PÁNICO “POP”

  EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Una noche de tormenta. Un camino rural mal señalizado en el que es fácil perderse. Una furgoneta en la que un grupo de rock viaja junto con sus equipos e instrumentos. Una rueda que revienta en medio de ninguna parte. Una vieja casa señorial entrevista entre la cortina de lluvia, y en la que parecen brillar algunas luces. 

Mmm… sí, creo que tenemos elementos más que suficientes para un buen bolsilibro. 

The Silver Devils (Los demonios de plata) son una banda de rock juvenil itinerante compuesta por cinco chicos y cuatro chicas. Hasta no hace mucho eran diez, pero Erika, la quinta chica del grupo se suicidó de una sobredosis. La mayoría le echa la culpa de esto a Rocky, uno de los chicos, del que Erika se había enamorado pero no se vio correspondida por él. Esto ha roto la relación hasta ese momento buena que existía entre los músicos, y ya se está hablando de separarse y seguir cada uno por su camino. 

Pero antes de llegar a eso, tienen otro problema entre manos: una rueda reventada, sin recambio y muy lejos de cualquier lugar en el que puedan pedir ayuda. 

Afortunadamente para ellos… o quizá no… alguien acude en su rescate. Su vehículo se ha detenido cerca de una vieja y elegante mansión habitada por una no menos vieja y elegante dama de Centroeuropa. Esta les ofrece refugio en su casa, y a instancias de la curiosidad de los chicos, les explica su presencia en la campiña inglesa. Durante la Segunda Guerra Mundial toda su familia, los Korstein, abandonaron sus tierras huyendo del aparentemente imparable avance de los nazis. Viajaron hasta Inglaterra y compraron la mansión y su cripta anexa a sus antiguos propietarios, una familia local arruinada.  

Si el apellido Korstein os resulta familiar, probablemente se deba a que fue la estirpe vampírica con la que se sustituyó a los Drácula en el cine de terror de los 70, cuando el apellido del famoso conde transilvano comenzó a estar demasiado quemado. A la gente ya no le llamaban tanto como antes las películas de Drácula y lo que hizo la Hammer fue adoptar otro apellido y continuar haciendo películas de vampiros. 

Bastó este detalle para volver a atraer al público, porque, aunque básicamente las películas venían siendo iguales a las de Drácula “ya no era Drácula”. En realidad el apellido que usaron fue Karnstein, pero Korstein es una variante muy obvia, así como el Carstein empleado por Games Workshop para uno de sus clanes vampíricos de Warhammer.

Bueno, resumiendo, que sin tocar directamente el tema se nos sugiere que la familia de la anciana pudieran ser vampiros. U hombres lobo, porque los chicos también le preguntan si tiene un perro de gran tamaño en su propiedad, ya que una aullante criatura parecía estar acechándoles entre los árboles de camino a casa. La baronesa Korstein les indica que aparte de ella, su hijo Alex y su criado Igor Ivan, nada más vive en el lugar. Su esposo, el barón Helmut Korstein, lleva muchos años fallecido y enterrado en la cripta, y si bien es cierto que tuvieron un gran mastín guardián llamado Lobo, este murió también hace años. 

Mientras la tormenta arrecia cada vez más, se nos van dejando caer todo tipo de detalles preocupantes. En la casa hay una gran sala de trofeos con cabezas de animales, y la baronesa informa a los chicos que son todo piezas cazadas personalmente por su marido, y disecadas por ella (en las historias de terror, los disecadores son poco de fiar). El escudo heráldico familiar muestra a un hombre con cabeza y garras de lobo. Y parece haber una maldición hereditaria sobre los Korstein que podría ser licantropía o una forma particularmente violenta de epilepsia.

Durante la noche, una de las chicas desaparece de su habitación y es encontrada poco después en la sala de trofeos, muerta, destrozada como por un animal. Coincidiendo con esto, el aguacero hace que finalmente un rio cercano se desborde convirtiendo la mansión prácticamente en una islita, rodeada de caminos irregulares, con desniveles y socavones ahora llenos de agua, que convierten cualquier intento de transitar por ellos en un suicidio.

