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lunes, 17 de octubre de 2022

EL BICHO

 EL ORÁCULO DE LAS VISIONES                                                                            ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                                                                                                                       

Presentado por... Pecky.
 

¡Hola, amigos cinéfagos!

Cuando has visto muchas películas sobre un mismo tema, todas empiezan a parecerse. Y eso hace que aunque el tema te guste, a la larga pueda llegar a aburrir. Por eso se agradece que una película, sin salirse del tema en cuestión, innove algo. Que introduzca algún cambio que haga que, a pesar de estar viendo lo mismo de siempre, plantee una idea novedosa, o una perspectiva distinta, o te lo cuente los mismos tópicos pero de una forma diferente. 

Pues con El bicho (Bug, en el original) esto pasa… pero no funciona. Al principio parece que va a ser una película más de plaga de insectos mutados o enloquecidos que arrasan un desprevenido pueblecito, como tantas hay. Luego esto se deja de lado y se centra en otra cosa relacionada pero diferente, y termina de una forma bastante extraña. Atendiendo a lo que dijimos antes debería ser una mejora sobre las clásicas películas de bichos todas iguales, pero no lo es. Hay algo que no termina de encajar, algún pequeño detalle que falla. Creo que sé cuál es, pero lo explicaremos más adelante.

Primero, el argumento. Un fuerte temblor de tierra sacude un de común tranquilo pueblecito de Norteamérica. La iglesia y algunas casas sufren daños, pero no hay ninguna víctima que lamentar. No de inmediato al menos, porque poco después comienzan a producirse extraños incendios en casas, coches que explotan sin razón aparente, y un gato y varias personas sufren gravísimas quemaduras (en algunos casos mortales) aun estando lejos de los incendios y explosiones.

Como consecuencia del temblor una gran y profunda zanja se ha abierto en la granja de los Tucker, y de ella han brotado unos pocos insectos nunca antes vistos. Alguien se los muestra al profesor James Parmiter,  y este comienza a estudiarlos, descubriendo que son ellos los culpables de los últimos accidentes. Las criaturas parecen una variedad de escarabajos que se ven atraídos por el calor, y también lo producen. Tienen la capacidad de generar electricidad tanto como defensa como para chamuscar materiales, porque al parecer se alimentan de carbón y ceniza, y si no la encuentran en su entorno, ellos mismo la producen incendiando algo.

Tras las primeras muertes debidas a los incendios, James trata de avisar a las autoridades competentes para que hagan algo al respecto, pero nadie cree su historia de los escarabajos pirómanos. De hecho, ni tan solo la gente del pueblo sabe nada del asunto, porque solo han salido unos pocos escarabajos de la zanja, y se están muriendo. 

James deduce que es el cambio de ambiente lo que los mata. El temblor de tierra ha debido arrastrarlos desde una enorme profundidad, y la diferencia de presión les está robando rápidamente las fuerzas. En lugar de ser la típica plaga masiva e imparable, en esta ocasión tenemos solo un puñado de escarabajitos que además se están muriendo solos.

El caso es que, puesto que no son un peligro real a gran escala y se trata de seres por completo desconocidos, James ve en ellos la oportunidad de añadir su nombre a los libros de etnología como descubridor de la especie. Tras encontrar a un último ejemplar que aún vive, lo lleva a su casa y dedica todas sus energías a tratar de mantenerlo con vida y estudiarlo. Consigue esto cruzándolo con una cucaracha común, dando lugar a híbridos que mantienen los rasgos más característicos de estos escarabajos, combinados con la extraordinaria resistencia de las cucarachas. Los híbridos están además adaptados a la presión de la superficie, en la que han nacido. Esta nueva especie es bautizada por James como Parmiteras Hephaestus

La película dura unos noventa minutos, y un poco más de la mitad están dedicados a esta investigación. Desde que James se pone a estudiarlos en serio, la película deja de ofrecernos las esperables escenas de ataques a la población y quema de casas y coches, para limitarse a mostrarnos al profesor observando a los nuevos bichos, tomando notas, haciendo experimentos y obsesionándose cada vez más con ellos. Y es interesante, pero me parece demasiado dedicar más de media película a esto, cuando lo que esperas ver en una cinta de plaga de insectos es, precisamente, una plaga de insectos arrasándolo todo, y además en una intensidad creciente. Aquí, en cambio, la intensidad es decreciente. Como James captura al último escarabajo de las profundidades, no queda ninguno para atacar el pueblo.

James termina descubriendo que los hephaestus han desarrollado un grado de inteligencia notable, y parecen tener también telepatía. Mata a un grupo de ellos y observa como el resto parecen retorcerse de dolor mientras dura la agonía de los primeros. A medida que los híbridos se reproducen entre ellos, cada generación mejora a la anterior hasta llegar al punto de juntarse varios bichos para perfilar formas geométricas, luego letras sueltas, y finalmente mensajes completos, dirigidos a James, cuyas reflexiones en voz alta parecen entender. 

La obsesión de James por los insectos llega al punto de arruinarlo física y moralmente, y aislarse de todo el mundo, hasta que pierde la noción del tiempo y casi de la realidad. Por su parte, el número y potencial mental de los híbridos no deja de crecer, hasta que aparece una nueva generación, esta vez dotada de la capacidad de volar. Cual monstruo de Frankenstein rebelándose contra su creador, los hephaestus descargan su flamígera ira contra James acabando con él. Y a continuación se expanden volando por todo el mundo dispuestas a conquistarlo… 

Bueno, esto último hubiese sido lo normal en este tipo de película, pero no. Una vez James está adecuadamente churruscado, todas las hephaestus vuelan hasta la zanja de la que brotaron los escarabajos cuando el terremoto, descienden por ella, y esta se cierra de nuevo casi como si fuera algo provocado por una mente consciente. ¿Quizá esta última generación también desarrolló telequinesis? ¿Y prefirió volver a las cavernas subterráneas de las que provenían sus ancestros antes de seguir en la superficie? 

Es un final extraño. Original, comparado con lo habitual en este subgénero, pero extraño. Me gusta por lo novedoso, y todo el proceso de investigación es intrigante, hasta te deja con ganas de saber más sobre esas criaturas capaces de colocarse formando letras cual animadoras de baseball para comunicarse con los humanos, pero precisamente cuando comienzan a hacer ese tipo de cosas es cuando la película llega al final. 

Creo que ser un poco más convencional y reducir un poquito todo esa investigación (¡que es más de media película!) no le habría sentado mal. Además, no se da esa destrucción creciente típica de estas historias, en la que se comienza con unos pocos casos y termina con todo el pueblo luchando contra la plaga. Aquí las escasas escenas de acción que veremos están agrupadas en la primera mitad de la película, lo que hace que la segunda mitad sea más lenta y menos impactante que la primera. 

Un cartelito al inicio nos indica que está basada en el relato de 1973 La plaga de Hefestos de Thomas Page. Ese no lo he leído, pero sí le he visto a la película bastantes puntos en común con otro relato titulado Los reyes de la arena, de George R. R. Martin, en el que se basó a la su vez el capítulo Los arenícolas, de la serie de TV Mas allá del límite. Claro que el relato de Martin es de 1979, y esta película de 1975, por lo que de haber influido una obra en otra, sería el relato de Page en el de Martin y no al revés.

Bug. 1975. William Castle (guion) Jeannot Szwarc (director) Bradford Dillman, Richard Gilliland (actores principales) Jamie Smith Jackson (actriz principal). Paramount Pictures.

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