazados Krektonianos) y una Estrella de la Muerte (La Invencible Krektoniana). Al poco de empezar, La Invencible Krektoniana destruye con su rayo de la muerte el planeta Alderaan Arystel, solo como una demostración de poder, a pesar que este no suponía un peligro.

No se hace ninguna referencia a seres no humanos paro tampoco se especifica que los personajes sean humanos. Se nos habla de “el piloto Krao” o “el veterano Borel”, pero sin describirlos, con lo que nos da una cierta libertad para completarlos al gusto. De hecho, no se describe el aspecto de ninguno de los personajes, especificando únicamente los rangos de edad de algunos de ellos. Supongo que esto se hizo para facilitar el que el lector se los imaginara con la estética general de los personajes de las películas. Yo tardé la mitad del texto en darme cuenta que me estaba imaginando a Yakobs como una especie de Darth Vader de bajo presupuesto (traje acorazado negro, capa, etc.) cuando lo único que se nos dice de él es que es “alto y macizo”. No hay tampoco ninguna referencia a La Fuerza, porque eso habría sido ya demasiado obvio.

Nuestros protagonistas son Say Klaktos (hijo del gobernante de Arystel), Krao y Borel (un par de soldados) e Ilma (la hija de Borel). A Say Klaktos solo se refieren por su nombre en una ocasión, llamándolo el resto del tiempo Junior, o (lo que suena aún peor) Junior Klaktos.

La primera mitad del texto es en su casi totalidad la descripción de un aburridísimo combate espacial entre naves. La nave de los buenos es atacada por un montón de pequeñas naves de combate de los malos. Cuando la mayoría de estas naves han sido destruidas, les llegan refuerzos en forma de acorazados krackonianos y la nave de los buenos empieza a acumular demasiados daños. Entonces aparecen refuerzos de los buenos y destruyen a los refuerzos de los malos. Y entonces aparece La Invencible Kraktoniana y destruye los refuerzos de los buenos. 

Está todo muy mal descrito, inventándose los términos o cambiándolos sobre la marcha. Trata de darle emoción haciendo que los personajes griten sin parar por los sistemas de comunicación y que las naves que aparecen de refuerzo sean cada vez más grandes… pero la escena es demasiado larga y demasiado repetitiva, y aún con la cabeza llena de las escenas de combates entre naves de Star Wars, el pasaje se hace bastante pesado. Cuando solo queda la nave de los protagonistas, esta es capturada con un rayo tractor e introducida en La Invencible Kraktoniana, tal como La Estrella de la Muerte capturaba al Halcón Milenario.

Curiosamente, Yakobs solo estaba interesado en capturar a Borel y su hija. El legítimo gobernante de los pocos supervivientes que quedaron de Arystel (ahora refugiados en otro mundo) no tiene especial valor para él. Pero Borel y Junior no se encuentran a bordo, así que se contenta con torturar a Krao e Ilma.

Al descubrir que La Invencible Kraktoniana se incorporaba a la batalla, Junior y Borel partieron de la nave en un caza, rumbo al planeta Krekton. Al parecer, La Invencible Kraktoniana no tiene un generador de energía propio, si no que recibe energía irradiada desde una base en el planeta Krekton. Junior y Borel pretenden destruir esa base convirtiendo la gigantesca estación de combate en una masa inerme.

Este punto sí es interesante, porque en Episodio VI; El retorno del jedi, la nueva Estrella de la Muerte estaba protegida por un escudo de fuerza irradiado desde la luna de Endor. Los protagonistas debían destruir primero la base de la luna de Endor para dejar desprotegida a la Estrella de la Muerte, y es básicamente lo mismo que hacen aquí, solo que el libro es del 1978 y Episodio VI del 1980. Es decir, que lo que tenemos entre manos es una historia que plagia la primera película de Star Wars, pero al mismo tiempo se anticipa a la tercera.

Junior y Borel consiguen infiltrarse en la base de Krekton y destruir el ordenador central, cortando el suministro de energía a La Invencible Kraktoniana. Un montón de naves de guerra de Arystel, que se habían estado congregando cerca de ella, aprovechan para atacarla ahora que está indefensa. Y cuando Yakobs intenta huir de la estación por algo que se nos describe como “un puente” que se extiende desde una de las naves, se encuentra cara a cara con Junior. Aparentemente ha regresado de Krekton en tiempo récord para salvar a Krao e Ilma antes que la estación sea destruida. Tras intercambiar un par de puñetazos (lo de las espadas láser lo dejamos para otro día) Yakobs se cae del borde del puente… ¡al espacio! 

¿El “puente” que se había extendido desde la nave a la estación de combate era entonces un puente físico? Y al parecer, ni tan solo era uno de esos conductos estancos tipo tubo, sino una simple plancha expuesta al vacío por la que los personajes iban corriendo y dándose puñetazos sin importar cosas como la descompresión o la congelación instantánea. 

No es el único sinsentido que nos encontramos a lo largo del libro. Cuando Junior y Borel se infiltran en la base de Krekton, por ejemplo, les resulta tan fácil hacerlo porque los soldados de Yakobs no usan ningún tipo de uniforme ni sistema de identificación estandarizado, si no que viste cada uno como quiere e indica a los demás, de palabra, cuál es su rango y cometido. Eso puede funcionar en una pequeña guerrilla donde todos mas o menos se conozcan, pero es insostenible para un ejército serio y extenso. Y más aún para uno que aspira a dominar el universo.

En definitiva… Yakobs muere, La Invencible Kraktoniana es vencida, y por algún extraño motivo se nos da a entender que Junior e Ilma terminan juntos, aunque no se había insinuado lo más mínimo a este respecto anteriormente. Realmente no ha sido una gran lectura, que se diga, pero como fan moderado de Star Wars las imitaciones me resultan especialmente interesantes. Y aun siendo una imitación, en el fondo tiene más del espíritu original de Star Wars que las últimas películas oficiales que se han hecho de esta franquicia.

Para nuestro siguiente punto del reto, pasaremos de viajar por la inmensidad del espacio a rebuscar en pequeñas y polvorientas librerías de barrio en El club Dumas, de Arturo Pérez Reverte. O bien puedes darle un vistazo a otro bolsilibro de esta autora pulsando aquí.

El dictador del espacio. 1978. Marcus Sidereo [María Victoria Rodoreda Sayol] (texto) Salvador Fabá (portada). La conquista del espacio nº 402. Editorial Bruguera S.A.

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