Inmediatamente, Alex y los músicos empiezan a intercambiar acusaciones. Él los acusa de ser unos hippies drogadictos que han cometido un asesinato en su noble casa, y ellos le acusan de haber asesinado a una de los suyos, de odiarlos por ser jóvenes y modernos en lugar de unos nobles acartonados. 

El caso es que Alex, cuya salud está degradada por la consanguinidad, se encierra febril en su habitación. Su madre se obsesiona con cuidarle y no quiere saber nada más sobre ningún tema, e Iván está preso de un terror supersticioso. Los chicos toman varias armas blancas de una panoplia de la sala de trofeos y convencen a Iván para que les entregue algunas de las armas de fuego con las que cazaba el barón. Pero esto no impide que otro de ellos aparezca destrozado poco después, mientras buscan a la criatura que mató a su compañera. 

Finalmente, Bill (el guitarrista principal de grupo y nuestro resuelto protagonista) y otro de los chicos deciden echar un vistazo a la cripta familiar, donde se supone que está enterrado el cuerpo del barón. Al entrar allí escuchan una voz humana, pero lo que se les echa encima es una feroz y peluda bestia, a la que acribillan a tiros. Y no se trata de un hombre lobo ni ningún ser sobrenatural. Es simplemente Lobo, el mastín familiar, al que la baronesa, en su demencia, consideraba la reencarnación de su marido. Ella encerró a Lobo en la cripta muchos años atrás, y lo adiestró para convertirlo en un perro violento y asesino, creyendo de algún modo estar obrando en beneficio de su carcomido linaje. 

La voz humana que los chicos oyeron en la cripta antes de la aparición de lobo, era la de la baronesa, azuzándole contra ellos. Agonizante, el animal se revuelve enfurecido contra su dueña, sintiéndose traicionado, y acaba con la vida de esta justo antes de morir él mismo. 

Parece que todo ha terminado, pero hay algunos puntos que no le encajan a Bill. Si Lobo mató a su amiga, la que encontraron en la sala de trofeos, y la baronesa lo escondía en la cripta, fuera de la casa ¿cómo no estaba todo el suelo embarrado, con la tormenta que estaba cayendo? ¿Y cómo es que el salón se encontraba en perfecto orden, si hubo allí un enorme perro saltando de un lado a otro y persiguiendo a su víctima? Y efectivamente, Bill descubre que el primero de los asesinatos fue obra de Rocky, uno de los componentes del grupo. También la muerte de Erika fue otro crimen de Rocky, que lo hizo pasar por suicidio. La extraña leyenda en torno a la maldición de los Korstein le dio la oportunidad de matar otra vez más escudándose en ella, haciendo que las culpas recaigan sobre sus anfitriones. Trastornada por esta primera muerte en la que no tuvo nada que ver, la baronesa sacó a Lobo de su escondrijo para que acabara con el resto del grupo. Cuando Billy ata cabos corre en busca en Rocky, y le detiene justo a tiempo de impedir que acabe con otra de las chicas del grupo. 

El relato, en fin, nos presenta a dos modelos de personas cuya forma de vida choca totalmente una con otra. Por un lado tenemos al grupo de músicos, jóvenes, rebeldes, con un toque asocial, despreocupados y con un rechazo hacia los usos y costumbres antiguos. Por el otro tenemos a la familia de nobles venidos a menos, altivos, reservados, refractarios ante todo lo moderno y celosos guardianes de tradiciones centenarias. Y la conclusión del relato es que tanto en un grupo como en el otro es posible encontrar locos y asesinos, que nadie es mejor que nadie por su forma de vida ni su entorno social, y que lo único que debe valorarse son las acciones de cada individuo en particular, no las del colectivo al que (a veces por elección y muchas veces sin ella) pertenezca.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Pánico “Pop”. 1975. Curtis Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Salvador Favá (portada). Selección terror nº 137. Editorial Bruguera S.A.